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lunes, 17 de septiembre de 2018

Doce años sin Jorge Julio López: Todxs somos López. Donde empieza la vida y termina la muerte

Una crónica documental sobre los días sin Jorge Julio López, testigo y querellante en el primer juicio por genocidio en Argentina, que tuvo lugar en 2006. López, que había sobrevivido a los campos de concentración de la dictadura argentina a finales de los 70´, desapareció por segunda vez el día de la lectura del veredicto que condenaría a sus secuestradores.
Dirigida por Marcos Tabarrozzi, esta ópera prima cuenta en la voz de Rubén cómo fueron esos treinta años entre que López fue secuestrado en 1976 y 2006, donde su padre elaboró el trauma y el silencio que le impuso el contexto social. Acompañado por el periodista Miguel Graziano, Rubén recorre los centros clandestinos en los que estuvo secuestrado Julio López y rearma esa historia que su padre guardó para protegerlo en su infancia y adolescencia.
Ficha Técnica
Director: Marcos Tabarrozzi / Co-realizador: Nicolás Alessandro
Producción Ejecutiva: Ana Sol Molfese
Jefa de Producción: Agustina Rissucci
Guión: Nicolás Alessandro y Marcos Tabarrozzi sobre idea de Jorge Villapol
Cámara y Dirección de Fotografía: Leandro Rodriguez
Sonido y Post-producción de Sonido: Matías Olmedo
Montaje: Pablo Rabe
Corrección de color: Pablo Defeo
Producción en Los Hornos: Emilia Pugni Reta
Tema musical: “Septiembres sin Julio”, interpretado por el dúo Piscitelli-Gómez Saavedra
Imagen y registro sonoro adicional: Leonardo Florentino, Nicolás Alessandro, Marcos Tabarrozzi, Virgina Medley, Ramiro Díaz Agüero.
Testimonios: Ruben López – Koqui Dalieri – Irene Savegnago De López – Miguel Graziano Nilda Eloy – Anibal Hnatiuk – Pastor Asuaje – Walter Docters – Gustavo Calotti – Horacio Robles – Raúl Ene – Hugo Vidal – Javier Del Olmo – Helen Zout
Martes 18 de septiembre estreno en el Cine Gaumont
Hace 12 años desapareció, por segunda vez, Jorge Julio López
Por: Jorge Gorostiza
Hace hoy 12 años desapareció, por segunda vez, Jorge Julio López. ¿Qué se puede decir? ¿Qué se debe decir? ¿Tienen acaso algún sentido las palabras hoy? ¿Puede acaso un texto ayudar siquiera algo, un poco, tantito así? ¿Qué pueden nombrar las palabras nuestras, en este día, cuando sigue faltando un hombre, faltando de su casa y de su gente después de días, de semanas, de meses, de años? Y sin embargo es, precisamente, también por palabras que se llevaron a López. Por las 4593 palabras de su testimonio judicial contra Etchecolatz. Treinta años estuvo López levantando el edificio monumental de su memoria, ladrillo por ladrillo, palabra por palabra. Recuerdos de un dolor atroz, de noches interminables, de patotas y verdugos horripilantes.

Jorge Julio López, Tito para sus compañeros, militó siempre en la unidad básica de Los Hornos. Barrio pobre, barrio obrero, laburante. Allí organizó los campeonatos de fútbol para el piberío. Y allí conoció y se hizo amigo de Patricia Dell'Orto, esa muchacha de 21 años y tanto trabajo social. La misma que llevó a los pibes a conocer el mar. Cayeron juntos, López, Patricia y los demás compañeros y compañeras de Los Hornos durante la brutal redada del 27 de octubre de 1976. Cayeron juntos en aquel tenebroso reino de Etchecolatz donde a Ambrosio de Marco, esposo de Patricia, lo destrozaron en la tortura, tanto, que lo fusilaron acostado. En esa noche interminable, Patricia le pidió a López que, si él sobrevivía a aquel infierno, corriese a decirle a su hija de 25 días cuánto la quiso su mamá.

Pasaron dos años y medio antes de que López pudiese cumplir con aquel recado pero no lo olvidó, no. Tito no olvidó nada. Recordó todo lo vivido enfrentando una y otra vez aquellos horrores, ese terror asfixiante. Fue así que en cuadernos y hojas sueltas, en envases y en papel de bolsas de cal, López, con sus letras chuecas de 2° grado, escribe y dibuja cuanto recuerda. Es un diario que empieza la misma noche de su primera desaparición y llega hasta el día de su liberación. Y cuando llega vuelve a empezar, otra vez, de principio a fin, detalle a detalle, con nombres, referencias, direcciones, colores y olores, todo, con la serena precisión del nivel y la plomada. Fue su Atlas de la desgracia, su documento del horror, la herencia entera de su memoria. Fruto de esa memoria son sus 4593 palabras decisivas a la hora de sentenciar a Etchecolatz. Condena que López no pudo presenciar porque se lo llevaron la noche previa, hace hoy 12 años.

Antes de pasar a brindar su testimonio, López abrazó a Nilda Eloy, compañera de cautiverio y querellante junto a él, y, a los ojos le dijo: va por los compañeros. Y ciertamente así fue, por los compañeros. Por Patricia Dell'Orto y Ambrosio De Marco. Y por Roberto Rodas, también albañil, paraguayo, asesinado la misma noche que Ambrosio. Y por el chico López Montaner triturado a golpes. Y por el soldado Alekovsky. Y por aquella mujer gorda torturada bajo supervisión directa de Etchecolatz. Por todos ellos y por muchos más, por miles más, Jorge Julio López dio su palabra ante el tribunal y Etchecolatz hoy está condenado. Y López, por segunda vez, desaparecido.

¿Cómo no escribir entonces hoy, cómo no hablar, cómo no recordar esa historia suya y nuestra, tragedia de todos y todas? ¿Cómo no decir basta? Es lo mínimo que podemos hacer por López y por nosotros mismos y por mañana. Pero hoy falta López. Nos falta. Y urge saber la verdad. Hasta tanto suceda, y aún después, nos queda el trabajo de la memoria, ladrillo a ladrillo. Si olvidásemos a López, si olvidáramos a Tito, sería entonces su tercera desaparición, perdido por el olvido nuestro, ninguneado en la amnesia colectiva, abandono silencioso e indigno.

sábado, 17 de septiembre de 2016

Jorge Julio López: Diez años de vergüenza

Jorge Julio López, desaparecido en democracia. Fue testigo clave contra el represor Miguel Etchecolatz y lleva una década sin aparecer. El recuerdo del autor de un libro y la historia de una foto poco conocida
Por: Miguel Graziano*
Muchas cosas confluyen para que un periodista decida escribir un libro. Así pasó con En el cielo nos vemos. Fue un día muy particular, el 18 de marzo de 2009, cuando supe que había empezado a contar la historia de un hombre que sufrió dos veces la desaparición forzada.

Aquel día La Plata debía ser una ciudad partida en tres. Había una movilización contra la inseguridad, la presidenta Cristina Fernández de Kirchner presentaba la Ley de Medios y la militancia marchaba por la desaparición de López.

Mientras que Cristina se presentaba en el Teatro Argentino, las movilizaciones por la seguridad y la desaparición de López iban a juntarse a la misma hora y en el mismo lugar, a las 18 en Plaza Moreno.

Los primeros vecinos en llegar convocados por Susana, Marcelo y Moria se perdían entre los militantes universitarios y los defensores de los derechos humanos.

El movilero de una radio AM porteña le avisaba a su productor que no había nadie en la marcha por la inseguridad.

–Solo hay gente en la marcha por López ¿querés que la cubra? –preguntó.

–No. Dejá. Vos cubrí lo de la inseguridad.

A esa hora, las pocas personas que se acercaban a la movilización por la inseguridad andaban por ahí, perdidas entre los militantes, que todavía no sacaban bombos y pancartas.

–Señoras, ¿ustedes vinieron por la marcha de la inseguridad? –pregunté.

–Sí, pensábamos que esta gente estaba para eso –respondió Gloria, más extrovertida que Beatriz.

–Ellos vienen todos los 18 por la desaparición de López.

–¡Ah! No sabíamos nada.

–¿Y cómo se enteraron de la marcha de hoy?

–Por los medios. Por el diario y por la radio. TN puso la lista de ciudades y la hora en la que se iban a hacer las concentraciones.

–¿Qué es lo que reclaman?

–Queremos que las autoridades tomen conciencia. Tienen que responder. Estamos todos expuestos a la inseguridad, consecuencia de la falta de educación y trabajo.

–¿Hay poca gente no?

–La gente tiene miedo de involucrarse. Hasta que no le pasa en carne propia no se da cuenta.

–¿Ustedes fueron víctimas?

–No, gracias a Dios no. Pero tenemos muchos amigos a los que les pasaron cosas…

–¿Qué piensan de la movilización por López?

–De eso también tiene que dar cuenta este gobierno.

Gloria, de 68, y Beatriz, de 67, iban a despedirse, pero entraron en confidencia.

–Esto no lo pongas… pero yo quisiera saber qué piensan estos chicos sobre lo que pasó en los ’70.

Porque les cuentan una historia que… se la dan vuelta… nosotras lo vivimos. Yo estudiaba y tenía dos trabajos y… bueno, fue una guerra, había dos bandos… aunque claro, mucha mayor responsabilidad sobre lo que pasó tuvieron los militares, porque ellos tenían el poder...

Los compañeros de militancia se encontraban a pocos pasos de las señoras, en la marcha por López. Ahí estaba la ex detenida desaparecida Nilda Eloy.

–Mucha gente que viene a la marcha por la inseguridad se confunde y espera al lado de ustedes.

–Es que la nuestra es la marcha de los inseguros. Nosotros marchamos por nuestra dignidad. Marchamos contra los que nos quisieron hacer desaparecer, los que nos quieren tabicar, contra los que nos intentan amordazar otra vez –explicó.

–¿Cuáles son las novedades de la causa? –quise saber.

–Fui a los tribunales federales a preguntar quién era el responsable de la causa. Hablé con (el juez Hugo) Coraza y me dijo que ya no tiene la causa, fui a (ver al juez Humberto Manuel) Blanco y me dijo que se la pasó al fiscal (Sergio Franco), pero el fiscal me dijo que todavía no la aceptó, por lo que la causa aún debería estar en manos de Blanco. Podemos decir que estamos ante la cuarta desaparición de López.

Nilda hacía mención a las desapariciones físicas que López sufrió en dictadura y en democracia, luego del juicio al represor Miguel Osvaldo Etchecolatz, el 18 de septiembre de 2006, pero hablaba también de otras desapariciones, simbólicas: la tercera fue “mediática” –de los medios hegemónicos– y la cuarta sería la “judicial”.

Tiempo después, durante las entrevistas, comenzamos a hablar de otra desaparición, la política: ninguno de los candidatos –excepto Jorge Altamira, del Frente de Izquierda– a las elecciones presidenciales de 2011 mencionó el caso López y lo que nos legó: la evidente necesidad de crear fuerzas de seguridad democráticas.

Aquellas desapariciones simbólicas fueron lo que terminó de hacer que empezara a escribir En el cielo nos vemos... para que López vuelva a estar en debate entre nosotros. Presente, para siempre.
*Autor de En el cielo nos vemos. La historia de Jorge Julio López.

La historia de una foto
Por: Horacio Paone, fotógrafo
La recorrida fue el 14 de septiembre de 2006, en el marco del juicio contra Miguel Etchecolatz que se estaba realizando en ese momento en la ciudad de La Plata. Primero nos habían dejado entrar a todos los fotógrafos y camarógrafos que estábamos ahí; pero en un momento determinado nos dijeron que iban a comenzar con la recorrida por las instalaciones y que no podíamos quedarnos. Nos fuimos a esperar a que terminara la recorrida a la puerta de entrada de la comisaría. Al rato de estar afuera con el resto de los compañeros entré nuevamente para tratar de ver qué estaba sucediendo y llegué hasta la puerta que llevaba al patio y a los calabozos. Había un policía de guardia y, para mi sorpresa, me dijo: “Ah, ¿prensa? Pase, pase”.

Así entré y me transformé en el único fotógrafo de prensa que logró acompañar a la comitiva que recorrió las instalaciones. El grupo estaba integrado por el juez Carlos Rozanski, la abogada Myriam Bregman, y entre los ex detenidos desaparecidos, Adriana Calvo, Nilda Eloy y Jorge Julio López.

Hace exactamente diez años tomé estas fotos en la Comisaría 5ª de La Plata durante la recorrida que hicieron Adriana Calvo y Jorge Julio López. Ambos recorrieron las instalaciones en calidad de testigos ya que en esa comisaría habían estado detenidos desaparecidos y torturados entre abril del ’76 y febrero del ’78. A Adriana Calvo la conocía desde antes, pero nunca había oído hablar de Jorge Julio López hasta ese día en que le tomé esta y otras fotos sin imaginar que cobrarían notoriedad a partir de su desaparición. Como ya es sabido, el valiente testimonio de López hizo justicia con uno de los más notorios criminales de la dictadura cívico-militar. Esta es una de tantas imágenes que le tomé a López durante la recorrida por ese tenebroso lugar. A diez años de la tragedia de su segunda desaparición, ahora más que nunca, verdad, memoria y justicia.

Hipótesis y sospechas
López desapareció el 18 de septiembre de 2006.

Hipótesis central: la desaparición la habría impulsado un grupo de policías en actividad junto a integrantes de fuerzas de seguridad con riesgo de ser juzgados.

La primera hipótesis de la investigación impulsada por la Policía Bonaerense y la Justicia provincial era que Julio López se había perdido. Luego pasó el caso a la justicia federal. Hace cinco años que la instrucción de la causa fue delegada a la fiscalía de delitos de lesa humanidad.

Momento político de la desaparición. León Arslanian, como ministro de Seguridad bonaerense, realizaba su segunda ofensiva para intentar depurar a la policía provincial. A eso se sumó el inicio de los juicios. De allí, la elección de la víctima. El entonces gobernador, Felipe Solá, afirmó: “Fue la Bonaerense”.

En aquel entonces, 3.000 policías bonaerenses en actividad habían integrado la fuerza entre 1976 y 1979, los peores años de la última dictadura cívico-militar. Había 36 de ellos que además habían revistado en algún centro clandestino de detención.
Foto: Horacio Paone
Fuente: Revista Veintitres

domingo, 30 de junio de 2013

Presentación del libro “En el cielo nos vemos”, La historia de Jorge Julio López

Aire Libre Radio Comunitaria, en el año de su 25 Aniversario; junto al Museo de la Memoria y el Sindicato de Prensa Rosario invitan a la presentación del libro “En el cielo nos vemos” del periodista Miguel Graziano, que aborda la historia de Jorge Julio López, “el hombre que desapareció dos veces” en 1976 y en 2006 como testigo clave en el proceso judicial que enfrentó Miguel Etchecolatz, Comisario General de la Policía de la provincia de Buenos Aires durante la última dictadura militar.
El encuentro se realizará el próximo miércoles 3 de julio en el Salón Auditorio Iván Hernández Larguía del Museo de la Memoria (Córdoba 2019) a las 19 con entrada libre y gratuita y estará a cargo de Gabriela Durruty, abogada de familiares de detenidos y desaparecidos por razones políticas en los juicios por delitos de lesa humanidad y coordinadora del Centro Documental del Museo de la Memoria.
En la última Feria del Libro de Buenos Aires, Osvaldo Bayer calificó la obra de “necesaria” y destacó el trabajo de investigación que llevó adelante Graziano: “Es impresionante el nivel de documentación y la habilidad del autor para no inducir al lector y brindarle, en cambio, las herramientas para que haga sus propias interpretaciones”. La periodista Adriana Meyer, prologuista del libro, resaltó haber encontrado “al López humano detrás del desaparecido”. Desde el primer día, “López duele. Primero por lo inconcebible, luego por la impotencia, ahora por la impunidad”, reflexionó Meyer.
“En el cielo nos vemos” comienza su relato el 18 de septiembre de 2006, en momentos en que se leía la condena al genocida, mano derecha del represor Ramón Camps y responsable de numerosos campos clandestinos de detención en la provincia bonaerense. Cuenta quién es Jorge Julio López, cómo procesó en su interior la tortura, la relación con familiares que negaban el hecho y cómo reconstruyó su memoria para que se hiciera justicia: “Los argentinos tienen que saber”, repetía. La obra da cuenta del desconcierto y la impotencia de los funcionarios, las piezas del rompecabezas que no encajan en la investigación, las pistas disparatadas e interesadas, los rastrillajes indiscriminados y los misterios teñidos de mensajes mafiosos en un caso aún impune.
Sobre Miguel Graziano. Nació en Necochea y se formó en el Taller Escuela Agencia (TEA), en Buenos Aires, donde egresó en 1993. Trabajó más de diez años en La Plata por lo que se considera un periodista platense. En 2008 integró la redacción del diario Diagonales, donde empezó a escribir sobre el caso López. Actualmente es administrador de redes sociales del Grupo 23.

miércoles, 18 de febrero de 2009

A 29 meses de la desaparición, la causa López se quedó sin juez

Los allegados a Jorge Julio López que hoy marcharán en La Plata para reclamar el esclarecimiento de su desaparición, se habrán desayunado con la novedad de que el juez que lleva adelante la investigación decidió apartarse de la causa.
La noticia sacudió ayer a los tribunales platenses. El juez Arnaldo Corazza, que llevaba adelante la causa, emitió dos resoluciones. En la primera de ellas, cumple con la orden de la Sala 1 de la Cámara Federal de La Plata de apartarse del pedido de la familia de López de investigar la supuesta desprotección del testigo. En la otra se inhibe de seguir investigando en el caso por considera que existe "violencia moral" hacia su persona, porque la resolución de la Cámara pondría en cuestión el principio de imparcialidad.
En la primera resolución, Corazza da cumplimiento a la decisión de los camaristas Alicia Di Donato, Alberto Durán y Julio Reboredo, quienes dieron curso a una apelación de la familia de López después de que Corazza rechazara el pedido de investigación del entorno del testigo y de miembros del Poder Judicial que tomaron contacto con él durante el desarrollo de los juicios. El argumento de los camaristas se basa en que el juez estaría entre los denunciados, y como tal debiera haberse excusado de resolver.
Esto último llevó a Corazza a desprenderse también de la causa principal, que intenta dilucidar el destino de López. En su inhibición argumenta que con el criterio esgrimido por la Cámara, en adelante puede ponerse en cuestión cualquier decisión suya por "supuesta parcialidad".
La reacción de Justicia Ya, el colectivo de derechos humanos querellante en las causas en las que declaró López fue inmediata: "La causa fue pasto de una interna judicial", manifestaron sus integrantes.
La abogada Guadalupe Godoy, que representó a López en el juicio y forma parte del colectivo Justicia Ya! La Plata manifestó su preocupación porque la Causa López se quede sin juez a 29 meses de la desaparición del albañil y declaró que "esperamos que se resuelva rápido para que la causa avance sin ser parte de internas judiciales".
Ahora, la investigación será remitida al juez Manuel Humberto Blanco, quien deberá decidir si la toma o también se inhibe. En caso de que sea así, quien definirá el destino de las actuaciones es la misma sala que cuestionó a Corazza. Los organismos temen que las investigaciones se diluyan definitivamente.

martes, 16 de septiembre de 2008

Caso López: "Si está muerto, encontrémoslo"

Dramático testimonio del hijo de Julio López, a 2 años de la desaparición
Rubén López, hijo del desaparecido testigo del caso Etchecolatz Jorge Julio López, sostuvo que no pierde la esperanza de encontrar a su padre con vida pero admitió que "encontrarlo muerto sería como ponerle fin a esta angustia, poder empezar el duelo y buscar al culpable". Dice también tener una hipótesis sobre lo que pasó con su padre pero que, por el momento, prefiere callar.
A horas de cumplirse dos años de la desaparición de López -pasado mañana-, en diálogo con este diario, Rubén formuló críticas al ex ministro de Seguridad bonaerense León Arslanián, quien había señalado que "para él" López podía estar muerto y aunque admitió que "ésa es una posibilidad", dijo no estar de acuerdo con "la forma de decir las cosas".
En ese sentido, Rubén aseguró inclusive que "siempre" la investigación "dio vueltas" sobre la posibilidad de que la familia del albañil estuviese vinculada a la desaparición.
"Las expectativas son difíciles de explicar, porque viendo el expediente y escuchando algunas declaraciones que dicen que mi viejo estaría muerto por una cuestión técnica, las sensaciones son encontradas, porque yo por ahí también lo pienso (que esté muerto) pero aún así no dejo de tener esperanza, no dejo de pensar que a mi viejo lo voy a encontrar con vida", dijo.
Rubén precisó luego que de las declaraciones de Arslanián "me molestaron algunos términos, porque después de dos años sin encontrar ninguna pista, él saca conclusiones sin basarse en algo concreto, porque no hay ninguna prueba de que mi viejo esté muerto. El juez de la causa también me lo ha dicho, pero bueno, son funcionarios, son personas ajenas a la familia. De Arslanián me molestó que haya dicho que nosotros admitimos que mi viejo se ausentaba tres, cuatro días, como dando a entender que al principio fuimos partícipes de esto. Mi viejo no se ausentaba de mi casa si no era para hacer un mandato o cobrar la jubilación".
¿Vos sentís que Arslanián tiene la idea de que ustedes son responsables de la desaparición de tu viejo?, le preguntó entonces El Día.
"La sensación que tengo -respondió- es que siempre nos investigaron a nosotros, nos estuvieron dando vueltas, siempre con sospechas sobre la familia; creo que se dieron el gusto de sacarse todas las dudas. Y pareciera que Arslanián haya querido decir eso. Nosotros nos reunimos con él una vez a los dos o tres días de la desaparición y nunca le dijimos que mi viejo era de ausentarse".
¿Intimamente qué crees que pasó?, se le preguntó luego. "Tengo una teoría que no quiero comentar por una cuestión personal, y porque no es algo certero, como para acusar a nadie. Es una idea por algunos acontecimientos que se dieron pero nada más, una simple idea pero no voy a decir más nada", dijo.
Rubén también contó como vive la familia el hecho de que cada vez que aparece un cuerpo se especula con que sea López.
"Es difícil -dijo-, porque por un lado está la frustración no encontrarlo con vida pero por otro, encontrarlo muerto sería como decir: bueno, terminemos con esta angustia, hagamos el duelo como corresponde y busquemos a los culpables. Después de dos años uno piensa: encontrémoslo como sea, para poder decirle a mi vieja la verdad, porque es difícil decirle todos los días que no hay nada. Encontrarlo muerto sería como decir: hasta acá llegamos y ahora vayamos por el culpable. Es más, el culpable pasaría a segundo plano, porque si lo encuentran o no lo encuentran sería problema de la Justicia, pero yo quiero encontrar a mi viejo. No es que yo sea frío, tengo sentimientos, pero si está muerto, encontrémoslo, y terminemos este sufrimiento".

Fuente: El Día

viernes, 2 de mayo de 2008

Mas de un año y medio sin Jorge Julio Lopez "Lo único que quiero es que vuelva"

Su hijo mayor, Rubén, se aferra a las esperanzas. Hace poco más de un año creyó haberlo visto, pero al acercarse comprobó que no era él. Recuerda como si fuese hoy aquel día de 1979, en que el testigo clave regresó a su hogar tras haber sido secuestrado por los represores de la dictadura militar
Fue en abril de 2007 cuando Rubén (42) levantó su mirada y la posó sobre un hombre canoso que caminaba despacio en medio del paisaje urbano.
Lo vio de espaldas, es cierto. Pero ese andar inconfundible, el suéter rojo y las manos en los bolsillos, hicieron que sus sensaciones se alteraran para mutar del estatismo al éxtasis, prácticamente sin escalas.
Apuró el paso y sin dudarlo comenzó a acercarse. Pero sus ilusiones se desvanecieron cuando lo tuvo a uno o dos metros de distancia y comprobó que ese no era Jorge Julio López, el hombre del que no se tienen noticias desde que brindó un testimonio clave en el juicio contra el ex comisario Miguel Etchecolatz. Gracias a esa y a otras exposiciones, el genocida fue condenado y ahora purga reclusión perpetua.
López es el primer desaparecido en democracia y el padre de Rubén, aquel día siguió caminando en medio de la desazón. Si de algo sirve, aquello transcurrió en Mar del Plata.
En Los Hornos
Paredes blancas, persianas marrones y rosas en el jardín. Prolija por donde se la mire, la casa de 69 y 140 sólo destila tristeza desde aquel maldito 18 de septiembre de 2006 en que lo vieron por última vez.
Alguna vez su esposa contó que ese día López cambió su rutina: no se calzó las zapatillas ni arrojó las llaves por la ventana, tal como acostumbraba. Ahora Irene prefiere callar. Hoy cumple 80 años y no habrá lugar para festejos, sólo para el saludo de quienes se acerquen hasta su hogar de la localidad platense de Los Hornos.
“Ella no habla del tema, es como si se guardara el dolor. Sólo nos pregunta a nosotros -a Rubén y a su hermano Gustavo (39)- para que le contemos cómo va la investigación” a cargo del juez Federal Arnaldo Corazza.
Rubén hace un alto en su taller de carpintería y cuenta que tiene “la esperanza de que aparezca con vida”. Mira como esperando una respuesta y agrega que “el recuerdo es permanente: cada día cuando me levanto me pregunto dónde está, cuando veo las patrullas que llevan su foto me pasa lo mismo... Pero no hay un momento en el que lo recuerde más que en otro porque, como dije, es permanente”.
“Lo recuerdo cada vez que juega Boca”, club del que López es hincha fanático. Sus hijos también lo son, sólo que de Gimnasia y Esgrima.
“Hablábamos mucho de fútbol pero jamás le conocimos un ídolo. En cambio, sí manifestaba una gran admiración por (el General Juan Domingo) Perón, de quien solía decir que nadie podrá hacer algo igual”.
Ruben se aferra a las esperanzas y habla en presente, salvo cuando repasa estas y otras anécdotas. También conoce el significado de los rastrillajes: “Hace quince días nos avisaron que estaban buscando en un arroyo de por allá...”. Es aquí cuando respira profundo y retoma la charla con tono pausado.
A no más de 10 metros de la casa hay una custodia policial (dos efectivos de la Federal que miran con insistencia), y justo en la esquina un juego de cámaras que supuestamente lo controlan todo.
“La gente es respetuosa, algunos pasan, miran la casa y la identifican. Sabemos que nos respaldan y que comprenden nuestra situación”, explica.
López sufrió su primer secuestro entre octubre de 1976 y junio de 1979, cuando el país padecía las atrocidades de la dictadura militar. Aquella vez el destino quiso que viviera para contarlo.
A raíz de esa terrible experiencia Rubén siempre tuvo miedo de que algo más pudiera llegar a ocurrirle. Sin embargo, “nadie se atrevió a pedirle que no se presentara a declarar, porque sabíamos que de todos modos lo haría”, ya que ese era un mandato que él mismo se había impuesto. Quería escuchar los alegatos y ver la cara del represor al conocer su condena. Ahora su paradero es un misterio y su hallazgo una obligación.
La casa que él mismo reparaba -López es albañil- conserva intactas muchas de las piezas que hacían a su rutina. “En la mesita de luz están las pantuflas y las botas de gamuza tal cual las dejó”. En realidad todos sus elementos personales están en su lugar, como esperando que se reinicie el ritual de todos los días.
“Bombachas de campo, pantalones de grafa... Siempre fue un hombre sencillo”, un hombre valiente cuya verdad ayudó a condenar a uno de los personajes más siniestros del pasado reciente.
También hay dos perros, raza perro, -“Lupita y Violeta”- que se siguen parando junto a la puerta a la espera del paseo que ahora realizan con Gustavo o con Rubén.
Y es precisamente Rubén quien repasa los últimos minutos que vivió junto a su padre: “Fue el domingo cuando cargamos la camioneta porque al día siguiente teníamos que llevar un placard desarmado a Buenos Aires. El viejo estaba contento y hacía chistes, decía que por su edad éramos nosotros los que teníamos que hacer fuerza”.
Esa postal
Pero la imagen que quedó grabada en el común de la sociedad no es esa, sino la del buzo rojo con el que se presentó a la audiencia judicial. “Es así”, dice Rubén y cuenta que lo ha llamado gente que dijo haber visto a un hombre canoso con abrigo rojo, tal como le ocurrió a él.
“Los vecinos, los organismos de Derechos Humanos y la ciudadanía en general nos dan su apoyo y estamos agradecidos. Incluso (el ex presidente Néstor) Kirchner -con quien se entrevistaron en la Casa Rosada- se comprometió a realizar todo lo que estuviera a su alcance para avanzar en la investigación”. Pero el destino de este hombre que el 25 de noviembre debería cumplir 79 años sigue siendo un doloroso enigma.
Rubén tenía 14 cuando su padre recuperó la libertad tras haber sido secuestrado por los grupos de tareas. “Ya sabíamos que estaba en la Unidad 9 y un día nos informaron que lo iban a liberar...”. La memoria le devuelve varias postales, pero se queda con dos: una lo tiene a él arreglando su primera mesita en la carpintería mientras esperaba por su padre. La otra lo tiene a López contándole que le había dejado el calentador y el juego de ajedrez a los detenidos ilegales con los que compartía la celda.
Ese día Jorge no habló de torturas. Tal vez se haya tragado el dolor para exponerlo, como lo hizo, varios años después.
Rubén soporta ahora dolorosos períodos de pesimismo. Pero también se hace fuerte para aferrarse a las esperanzas y poder decir: “Lo único que quiero es que vuelva”.

Por: Germán Escobar, Diario Hoy

domingo, 25 de noviembre de 2007

Hoy es su cumpleaños y no sabemos donde está

78 años cumple hoy Jorge Julio López.
López desapareció el 18 de septiembre de 2006, día en que debía concurrir a presenciar los alegatos en el juicio en el que se condenó al represor Miguel Etchecolatz a la pena de reclusión perpetua.
Muchos lo estan buscando...
¿Usted también señor Presidente?

domingo, 9 de septiembre de 2007

A un año de la desaparición de Jorge Julio López

Encuentro Memoria Verdad y Justicia, convoca a la marcha que partirá desde Congreso a Plaza de Mayo el martes 18 de septiembre a un año de la desaparición de Jorge Julio López.

Fuente: 30 Años

miércoles, 5 de septiembre de 2007

A un año sin él...

La esposa y los dos hijos del desaparecido Jorge Julio López le pidieron hoy al presidente Néstor Kirchner que "el olvido y el silencio no caiga sobre Tito", quien fue testigo de cargo en el juicio que el año pasado condenó a prisión perpetua al represor Miguel Etchecolatz.
A casi un año de la desaparición de López, sus familiares dieron a conocer una "Carta abierta al presidente Kirchner", en la que reconocen la "preocupación y el compromiso presidencial" por dar con su paradero.
"Señor Presidente confiamos en usted, recordamos sus palabras y el compromiso personal en la búsqueda, y sabemos que le preocupa el tema", comienza la nota en la que reproduce manifestaciones públicas de Kirchner.
"Usted ha dicho que la desaparición de Tito me hizo tomar con claridad la dimensión de la responsabilidad que me toca, la cual asumo y no la esquivo bajo ningún concepto’", destacaron en el escrito.
"No queremos, ni Tito se lo merece, que sea el primer desaparecido en democracia", remarcaron los familiares de López, cuya desaparición se produjo en la mañana el 18 de septiembre de 2006, cuando iba a escuchar los alegatos del juicio a Etchecolatz.
En la carta subrayaron que "dentro de pocos días se cumplirá un año de la desaparición de Tito, del cual usted Señor Presidente dijo el 27 de septiembre del año pasado: Ustedes saben que hay un argentino que fue central" en la causa Etchecolatz.
"’Ese amigo López, el compañero López, al cual buscamos por todos lados, casi con desesperación... Quiero que el pueblo argentino sepa el compromiso para que esto rápidamente termine. Sé que algunos no quieren la verdad y quieren sembrar el miedo’", recordaron en la carta citando palabras del Presidente.
También mencionaron que "en diciembre del mismo año, Señor Presidente le escribimos una carta contándole de nuestra angustia, impotencia y desesperación y hoy le decimos lo mismo pero además tenemos bronca, rabia y un dolor que cada día se torna más insoportable, por no saber dónde está nuestro Tito".
"¿Cómo puede ser, señor Presidente, que ningún organismo del Estado encuentre a los responsables, a pesar de todo lo que sabemos que se hizo y se está haciendo?", se preguntaron en la nota.
Además, destacaron: "Usted sabe Señor Presidente, como lo saben todos los argentinos de bien, que Tito tuvo la valentía y como él decía "el deber y la obligación" de ir a declarar en el juicio del genocida Etchecolatz, ya que sólo buscaba Justicia, y que los argentinos supiesen de las atrocidades cometidas en esos años".
"Usted también dijo en marzo de este año "se lo llevaron los de siempre y lo tenemos que encontrar vivo", justamente es eso lo que le pedimos, no sólo como familia, sino porque como sociedad no podemos permitir que un argentino esté desaparecido. Hay que encontrar a los culpables", agregaron los familiares.
Agradecieron "de todo corazón a todos los habitantes de nuestra querida Argentina" que puedan dar una pista sobre el paradero o alguien que haya visto algo y recordaron que "recibirán una recompensa de 1.000.000 de pesos, que entregará el gobierno de la provincia de Buenos Aires, con todas las garantías de seguridad que requiere el caso".
Finalmente, también agradecieron "a todos los medios de comunicación que se preocupan por difundir información y a todos los que recuerdan a Jorge Julio López".

domingo, 19 de agosto de 2007

Silencio

A pocos días de cumplirse once meses del secuestro de Jorge Julio López, Jaque al Rey lanzó una propuesta cuyo objetivo es romper la cadena de silencio que rodea su desaparición. Así, enviamos esta nota por correo para que fuera reenviada por todos aquellos que la recibieran, y de esta manera podamos armar una red de correos que terminen con un silencio que ya aturde.
Jorge Julio López está tapado de silencio y sin embargo grita.
¿Escuchas?

La vida, tan compleja ella, ofrece distintas posibilidades sobre el silencio.
Silencio por un duelo, silencio por la soledad en que nos encontramos, silencio porque no hay nada que decir, silencio como parte de la notación musical…
Pero el silencio no es unívoco, no reconoce un solo significado. El silencio es una construcción cultural, un modo humano de ver, entender y reaccionar ante ciertos eventos, ante ciertas “cosas” de la vida.
Podemos asegurar, de todas maneras, que el silencio no es la ausencia de sonido.
De ninguna manera.
El silencio habla.
El silencio grita, aturde.
El silencio es a veces la ominosa, oscura, vergonzante, temblorosa cortina de las agachadas, de las miserias personales o sociales.
¿O no grita el silencio que reina sobre los campos de concentración, ahora vacíos, en cualquier parte del mundo?
¿O no dice el silencio que muchos asesinos guardan ante la acusación, ante el veredicto o ante la mismísima impunidad?
Jaque al Rey cree que el silencio calla lo que no se puede o no se quiere gritar. Y sin embargo, grita… vaya contradicción ¿no?.
Todas las sociedades tienen silencios.
Mala noticia.
Muy mala noticia.
Julio López está tapado de silencio y sin embargo grita…
¿Escuchás?

Ayudanos a romper la cadena de silencio que rodea la desaparición de Julio López. Reenvía este mensaje a todos tus contactos. Entre todos podemos mover el tablero. Jaque al Silencio. Jaque al Olvido.

Fuente: Jaque al Rey

sábado, 9 de junio de 2007

Jorge Julio López

López sigue desaparecido. Los candidatos, no solo del sistema, no saben no contestan sobre ese tema. Desaparecido en democracia como en la época del peronismo y las AAA nos queda a los trabajadores, organismos de Derechos Humanos, luchadores populares, comisiones internas, delegados, centros de estudiantes, medios alternativos, seguir exigiendo y organizando por su aparición con vida y castigo a los culpables.
por Claudia Korol
Y como letanía regresaba el... ¿ahora? ¿ahora? ... ¿otra vez ahora? ¿cuántos ahora tantas veces repetidos? ... ahora ... ¡resulta insoportable! .
El cuerpo todo reacciona desde su memoria de dolor y de espanto. No es fácil caminar por la Plaza de Mayo, con esa consigna a cuestas. No por haberla cantado tantas veces, duele menos.
El poder vuelve a herir, golpea dos veces la herida, desaparece al desaparecido.
El poder devuelve el golpe. Se pinta la cara. La casa no está en orden. Los administradores de turno, sienten el mal aliento de un sistema que "reorganizó la Nación", es decir, que reconstruyó el capitalismo una y otra vez, sobre la base de sucesivos genocidios y posteriores impunidades.
El genocidio no empezó en el 76. Antes, el capitalismo desapareció a los pueblos originarios, a los afrodescendientes, a los obreros de la Patagonia...
Cuando Julio desaparece, grita la memoria desde la tierra. Ahora. Ahora.
La casa no está en orden. Jueces amenazados, testigos amenazados, siembra de miedo y confusión. A partir de ahí se desata una catarata de reacciones entre estúpidas e infames.
"El primer desaparecido en democracia", dispara Felipe Solá... sin recordar que en su provincia, precisamente ha desaparecido Miguel Bru -asesinado en la Comisaría 9º de La Plata en agosto de 1993-. ( Miguel Bru tenía 23 años cuando fue desaparecido, y acababa de presentar una denuncia judicial contra la brigada de la comisaría 9º). Uno de los principales testigos en el juicio, Jorge Ruarte, estando preso, recibió tres puñaladas... Es una larga lista la de los desaparecidos y asesinados "en democracia", y también es l arga la lista de testigos de distintas causas penales contra las fuerzas represivas, que han sido amedrentados, agredidos, amenazados.. . e incluso asesinados.
Algunos de los organismos de derechos humanos y de los movimientos de ex piqueteros, devenidos "ahora" funcionarios, se preocupan más que en resolver el dilema político y ético -la emboscada a la democracia- que significa la desaparición de Julio, en deslindar las posibles responsabilidades del gobierno provincial o nacional. Todo parecería ser una gran trampa en la que la víctima no sería el compañero desaparecido, Julio López, sino el gobierno. Las víctimas serían quienes teniendo el poder y la legitimidad para terminar con la impunidad, están más preocupados en hacer propaganda de los derechos humanos que en hacerlos efectivos. En este perverso juego, la víctima vuelve a desaparecer.
¡Qué enojo y que tristeza causan las declaraciones de Hebe de Bonafini quien en momentos en que debería colocar todo el esfuerzo en la búsqueda del compañero, siembra dudas sobre su condición de militante, sobre el carácter típico o no de su desaparición, revictimizando a la víctima!
Argentina es un país atravesado y enfermo por la impunidad. Si hay algo de salud en nuestra sociedad, ésta ha sido generada por la movilización colectiva, por la memoria marchando, por la capacidad de resistir cada una de las maniobras realizadas desde el poder, y desde sus diversas maneras de dividir y de desaparecernos.
Si hay algo de salud en nuestra sociedad, es porque una y otra vez aparecemos nuestros sueños, nuestra esperanza de un mundo mejor, nuestro compromiso. Porque no nos reconciliamos con los que nos oprimen y desaparecen, y porque -como dicen los hijos- "a dónde vayan los iremos a buscar". Hoy desaparecieron a Julio López, y lo seguimos buscando. En cualquiera de las hipótesis posibles, Julio es la víctima. Y junto a Julio, la sociedad que vuelve a ser atacada por los fantasmas del miedo.
¿Cómo conjurarlos? ¿Cómo avanzar sin perder lo conquistado con nuestra rebeldía?
La desaparición de Julio, pone en la superficie de esta vuelta de la historia lo que estaba oculto. Relaciones de poder que integran una trama extensa de complicidades, para la cual la impunidad es necesaria, como sostén de sus políticas centrales que aseguran las máximas ganancias a las trasnacionales y a la burguesía criolla, sobre la base del despojo de nuestros pueblos.
¿O no sucedió también en estos mismos días, la represión en Catamarca a los vecinos que se movilizaban contra los proyectos contaminantes de la minería? ¿O no sucede en este mismo tiempo y lugar, y precisamente en la provincia de Buenos Aires, que cinco mil presos están en huelga de hambre, reclamando que se aceleren los juicios, porque viven condiciones de hacinamiento y muerte cotidiana en "las cárceles de la democracia"? ¿O no sigue sin aclararse la desaparición de Diego Duarte, de quince años, en el CEAMSE -también en los predios de Solá-? ¿Y las muertes en General Mosconi -también en democracia? ¿Y las chicas de la dársena, en Santiago del Estero? ¿Y las prostitutas muertas en Mar del Plata? ¿Y Darío? ¿Y Maxi? ¿Y Pocho Lepratti? ¿Y Teresa Rodríguez? ¿Y Aníbal Verón? ¿Y los chicos del 19 y 20 de diciembre? ... ¿Y las tantas víctimas de la corrupción? ¿Y los pibes de Cromañon? ¿Y los muertos por el gatillo fácil?... No se olviden de Cabezas... Siempre atrás de cada muerte la policía, la gendarmería, las fuerzas represivas. Cuidando privilegios, resguardando los intereses del poder.
Defendiendo prebendas... y hasta coimas. El 3 de octubre, comienza el juicio público a los presos de la Legislatura. Antes de caer, Béliz alcanzó a decir que había habido un complot de la SIDE... Nunca se aclaró. Pero los presos y presas pasaron 13 meses en las cárceles, víctimas de un sistema político y judicial decidido a "poner orden" en la casa, dejando en el desamparo, precisamente, a los más desamparados.
No nos vamos por las ramas cuando recordamos, que en cada una de estas acciones de "reorganizació n de la Nación", de restauración de la gobernabilidad, fue necesario recurrir a esas fuerzas represivas. Así ocurrió también en Las Heras, con los sin trabajo. O en los desalojos de los pueblos originarios en los conflictos por la tierra. Esas fuerzas represivas, se cobran su trabajo con la impunidad. Y si un juicio como el de Etchecolatz la pone en cuestión, muestran entonces que tienen "voluntad propia", que hay "solidaridades corporativas" , asoman las garras. Los carapintadas enseñan los dientes. Tienen sus congresales, sus legisladores, sus jueces. Pero también se tienen a sí mismos. Y ahí están, para recordarlo.
¿Cómo hacer entonces para que el miedo no nos paralice? ¿Cómo hacer, para que el enojo que hoy sentimos con quienes están mirando hacia otro lado, no vuelva a colocar a toda la sociedad en estado de vulnerabilidad o indefensión, de desconfianza y de impotencia?
Una vez más, ahora, resulta indispensable, mirarnos a los ojos y re-conocernos en la marcha. En la resistencia que continúa. Porque no podemos aflojar, cuando sabemos que acabamos de dar un paso importante con la prisión de uno de los genocidas, condenado precisamente por crímenes de lesa humanidad.
Ahora, apretar los puños, abrazarnos, y seguir andando. Ahora, curarnos unos a otros las heridas. Acariciarnos en nuestras cicatrices. Abrigarnos con las banderas multicolores que expresan todas las rebeldías, todas las posibles y deseadas emancipaciones. Ahora caminar. No detenernos. Sostener el desafío.
Ahora, gritar fuerte, porque Julio somos todos. Julio somos todas.
Porque tenemos que aparecer una vez más, las veces que sea necesario, para derrotar no a un grupo aislado, no a una patrulla extraviada, sino al poder. Ahora, juntar fuerzas para vencer al miedo y al dolor. Ahora, resulta indispensable, pronunciar con más claridad que nunca la palabra que nombra la vida, que la aparece con vida... Y el castigo a los culpables.

Via: Agencia de Comunicación Rodolfo Walsh

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