El todo sin las partes
Por: Mariano Paez*
Se despidieron arbitrariamente a más de 20 trabajadores de planta permanente de Radio Nacional en sus diferentes filiales de todo el país, bajo el argumento de que habían sido directores durante la anterior gestión de gobierno, y con el compromiso de que quienes los reemplazaron se irán cuando termine la actual gestión. Ante estos hechos bien valen algunas aclaraciones y comentarios para desnaturalizar la injusticia, partiendo de la experiencia de LRA54 Nacional Jacobacci que bien podría extrapolarse a los demás casos:
Sobre el Estado: venimos escuchando desde hace meses sobre “la grasa militante”, “transformar el Estado en aguantadero” o “las capas geológicas del Estado”. Es importante saber que durante la anterior gestión convivió el director en funciones con otros tres ex directores de gestiones pasadas de diferentes signos políticos. Que a partir de la sanción de la Ley de Servicios de Comunicación Audiovisual, derogada parcialmente por DNU, los ingresos a planta y a las direcciones se realizaron por concursos públicos y abiertos del que pueden participar quienes cumplan los requisitos del llamado, y por sobre todo se puede recurrir a los reclamos que se crean convenientes si se supone o conoce algún fraude, en nuestra emisora fueron tres concursos, incluida la dirección, sería bueno que los revisen para ver si encuentran alguna anomalía.
Sobre la jerarquización del Estado: Invito a quien así lo desee a solicitar los curriculum de todos aquellos que hoy, de planta o contratados, trabajamos en Nacional Jacobacci, allí podrán ver su antigüedad, antecedentes profesionales y académicos. ¿Es coherente despedir a un profesional caratulándolo de militante, a la vez que se contrata militantes sin profesión?
Sobre las solidaridades: Ante este hecho injusto, se han levantado algunas voces reclamando, pero me detengo en las que han decidido el silencio. Para algunas culturas el silencio es sinónimo de sabiduría, en nuestra Argentina, tras los años de plomo, el silencio es complicidad. Muchos dirigentes políticos y referentes sociales que han hecho uso de la radio del Estado a lo largo del tiempo eligieron, por lo menos hasta el momento, callar la injusticia, mirar para otro lado. Estamos en tiempo de campaña electoral. ¿Vale más el alineamiento a un espacio político o a un líder que la búsqueda de la justicia? Hasta ahora parece que sí, y es grave pensando que pueden ser electos por el pueblo, una vez en el poder repetirán la conducta ante otras situaciones.
Sobre periodismo, pluralismo y libertad de expresión: El silencio de los colegas, no es menos preocupante, y no me refiero sólo a este caso. Estamos en tiempos en los que muchos medios locales y provinciales se han transformado mayoritariamente en reproductores de gacetillas confeccionadas a gusto por las áreas de prensa de gobiernos, legisladores o partidos políticos. No parece ser importante indagar cosas como por qué un municipio gobierna sin presupuesto y declara la emergencia económica, o por qué no se anuncia antes de las elecciones la suba de los tributos, o por qué se pasa de comprar letras del tesoro para ahorro a un déficit preocupante, o por qué se ajusta sobre el empleo público y sus salarios, mientras se siguen designando cargos políticos, o cómo están funcionando las dependencias oficiales que se abren para acercar el Estado a los ciudadanos. Antes se levantaba el dedo acusador sobre el llamado periodismo militante, hoy estamos frente a un periodismo que, en parte, milita el silencio cómplice. Mientras tanto se habla de la recuperación del pluralismo, cuando se mantienen prolijamente silenciados a los que podrían salirse del libreto oficial y, cuanto menos, sin ser portadores de ninguna verdad irrefutable, generar un debate más serio y profundo. Quienes en otro tiempo se sintieron censurados y hoy hablan tranquilos con la certeza de que nadie hará preguntas incómodas ni comentarios que cuestionen, deben saber que la libertad de expresión es un derecho que se ejerce, nadie lo administra. De nada serviría esta nota escrita cuando las autoridades cambien, esto es ejercer la libertad de expresión.
Sobre las circunstancias y el número: estos despidos se realizan en la antesala de la discusión paritaria para el conjunto de los trabajadores de Radio Nacional, resonará en las reuniones lo que se ha expresado varias veces “deberán elegir empleo o salario”, sino cuál es la razón por la que no se tomó esta decisión hace más de un año cuando inició la actual gestión. Las radios nacionales en todo el país son más de 50, la lista es sólo de 21, cuando se pregunta sobre el resto hay dilaciones y no se especifica casos puntuales como las renuncias y las licencias, lo que deja a las claras que se trata de un señalamiento ideológico, que no busca otra cosa que disciplinar conciencias y salarios. El año pasado ya hubo que negociar salarios con baja de contratos y despidos, el resultado, pérdida del poder adquisitivo.
Este año recordamos el 40 aniversario de la detención y asesinato de periodista Rodolfo Walsh que se dio un día después de publicar su Carta Abierta a la Junta Militar al cumplirse un año del golpe cívico militar de 1976. La carta terminaba así “Éstas son las reflexiones que en el primer aniversario de su infausto gobierno he querido hacer llegar a los miembros de esa Junta, sin esperanza de ser escuchado, con la certeza de ser perseguido, pero fiel al compromiso que asumí hace mucho tiempo de dar testimonio en momentos difíciles”. Ojalá el aprendizaje construido por más de 40 años de democracia ininterrumpida y el ejemplo de intolerancia ejercido sobre este periodista nos sirva para que se respete la libertad de consciencia en general y en nuestra profesión en articular.
Espero fervientemente que este sea reconocido como uno más de los errores del gobierno y los despedidos vuelvan a ser reincorporados en las mismas condiciones en las que estaban, de lo contrario Nacional no podrá seguir llamándose la Radio de Todos, porque se deshizo de alguna de sus partes.
*Periodista LRA 54 Radio Nacional Jacobacci
Fuente: ADN
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