Mostrando las entradas con la etiqueta Rosario. Mostrar todas las entradas
Mostrando las entradas con la etiqueta Rosario. Mostrar todas las entradas

sábado, 6 de septiembre de 2025

Rosa Tarlovsky de Roisinblit 1919 - 2025

A los 106 años falleció Rosa Tarlovsky de Roisinblit, presidenta honoraria de Abuelas de Plaza de Mayo, símbolo de una lucha tenaz por la verdad, la justicia y el derecho a la identidad. Fue madre de una desaparecida, abuela de dos niños víctimas del terrorismo de Estado, obstetra de profesión y una de las voces más lúcidas de los derechos humanos en la Argentina.

En el año 2000, tras más de dos décadas de búsqueda incansable, Rosa encontró a su nieto Guillermo Rodolfo, nacido en cautiverio en la ESMA. Fue un momento profundamente íntimo, pero también un triunfo colectivo: el resultado de una vida entregada a recuperar lo que la dictadura intentó borrar.

Raíces en Moisés Ville
Rosa nació el 15 de agosto de 1919 en Moisés Ville, Santa Fe, en el seno de una familia judía inmigrante que había llegado al país escapando de los pogroms zaristas. Fue la tercera de siete hermanos, aunque dos murieron en la infancia.

De niña, cruzaba a caballo o en sulky los siete kilómetros que la separaban de la escuela. Su infancia transcurrió entre cultivos, animales de granja y una vida austera, pero colmada de afecto, valores comunitarios y riqueza cultural. Esos primeros años moldearon su temple: desde muy joven supo lo que era la responsabilidad y la valentía.

A los 15 años, sus padres decidieron enviarla a Rosario para que continuara sus estudios. Fue así como ingresó a la entonces Universidad Nacional del Litoral para estudiar obstetricia, una carrera corta pero profundamente humana.

"¿Sabe lo que es entrar a esa edad a una sala de puérperas?", recordaba. "Me asusté mucho. Pero fui valiente siendo tan chica…"

Se graduó con honores y, por concurso, fue nombrada Partera Jefa de la Maternidad Escuela de Obstetricia de Rosario, una de las primeras instituciones de su tipo en el país. Su paso por Rosario fue decisivo: allí comenzó a forjar su identidad profesional y social, y a construir una vida guiada por el compromiso con el cuidado, la educación y la salud de las mujeres.
La vida familiar y el dolor
En 1951, ya en Buenos Aires, se casó con Benjamín Roisinblit. Un año después nació Patricia Julia, su única hija. Rosa y Benjamín compartían el amor por la música, la poesía y el arte, y formaron un hogar lleno de sensibilidad y respeto.

Patricia creció como una niña brillante, sensible y comprometida. Ingresó a la Facultad de Medicina, y con el tiempo comenzó a militar políticamente. Durante la dictadura, fue secuestrada por un grupo de tareas de la Fuerza Aérea cuando tenía 26 años y un embarazo de ocho meses. Su compañero, José Manuel Pérez Rojo, fue secuestrado el mismo día.

Patricia había dado a luz a su primera hija, Mariana Eva, en 1977. Tras su secuestro en octubre de 1978, fue llevada a un centro clandestino de detención. Según los testimonios, el 15 de noviembre de ese año dio a luz a un varón —Rodolfo Fernando— en la ESMA. Ambos padres continúan desaparecidos.

Mariana fue devuelta a su familia paterna, y Rosa compartió con ella amor, juegos, lecturas y educación. Fue una abuela presente, profundamente comprometida con su crianza, aun en medio del dolor.
En la imagen, Rosa Tarlovsky de Roisinblit sonríe junto a su nieto Guillermo Pérez Roisinblit, parido en la ESMA en 1978, hijo de Patricia -la única hija de Rosa- y de José Pérez Rojo

De partera a abuela de Plaza de Mayo
A partir de entonces, Rosa se transformó. De mujer alejada de la militancia, se convirtió en activista y dirigente de derechos humanos. Ingresó a Abuelas de Plaza de Mayo en los primeros años de la organización, y fue parte de su Comisión Directiva durante décadas: tesorera entre 1981 y 1989, luego vicepresidenta.

Representó a la asociación en foros internacionales, participó de encuentros con organismos de derechos humanos y formó parte activa de las querellas judiciales por la apropiación sistemática de niños y la desaparición de su hija y su yerno.

Su voz fue clara, serena y firme. Se destacó por su capacidad para explicar —con precisión científica y calidez humana— los avances jurídicos y genéticos que permitieron restituir la identidad a más de 130 nietos.

"Soy Mariana Eva Pérez. Soy hija de desaparecidos y busco a mi hermano." Así comenzaba la carta que Mariana escribió con letra temblorosa, dirigida a un joven que tal vez, solo tal vez, llevara en su sangre una historia que aún no conocía.

Era el jueves 27 de abril del año 2000. Mariana lo había ido a buscar a un local de comidas rápidas en San Miguel, donde trabajaba. No podía atenderla, así que ella le dejó esa nota. Unas líneas breves, cargadas de memoria y esperanza. Él la recibió con sorpresa, con dudas. Le dijo que no era la persona que buscaba y, con seguridad, le mostró su documento: otro nombre, otra historia. Guillermo, que había sido apropiado por un agente de inteligencia de la Fuerza Aérea.

Pero cuando terminó su jornada, algo —una intuición, una inquietud, un llamado interior— lo llevó hasta la sede de Abuelas de Plaza de Mayo. Un mes y medio después, el análisis genético confirmó lo que el corazón de su hermana ya sabía: Guillermo era en realidad Rodolfo Fernando Pérez Roisinblit, nacido en cautiverio en la ESMA, hijo de Patricia Julia y José Manuel, nieto de Rosa.
Rosa Roisinblit, abuela por derecho, lo había buscado durante 21 años, sin una foto, sin un dato certero. Solo sabía que su nieto había nacido en una maternidad clandestina. Solo confiaba en la memoria, en la justicia, en la persistencia.

El 23 de diciembre de 2003, Guillermo visitó por última vez al hombre que lo había criado, y que durante más de dos décadas le había ocultado su verdadera identidad. El encuentro ocurrió en una sede militar del barrio porteño de Palermo, donde el apropiador cumplía prisión.

Allí lo encontró, rodeado de privilegios. Comía asado casi todos los días, bebía alcohol sin restricciones. Lejos del arrepentimiento, vivía como si la justicia fuera apenas una molestia transitoria.

Guillermo lo vio borracho. Y lo que escuchó selló para siempre la distancia entre ellos. El hombre, en vez de ofrecer alguna señal de culpa, le recriminó su situación con resentimiento. "Guardo balas para vos, para tu hermana y para tus abuelas"”, le dijo.

No era solo una amenaza: era el eco brutal de un odio que aún vivía en su voz. Guillermo se fue. No volvió a verlo nunca más.

Reconocimientos y homenajes: la UNR y su legado en Rosario
En diciembre de 2021, la Universidad Nacional de Rosario le otorgó el título de Doctora Honoris Causa, como reconocimiento a su compromiso con la paz, la justicia y los derechos humanos. La ceremonia fue impulsada por las facultades de Ciencias Médicas y Psicología, y estuvo presidida por el rector Franco Bartolacci.

"Este reconocimiento es una caricia de la universidad pública", afirmó el rector. "En Rosa hay un testimonio de vida, de lucha y de compromiso que a nuestra comunidad universitaria nos moviliza y nos interpela. Ha llevado bien en alto, durante toda su vida, la bandera de los principios y valores de nuestra universidad".

La decana de la Facultad de Psicología, Soledad Cottone, destacó que "memoria y olvido no son campos neutrales, son campos de batalla donde se modela la identidad colectiva". Y agregó: "Es singular que Rosa además sea partera. Como si fuera una costura de nuestra historia, ha parido a miles de compañeros y compañeras que nos vamos encontrando en esta búsqueda de identidad".

Por su parte, el decano de Ciencias Médicas, Jorge Molinas, recordó que Rosa se recibió en 1937 con el número de registro 314 y fue jefa de una de las primeras escuelas de obstetricia del país. "Celebramos su lucha, su ejemplo y su deseo de que esté viva en los nietos, en las familias, en Abuelas y en todos los argentinos, para que la democracia sea cada vez más fuerte, solidaria y justa."

Una vida narrada: el libro que la retrata
En 2013 se publicó Abuela. La historia de Rosa Roisinblit, escrito por Marcela Bublik y editado por Marea Editorial. El libro narra la historia de Rosa desde su infancia en Moisés Ville hasta su rol clave en Abuelas de Plaza de Mayo. No se trata de una biografía institucional ni de una investigación periodística, sino de una autobiografía dialogada, llena de humanidad, humor y amor.

La primera parte está dedicada a "cuatro mujeres fuertes": la madre de Rosa, ella misma, su hija Patricia y su nieta Mariana. Una cadena generacional de mujeres que resistieron con dignidad, amor y memoria.
"Rosa Roisinblit fue lo más parecido al bien absoluto en este país, con ese rostro de una ternura infinita. Frente a la crueldad del Estado terrorista se le plantó a los monstruos y no les aflojó un segundo, junto a esas otras mujeres a las que nos acostumbramos, cada vez más seguido, a ver partir. Pudo reencontrarse con su nieto, sí, pero la República Argentina, pasados casi 42 años desde el regreso del Estado de derecho, no le respondió nunca sobre el destino de su hija y su yerno. Tenía 106 años y uno de los mejores homenajes es el silencio de la Secretaría de Derechos Humanos del gobierno más repugnante de la historia democrática argentina desde 1916. No solamente por negacionismo y/o porque de puro brutos no sepan su historia, sino porque así toman debida nota de que está viva en una lucha que es imparable", escribió el periodista Juan Pablo Csipka
La última obstetra
Rosa fue más que una partera: fue una mujer que ayudó a nacer, literalmente y simbólicamente, a generaciones. A lo largo de su vida atendió cientos de partos, y luego trabajó para que cientos de nietos y nietas volvieran a nacer en su verdadera identidad.

Como ella misma dijo: "Siento que mi compromiso con la vida es para siempre, con todos los que padecen la falta de justicia y de libertad en el mundo entero. Para siempre. Hasta el último día de mi vida…"

Ese día llegó. Pero Rosa seguirá viva en la memoria de quienes luchan. En los nietos que recuperaron su historia. En cada madre que no se resignó. En cada abuela que marchó. En cada joven que hoy sabe quién es.

Hasta siempre, Rosa.

lunes, 1 de septiembre de 2025

La escuela 'Madres de Plaza 25 de Mayo', blanco de un operativo que vulneró derechos y sembró miedo

La comunidad educativa de la ESSO N°514 "Madres de Plaza 25 de Mayo" fue escenario, el pasado viernes 29 de agosto, de un operativo policial sorpresivo que incluyó la requisa de alumnos y alumnas —muchos de ellos menores de edad— sin orden judicial ni autorización formal. La intervención generó un fuerte rechazo por parte de organismos de derechos humanos y del gremio AMSAFE Rosario, que emitieron dos comunicados expresando su repudio, preocupación y solidaridad con la comunidad escolar.

El testimonio desde adentro: "Nos remonta a épocas oscuras"
En diálogo con el periodista José Maggi (RosarioI12), la docente y secretaria de Derechos Humanos de AMSAFE Rosario, Jésica Daloisio, relató con detalles lo vivido por docentes y estudiantes durante el allanamiento: "Todo ocurrió el viernes 29 de agosto a las 15:15 horas, en plena jornada normal, hasta que ingresaron unos treinta policías, entre ellos fuerzas especiales. No mostraron orden judicial ni documentación alguna que justificara su presencia. Dijeron que había una denuncia anónima por la supuesta presencia de un arma y que debían revisar todo el edificio".

El personal directivo fue apartado y el operativo se desplegó a lo largo de todo el turno tarde, con requisas en todas las aulas.

"Ingresaban al aula, hablaban con el docente a cargo y luego comenzaban a revisar mochila por mochila. Fue una situación de total avasallamiento. Tenemos divisiones desde primero a quinto año. Algunos chicos terminaron con ataques de pánico", relató Daloisio.

La docente también cuestionó la ausencia de protocolos claros y el accionar del Ministerio de Educación: "Consultamos a las autoridades ministeriales y nos dijeron que la policía actuó bajo normativa preexistente, pero nadie sabía cómo actuar. Quedamos helados. Esto nos remonta a épocas oscuras, cuando las fuerzas de seguridad ingresaban a las escuelas en los años más oscuros de nuestra historia reciente".

"La escuela debe ser un territorio de paz"
Desde AMSAFE Rosario manifestaron su profunda preocupación y repudiaron enfáticamente el accionar policial. En su comunicado afirmaron: "Esta acción generó un clima de miedo y ansiedad entre los estudiantes, el personal docente y no docente, y toda la comunidad educativa. Vulneró el derecho a un entorno educativo seguro y protegido".

También remarcaron que la intervención, basada en una denuncia que luego resultó infundada, debería haberse evitado: "La presencia policial en la escuela debe ser evitada en pos de proteger el bienestar emocional de los alumnos. Exigimos que se investigue lo sucedido y se tomen medidas para que no se repitan incidentes similares en el futuro".

"No a la militarización de las escuelas"
Por su parte, la Mesa de Organismos de Derechos Humanos Rosario, junto a otras entidades y colectivos, también emitió un comunicado en el que expresó su más enérgico repudio al operativo: "Este procedimiento, realizado sin orden judicial, se inscribe en la prepotencia e impunidad de las fuerzas policiales que avanza en nuestra provincia, de la mano del alineamiento del Gobernador Pullaro con los protocolos y planes represivos de la ministra Bullrich y el Gobierno Nacional".

El texto reafirma que las escuelas no pueden ser escenario de prácticas autoritarias: "Las escuelas deben ser espacios de formación académica y cultural, donde se protejan los derechos de niños, niñas y adolescentes. De ninguna manera es tolerable el ingreso de fuerzas policiales a los establecimientos educativos".

Finalmente, manifestaron su solidaridad con estudiantes, docentes, directivos y toda la comunidad educativa de la ESSO N°514.

Firman ese comunicado: Mesa de Organismos de Derechos Humanos Rosario – Ronda de la Plaza 25 de Mayo – Centro Cultural Madres de la Plaza 25 de Mayo – HIJOS Rosario – Nietes Rosario – Colectivo de Ex Presos Políticos Rosario – LADH Rosario – MEDH Rosario – Asociación Anahí Filial Rosario – Sitio de Memoria Biblioteca Popular Constancio C. Vigil – APDH Rosario – Familiares de Detenidos y Desaparecidos por Razones Políticas Rosario

Pasado y presente: una escuela que enseña desde la memoria
En el año 2013, la comunidad educativa eligió nombrar al establecimiento como "Madres de Plaza 25 de Mayo", ubicada en pasaje Lejarza 5430 (Larrea al 3200), en barrio Triángulo de Rosario. La decisión fue el resultado de una votación interna, en la que ese nombre resultó el más elegido, en homenaje al ejemplo de resistencia, valor, conducta ética y respeto por las leyes de las Madres, así como por su compromiso cívico y dignidad frente al terrorismo de Estado.

En el acto de imposición oficial estuvieron presentes las Madres María Adela Panelo de Forastello, Elvira Finsterweld, Norma Birri de Vermeulen y Elsa Pozzi de Massa, acompañando con su testimonio y su presencia a toda la comunidad escolar.

miércoles, 20 de agosto de 2025

Cuando el barrio habló en su propia frecuencia: 37 años de Aire Libre

Un país en llamas, un barrio con preguntas. Radio, comunidad y resistencia
Corría 1988 y el país ardía. La hiperinflación, la deuda externa, las leyes de obediencia debida y punto final, y una democracia aún frágil marcaban el pulso social. En Rosario, las ocupaciones de tierras y el crecimiento de los comedores populares en los barrios más postergados formaban parte de un repertorio de protestas urbanas. A través de las organizaciones barriales se buscaban soluciones frente a la falta de trabajo, vivienda y alimento. En ese contexto difícil, y con muy pocos medios abiertos a la comunidad, un grupo de personas —representantes de instituciones barriales y con un profundo deseo de transformación— se reunió con una pregunta urgente: ¿cómo hacer oír nuestras voces, las voces del barrio, en un sistema que no las contemplaba?

Consta en el acta: nace la Radio Comunitaria
En Rosario, provincia de Santa Fe, el 8 de marzo de 1988, (el acta que se envió al ministerio de Educación, dice: "mil novecientos ochenta y nueve"), en el local de la Escuela Nº 773 "Pablo A. Pizzurno", la dirección del establecimiento, junto con la vicedirectora Estela S. de Sopranzetti, convocó a representantes de diversas instituciones del barrio: la Vecinal Bella Vista Zona Oeste, la Parroquia Nuestra Señora de la Salud, el Dispensario Monseñor Angelelli, la Vecinal Villa Nueva, grupos de docentes y estudiantes de Comunicación Social, amigos de las Seccionales 13 y 19, y la Agrupación Amigos del Programa "Conciencia".

El objetivo de aquel encuentro era iniciar la elaboración del proyecto de la Radio Comunitaria, cuya solicitud había sido elevada por la vía jerárquica al Ministerio de Educación, para luego iniciar las gestiones ante el ComFeR (Comité Federal de Radiodifusión). La dirección de la escuela autorizó la realización de próximas reuniones para avanzar en el proyecto.

Durante la reunión se propusieron diversas acciones: realizar una segunda encuesta de opinión a los vecinos cercanos, organizar entrevistas y reuniones con miembros de la cooperadora escolar, convocar corresponsales espontáneos de cada barrio, elaborar la programación, invitar a alumnos de la Escuela de Educación Técnica Nº 240, integrar todas las escuelas primarias de la zona en el espacio "La Radio Escolar" y solicitar asesoramiento al Servicio de Tecnología Educativa.

Al finalizar, a las diez de la noche, quedó claro que la radio no sería solo un proyecto institucional. Como escribió Estela en el libro de actas:
"La radio tiene que estar al servicio de la comunidad. Tiene que estimular la participación, la iniciativa, y ayudar a transformar el mundo propio".
Eso hicieron. Y eso siguen soñando. 
20 de agosto de 1988: El barrio encontró su voz

Ese día, en la Escuela N.º 733 Pablo A. Pizzurno, se alzó en el mástil una antena paragüitas y desde una pequeña caja metálica nació la señal de la FM 91.5. Era apenas eso: una caja, una antena, un micrófono, una idea, ganas infinitas y un sueño enorme. Era el inicio de algo más que una radio: una red de afectos, comunicación y militancia barrial.

La certeza era una sola: querían contar lo que pasaba en los barrios.

Mucho antes, vecinas, vecinos, integrantes de organizaciones se habían reunido una y otra vez con preguntas: ¿por qué las historias de nuestros barrios no se cuentan en los medios de Rosario?, ¿Por qué organizaciones que trabajaban con mujeres, cuando aún no se hablaba de género, no tenían lugar en la radio, los diarios o la televisión?

En talleres con Reynaldo Sietecase, charlas con Rafael Arrastía y Martín García, fueron armando una red. Y nació la idea seria de hacer una radio propia. ¿Cuando arrancamos? Una pregunta que no tenía respuesta.
La reunión que lo cambió todo

19 de agosto de 1988. Estela Sopranzetti, vicedirectora de la Escuela 733, confirmó: —Mañana a las 15, en la puerta de la escuela, con todo listo.

¿Listo? ¿Qué significaba "listo"? Ella algo sabía, pero no quería adelantar.

No se trataba solo de una radio escolar. Era mucho más. Las instituciones del barrio estaban ahí: las Vecinales Bella Vista Oeste, Villa Nueva, la parroquia Nuestra Señora de la Salud, el dispensario Monseñor Angelelli, estudiantes, agrupaciones, cooperadoras.

Mientras tanto los debates continuaban: ¿Unidades básicas de las seccionales 13 y 19? Ana insistía en que no podía figurar así: "Acá hay gente de todos los sectores", aclaraba. Propuso algo más amplio: "Agrupación de amigos de las seccionales".

Guille recordaba que el 28 de junio habían hablado con el senador Daniel Vilanova. Le contaron el proyecto de tener una radio y él respondió sin dudar: "Cuenten conmigo para comprar todo lo necesario, el transmisor y la antena".

Faltaba el resumen de los temas vistos en el taller de periodismo con Reynaldo Sietecase, pero sí había una síntesis del encuentro en el Club Estrella Azul.

La última reunión con el técnico había sido dos semanas atrás en El Colosal 2. Estaba entusiasmado: "El transmisor ya casi está listo, todo marcha sobre ruedas, la van a escuchar en el 91.5", aseguró.

La elección de la frecuencia no fue casual. —En el 91.5 MHz, para no molestar a nadie —explicaban.  En el dial de Rosario, por entonces, solo se escuchaban los servicios complementarios de las AM: la FM de LT3 en el 102.7 y la 97.9, "97 Especial", de LT2.
Mientras tanto, alguien se preguntaba si Marcelo se habría acordado de avisar a la Escuela Provincial de Cine y Televisión. Ese día tenían que registrar con su cámara el lanzamiento.

El director de Comunicación Social de la provincia de Buenos Aires no estaría presente: su secretaria informó que debía cumplir con un acto protocolar y agradeció la invitación. Con eso, Rafael Arrastía fue tachado de la lista.

Arrastía, sin embargo, había sido un protagonista clave: con él vieron un video sobre radios populares de Buenos Aires y participaron de un taller. También cargaba con parte de la "culpa" de lo que estaba por suceder.

Había conciencia de que la salida al aire molestaría a más de uno. Se imaginaban editoriales en La Capital, algún comentario del licenciado Carlos Viana, cuyas intervenciones destilaban nostalgias de la dictadura en LT8, o mensajes poco amistosos desde LT2.

En el barrio las preguntas circulaban. Mari quiso saber: "¿Ustedes van a poner una radio?". Y enseguida: "¿Tienen permiso o son clandestinos?". La respuesta fue clara: no tenían permiso, pero tampoco eran clandestinos.

Explicaban que la ley de radiodifusión de la dictadura consideraba a las FM "servicios complementarios". "¿Y LT8? no tiene FM", preguntaban. La respuesta era un guiño: "Viste lo que es tener amigos en el poder…".

Todo sin permiso, pero no en la clandestinidad. Será comunitaria. Con dirección, con nombre y apellido. En una escuela pública. Y eso, por sí solo, ya era un acto de desafío.

Estela, por su parte, mostró el acta que había enviado en marzo al Ministerio de Educación. El supervisor las alentaba a seguir, aunque ella mantenía dudas. Y alguien pensaba en voz baja: era una radio que dependería siempre de los humores del gobernador de turno.
La sonrisa de Estela Soprenzetti, vicedirectora de la Escuela Pizzurno; Manuel Díaz, presidente de la Vecinal Bella Vista Oeste; y Rubén Papi, futuro conductor de un programa de tango, refleja la alegría de aquel día: la primera transmisión de la radio comunitaria.

¡Aire!

20 de agosto. Hugo Luciani y Juan José Milevicih traen la antena: ¿es un paraguas desarmado?, preguntó un niño. El transmisor: una cajita marrón. Faltaban 20 minutos, la portera preparaba mate y café, había torta casera. Todo listo.
"El camino con corazón, que sigue nuestro corazón, es bueno. Vayamos por él. Porque estamos oyendo el retumbar de un mismo tambor."
Eso lo dijo Estela, me acuerdo bien…

—Es del módulo de apoyo para ascensos de directivos —le cuento a Lucía.

—¡Ah! ¿Estela quiere ser directora?

—¡No! Quiere jubilarse. Le dio toda la vida a esa escuela, desde que se fundó…

Estela sabe que deja su escuela, y que tendrá que buscar otro trabajo para sobrevivir.

—Pero será nuestra directora —dice Lucía.

—¡Por siempre! Dale, apurate, que arrancamos.
Cinco minutos antes de las 16, sube el mástil. El cable cuelga como un suspiro. Juan grita: "¡Aireeeee!".
Norberto y Alberto leen al micrófono: "Transmite desde hoy la FM 91.5, Radio Comunitaria, desde su casa, la Escuela Provincial N.º 773 Pablo A. Pizzurno..."

Aplausos, abrazos, radios encendidas. Suena la Chaya, interpretada por Anacrusa. El barrio se emociona. Una radio nació, y es nuestra.
"Así nace el primer bosquejo del proyecto, que ubicaba a la radio no como un fin en sí misma, sino como una herramienta de integración y organización popular, de carácter comunitario, con el máximo objetivo de mejorar la calidad de vida de los habitantes de la zona". Extracto del editorial de la primera transmisión.
Aire Libre, Radio Comunitaria, se consolidó poco a poco gracias al impulso voluntario e idealista de vecinos y miembros de las entidades intermedias del barrio. Así, fue cimentando las bases de la participación y la libertad de expresión como nunca antes se había visto en la historia de Rosario.

Aire Libre tras los barrotes: historias de trabajo y reinserción
En su testimonio sobre el trabajo comunitario en contextos de encierro, el Padre Joaquín Nuñez recordó la importancia de la radio en la vida de quienes estaban privados de libertad:
"La experiencia de mi propia detención me llevó a involucrarme en el trabajo carcelario. Allí realizamos actividades con personas de la villa, y el Dr. Ríos, camarista, nos brindó un apoyo fundamental: nos cubrió y nos ayudó en todo lo necesario. Los guardias ya sabían que íbamos a trabajar en un patio donde cada preso podía pasar un rato cantando, charlando o tratando distintos temas.

Pronto surgió la pregunta clave: ¿cómo se prepara uno para la libertad? Muchos, al salir, no encontraban trabajo y eran absorbidos por la calle. Ahí fue donde comenzamos a gestionar empleo a los que egresaban, integrándolos en proyectos como el Centro Comunitario Jesús Obrero y la panadería del barrio.

La emisora Aire Libre, Radio Comunitaria, también formó parte de este proceso. Entró con nosotros a la cárcel, grabando reportajes que luego se emitían por la radio y llegaban a los presos a través de sus radiecitas. De este modo, la radio no solo informaba, sino que acompañaba, vinculaba a la comunidad y daba voz a quienes más la necesitaban".
El Negro, como se lo conocía al cura, fue un colaborador fundamental de Aire Libre, Radio Comunitaria. Gracias a su gestión y compromiso, la casa del Centro de Educación, Comunicación y Biblioteca Popular, que alberga tanto la radio como la Biblioteca Cachilo, se construyó con el apoyo de la Misión Central Franciscana. Años más tarde, se le reconoció su aporte al designarlo Socio Honorario.
Una radio con alma
Desde entonces, Aire Libre fue escuela, refugio y micrófono abierto. Transmitieron desde cocinas, parroquias, vecinales, bibliotecas. Cada rincón fue estudio improvisado.

El objetivo siempre fue el mismo: comunicar lo que el barrio vive, lo que otros callan.

El trabajo de convocatoria y organización se orientó hacia las entidades intermedias de la comunidad: escuelas, parroquias, vecinales, dispensarios de salud, centros culturales, talleres barriales. Todas ellas estaban ávidas de un medio de comunicación que las representara.

Desde aquellos primeros días, Aire Libre se pensó como herramienta para la transformación social, la equidad, la justicia y la defensa de los derechos humanos. La radio se movió por el barrio: transmitió desde las Vecinales Bella Vista, Villa Nueva y desde la Parroquia Nuestra Señora de la Salud. 

El vozarrón de Luis resonó por los parlantes de la Vecinal Villa Nueva: "Esta tarde, desde las 4, escuche nuestra radio comunitaria". 
Escribieron y contaron al aire: 
"Lo que creemos y queremos ser:
Un instrumento de educación, organización y movilización popular
Sin fines de lucro
Abierta a la participación de la comunidad
Al servicio del barrio
Reflejo de nuestra cultura, gustos e identidad
Comprometida con un proyecto de liberación popular
Queremos construirlo con otras radios comunitarias, luchar por el derecho a existir, exigir una Ley de Radiodifusión que nos respete".
"No Consuma radiodifusión Clandestina"
El entusiasmo inicial pronto se encontró con resistencias. La irrupción de Aire Libre y otras emisoras generó tensiones con los radiodifusores privados, nucleados en ARPA, que junto con el ComFeR manifestaron que consumir radiodifusión considerada clandestina atentaba contra la investidura presidencial, reflejando así la resistencia institucional y mediática a la aparición de nuevos medios de comunicación.
La respuesta no tardó en llegar:
En estos días usted habrá escuchado profusamente avisar por radio y televisión sobre este tema (acoto, como siempre una sola campana) y hasta con el agravante de que se nos acusa a nosotros de agraviar con esto la investidura presidencial.

El fin de nuestra Radio Comunitaria (y no clandestina) es que todos tengamos acceso a un medio de comunicación tan importante como lo es la radio. Nos sirve para contar nuestras vivencias, realidades y además como una herramienta para fomentar la participación de la gente. 

Un objetivo panorama de la situación que se observa hoy por hoy... 
Por eso, frente a las élites del poder y del dinero —poseedoras de los grandes medios informativos— seguiremos siendo clandestinos. Pero para usted, nosotros —que tenemos nombre y apellido, algo que nos pertenece, a lo que podemos acceder y hacer uso—, también queremos que sepa que, de este lado del micrófono, son nuestras voces las que se escuchan.
F. M. 91.5, Radio Comunitaria
Cuando los quisieron silenciar
A pocos meses del lanzamiento llegó la primera denuncia en la comisaría 14: —Entra gente extraña a la escuela —dijeron.

Lo cierto es que allí, cada día, cientos de personas buscaban un plato de comida en el comedor. Sin embargo, la acusación bastó para que el Ministerio de Educación retirara el apoyo y ordenara el cese de las transmisiones.

Entonces, la radio encontró refugio en la parroquia Nuestra Señora de la Salud y renació como Aire Libre, Radio Comunitaria, en el 91.3 MHz. 

Aquel primer susurro en el aire había sido, sin saberlo, el inicio de un sueño.

El 18 de noviembre de 1989, Aire encontró refugio en la casa de la familia De Luca y, en 1994, en la de Daniel Fossaroli.

Mientras tanto, con el apoyo de la Misión Central Franciscana de Alemania y el trabajo de vecinos, organizaciones y militantes, comenzaban las obras de su propia sede, en Virasoro 5606.

Desde allí transmiten hasta hoy.
El peregrinar de Aire Libre, Radio Comunitaria estuvo marcado por sorpresas y desafíos. En 1991, el Comité Federal de Radiodifusión dispuso el empadronamiento de las emisoras en funcionamiento. Tras numerosos trámites, la radio obtuvo un permiso precario provisorio para transmitir en el 91.3 MHz, bajo el expediente N.º 1957. Con ese respaldo legal, el proyecto de comunicación popular comenzó a consolidarse poco a poco.

Otras radios, muchas voces
La experiencia contagió a muchos: llegaron a existir 16 emisoras comunitarias en Rosario y juntas fundaron ARCo (Asociación de Radios Comunitarias). Con ese impulso, se capacitaron con manuales de ALER (Asociación Latinoamericana de Educación Radiofónica) y en talleres del Instituto de Cultura Popular (InCuPo). La formación y la organización siempre fueron pilares de su camino.

Bajo el lema "Apostando a la igualdad marcamos la diferencia", la radio creció en proyectos, vínculos y presencia. Fueron —y lo siguen siendo— parte de cada reclamo popular, cada marcha, cada lucha del barrio y de la ciudad.

Con la creación del CECoP (Centro de Educación, Comunicación Popular y Biblioteca Popular), Aire Libre expandió su labor: la Biblioteca Popular Cachilo, talleres de informática, grabaciones, conexión satelital, cine, talleres, muestras, cursos, espectáculos. Una verdadera casa de la cultura popular, abierta a todos y todas.

La programación de aquellos años reflejaba, como pocas, la diversidad y la inclusión:
No te rindas, primer y único programa destinado a todo público y a personas con diferentes capacidades, pero iguales en derechos, conducido por la locutora Lucía Aguirre.
Desde la cárcel llegaron Mujeres tras las rejas.
Los programas de humor: Malísimo y Cosas de Negros
Buscando Trabajo fue el canal de encuentro entre quienes buscaban empleo y quienes necesitaban cubrir vacantes.
Radiochanguitos, con niños y niñas de la Escuela Domingo Silva.
Explosión Boliviana, hecha desde y para la colectividad boliviana.
Quiero y Tengo, un sistema de canje solidario.
El Bolicho, dedicado al folclore.
La señal de la paloma, con la voz de la comunidad toba de Rosario.
Los programas periodísticos Para la gente del Barrio, Contra la pared, La ciudad que quiero y Señales se animaban a hablar de lo que otros callaban, pensando en voz alta.
Las Protagonistas marcó un hito: fue el primer programa de género en la radio rosarina. Conducido por cuatro mujeres, Adriana Solano, Paula Contino, Nelvis Tocci y Fabiana Altamirano, abrió los micrófonos para hablar de lo que hasta entonces eran temas tabú: aborto, salud sexual, derechos reproductivos, violencia de género, participación política, entre otros.
A lo largo de esos años, Aire Libre sostuvo la certeza de que la comunicación es un derecho y no un negocio. Por eso, siguen haciendo radio para comunicarse, informarse, educarse, compartir música, acompañarse, construir comunidad y defender el derecho a la palabra. Creyendo, como en 1988, que otro mundo era posible, y que lo seguían construyendo al aire.

"La isla solidaria, no solitaria"
En palabras de Manuel Suárez, Aire Libre fue —y sigue siendo— una isla solidaria. Una trinchera alegre.

Las reuniones se transformaban en actos de creación colectiva. Allí se parían ideas, se soñaban futuros.

Y un día también soñaron con una TV comunitaria
Más tarde, se lanzó al aire el Canal 4 Oeste Televisión Comunitaria, en una producción conjunta con docentes y alumnos de la Escuela Provincial de Cine y Televisión de Rosario, en tiempos en que la televisión local era prácticamente inexistente. Surgieron así documentales, videos musicales, programas periodísticos, de humor, informativos, musicales e infantiles —estos últimos realizados por chicos y chicas de la zona—.

La primera transmisión se llevó a cabo en la Vecinal Bella Vista Oeste, ante cerca de 200 vecinos que, frente a los televisores dispuestos en un gran patio, almorzaron mientras veían los programas generados en el primer piso de la institución: un comedor infantil convertido en set de televisión.

Ese día, Aire Libre interrumpió su propia transmisión radial para evitar interferencias y favorecer una mayor llegada. La señal fue incluso recibida en la cabecera de un canal de cable, que la retransmitió a sus diez mil abonados. Pero Canal 5 Rosario (hoy Telefe Rosario) y los cableros los denunciaron. La Policía Federal buscó los equipos. Todo terminó rápido.

No los quebraron.

Sembrar voces, cosechar comunidad
Era el inicio de un nuevo siglo cuando, en una reunión de la Comisión Directiva, un compañero nos dejó estas palabras: 
"Nuestro origen surge de la necesidad de llamarnos Aire Libre, Radio Comunitaria un nombre que exprese tanto lo que decimos como lo que hacemos, desde lo individual hasta lo colectivo. Como vecinos y participantes de organizaciones barriales, sentíamos que no existía un espacio para expresar pensamientos y gustos distintos a los que imponía el liberalismo, ni para compartir nuevas experiencias sociales, formas de participación ciudadana y compromisos nacidos en la posdictadura cívico-militar.

Vivíamos escenarios cotidianos que nos invitaban a crecer como personas y como comunidad, sobre todo en ámbitos barriales y populares, frente a un centro político y económico pequeño en relación al tamaño de la ciudad. La experiencia de las radios comunitarias, que ya se desarrollaban en Buenos Aires a mediados de los años 80, nos inspiró a montar nuestra propia antena: una que pudiera captar los sentimientos, anhelos y postergaciones que se vivían en nuestros barrios.

Bajo la bandera de la comunicación comunitaria —construida colectivamente, junto a la educación y la cultura— comenzamos a caminar este proyecto. Con aprendizajes, errores y desafíos, fuimos consolidando nuestra identidad. Hasta el año 2000 fuimos únicamente un proyecto radiofónico, pero ya veníamos gestando la idea de un centro cultural. Ese sueño se concretó con la creación de la Biblioteca Popular Cachilo y de un espacio para talleres educativos, temáticos y recreativos".
37 años después…
Aire Libre, Radio Comunitaria sigue al aire.
Sigue siendo casa común, la voz de quienes no tienen micrófono.

Cada 20 de agosto celebran aquel día de 1988 en que el barrio habló, por primera vez, en su propia frecuencia.

El dogma que sostienen dice:
Aire Libre, el aliento de una historia en movimiento.

Nacida como un gesto de rebeldía en tiempos difíciles, en una ciudad que no escuchaba a los de abajo, Aire Libre fue —y es— una construcción colectiva: una apuesta política y amorosa a la comunicación como derecho.

Desde aquel primer transmisor improvisado hasta hoy, en Virasoro 5606, la radio sigue respirando barrio, memoria, lucha, arte y palabra.

Porque no se trata solo de hacer radio: se trata de hacer comunidad.

El aire es libre.
La palabra también.
Y en esta radio, ambas se abrazan.
Apuntes en borrador de una historia que sigue latiendo: Aire Libre, crónica de una rebeldía barrial

domingo, 17 de agosto de 2025

'Sentí que lo volvieron a fusilar': dolor y desilusión por la condena a la policía que mató a Maxi Lucero

Pasó nuevamente por Señales Luisa Pourpour, mamá de Maximiliano Lucero. Esta semana se conoció la sentencia contra Antonella Ortiz, exefectiva de la Policía Santafesina, condenada a 15 años de prisión por el homicidio de Maxi.

El hecho ocurrió durante una discusión entre Maxi y la pareja de Ortiz. Ella no estaba directamente involucrada, pero intervino con su arma reglamentaria y disparó a corta distancia, causándole la muerte.

El tribunal integrado por Trinidad Chiabrera, Silvana Lamas González y Carlos Leiva dictó el fallo en el Centro de Justicia Penal de Rosario. La pena quedó muy por debajo de lo solicitado: el fiscal Lisandro Artacho había pedido 22 años, la querella que representa a uno de los hijos de Maxi adhirió a ese pedido, y los abogados de la familia reclamaron 33 años y 4 meses, la máxima posible. Argumentaron que el disparo fue certero, que no existía peligro en la vivienda y que Ortiz abusó de su función pública y de su arma reglamentaria frente a una víctima indefensa.

"Es muy difícil", expresó Pourpour. "Yo siempre pedí prisión común, sin beneficios y de cumplimiento efectivo. Eso lo logré. Pero la condena fue de 15 años: se computan los tres de prisión preventiva y en realidad va a cumplir 12. Me sentí decepcionada. Entre los 22 años que pidió el fiscal y los 33 que solicitamos nosotros, al menos esperaba 25".

Reconoció que algunas familias consideran justa la sentencia, pero aclaró: "No es porque fuera mi hijo. Es porque estos abusos policiales no pueden seguir ocurriendo. Ese 12 de agosto sentí que lo volvieron a fusilar".

Sobre las palabras de la condenada fue tajante: "Ortiz dijo que le destruimos la vida. ¿Y qué me hizo ella a mí? Me mató en vida. Me cuesta mucho seguir. Sí, tengo otros hijos, hijas, nietos… pero me falta esa parte fundamental que era Maximiliano".

También denunció la impunidad policial y el maltrato recibido durante el juicio: "Nos maltrataron, no nos dejaban entrar, y era un juicio oral y público. El día de la sentencia hubo burlas, sonrisas. Siempre digo: hay policías buenos, que llevan su rol en el alma. Y hay otros que son corruptos, narcocriminales, incluso drogados. Lo veo en mi barrio. Maltratan a los pibes que van a los volquetes a buscar comida. Los golpean en las comisarías. Voy a nombrarlas: la subcomisaría segunda de Nuevo Alberdi, la 10ª de Darragueira y la seccional 30. Ya no tengo miedo de decirlo".

"Siempre cuidé mucho a mis hijos. Nunca pensé que un uniformado iba a matar a uno de ellos. Perdí el respeto a la policía y la justicia me defraudó. Todos merecen justicia. Un uniforme y un arma no le dan a nadie el poder de quitar una vida".
Se refirió también a las autoridades provinciales: "Rosario es peligrosa, sí, pero las balaceras siguen. Llenar de patrulleros y motos no arregla nada. Y ahora suman las Taser. No me digan que son armas no letales: son picanas eléctricas, una forma de tortura. Para algunos policías va a ser un juego".

Recordó otros casos de violencia institucional: "Antes los mataban a tiros, después los chocaban con patrulleros, después los golpeaban en comisarías. Y decían que se suicidaron. No me olvido de María de los Ángeles Paris, la bibliotecaria que terminó muerta en la comisaría décima tras ir a denunciar un robo. ¿Sola se mató? No".

Confirmó que habrá apelación: "Estamos esperando los fundamentos de la sentencia, que deberían estar en unos días. Después veremos cómo seguimos".

Durante el juicio también fue acusada de amenazas: "La hermana de Ortiz declaró que yo la amenazo. No es cierto. Yo escracho públicamente a la oficial, pero no me meto con su familia. Solo me interesa la asesina de mi hijo. Y la voy a seguir señalando. Ella tiene una inhabilitación de diez años para portar armas, pero después puede volver a ejercer. No estoy de acuerdo: un policía que mata no debería portar un arma nunca más".

Consultada sobre si esperaba algún gesto de Ortiz, respondió: "Sí, esperaba que me mirara, que me pidiera disculpas. Pero no pasó. Estuvo por Zoom, jamás me dirigió la palabra. Es una persona fría, prepotente. Ni ella ni su familia mostraron respeto. Al contrario, nos insultaron: 'negros de la villa'. Yo viví muchos años en una casa humilde, y no me avergüenzo. En la villa hay gente generosa y solidaria, mucho más que en otros lados".

"No siento nada por ella. Ni lástima, ni piedad. Nada".

Sobre Maxi quiso dejar un recuerdo: "No era un santo, pero tampoco una mala persona. Tenía valores. Me enteré de que era donante: dio su corazón, que sigue latiendo en otro cuerpo. Eso me hace pensar que no fracasé como madre. Siempre le enseñé el respeto, tu derecho, y dónde empieza el del otro. Era apolítico, odiaba la política. Lo obligaba a votar porque era un derecho. No era religioso, solo creía en Dios. Y cuando llegue el momento de apelar, espero que logremos una condena más alta".

Pidió además que se revisen otras causas: "Que se reabran las que están cerradas o por cerrarse. Que escuchen a las víctimas. Porque al final terminamos siendo nosotros, los familiares, quienes quedamos insultados y bastardeados".
En la entrevista también habló Fernando Vergara, tío de Brandon Romero. Destacó que este caso permitió visibilizar otros hechos de violencia institucional y gatillo fácil: "Se probó que Ortiz actuó con alevosía: disparó a corta distancia, sin amenaza alguna, y hasta intentó fugarse. La médica forense dijo que el tiro fue certero y letal. Practicaba tiro regularmente, sabía lo que hacía. Aun así, la condena fue de 15 años. Queremos entender en qué se basaron los jueces para reducirla".

Vergara contextualizó lo ocurrido con Maxi dentro de un patrón más amplio de impunidad: "Como este, hay muchos casos que siguen sin justicia. El de Pichón Escobar, el de Bocacha, el de Alan Rivero, que intentaron hacer pasar por accidente. Son patrones que se repiten".

La propia Pourpour coincidió: "Antes lo veía en los noticieros. Nunca pensé vivirlo. Cuando pasó lo de Maxi, me sorprendí de tantos pibes chocados por patrulleros, víctimas de gatillo fácil o torturas en comisarías. Es un patrón".

El impacto también golpeó a su familia: "Estoy muy agradecida por el acompañamiento. Mi familia me apoya, pero con otros familiares de víctimas comparto cosas que no me animo a hablar en casa. Una de mis hijas cayó en depresión. Esa bala que mató a Maxi nos mató a todos".

Sobre la falta de arrepentimiento de Ortiz fue contundente: "No hay empatía. Casi tres años me pregunto cómo alguien puede matar y dormir tranquila. La frialdad de ella me supera".

Repasó además lo que se expuso en el juicio sobre la mecánica del disparo: "Maximiliano estaba a 6,60 metros. El perito de Gendarmería explicó que fue un disparo certero con resultado muerte. Ella sabía usar un arma. Después de disparar, montó el arma de nuevo y dejó una bala en recámara, lista para seguir. Si mi hijo se movía, lo remataba. No fue un disparo al aire: tenía 26 balas. Quedó demostrado que lo quería muerto".

También cuestionó la supuesta motivación por una garrafa: "No creo que fuera solo por eso. La discusión era con su pareja, no con ella. Mi hijo quiso mediar, incluso estaba dispuesto a pagar por la garrafa robada. Una discusión así no puede terminar con alguien muerto. Nunca lo voy a entender".

Luisa agradeció especialmente a Aire Libre, Radio Comunitaria, por el espacio y el acompañamiento. Subrayó que mientras otros medios "más importantes", como El Tres TV y Telefe Rosario, les cerraron la puerta, allí encontraron un lugar para visibilizar el caso.

Durante la charla, el conductor reafirmó la apertura permanente de la radio a las familias víctimas de gatillo fácil y anticipó la cobertura de la Marcha Nacional contra el Gatillo Fácil. Fernando Vergara explicó que el lunes se reunirían para definir la fecha y probablemente acoplar la convocatoria al miércoles 27, en coincidencia con la marcha de los jubilados, con la idea de "unificar fuerzas y energías".

"Mi agradecimiento como mamá de Maximiliano es inmenso, porque ustedes nos dieron la posibilidad cuando otros no lo hicieron", concluyó Luisa.

Escuchá la entrevista completa:

sábado, 16 de agosto de 2025

Santa Fe: Control social con gatillo eléctrico — ¿Más seguridad o más violencia?

Esta semana, el Ministerio de Seguridad y Justicia de Santa Fe confirmó la entrega de 200 armas no letales: 100 pistolas Taser y 100 lanzadoras Byrna. El equipamiento fue destinado a un grupo de efectivos seleccionados especialmente para esta etapa inicial del plan. ¿Más seguridad... o más violencia? El interrogante se instala con fuerza, tras las advertencias lanzadas por organismos de derechos humanos y sectores políticos.

La Asamblea Permanente por los Derechos Humanos (APDH) emitió un comunicado en tono crítico, alertando sobre los riesgos del uso de estas tecnologías. También lo hizo el diputado Carlos del Frade, mediante un proyecto de comunicación presentado en la Legislatura. En la misma línea, Luisa Pourpour, mamá de Maximiliano, asesinado por una mujer policía de la Santafesina, expresó su preocupación en el programa Señales, subrayando el peligro de militarización de la seguridad pública.

El impacto eléctrico de las Taser
Las pistolas Taser funcionan como armas de electroshock. Generan un arco electrovoltaico que atraviesa el cuerpo con una tensión de aproximadamente 50.000 voltios, pero con una intensidad muy baja —alrededor de 4 miliamperios—. Este tipo de descarga bloquea temporalmente los músculos motores, provocando una inmovilización instantánea que permite la reducción del individuo sin, en teoría, causar daños permanentes.

Byrna, las lanzadoras cinéticas
Además, el Gobierno provincial adquirió 100 lanzadoras Byrna. Utilizan dióxido de carbono comprimido para disparar proyectiles cinéticos fabricados con polímero, que pueden ser huecos o contener sustancias irritantes. "Este tipo de pistolas disuade a una persona que pone en riesgo una situación y la desactiva sin recurrir a un arma de fuego. Están pensadas para el personal de Infantería, es decir, para otro tipo de contextos o conflictos", explicaron desde el Ministerio de Seguridad.

El Comité contra la Tortura de las Naciones Unidas ha advertido que el uso de estas armas provoca un dolor intenso, puede constituir una forma de tortura y, en ciertos casos, incluso causar la muerte. Por ello, ha recomendado a los Estados miembros abandonar su utilización.

El principal problema radica en su clasificación como armas de "menor letalidad", lo que facilita un uso excesivo y arbitrario por parte de las fuerzas de seguridad. Esta falsa percepción de inocuidad ha derivado, en distintos contextos, no solo en un aumento de casos de tortura, sino también en muertes.

Norma Ríos: "Estamos hablando de la picana moderna"
En diálogo con Señales, Norma Ríos —Presidenta Honoraria de la Asamblea Permanente por los Derechos Humanos de Argentina y miembro de la Mesa Directiva Regional Rosario— expresó su enérgico repudio a la decisión del gobierno provincial de Santa Fe de implementar un plan piloto con 100 pistolas Taser y 100 lanzadoras Byrna.

"Uno ni siquiera sabía qué eran las Byrna, tuve que buscarlas en internet. Pero sí sabíamos qué son las Taser. En nuestra larga lucha contra las herramientas de tortura y represión, ya en 2016, siendo presidenta nacional de la APDH, me reuní con la entonces ministra Patricia Bullrich, junto con otros representantes. Uno de los temas centrales fue la preocupación —mucho más que preocupación— por el posible uso de las Taser, esas neopicanas contra las que ya nos habíamos presentado judicialmente junto a otras organizaciones", recordó.

Ríos señaló que la APDH ha denunciado el uso de estas armas en distintas provincias, como Mendoza, Tigre, Neuquén y ahora, Rosario. "Las Taser fueron calificadas como instrumento de tortura por el Comité contra la Tortura de la ONU. No sólo por el dolor extremo que generan, sino porque afectan derechos fundamentales: la vida, la integridad física y psíquica, y en muchos casos provocan la muerte."

También alertó sobre sus efectos documentados en otros países: "Hay evidencia de que su uso ha provocado quemaduras, abortos, disfunciones urinarias, insomnio, agotamiento, trauma psicológico. En definitiva, estamos hablando de la picana. Esa misma que se usó durante días sobre los cuerpos de prisioneros políticos en la dictadura. Una herramienta de tortura que sigue presente, muchas veces, en comisarías".

Nadie que defienda los derechos humanos puede hacerse el tonto
Norma Ríos recordó que en Argentina —país tristemente pionero en el uso de la picana— se puede armar una de estas armas de tortura de manera casera, rápida y efectiva. "Hay gente que sabe hacerlo muy bien, y a muchos militantes del campo popular les consta", aseguró.

También denunció que en marzo de 2023, durante la gestión de Aníbal Fernández como ministro de Seguridad, la APDH volvió a rechazar la compra de pistolas Taser por parte del Estado nacional, sumándose así a las adquisiciones previas realizadas por Patricia Bullrich y por el gobierno porteño, primero con Mauricio Macri y luego con Horacio Rodríguez Larreta.

"Que quede claro: no es una bronquita partidaria. El 5 de septiembre de 2016 se hizo una presentación ante la Comisión Interamericana de Derechos Humanos, impulsada por el Observatorio de Derechos Humanos, para reclamar que se prohíba el uso de armas eléctricas como las Taser. La firmaron decenas de personalidades y organizaciones de todo el país. Ese documento, como tantos otros, traza un camino de lucha", remarcó.

Ríos también denunció la lógica represiva que subyace detrás del argumento de la "seguridad". "Cada vez que se habla de la compra de armas hay un negocio detrás. Y además, se avanza en equipar al Estado con más aparatos represivos, pensando en posibles estallidos sociales, frente a una situación donde se están recortando derechos día tras día. Esto es una preparación para reprimir al pueblo que no puede seguir sobreviviendo".

Al recordar la reunión entre el gobernador Maximiliano Pullaro, el intendente Pablo Javkin y Patricia Bullrich —celebrando que Rosario sería el lugar donde se aplicaría la llamada "ley antimafia"—, Ríos fue tajante: "Ese fue el momento en que supimos que no había vuelta atrás. Esto no depende de votos ni de discursos democráticos. Es una marcha hacia más represión".

Y agregó una advertencia crucial: "En sitios serios se puede comprobar que estas armas afectan más a los cuerpos más vulnerables: mujeres, embarazadas, niñas y niños. Hoy vemos cómo en ciudades como Berlín, Roma o Londres se encarcela a chicos de 13 o 14 años por protestar en favor de Palestina. Y acá, frente al Congreso, gasearon a una nena pequeña. ¿Quién puede garantizar que la próxima no sea una Taser la que mate?".

Finalmente, Ríos cerró con un mensaje contundente: "Cuando hablamos de instrumentos de tortura, nadie —absolutamente nadie— que tenga un gramo de decencia, o una mínima visión de garantismo y defensa de los derechos humanos, puede hacerse el tonto".
Carlos del Frade y las sombras detrás de la licitación
El diputado provincial Carlos del Frade también participó de Señales y aportó datos fundamentales sobre el proceso de adquisición de las armas no letales por parte del gobierno santafesino.

"El viernes 15 de agosto, el diario La Capital publicó en tapa y en su página 6 que la policía iniciaría en Rosario una prueba piloto para el uso de las pistolas Taser. El gobierno provincial entregó 200 armas de baja letalidad a un grupo de agentes que comenzarán a emplearlas en patrullaje. También se anunció un plan de capacitación", relató el legislador.

En esa nota, el diario aclaraba que las Taser son pistolas de electrochoque y que las Byrna lanzan pequeñas pelotas que pueden contener gas pimienta, motivo por el cual también se las conoce como "armas antitumulto".

Del Frade señaló que ya el 1 de abril había presentado un pedido de informes —expediente 55.978— sobre la licitación que permitió esta compra, oficialmente denominada Licitación Acelerada N° 5, del 26 de marzo de 2025. Lo que llamó la atención fue la similitud casi textual entre el pliego licitatorio del gobierno provincial y el catálogo comercial de la empresa Byrna Latam, la firma que finalmente resultó ganadora.

Según explicó, esa empresa tiene vínculos directos con Bersa S.A., la misma que fue favorecida por una compra directa de 6 millones de dólares realizada por el Ministerio de Seguridad de la Nación en julio de 2024, bajo el argumento de los hechos delictivos graves ocurridos en Rosario, incluyendo los asesinatos de cuatro trabajadores en marzo de ese año.

Del Frade advirtió sobre los intereses detrás del negocio: "No podemos ignorar que Bersa está directamente relacionada con el marido de la ministra Patricia Bullrich. Esta conexión ha sido denunciada en varias oportunidades".

Pero más allá del proceso de compra, el diputado remarcó una pregunta central: ¿Para qué se van a usar estas armas?: "Si se trata de responder a enfrentamientos armados, habría que revisar muy bien la historia reciente. En los últimos cinco o diez años es muy difícil encontrar casos de enfrentamientos reales entre la policía santafesina y bandas narco. Lo que sí encontramos, con muchísima más frecuencia, es cómo muchos integrantes de la fuerza provincial integran esas mismas bandas, lo que llamamos narcopolicías barriales", afirmó.

Finalmente, Del Frade hizo hincapié en que el gobierno aún no dio explicaciones sobre el contenido del pliego ni sobre el destino final de estas armas. "Todo indica que se trata más de un instrumento para el control social y la represión de manifestaciones públicas que de una herramienta real para mejorar la seguridad ciudadana. Y lo más grave es que el pliego parecía hecho a imagen y semejanza de los intereses de una empresa con vínculos directos con el poder político nacional".

Proyecto legislativo para esclarecer una licitación millonaria
Carlos del Frade formalizó su preocupación en la Cámara de Diputados de Santa Fe mediante un Proyecto de Comunicación, en el que solicita al Poder Ejecutivo que brinde información detallada sobre la polémica licitación de las armas no letales.

En el texto, el legislador solicita que el Ejecutivo informe los motivos de las coincidencias entre el catálogo de la empresa Byrna Latam y los requisitos técnicos establecidos en el pliego de la Licitación Acelerada N° 5, correspondiente al expediente 201-0272297-2. Esta licitación, cuya apertura de ofertas se produjo el 26 de marzo de 2025 en Rosario, implicó una inversión pública de 678.318.436 pesos, según lo publicado el 12 de marzo del mismo año.

Del Frade también pide que se aclare si la empresa Bersa S.A., vinculada a Byrna Latam, fue favorecida por una compra directa de seis millones de dólares realizada por el Ministerio de Seguridad de la Nación en julio de 2024. Esta adquisición fue justificada en el marco de los llamados "hechos delictivos de extrema gravedad" ocurridos en Rosario, y respaldada por el expediente 32796967, que planteaba la necesidad de un esfuerzo conjunto entre Nación y provincia para "restablecer la seguridad interior".

Finalmente, el proyecto legislativo exige conocer los niveles de enfrentamientos armados registrados entre integrantes de la Policía de Santa Fe y organizaciones delictivas en los últimos tres años. El objetivo: establecer si existe una justificación real para dotar a la fuerza provincial con este tipo de armamento no letal.

La madre de Maxi: "¿Ahora qué? ¿Una Taser para hacerlo más lento?"
En Señales, Luisa Pourpour —mamá de Maxi, asesinado por una mujer policía de la fuerza santafesina— habló con una claridad que desarma. No teórica, no técnica. Desde el dolor y la verdad que se gana perdiendo un hijo a manos del Estado.

"Rosario es una ciudad peligrosa, todo lo que quieran, pero las balaceras siguen, las muertes de personas inocentes siguen. Así que yo no veo dónde está la solución", aseguró y agregó: "No me voy a meter en terrenos que no me corresponden —dijo— pero seguimos barriendo y tirando la mugre bajo la alfombra. Me parece que no va por ahí. Llenar de motos, de patrulleros, de policías, no arregla nada. Y ahora, con las Taser… Que no me digan que la Taser es un arma no letal. Es mentira".

Luisa no hablaba en abstracto. Su denuncia tiene nombre propio y viene desde adentro: "Los muchachos ahora van a tener con qué divertirse. Tal vez no los maten, pero los van a picanear, porque eso es: una picana. Una picana eléctrica. Se van a divertir, porque tiene diferentes calibraciones. Lo tumban, le dan, le siguen dando, y se ríen. Para los policías, tener una Taser va a ser una diversión."

Y su reflexión final, más que un cierre, es un grito de memoria: "Antes lo mataban a tiros. Después, lo chocaban con los patrulleros. O lo mataban a golpes en una comisaría. ¿Y ahora qué? ¿Una Taser para hacerlo más lento?"

Escuchá las intervenciones completas:

martes, 5 de agosto de 2025

Desmontaje colectivo: una respuesta poética al odio en la muestra La tierra (a)guarda

La Tierra (a)guarda es una muestra que se exhibe hasta el próximo viernes 8 de agosto en la Biblioteca Argentina Dr. Juan Álvarez (Pje. Álvarez 1550). Fue construida a partir del registro fotográfico del colectivo documental Posteo. La propuesta recupera una historia íntima y profundamente política: en plena dictadura, Ernesto Blanco enterró los libros de su hijo en San Gregorio (Santa Fe) para protegerlos de la represión. Casi 40 años después, su nieta Julia Blanco los desenterró, gesto que dio origen al documental Desentierros. Los libros que no heredamos, y luego al libro homónimo publicado en febrero de este año.

Las fotografías de Matías Sarlo, Héctor Río y Franco Trovato Fuoco capturan ese acto de rescate como una metáfora de la memoria como resistencia. Sin embargo, el martes 22 de julio, la muestra fue vandalizada por una persona que escribió mensajes de odio con marcador indeleble sobre el texto de sala y parte de las imágenes.

Matías Sarlo es fotógrafo, oriundo de la Provincia de Buenos Aires. A lo largo de su carrera trabajó en medios como El Ciudadano, Crítica, La Capital, y colaboró con agencias internacionales como Associated Press y Archivo Latino. También formó parte de InfoJus. Desde hace algunos años, junto a otros colegas, impulsó un proyecto significativo vinculado a la memoria y los derechos humanos, llamado Zafarrancho Ediciones

En una entrevista en las Señales, Sarlo contó que la muestra proponía originalmente una intervención artística durante el primer mes de exhibición, en un sector específico, con la intención de invitar a reflexionar sobre la dictadura, especialmente desde la perspectiva de los barrios y las familias trabajadoras. El concepto giraba en torno a los libros enterrados o desenterrados como símbolo de memoria.

Sin embargo, el grupo organizador se vio sorprendido por una intervención indebida y ajena a la propuesta original, que incluyó palabras como "zurdo", "terrorista" y "fertilizante". Sarlo expresó que estas palabras resultaron violentas y difíciles de soportar, especialmente por la carga simbólica que implicaban, motivo por el cual decidieron emitir un comunicado para aclarar al público el contenido de la muestra y marcar su postura frente a ese acto.

Ante esta situación, el colectivo decidió responder desde el arte, sin recurrir al enfrentamiento directo. Propusieron una acción poética para el día viernes 8 de agosto a las 17 horas, que consiste en un acto colectivo de desmontaje de la muestra. La idea es que cada persona que asista pueda retirar una parte de la exhibición, incluyendo una letra del texto de sala, como gesto simbólico de quitarle sustento a ese discurso de odio.

Sarlo sostuvo que muchas veces quienes promueven estos discursos no construyen, sino que se dedican a destruir lo que otros crean. Por eso, al retirar la muestra, consideraron que las palabras ofensivas quedarían vacías, sin contexto que las sostenga.

El acto está programado para comenzar puntualmente a las 17:00, ya que a las 18:00 se realizará un concierto de jazz en la Biblioteca y desean evitar superposiciones. Durante el desmontaje se leerán textos del colectivo, de los trabajadores de la Biblioteca Argentina, de Posteo (quienes realizaron las fotografías) y de Julia Blanco, responsable de la parte performática del desentierro de libros.

Para quienes deseen más información o sumarse, Zafarrancho Ediciones compartió una convocatoria a través de su cuenta de Instagram, invitando a artistas, colectivos y organizaciones de derechos humanos a participar de esta acción, que consideran breve pero potente.

Finalmente, se recordó que la muestra La Tierra (a)guarda puede visitarse hasta el viernes, en el horario habitual de la Biblioteca Argentina.

Escuchá la entrevista completa:

Ver también: Vandalismo y mensajes de odio en una muestra sobre la memoria en la Biblioteca Argentina, La tierra (a)guarda: memoria violentada, respuesta que evita incomodar

lunes, 4 de agosto de 2025

La lucha de una madre por justicia: arranca un nuevo juicio por gatillo fácil en Rosario

Los familiares de distintas víctimas de violencia institucional están convocando a participar del inicio del juicio por el asesinato de Maximiliano Andrés Lucero. Un hecho que, como muchos señalan con claridad, fue un fusilamiento. Ocurrió el 7 de septiembre de 2022, en el barrio municipal de Nuevo Alberdi, una zona rural de Rosario. El crimen fue perpetrado por Antonella Celeste Ortiz, oficial de la policía perteneciente a la seccional 12.

En el marco de este reclamo de justicia, y con el propósito de introducir y contextualizar desde la voz más cercana al dolor, compartimos un archivo de audio registrado en vivo por El Tres TV ese mismo día. En él, Luisa Leonor Pourpour —la mamá de Maximiliano— expresa con crudeza e indignación lo que estaba ocurriendo.
"No tenía derecho a pegarle un tiro en la cabeza a mi hijo, Maximiliano Andrés Lucero. Mi hijo no es choro, no es narco. Trabajó 32 años en una hamburguesería. Se lo llevaron con la ropa puesta, justo al lado de la estación de tren y de su trabajo. ¿Por qué? ¿Por qué? Que el jefe de la policía de Santa Fe me lo explique. ¿Por qué un efectivo de su fuerza mata a mi hijo si no era un delincuente?

A mí, Luisa Leonor Pourpour, que me responda. ¿Por qué un policía decide matar a un chico inocente? ¿Por qué? ¡A nadie, a nadie! Quiero explicaciones.

—¿Él conocía a esa mujer?

No sé… todos la conocemos de investigaciones. Yo llegué corriendo cuando una vecina me avisó. Encontré a mi hijo agonizando. Tardaron casi una hora. Los milicos se reían. Ahí, todos esos que estaban ahí: 'Déjalo, que se muera total, es un negro de la villa'. ¿Por qué esa discriminación? ¿Por qué tanto odio? ¡La reputa madre que los parió! ¿Por qué?

Ese hijo, como el hijo de cualquiera… si hubiese sido delincuente, en el barrio decimos 'murió en la ley'. Pero mi hijo era honesto, por el amor de Dios. Y ahora me falta un pedazo. Tengo once hijos, pero ahora me falta uno.

El intendente, el gobernador, el ministro de Justicia y toda esta policía narco… ¡son todos narcos! ¡Porque lo sé! Porque trazan, hijos de puta. No tengo más que decir. Solo pido que pasen esta nota, no por mí. Porque acá allanan casas y drogan por todos lados. Es un desastre.

Y esa policía de mierda que está ahí, porque es de la fuerza… Yo le estoy diciendo lo que sé".
En ese mediodía, frente a las cámaras, Luisa no solo gritaba desde su dolor, sino que también denunciaba, interpelaba, reclamaba. Porque en medio de la desesperación, ella supo poner en palabras todo lo que estaba mal, todo lo que se repite, todo lo que no puede seguir ocurriendo.

Hoy, agosto de 2025, a casi tres años del hecho, Luisa está con nosotros en las Señales, a su lado -en el estudio de Aire Libre, Radio Comunitaria- la acompaña Fernando Vergara, tío de Brandon Romero, otro joven víctima de gatillo fácil. Antes de comenzar esta entrevista, le preguntamos si quería que pasaramos ese audio. Es muy fuerte volver a poner el cuerpo y la voz en un momento tan brutal. Pero nos pareció que su testimonio de entonces —tan claro, tan visceral, tan certero— era necesario para empezar a hablar.
La voz de Luisa

Recordar es doloroso, dice Luisa. Pero lo que dijo aquel mediodía en televisión, frente a las cámaras, lo sigue sosteniendo con la misma firmeza. Maximiliano no era un delincuente, y lo que le hicieron fue un fusilamiento. Murió de un disparo entre los ojos, y esa herida, que atraviesa a la familia y al barrio, sigue abierta.

Hablar de Maxi, sin embargo, también la lleva a un territorio distinto, más íntimo, más lleno de luz. Tenía 33 años y era uno de sus cinco hijos varones. Cada uno con su carácter, pero Maximiliano, dice Luisa, era la alegría de la casa. Estaba siempre con ella. Discutían, sí, como madre e hijo, pero a los pocos segundos se le pasaba. Era el que compartía los mates, el que apenas caían dos gotas le pedía que hiciera tortas fritas. El que le pedía un cigarrillo para sentarse a conversar. Su confidente. Con él, nada quedaba sin hablar.

Maxi trabajaba en Burger, pero además era electricista, techista, albañil. Hacía changas en el barrio, cortaba el pasto aunque no le pudieran pagar. Un verdadero buscavida. En los últimos años se había interesado mucho por la gastronomía: pasó por parrillas, bares, hacía delivery. Incluso trabajó con el chef Rodrigo Casagrande. Como madre, Luisa no lo idealiza: reconoce que pudo tener errores, como todos. Pero afirma con certeza que su hijo no era un narco, no era un tiratiros, no estaba en ninguna disputa de territorio, como se intentó hacer creer. Esas disputas las tienen otros, no su hijo.

Después del asesinato, se sorprendió con la cantidad de personas que se acercaron, que le contaron que conocían a Maxi, que eran sus amigos. Incluso gente que nunca hubiera imaginado. Hasta el día de hoy, nadie le ha dicho una palabra mala sobre él, ni en la calle ni en las redes. Luisa sigue preguntándose por qué. ¿Por qué alguien apretó ese gatillo? ¿Por qué le quitó la vida? Esa es la pregunta que espera que Antonella Celeste Ortiz, la oficial que le disparó, le responda durante el juicio. Porque nadie —insiste— mata sin un motivo. Cree que tal vez quiso ocultar algo. Tal vez hay una explicación. La busca.

El juicio está previsto entre el 5 y el 8 de agosto. Luisa espera que la escuchen. Que haya una condena firme, de cumplimiento efectivo, en cárcel común. Porque eso es lo que considera justo.

Recuerda que Ortiz fue detenida desde un primer momento, junto a su pareja, Damián Solís, el Pelado. El 9 de septiembre —el mismo día en que sepultaron a Maxi— fue la audiencia imputativa. Luisa estuvo de acuerdo con que Solís quedara en libertad. No por bondad, sino porque pensó en los hijos de Ortiz: uno con autismo, la otra una niña pequeña. No sabía si Ortiz tenía familia que pudiera cuidarlos. Por eso, accedió a que Solís saliera. Pensó como madre.

Aclara, también, que lo que busca no es venganza, sino justicia. Y recuerda algo que muy pocos saben: ese mismo día, frente a Ortiz, le ofreció su perdón. Lo hizo mirándola a los ojos. No para quedar bien, no para aliviar la carga de la otra. Lo hizo por ella misma. Porque no quiere vivir con odio. Porque no es ese tipo de persona. Y porque sabe que su hijo, si hubiera sobrevivido con alguna secuela, le habría dicho: "Má, ya está. Déjela". Porque así era Maxi. No guardaba rencores.

Asegura que, incluso con alguna discapacidad, ella habría sido feliz si pudiera tenerlo vivo. Pero ya no lo va a abrazar, no va a compartir mates ni cigarrillos con él. El día que Ortiz lo mató, algo dentro de ella también murió. Aunque tenga más hijos y nietos, dice que quedó vacía.

Por más años que le den a la policía, ella no va a recuperar a su hijo. Y aunque sigue pensando en los hijos de Ortiz —en cómo una madre puede ser capaz de mirar a otra a los ojos y no decir ni una palabra—, lamenta profundamente que nunca haya recibido ni un gesto de arrepentimiento. Ni un pedido de perdón. Nada.

Dice que si lo hubiera habido, por sus hijos, quizás habría intentado ayudar a que su condena fuera más leve. Porque ella piensa como madre. Pero Ortiz, afirma, no pensó en ella como madre. Y eso también duele.
Una verdad que no se apaga

Cuando fueron a detener a Antonella Celeste Ortiz, ella ya estaba lista para fugarse. Tenía bolsos, valijas, pasaportes, dinero en dólares y pesos. Todo preparado. Según relata Luisa, fueron tres móviles policiales los que llegaron antes que el fiscal Gastón Ávila, para sacar pertenencias de la casa. Fue cuestión de minutos. Si el fiscal se hubiese demorado diez o quince más, la misma policía se la llevaba. La ayudaban a escapar.

Eso fue lo que Luisa denunció desde el principio, incluso en vivo, en El Tres TV, y lo sigue sosteniendo con convicción. Porque todo lo que dijo entonces —con la bronca, con el dolor— era verdad. Y lo seguirá repitiendo hasta el último día de su vida. No son palabras impulsivas. Es su verdad. Una verdad que no se apaga.

Ella misma reconoce que antes veía estos casos en la televisión. Lloraba. Se conmovía. Pero nunca pensó que un día le tocaría estar de este lado, ser una madre atravesada por la violencia institucional, convertida en testimonio vivo de algo que no para de repetirse. Y aunque desearía que nunca más ocurriera, sabe que sigue pasando.

Para Luisa, la responsabilidad no es solo individual. No recae únicamente sobre quien apretó el gatillo. Es de toda la institución policial. Desde los jefes en cada comisaría hasta las más altas autoridades: la Ministra de Seguridad de la Nación, el Ministro de Seguridad provincial, el Gobernador. Todos. Nadie puede lavarse las manos. Todos son responsables de permitir el funcionamiento de una estructura que habilita el gatillo fácil, el abuso, el atropello. Una fuerza que, en lugar de cuidar, golpea, humilla, discrimina. No importa si se trata de un niño, una adolescente, una mujer. El daño es sistemático.

Luisa lo dice con claridad: a la policía ya no le tiene respeto. Perdió la confianza. No por prejuicio, sino por experiencia. Porque la propia institución hizo que el pueblo le pierda el respeto. Es una realidad que ella, con 62 años, lamenta profundamente.

Y sabe que su historia no es única. En esa misma casa donde hoy habla, también se han seguido de cerca otros casos emblemáticos: el de Franco Casco, el de Jonathan Herrera, el de Gerardo "Pichón" Escobar. Allí mismo, todos los sábados, el papá de Bocacha realiza su programa, denunciando y construyendo memoria. Y está también el caso de Brandon Romero. La lista es larga.

Según los registros de CORREPI, desde el inicio de la democracia hasta hoy, hubo más de 10.500 casos de gatillo fácil en Argentina. Y aunque la cifra se actualiza cada año, lo más desgarrador es que no deja de crecer. Porque no paran. No paran los disparos, las coberturas, los silencios, las justificaciones. No paran los muertos.

Luisa lo dice sin rodeos: la policía debería cuidarnos. Pero en muchos barrios populares, lo que genera es miedo. Y eso no cambió. Ni siquiera después del asesinato de Maximiliano. El barrio, afirma, sigue igual. Como si nada hubiera pasado.

Y ella, desde el dolor, insiste. Porque su hijo no fue el primero, pero tampoco quiere que sea uno más.
La promesa

La imagen que Luisa relató desesperada aquel mediodía en televisión sigue intacta. La escena congelada en su memoria es la misma que hoy puede describir sin cerrar los ojos: Maximiliano tirado en la calle, agonizando, mientras todo alrededor era desidia, indiferencia y desprecio.

Aquel 7 de septiembre no fue casual la presencia de la periodista Almudena Munera Muñoz de El Tres TV. No fue coincidencia. El día anterior, en ese mismo barrio, había habido una balacera. Un chico cayó herido, y Luisa —sin saber siquiera quién era— corrió a socorrerlo. Le hizo un torniquete con sus propias manos para evitar que se desangrara. Terminó bañada en sangre, pero no se detuvo a preguntar nombres ni antecedentes. Actuó. Porque la vida está primero.

Esa mañana, Almudena recorría el barrio buscando la dirección del tiroteo anterior, cuando un vecino le preguntó: "¿A quién buscás? ¿A lo de anoche o al que está tirado agonizando hoy?". Así llegó hasta el cuerpo de Maximiliano, tendido en el asfalto, sin asistencia médica, sin reacción de la policía. Estuvo casi una hora en esa condición. Una hora que pesa eternamente.

Luisa logró acercarse un momento. Lo único que le salió fue: "Maxi... ¡no!". Él no hablaba, solo la miraba, débil, y alcanzaba a decirle "mamá". Una súplica muda. Un pedido desesperado que ella no pudo olvidar jamás.

Gritó. Gritó con una fuerza que no sabía que tenía. Pedía una ambulancia, auxilio, alguien. Nada. La policía no hacía nada. Cuando quiso abrazarlo, no la dejaron. Solo su hermano pudo tocarle la mano un instante, antes de que lo apartaran también. Y sí: lo que dijo Luisa en televisión ese día fue cierto. La frase racista se escuchó, directa, sin filtros: "Dejá a este negro de la villa. Que se muera. El hijo de esta negra paridora".

Luisa lo repite sin vergüenza. Tiene once hijos biológicos y dos del corazón. Siempre se ocupó de todos. Maximiliano era su alegría. Decía que ella era una madre intensa, posesiva, que lo ahogaba de tanto cuidado. Pero era sincero y cariñoso. Aquel día, a las ocho y media de la mañana, estuvieron conversando mientras ella preparaba el mate. Él fumaba un cigarrillo en el sillón. De repente le pidió que le abriera la puerta. "No te olvides que a las cinco tenés que ir a trabajar", le dijo ella. "Sí, ma. Voy y vengo", le respondió. Y se fue.

Fue la última vez que se vieron.

Cerca del mediodía, una vecina golpeó su puerta con la noticia. Nunca imaginó encontrar a su hijo tirado en la calle de esa forma. Pero apenas lo vio, supo. Las madres lo saben. Luisa supo en ese instante que Maximiliano no iba a sobrevivir. Que lo estaba perdiendo.

Desde entonces, desde aquel 7 de septiembre de 2022, se siente muerta en vida. Solo sigue respirando porque tiene la obligación de seguir por los demás. Pero su alma, dice, quedó con su hijo.

A él le prometió hacer justicia. A Dios le pidió que la ayudara a no caer. Cree profundamente. En Dios como juez y como testigo. Le pidió fuerza y le pidió también que decida sobre su destino una vez cumplida la promesa. Porque su fe es firme, y porque cree que habrá justicia, confía en que el juicio que se acerca esté a la altura de lo que Maximiliano merece.

Luisa insiste en que no busca venganza. No guarda rencor. Solo quiere justicia. Quiere una condena efectiva, en cárcel común y sin beneficios. Porque, recuerda: Ortiz no tuvo piedad.

Y aún más duro: nunca hubo un pedido de perdón.

Nunca recibió una palabra. Ninguna señal. Ningún gesto. Nada. "Si no lo tuve antes, no creo que ahora. Yo lo lamento. De verdad lo lamento. Que ella me haya demostrado un poquito de arrepentimiento...".

Ese silencio, esa ausencia total de humanidad, pesa tanto como la pérdida misma. 
La lucha colectiva

Este martes comienza el juicio por la muerte de Maximiliano. Fernando conoce bien la difícil batalla que implica enfrentar a la justicia tras la pérdida de un ser querido a manos de la policía. Por fin, la justicia empieza a rodar. La esperan con esperanza, aunque esa esperanza venga acompañada de años de dolor.

Desde Rosario, la voz se multiplica. No solo Luisa, no solo su hijo Maximiliano. Son muchísimos más, familias enteras golpeadas por una violencia policial que parece sistemática, repetida, sin fin. Desde los noventa, desde el regreso de la democracia, estos casos no han cesado. El Estado, en vez de proteger, restringe, limita, encierra a los jóvenes de barrios humildes, como si eso pudiera contener el miedo y la injusticia.

Como el caso de Brandon Romero, sobrino de quien habla, panadero joven, que un día de agosto de 2020 salió a una "juntada” con amigos, una reunión común para compartir y distraerse en medio de la pandemia. Pero todo terminó en tragedia.

Mientras salía a comprar más alcohol, Brandon se topó con la moto de un policía en la ruta. Fue entonces cuando todo se desató: un disparo en el talón, otro tras otro, hasta siete balas en el cuerpo y el último, letal, en la nuca. Lo fusilaron arrodillado, indefenso.

Intentaron borrar pruebas: lo pasaron por encima con patrulleros, destrozando el cuerpo. La escena la inventaron ellos mismos. Los medios, desde un primer momento, difundieron mentiras: "un delincuente abatido", "tenía antecedentes", "fue un enfrentamiento". Incluso mintieron con la edad y la historia de Brandon.

Su familia, en shock, recibió un llamado terrible: "Tu hijo está muerto, ven a reconocerlo". Pero no se quedaron callados. Organizaciones sociales se sumaron, se hicieron presentes en la comisaría. Empezaron a pelear contra la versión oficial, a exigir verdad y justicia.

Los casquillos quedaron en la ruta, pero nadie los levantó. No hubo frenada, no hubo señal de enfrentamiento. La causa fue cerrada, pero la familia y la comunidad no se rindieron. Lucharon, marcharon, hicieron ruido, hicieron visible lo invisible.

Así lograron reabrir la causa y llegar a juicio. Esta vez, un juicio por jurado en Mar del Plata, un pequeño paso para que la verdad salga a la luz y el sistema deje de proteger a los verdugos.

Es la lucha de muchos. Un grito colectivo que resuena desde Rosario, Mar del Plata y todos los rincones donde la impunidad pisotea la dignidad.

Fernando recuerda con dolor el juicio por el crimen de su sobrino Brandon Romero, asesinado por la policía en agosto de 2020. El proceso judicial se realizó por jurado popular, una instancia que llegó marcada por el prejuicio mediático: "Ya les habían metido en la cabeza que Brandon era un delincuente”, dice. "Que tenía antecedentes, que estaba armado, que fue un enfrentamiento. Todo mentira. Pero esa es la imagen que instalaron".

El juicio duró entre cinco y ocho días. Fue un proceso duro, repleto de escenas difíciles de soportar. "Tuvimos que ver cosas aberrantes, como la autopsia, el cuerpo de mi sobrino destrozado. Lo velamos en un cajón cerrado. Tenía un tiro en la nuca". El horror no terminaba ahí. Entre las pruebas presentadas, se incluyó una pericia psiquiátrica sobre el policía imputado, Pedro Arcángel Bogado, que señalaba claramente que no estaba apto para portar un arma. "El informe decía que era cínico, sádico. Que no estaba en condiciones de convivir en sociedad".

A pesar de todo, el veredicto final fue un golpe más. Durante los alegatos, el defensor del policía se enfocó en generar empatía con el jurado. "Les hizo sentir el miedo al que dicen que sintió el policía. Que se sintió acorralado, que pensó que lo iban a robar. Un tipo entrenado, que desde 23 metros le dispara a un pibe de 18 años que se estaba bajando de una moto. ¡Le disparó cuerpo a tierra!".

Fernando remarca que ese "miedo" no fue casual, sino parte de un discurso que se reproduce a diario en los medios y que alimenta el pánico social. "Ese miedo que te hace pedir más policía, más represión. Miedo a salir a la calle porque 'te van a robar'. Eso les hizo sentir al jurado. Y el jurado votó que no era culpable. No dijeron que no mató a Brandon, dijeron que no era culpable de haberlo matado".
El policía quedó libre. Hoy continúa trabajando en el Servicio Penitenciario de la ciudad de Mar del Plata, incluso con menores. "Un tipo con pericias psiquiátricas que lo declaran inestable, sigue ejerciendo poder sobre chicos. Ese fue el final del juicio. Eso fue lo que pasó con Brandon".

Volviendo al presente, Fernando se prepara para acompañar el juicio por Maximiliano, que comienza este martes. Su pedido es claro: que la gente se acerque, que pregunte, que escuche. "Que se interioricen en lo que nos pasa y por qué. Porque no están ajenos, más si viven en un barrio. Con la policía que tenemos, y los derechos que les han vuelto a dar, la situación es peor".

Cuenta ejemplos concretos: "Acá nomás, por Boulevard Seguí y Rouillón, paran los colectivos, hacen bajar a los pasajeros, y si hay pibes sin documentos, se los llevan detenidos. En los barrios no podés andar ni en bicicleta, te paran, te cargan la bici en la camioneta y te la llevan a la comisaría para hacerte averiguación de antecedentes. Están prohibiendo la circulación de los ciudadanos a pie. Pero solo en los barrios".

"Y es a cualquier hora", agrega. "No hay horario. Es un patrón que se repite". Por eso insiste en desarmar prejuicios: "No somos los loquitos que cortan calles, que no trabajan. Yo trabajo muchas horas al día, y aun así me hago lugar para acompañar a familiares, para estar en los momentos donde se necesita estar".

Fernando cuenta que participó activamente en la Multisectorial contra la Violencia Institucional de Rosario, aunque luego se alejó para poder acompañar a otros familiares, por una cuestión de tiempos. Hoy continúa articulando con otros espacios. Lo acompañan Julieta Riquelme, hermana de Jonathan Herrera; Cintia Villar, de Pañuelos en Rebeldía; Eduardo Orellano, papá de Bocacha; y organizaciones como ATE y AMSAFE. Están organizando la convocatoria para el juicio de Maxi, pero también buscando visibilizar que estos casos no son aislados. "Sucede en los barrios, sucede en la ciudad, en todo el país. No estamos ajenos. Los que tenemos hijos adolescentes lo sabemos".

Fernando hace una confesión que atraviesa a muchas familias: "Tengo dos hijos adolescentes. Me da miedo cuando salen, pero no porque les vayan a robar o hacer daño... me da miedo que pase algo parecido. Que no vuelvan". Por eso dice algo que debería alarmar: "Yo a mi hija le aconsejo que, si tiene un problema, no se acerque a un policía. Que busque otra chica, un muchacho, a alguien... pero no a un policía. Porque hoy, la policía no da seguridad".

A pesar de los eslóganes oficiales que dicen lo contrario —las campañas que prometen presencia policial y más luces azules—, Fernando es categórico: "La seguridad no te la da la policía. Falta mucho en materia de seguridad real, y en especial para que esto que pasó con Maxi, con Brandon, con tantos otros, no vuelva a suceder".
La policía y una formación que falla desde la base

Para Luisa, no hay dudas: lo que falta es formación. "La policía tiene que tener una buena formación para poder servir al ciudadano", dice con claridad. Y lamenta profundamente que hoy tenga que aconsejar a sus nietos que no se acerquen a un policía si tienen un problema. "Es tristísimo tener que decir eso. Pero es así".

Apunta al sesgo de clase y racismo estructural que atraviesa los operativos cotidianos: "Estigmatizan a los chicos de los barrios por usar gorrita, por tener ropa deportiva o simplemente por el color de piel. Antes éramos los negros, ahora somos los marrones. Bendita sea mi piel marrón", afirma con firmeza.

Luisa no suele hablar de política partidaria, pero dice no poder callar cuando el presidente de la Nación utiliza el insulto como modo de expresión. "Nos llama parásitos mentales, simios… cosas irreproducibles. Me da vergüenza ajena. Porque un presidente representa a todos los argentinos. No importa el color político. Si el presidente insulta, ¿qué podemos esperar de la sociedad?".

Y sigue: "Después aparecen frases como 'lágrima de zurdo', y la gente repite. Pero esto no se trata de ser zurdo o de izquierda o derecha. Esto le puede pasar a cualquiera. Yo no eduqué a mis hijos así. A pesar de que muchos dicen: 'le pasó porque es negro de la villa', 'porque es pobre', 'porque es marginal'. Y no. Yo les digo a todas las madres y padres: no importa si sos del centro, de clase media, baja o alta. Te puede pasar. No esperes a que te pase para entender. Cuando estés en mis zapatos, hablá conmigo, y te voy a ayudar. Pero no esperes".

Luisa reconoce el acompañamiento de organizaciones sociales y personas que la han apoyado. También menciona que el Estado le ofreció asistencia psicológica a ella y a su familia, pero decidió rechazarla. "No porque no quiera ayuda, sino porque si la policía hubiera estado bien instruida, mi hijo no estaría muerto. No estaría muerto".

Sobre el momento del crimen, recuerda las acusaciones falsas: "Dijeron que mi hijo estaba armado. Que en una mano tenía un arma y en la otra una piedra del tamaño de una bolita de golf. Pensemos: si hubiese tenido un arma, ¿por qué le tiró una piedra?”

Cuestiona el argumento de la policía Antonella Celeste Ortiz, quien dijo haberse sentido aterrorizada. "Si estaba tan aterrorizada, si temía por su vida, ¿por qué disparó? ¿Por qué no actuó como corresponde una policía instruida? Además, ella reconoció haber tirado el tiro, pero dijo que no lo mató. Que justo 'pasó una palomita' y que la bala le dio en la frente a Maximiliano. Siempre hay una excusa".

Fernando agrega con ironía: "Muchas veces las balas rebotan, nomás. No son apuntadas a la cabeza. Siempre el error es del muerto. Si el muerto no se hubiera corrido, la bala no le habría llegado. Como en las películas de Matrix: rebotan en el piso y se incrustan en la cabeza de las personas".
El lugar dónde ocurrió todo, en Nuevo Alberdi, en el Norte de Rosario

La culpa que no corresponde, pero pesa igual
Luisa vuelve al momento del disparo. La versión oficial dice que el tiro fue dirigido a los pies, pero la herida fue en la frente. Ella misma alza la voz con incredulidad: "Por favor, que alguien me explique, un especialista. ¿Cómo puede ser que un disparo dirigido a los pies termine en medio de los ojos? Porque yo levanté a mi hijo. Cuando llegó la ambulancia, el chofer estaba aterrorizado de lo que vio. Yo ayudé al otro enfermero a levantarlo. Cayó el plomo, vi todo. Muchos me criticaron porque dicen que fui fría, que cómo pude hablar en la tele en ese momento. Pero no sé. Uno reacciona como puede".

Luisa necesitó hablar, salir a defender la memoria de su hijo cuando los rumores y las versiones malintencionadas empezaban a circular. "Yo todavía no hice el duelo. No lloro, o lloro muy poco. Soy muy dura conmigo misma. Y en una parte me siento culpable".

Esa culpa viene de una conversación que tuvo con Maximiliano poco tiempo antes. Él le pidió que dejara de controlarlo tanto, que ya era un hombre. Tenía 33 años. Luisa, como toda madre, accedió con dificultad. "Llegamos a un acuerdo: que no iba a estar tan encima. Pero a veces pienso... si yo hubiese estado detrás de él ese día... Tal vez hubiese sido igual, tal vez nos mataban a los dos. Porque yo estaba decidida a hacer cualquier cosa".

La culpa, lo sabe, no le pertenece. Pero pesa igual. "Siempre fui así con todos mis hijos. Y ahora muchos me dicen: '¿Vos no tenés miedo?' ¿Miedo a qué? Si el miedo más grande que tenía ya me pasó. Me mataron un hijo".

Y ahí aparece otra herida profunda: la confianza rota. "Yo siempre les enseñé a mis hijos que a la policía se la respeta, que si tienen un problema vayan a la comisaría. Me equivoqué. Me arrepiento. Hoy no les diría eso".

Luisa recuerda que Maximiliano cumpliría 37 años este 19 de octubre. Nació en 1988, un Día de la Madre. "Y este año, su cumpleaños vuelve a caer justo el Día de la Madre. Mirá vos".

La charla cierra con una convocatoria clara. El juicio por la muerte de Maximiliano comienza este martes, y desde las 7 de la mañana familiares, organizaciones y vecinos estarán presentes en el Centro de Justicia Penal. Fernando invita a todos a acercarse, a escuchar, a preguntar. A dejar de mirar de lejos: "La gente de a pie también tiene que saber. Esto nos puede pasar a todos".

También adelantan que se viene una nueva Marcha Nacional contra el Gatillo Fácil, el próximo 28 de agosto. Aún no está definido si se realizará ese mismo día o el fin de semana más próximo, pero la organización ya está en marcha.

Agradecen el espacio. Agradecen poder hablar sin ser interrumpidos, sin ser editados, sin ser recortados. Agradecen que alguien escuche, sin apurar ni maquillar la verdad.

Luisa, mamá de Maximiliano, dice lo que lleva en el corazón: "Que haya justicia. No solo por mi hijo, por todos los casos que todavía no tienen resolución".

Y entonces, antes de apagar el micrófono, antes de salir del estudio, queda flotando esa frase que duele y despierta: "Los pibes no son peligrosos. Los pibes están en peligro".

Escuchá la entrevista completa: 

Otras Señales

Quizás también le interese: