El juez federal Martínez de Giorgi sobreseyó al comisario Jorge G. Azzolina, el último uniformado incluido en la causa. El magistrado se niega a tomar en cuenta la evidencia acumulada en el expediente
Por: Federico Trofelli
La Policía Federal tuvo un rol decisivo en el ataque al edificio del barrio porteño de Colegiales donde funcionaban Tiempo Argentino y Radio América. Sin la intervención de los agentes de la exComisaría 31, los matones al mando del empresario de seguridad privada Juan Carlos Blander, coordinados por el falso comprador del diario Mariano Martínez Rojas, nunca podrían haber tenido acceso al lugar que era custodiado por los trabajadores bajo la orden del Ministerio de Trabajo.
A seis años de aquel episodio oscuro de la democracia, este diario resume las pruebas que los funcionarios judiciales, en su afán de persistir en desvincular a la fuerza de seguridad, se niegan a consentir.
Según se desprende de las declaraciones del propio Blander, volcadas en el expediente que lleva adelante el juez federal Marcelo Martínez de Giorgi, la estrategia de copar el edificio se pergeñó una semana antes, cuando se comunicó Martínez Rojas con él, de parte del comisario Jorge Guillermo Azzolina, a quien conocía porque hacía seguridad privada en la zona del Hipódromo de Palermo a través de la empresa All Acces.
El empresario correntino, cómplice del vaciamiento del Grupo 23 de medios, perpetrado por Sergio Szpolski y Matías Garfunkel, le explicó a Blander que necesitaba "serenos en un edificio, porque lo tengo que entregar y lo tengo tomado; tengo el permiso de la fiscalía para abrirlo con el cerrajero". Sin conocer a Martínez Rojas, Blander llamó al jefe policial, quien le confirmó que había sido él quien le pasó su contacto: "Azzolina me dijo que Martínez Rojas necesitaba custodia para ir al edificio con la policía hasta la puerta y cuidar el edificio, pero la policía no podía cuidarlo", reconoció. De esa manera, el jefe de la patota ratificó que fue él quien contrató a su séquito y al cerrajero, porque le habían garantizado previamente la presencia policial en la zona.
Ante la Justicia Penal, Contravencional y de Faltas de CABA, que intervino en un primer momento, el cerrajero Guillermo Carrasco recordó: "Yo me quería retirar sinceramente del lugar porque ya no me sentía cómodo ahí. Cada cinco minutos le preguntaba a Blander y a Mariano –el que se presentó como dueño– por la policía y les decía que si no venían ya, yo me iba".
"Pasaron unos minutos –continuó Carrasco- y vinieron dos móviles de la Policía Federal. Como ellos estaban con los papeles y la documentación del lugar, me acerco al policía y le pregunto si estaba todo OK para hacer la apertura. Ellos me contestan que sí, que haga el servicio. Y así fue. Estando los papeles presentes y la policía, hice la apertura del lugar. Aclaro que la policía me dio la orden directa de abrirlo. Quien me autorizó a abrir fue el policía que manejaba el móvil policial". Todo esto ocurrió en horas de la medianoche.
Los tres trabajadores de Tiempo, Nahuel de Lima, Gabriel Agüero y su madre, Norma Fernández, que pernoctaban en el edificio, coincidieron en lo que pasó durante los primeros minutos de ese 4 de julio de 2016. Declararon que fueron amenazados, golpeados y obligados a salir del edificio y que en la vereda se encontraron con al menos un patrullero. Idéntica versión fue sostenida por la editora de Política de Tiempo, Julia Izumi, y su marido, quienes fueron los primeros en llegar al lugar tras la irrupción de la patota. Todo esto ocurrió, según quedó acreditado, mucho antes de las 2 de la madrugada del 4 de julio.
Las entonces autoridades de la Cooperativa Por Más Tiempo, los periodistas Randy Stagnaro y Javier Borelli, fueron contundentes ante los funcionarios judiciales y policiales a la hora de describir la tensión de ese momento y el papel que jugó la fuerza de seguridad. Stagnaro advirtió que "la policía todo lo que hizo fue tratar de impedir que nosotros ingresáramos al edificio, y defendía la presencia de la patota. Decía que había una fiscal –nunca aclararon quién era- que había decidido que las cosas eran de esa manera, y que no había que modificarlas".
Stagnaro añadió que el subcomisario Carlos Aparicio tabicaba el ingreso a los trabajadores de prensa, a pesar de que le puntualizaban "que los custodios de los bienes allí presentes éramos nosotros por decisión del Ministerio de Trabajo, y que la patota no tenía nada que hacer ahí dentro, ya que no eran ni dueños del inmueble ni inquilinos". Sin embargo, "la autoridad policial se negaba a intervenir. Recién se puso en contacto con la fiscalía cuando se fueron sumando los trabajadores de la cooperativa, y otras personas que se solidarizaron con nosotros".
A pesar de la tormenta que sacudía a la ciudad en ese momento, cientos de colegas de otras redacciones, representantes del movimiento de empresas recuperadas y dirigentes políticos se acercaron al lugar para acompañar a los integrantes de la cooperativa.
Borelli aseguró en sede policial y judicial que los agentes argumentaban que "las personas que habían ingresado por la fuerza al lugar habían acreditado la titularidad del bien en cuestión mediante un contrato de locación". A estos mismos uniformados poco les importó cuando el entonces presidente de la cooperativa les comentó que ese contrato estaba vencido y les envió por mail la documentación. "Con lo cual la policía lo sabía en ese momento", testimonió.
Los dichos de los integrantes de la patota son igual de elocuentes. Henry Omar Castro Vargas sostuvo: "Llegué solo, y ya estaba la policía en el lugar; no tengo idea de qué seccional era. Había dos móviles policiales, el Sr. Martínez Rojas, personal policial y el Sr. Juan Blander. Nos dijeron que esperemos un ratito. Esperamos al costado. Abrieron la puerta con personal policial y el muchacho que estaba –creo que era un cerrajero, yo no lo conocía-. Ingresó la policía, el Sr. Martínez Rojas, y luego nos hicieron ingresar a nosotros. Nos dijeron que esperemos en el hall nada más. La policía hablaba con Martínez Rojas".
Carlos Roberto Antivero, otro de los violentos, coincidió con lo que dijo Castro Vargas sobre la presencia del cerrajero y la policía, y sumó otro elemento: "A nosotros, Martínez (Rojas) nos dijo que teníamos que hacer de serenos. Quedarnos ahí en el hall, sin hacer nada. Entonces, entramos a un hall, aproximadamente estuvimos 25 minutos en el hall, después la policía nos metió en una pieza".
En esa misma línea, Marcelo Mauricio Caña, admitió que "ellos –por Martínez Rojas, Blander, el cerrajero y los agentes- fueron quienes entraron y abrieron. Ellos fueron quienes sacaron a la gente que estaba adentro. Estaba un femenino y un masculino de policía. Después entramos nosotros, y quedaron esos policías en la puerta con el patrullero". Carlos Alberto Ruiz Díaz también señaló que de antemano había dos móviles policiales apostados.
Hace dos semanas, el juez Martínez de Giorgi sobreseyó al comisario Azzolina, a quien había procesado por los delitos de usurpación, daño, interrupción de la comunicación y robo. Para Martínez Rojas, Blander y los 13 integrantes de la patota mantuvo la imputación. El magistrado se alineó con lo dispuesto por la Sala I de la Cámara Federal a mediados de 2019 que pidió más pruebas para vincular la participación policial en el hecho.
Pero los elementos nuevos nunca llegaron: la Policía Federal había destruido todos los sumarios de ese entonces y no pudo establecer qué móviles, ni qué personal participó ese día del procedimiento ilegal; además, la fiscal contravencional informó a Martínez de Giorgi que esa noche todos los efectivos cumplieron puntillosamente sus órdenes. Y aclaró que el primer llamado de la policía lo recibió no antes de las 2 de la madrugada. Lo cual queda en evidencia que hasta ese momento, la fuerza hizo y deshizo a su antojo, pero nadie se hace cargo de sus movimientos.
La prioridad es luchar contra la impunidad policial
Por: María del Carmen Verdú
La mañana del 4 de julio de 2016, cuando aseguramos la recuperación del lugar para lxs trabajadorxs, empezamos a reconstruir los detalles de lo sucedido la noche anterior. Desde el minuto cero quedó en plena evidencia la intervención esencial de la Policía Federal. Sin su aporte no hubiera sido posible el ataque, ni su planificación.
Las pruebas son abrumadoras. La responsabilidad del comisario Jorge Azzolina, titular de la entonces comisaría 31ª de la PFA, es clara y directa. Fue quien personalmente recomendó al "experto en seguridad" Juan Carlos Blander para que Mariano Martínez Rojas le encargara el "trabajito". También fue Azzolina quien permitió la comprobada presencia de policías de la repartición que dieron asistencia y falsa cobertura legal al ataque.
Tendría que haber sido sencillo verificar qué patrulleros y qué efectivos estuvieron frente a Amenábar 23 en la medianoche del 4 de julio, horas antes de que fueran nuevamente convocados cuando se consumó el delito. Sabemos que si algo hacen las comisarías es registrar los movimientos de móviles y personal. Además, todos los patrulleros tienen, desde hace muchos años, sistemas de geolocalización. Sin embargo, como lo relata el juez Martínez de Giorgi en la resolución que sobreseyó al comisario, "los Libros de Registro de Personal y de Sumarios labrados en la ex Comisaría 31 de la Policía Federal Argentina fueron destruidos en virtud de haber trascurrido el plazo de conservación previsto en la normativa interna de dichas fuerzas". Tampoco "se obtuvieron los números de identificación de los móviles policiales que la mencionada dependencia policial tenía asignados el día de los sucesos", y "no resultó posible establecer el personal que se encontraba asignado a cada uno de ellos en cada día". Finalmente, "no existen registros en el sistema de geoposicionamiento de los equipos de Comunicación de la firma Motorola Solutions que se encontraban operativos en los móviles de la ex Comisaría 31 de la Policía Federal Argentina el día de los hechos, dado que son resguardados sólo por el lapso de seis meses".
La destrucción (u ocultamiento) de esas constancias, que habilitaron al juez a liberar de toda responsabilidad penal al comisario que apoyó el plan criminal de Martínez Rojas sólo se puede entender en el marco de una decisión institucional de garantizar su impunidad, que no es otra cosa que la impunidad del aparato estatal. Hay fotos y testimonios que dan cuenta de la intervención de Azzolina y sus agentes en la planificación y ejecución del ataque a Tiempo, pero las demoras procesales también permitieron que el resguardo de los registros quedara en un limbo, porque nadie buscó preservar esos materiales, sabiendo que había una investigación en marcha. Por el contrario, posiblemente hubo apuro en que desaparecieran y la ausencia de esa documentación debe ser explicada por las autoridades porteñas y nacionales que intervinieron en la transferencia de la Policía Federal en 2017, a seis meses del ataque a Tiempo.
Para entender la situación sirve recordar que el proceso contra Martínez Rojas empezó a avanzar seriamente una vez que, desde el poder, le soltaron la mano por la mafia de los contenedores. Hoy está detenido, con cuatro condenas por contrabando, defraudación en la venta de automóviles y estafa, más una quinta por la interrupción de la transmisión de Radio América, apenas unos días antes de que atacara Amenábar 23 para completar su plan de silenciamiento de la emisora y el diario. Pero a la policía la siguen protegiendo. El poder tiene claras sus prioridades. Desde la querella encarada por la Cooperativa Por Más Tiempo con patrocinio de Correpi, seguiremos dando batalla para revertirlo.
Un ataque que no puede quedar impune
Se cumplen seis años sin juicio ni castigo contra los autores de uno de los hechos más violentos contra la prensa desde el regreso de la democracia
Por: Federico Amigo
Cierren los ojos. Imaginen aunque sea por unos segundos que una patota compuesta por 15 matones ingresa por la fuerza a un edificio y destroza todo lo que encuentra a su paso. Antes, saca a patadas y trompadas a tres trabajadores que encuentra adentro. En unos segundos, tapa los ventanales para que nadie vea lo que sucede. Para ocultar la violencia. Para romper todo en una madrugada lluviosa. El edificio no es cualquier edificio: es la redacción de un medio de comunicación. Ejecutan un planificado ataque a la libertad de expresión. Cuentan con la complicidad policial en el intento por silenciar a la prensa. Dan un golpe contra el ejercicio periodístico en su conjunto.
Imaginen que pasaron seis años y que la Justicia todavía no identificó a los responsables del violento episodio. El hecho aún sigue impune. Abran los ojos. No hace falta imaginar nada. El ataque sucedió el 4 de julio de 2016. La redacción vandalizada fue la de Tiempo Argentino. Se cumplen seis años sin juicio ni castigo contra los autores de uno de los hechos más violentos contra la prensa desde el regreso de la democracia.
La causa para esclarecer el ataque tuvo movimiento los últimos días. El juez federal Marcelo Martínez de Giorgi descartó el vínculo de la Policía con el ataque y dictó el sobreseimiento de Jorge Guillermo Azzolina, jefe de la Comisaría 31, cuyos uniformados custodiaron la entrada y la salida de la patota a la redacción. Los esfuerzos de la Justicia por desresponsabilizar a la Policía son evidentes y, además, demoran el comienzo del juicio en un expediente que ya cuenta con los procesamientos de Mariano Martínez Rojas y sus patovicas de turno.
La organización de los trabajadores y las trabajadoras de la cooperativa sumada al amplio respaldo de gremios y organizaciones permiten mantener con fuerza el reclamo para esclarecer el ataque. Es la tradición de lucha heredada de las empresas recuperadas y las cooperativas. Es el camino por el que se revirtieron los 357 despedidos en la agencia estatal de noticias de Télam, un hito central para el Sindicato de Prensa de Buenos Aires (SiPreBa). Esta semana se cumplieron cuatro años de la histórica pelea para frenar otro vaciamiento, en este caso ejecutado por el gobierno macrista y su plan de despidos. La heroica resistencia es parte del hilo que une las dos historias. TelAm y Tiempo pusieron el cuerpo para defender el trabajo y también el derecho a la información de las audiencias, una disputa central para la sociedad en su conjunto.
Como querellantes con el patrocinio de Correpi, este martes la cooperativa concurrirá a una audiencia crucial por la causa que investiga los delitos de "usurpación, daño e interrupción de un medio de comunicación". Que suceda un día después del sexto aniversario no es una cuestión de azar: nada en la corporación judicial es casual. Daremos testimonio de lo que siempre denunciamos: el ataque tuvo la participación necesaria del comisario Azzolina y los policías a su cargo. Fueron nada menos que quienes facilitaron el ingreso al edificio. Aquella madrugada terminó con la patota huyendo con la ayuda de los uniformados. Aquella nueva recuperación confirmó que nada frenaría a Tiempo.
Desde hace seis años, también son muchos más quienes acompañan la lucha por la continuidad de este medio cada vez más potente. Estuvieron para defenderlo y para construir una mirada al futuro.
Fotos: Diego Martinez, Mariano Martino y Eduardo Sarapura
Fuente: Tiempo Argentino
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domingo, 3 de julio de 2022
lunes, 25 de octubre de 2021
Prisión efectiva para Mariano Martínez Rojas por intrusar la planta de Radio América
Fue mediante el mecanismo de juicio abreviado, en el que reconoció su responsabilidad en la interrupción del servicio radial
La condena fue dictada “de acuerdo al reconocimiento efectuado por el propio imputado, tanto en lo que se refiere a la existencia del hecho atribuido en el requerimiento de elevación a juicio, como en lo que atañe a su intervención en dicho suceso”.
“Las pruebas resultan idóneas para tener por legalmente acreditada la materialidad del hecho enrostrado”, resumió Casanello.
Martínez Rojas también deberá hacerse cargo de las costas (los gastos) del proceso. Esta es la cuarta condena contra Martínez Rojas (ninguna de ellas firme), entre otros delitos por contrabando, defraudación en la venta de automóviles y estafa.
Fuente: Noticias Argentinas
Por: Néstor Espósito
El juez federal Sebastián Casanello condenó al empresario Mariano Martínez Rojas, preso por contrabando en el marco de la causa “Mafia de los Contenedores”, a un año de prisión de cumplimiento efectivo por interrumpir las transmisiones de Radio América en 2016.
Martínez Rojas se adjudicaba por entonces la propiedad de Radio América y del diario Tiempo Argentino, en una supuesta operación de adquisición al empresario Sergio Szpolski.
Casanello hizo lugar a un acuerdo de “juicio abreviado” entre Martínez Rojas y la fiscal Paloma Ochoa.
Martínez Rojas nunca estuvo preso en este expediente, por lo que el tiempo que lleva detenido en el marco de otros procesos no se computa para esta condena.
El juez federal Sebastián Casanello condenó al empresario Mariano Martínez Rojas, preso por contrabando en el marco de la causa “Mafia de los Contenedores”, a un año de prisión de cumplimiento efectivo por interrumpir las transmisiones de Radio América en 2016.
Martínez Rojas se adjudicaba por entonces la propiedad de Radio América y del diario Tiempo Argentino, en una supuesta operación de adquisición al empresario Sergio Szpolski.
Casanello hizo lugar a un acuerdo de “juicio abreviado” entre Martínez Rojas y la fiscal Paloma Ochoa.
Martínez Rojas nunca estuvo preso en este expediente, por lo que el tiempo que lleva detenido en el marco de otros procesos no se computa para esta condena.
El 11 de junio de 2016, el trabajador de Radio América Francisco Juan Yofré denunció ante la Policía Federal Argentina que ese día “le fue informado por grupo de Whatsapp que habían intrusado la antena de transmisión de la radio, sita en la calle Pergamino 4055”. A las 14.30 horas “tomó conocimiento que habían interrumpido la señal transmitida por el estudio, y desde la antena de transmisión, comunicaban al aire, música, habiendo perdido el estudio el control sobre la emisión de aire de la radio”.
El delito por el que fue condenado es el de “interrupción de las comunicaciones radiales” en calidad de autor, ocurrido el 11 de junio de 2016 en la planta transmisora situada en la calle Pergamino 4055, de la Capital Federal.
La condena fue dictada “de acuerdo al reconocimiento efectuado por el propio imputado, tanto en lo que se refiere a la existencia del hecho atribuido en el requerimiento de elevación a juicio, como en lo que atañe a su intervención en dicho suceso”.
“Las pruebas resultan idóneas para tener por legalmente acreditada la materialidad del hecho enrostrado”, resumió Casanello.
Martínez Rojas también deberá hacerse cargo de las costas (los gastos) del proceso. Esta es la cuarta condena contra Martínez Rojas (ninguna de ellas firme), entre otros delitos por contrabando, defraudación en la venta de automóviles y estafa.
Fuente: Noticias Argentinas
jueves, 12 de agosto de 2021
Casación anuló el sobreseimiento de Mariano Martínez Rojas
La Sala II del máximo tribunal penal del país anuló la decisión del juez Ercolini que había favorecido al supuesto empresario y lo apartaron de la causa.
La Cámara Federal de Casación Penal anuló el fallo del juez Julián Ercolini que sobreseyó al supuesto empresario Mariano Martínez Rojas en la causa que lo investiga por haber interrumpido la señal de Radio América cuando ingresó a la planta transmisora de la radio junto con un grupo de personas en junio de 2016. La sala II del máximo tribunal penal dispuso “anular la resolución recurrida, apartar al juez y remitir las actuaciones a su procedencia a fin de que, por ante quien corresponda, se proceda a su sustanciación”.
La decisión fue tomada por unanimidad por los jueces Alejandro Slokar, Carlos Mahiques y Guillermo Yacobucci, que hicieron lugar al recurso interpuesto por el Ministerio Público Fiscal. El supuesto supuesto empresario obtuvo notoriedad cuando en 2016 se presentó como dueño de Tiempo Argentino y Radio América, ocasión en la que los trabajadores de esos medios lo denunciaron como “parte de una maniobra fraudulenta impulsada por el vaciador y autodenominado supuesto empresario Sergio Szpolski, que simuló la venta del diario Tiempo Argentino para eludir su responsabilidad en el cierre del medio a partir de la cesación de pagos de los salarios”. Casación señaló que Ercolini había omitido valorar los elementos de prueba propuestos por las partes, lo que constituye una causal de arbitrariedad conforme a la doctrina de la Corte Suprema de Justicia de la Nación, lo que dejó en falsa escuadra al cuestionado juez.
El supuesto empresario no gozaba de la aprobación del ENaCom para explotar la licencia de Radio América. El Ministerio Público Fiscal calificó la conducta como interrupción de comunicación radiales, delito previsto en el art. 197 del Código Penal.
Tras la irrupción, los trabajadores de los medios lo denunciaron como “parte de una maniobra fraudulenta impulsada por el vaciador y autodenominado supuesto empresario Sergio Szpolski, que simuló la venta del diario Tiempo Argentino para eludir su responsabilidad en el cierre del medio a partir de la cesación de pagos de los salarios. Apenas Martínez Rojas dijo haber adquirido el medio, sin aportar ninguna prueba, intentó suspender la salida del diario frente a los trabajadores del medio que llevaban dos meses sin cobrar".
La causa fue elevada a juicio en febrero de 2019 y quedó a cargo de Ercolini. Más de dos años después, y cuando correspondía la realización del debate oral y público, el magistrado dictó el sobreseimiento del único acusado por entender que no se podía probar el delito.
Ahora, la Cámara Federal de Casación Penal dejó sin efecto el sobreseimiento y señaló que el juez Ercolini había omitido valorar los elementos de prueba propuestos por las partes, lo que constituye una causal de arbitrariedad conforme a la doctrina de la Corte Suprema de Justicia de la Nación.
Martínez Rojas se encuentra, además, condenado en otro expediente a la pena de seis años de prisión por el delito de contrabando en el marco de la denominada causa de la “mafia de los contenedores”.
Fuente: Ámbito Financiero
La Cámara Federal de Casación Penal anuló el fallo del juez Julián Ercolini que sobreseyó al supuesto empresario Mariano Martínez Rojas en la causa que lo investiga por haber interrumpido la señal de Radio América cuando ingresó a la planta transmisora de la radio junto con un grupo de personas en junio de 2016. La sala II del máximo tribunal penal dispuso “anular la resolución recurrida, apartar al juez y remitir las actuaciones a su procedencia a fin de que, por ante quien corresponda, se proceda a su sustanciación”.
La decisión fue tomada por unanimidad por los jueces Alejandro Slokar, Carlos Mahiques y Guillermo Yacobucci, que hicieron lugar al recurso interpuesto por el Ministerio Público Fiscal. El supuesto supuesto empresario obtuvo notoriedad cuando en 2016 se presentó como dueño de Tiempo Argentino y Radio América, ocasión en la que los trabajadores de esos medios lo denunciaron como “parte de una maniobra fraudulenta impulsada por el vaciador y autodenominado supuesto empresario Sergio Szpolski, que simuló la venta del diario Tiempo Argentino para eludir su responsabilidad en el cierre del medio a partir de la cesación de pagos de los salarios”. Casación señaló que Ercolini había omitido valorar los elementos de prueba propuestos por las partes, lo que constituye una causal de arbitrariedad conforme a la doctrina de la Corte Suprema de Justicia de la Nación, lo que dejó en falsa escuadra al cuestionado juez.
El supuesto empresario no gozaba de la aprobación del ENaCom para explotar la licencia de Radio América. El Ministerio Público Fiscal calificó la conducta como interrupción de comunicación radiales, delito previsto en el art. 197 del Código Penal.
Tras la irrupción, los trabajadores de los medios lo denunciaron como “parte de una maniobra fraudulenta impulsada por el vaciador y autodenominado supuesto empresario Sergio Szpolski, que simuló la venta del diario Tiempo Argentino para eludir su responsabilidad en el cierre del medio a partir de la cesación de pagos de los salarios. Apenas Martínez Rojas dijo haber adquirido el medio, sin aportar ninguna prueba, intentó suspender la salida del diario frente a los trabajadores del medio que llevaban dos meses sin cobrar".
La causa fue elevada a juicio en febrero de 2019 y quedó a cargo de Ercolini. Más de dos años después, y cuando correspondía la realización del debate oral y público, el magistrado dictó el sobreseimiento del único acusado por entender que no se podía probar el delito.
Ahora, la Cámara Federal de Casación Penal dejó sin efecto el sobreseimiento y señaló que el juez Ercolini había omitido valorar los elementos de prueba propuestos por las partes, lo que constituye una causal de arbitrariedad conforme a la doctrina de la Corte Suprema de Justicia de la Nación.
Martínez Rojas se encuentra, además, condenado en otro expediente a la pena de seis años de prisión por el delito de contrabando en el marco de la denominada causa de la “mafia de los contenedores”.
Fuente: Ámbito Financiero
sábado, 3 de julio de 2021
4 de julio de 2016: La noche que no pudieron silenciarnos
María del Carmen Verdú, Eduardo Murúa, Lauro Grande y Diego Pietrafesa cuentan qué los impulsó, aquel 4 de julio de 2016, a luchar junto con los trabajadores de Tiempo para recuperar la redacción
Por: Federico Amigo @amigofede
La lluvia empapaba hasta los huesos. Inundaba el empedrado de la calle Amenábar. Cada vez llegaban más personas a la puerta de la redacción de Tiempo, el diario que había sido recuperado por sus trabajadores y trabajadoras tres meses antes. Con el pijama debajo del tapado negro, María del Carmén Verdú, referente de Correpi, empezó a chapear con la credencial de abogada. También presionaba Lauro Grande, por esos días diputado provincial. Diego Pietrafesa, colega de prensa, difundía las dramáticas escenas en las redes sociales. “Es ahora o nunca. Tenemos que entrar”, arengó Eduardo Murúa. Afuera de la redacción, la resistencia de compañeros, amigos, lectores, cooperativistas. En el medio, la participación necesaria –y cómplice– de la policía. Adentro, el ruido inconfundible de una patota que rompía todo lo que tenía adelante. Había que sacarlos. Había que defender a Tiempo. Había que recuperarlo, otra vez.
El ataque a la redacción de Tiempo y Radio América, el 4 de julio de 2016, ocurrió en un marco de amenazas, despidos y vaciamientos para el conjunto de las y los trabajadores de prensa. El desguace del Grupo 23, liderado por Sergio Szpolski y Matías Garfunkel, fue el primer conflicto del gremio en una época oscura para el periodismo. Entre 2016 y 2019, el mapa de medios no solo se concentró todavía más, sino que hubo más de 4500 despidos. Las y los periodistas, incluso, fueron espiados por los servicios de inteligencia. Pero también hubo victorias para el sector. La de esa madrugada, ese día en el que un colectivo de periodistas desalojó a una patota liderada por Mariano Martínez Rojas, fue una de ellas.
“Pasó de ser una noche de angustia y tristeza a la alegría y la consolidación de un medio como el que tenemos hoy”, sintetiza Grande, uno de los tantos protagonistas para revertir el escenario que, al comienzo de la madrugada, era desolador. En el testimonio de Pietrafesa, quien documentaba cada instante, acaso se resume el rol y la solidaridad de las y los colegas, factor fundamental para haber logrado entrar otra vez a la redacción de Amenábar 23. “Esa noche los vi defendiendo lo que amaban ustedes y lo que todos amamos. Lo hicieron entonces, lo hacen ahora y lo seguirán haciendo”, dice el delegado de Telefe y secretario de Derechos Humanos en el Sindicato de Prensa de Buenos Aires (SiPreBA). Verdú también coincide, y refuerza la importancia de dar la pelea en aquel cruel contexto. “La defensa de Tiempo resume el reclamo de un momento histórico en el que los trabajadores y las trabajadoras de prensa vieron atacados como nunca antes sus derechos y sus condiciones laborales, y hasta su integridad física. También puso sobre la mesa la real posibilidad de que las y los comunicadores fueran dueños de sus palabras”, sostiene quien representa a la cooperativa en la causa judicial que está en manos del Juzgado Criminal y Correccional Nº 8.
Aquel episodio fue un punto de inflexión, otro mojón que consolidó el camino de esta experiencia colectiva que comenzó en abril de 2016. El acompañamiento y la solidaridad de esa noche permitió que Tiempo mantuviera su lugar en el mapa de medios. No hubiese sido posible sin el aporte de distintos protagonistas clave. De otros medios autogestivos y de esa unidad. No hubo patota, policía, frío o lluvia que rompieran ese espíritu de preservación. “Defendí, defiendo y defenderé Tiempo porque se inscribe en la historia del periodismo que habla para el pueblo, dice para el pueblo e investiga para el pueblo. Y que no tiene nada que ver con los intereses corporativos ni las grandes riquezas”, explica Grande, que actualmente integra el Ministerio de Obras Públicas.
Los testimonios de Murúa, Grande, Pietrafesa y Verdú son una selección arbitraria, apenas una muestra que permite recordar aquella madrugada. Y reflexionar sobre la importancia de fortalecer un sistema de medios distinto al que representan los actores corporativos. “Nos sentimos parte de este proceso: defender a un medio autogestivo e independiente que amplifica nuestra propia voz y nos permite fisurar la invisibilización de las luchas, en particular la represiva, también es autodefensa”, concluye la Negra. Y en esa frase aparece el agradecimiento para todos y todas las que acompañan a Tiempo. Los que se sienten convocados, incluso en una noche tormentosa, helada y con olor a derrota, a defender sus derechos.
Medidas para probar la complicidad de la policía con la patota
Tras un largo letargo de la causa, la Justicia debe establecer el nexo. Pero la Comisaría 31, que dio cobertura a los violentos, ya no existe
Por: Federico Trofelli @FedeTrofelli
A cinco años del virulento ataque al edificio donde funcionaba la redacción de Tiempo y las instalaciones de Radio América, la Justicia avanza –luego de varios meses de letargo– en la producción de pruebas sobre la presunta complicidad entre la policía y la patota que aquella madrugada del 4 de julio de 2016 intentó despojar de su fuente laboral a unos 400 trabajadores de prensa del diario y la emisora, que habían formado parte del denominado Grupo 23, vaciado por los empresarios Sergio Szpolski y Matías Garfunkel.
El Juzgado Criminal en lo Correccional Federal N° 8, a cargo de Marcelo Martínez de Giorgi, ordenó el pasado 28 de junio a la Jefatura de la Policía Federal que tome las medidas necesarias para dar con los datos personales y el destino de todos los efectivos que se encontraban cumpliendo servicio en la ex Comisaría 31, de Colegiales, entre la noche del 3 y la madrugada del 4 de julio de ese año.
El juez quiere saber qué funciones tenía cada policía en ese momento y que se establezcan los móviles que estaban asignados a esa seccional con sus respectivos choferes y acompañantes. Del mismo modo, busca determinar los números de teléfonos celulares que había en cada patrullero y si poseían un sistema de rastreo satelital que “permitiera conocer su ubicación en tiempo real y si al día de la fecha resulta posible obtener los datos registrados sobre la ubicación de esos móviles durante la noche en cuestión”, según se desprende de la solicitud.
Esta información, bastante básica por cierto, ya había sido pedida hace cinco años por la querella, representada por la abogada María del Carmen Verdú. Sin embargo, el planteo fue sistemáticamente rechazado. Sin dudas, dar con esos datos habría sido más simple en 2016 si se tiene en cuenta que, en el tiempo transcurrido, la Comisaría 31 dejó de existir para dar paso a la Comisaría Vecinal 14-B, y que gran parte de la Policía Federal se fusionó con la Metropolitana, creando así la Policía de la Ciudad.
“Desde ese 4 de julio venimos sosteniendo que el ataque de la patota de Mariano Martínez Rojas a la redacción de Tiempo fue posible por la connivencia de la Policía Federal, que lo acompañó y le dijo al cerrajero convocado que tenía que forzar el ingreso porque se trataba del ‘dueño’”, explica la abogada que defiende los intereses de los trabajadores y trabajadoras de la Cooperativa Por Más Tiempo.
Según se pudo reconstruir a través de testimonios de los testigos y los propios sospechosos, aquella noche el supuesto comprador de Tiempo Argentino y Radio América, el estafador Martínez Rojas –en la actualidad preso por otra causa– irrumpió por la fuerza en el edificio de Amenábar 23, en el barrio porteño de Colegiales, donde pernoctaban tres trabajadores que resguardaban los elementos laborales gracias a un permiso del Ministerio de Trabajo. Tras golpearlos y echarlos, los intrusos tomaron las instalaciones y destruyeron parte del mobiliario.
El copamiento, tal como se desprende del expediente, fue encabezado por Martínez Rojas, que contó con los servicios de Juan Carlos Blander, un experimentado empresario que brindaba seguridad en grandes eventos musicales, quien se encargó de reclutar a una patota de más de una docena de hombres, muchos de ellos con antecedentes penales. Dicho por el mismo Blander, el comisario Jorge Guillermo Azzolina fue quien recomendó su nombre a Martínez Rojas para realizar este particular trabajo, porque, por obvias razones, la policía no podía participar activamente de la maniobra ilegal.
Sin embargo, los agentes no tuvieron mayores inconvenientes en darle cobertura en el territorio a la fuerza parapolicial. El lugarteniente de Azzolina, el subcomisario Gastón Aparicio, sí estuvo en el lugar de los hechos y jugó un rol clave en favor de los violentos, ya que intentó en todo momento que los trabajadores no ingresaran al edificio, filtrándole información a la fiscal contravencional Verónica Andrade, quien esa noche intervino desde su casa.
Lo que no esperaban tanto Andrade como la patota y los policías es que en cuestión de minutos, el sitio se colmara de otros trabajadores y organizaciones sociales y políticas que se solidarizaron inmediatamente con los cooperativistas de Tiempo y, a pesar de la fuerte tormenta, en la calle comenzaron un fuerte reclamo para recuperar el lugar.
“El procesamiento del comisario Azzolina fue revocado por la Cámara Criminal y Correccional Federal, que lo reemplazó por una falta de mérito, argumentando que faltaba producir prueba a su respecto. Pasaron casi dos años, y recién ahora el juzgado empezó a producir las medidas necesarias para establecer cuál fue la intervención policial, que no solo incumbe a Azzolina, sino también al subcomisario Aparicio, que fue el hombre de azul en el lugar”, continúa Verdú.
A pesar de intentar desvincular por el momento a Azzolina, el fallo de los jueces de la Sala I de la Cámara Federal, Leopoldo Bruglia, Mariano Llorens y Pablo Bertuzzi, emitido a mediados de 2019, ratificó la imputación que pesa sobre los otros 15 sospechosos, que ya habían sido procesados por el juez Martínez de Giorgi, entre los que se encuentran Martínez Rojas, Blander y el resto de la patota. Todos ellos quedaron formalmente acusados de “usurpación, daño, interrupción de la comunicación y robo”.
“Una vez que logramos superar el larguísimo tiempo insumido por la Corte Suprema de Justicia de la Nación para confirmar que los delitos cometidos eran de carácter federal, porque se dirigieron a impedir la libre circulación del diario y constituyen un atentado a la libertad de prensa, fue relativamente simple lograr el procesamiento de la patota y de su jefe, Martínez Rojas. Pero el aparato judicial trató de relativizar la participación necesaria de la policía, entonces integrantes de la Policía Federal, hoy policías de la Ciudad”, resume Verdú.
“Martínez Rojas y su patota nunca hubieran podido forzar su ingreso al edificio sin la cooperación policial”, insiste la abogada de la cooperativa y referente de Correpi, y concluye: “Desde la querella queremos llegar al juicio oral con todas las imputaciones completas. Sin los policías, no lo vamos a permitir”.
Multimillonarios embargos
En la última diligencia, el juez Martínez de Giorgi también embargó a Martínez Rojas por ocho millones de pesos; a Blander por dos millones de pesos; y al grupo de violentos integrado por Gabriel Moraut, Henry Castro Vargas, Carlos Ruiz Díaz, Carlos Antivero, Marcelo Caña, Pablo Batista, Diego Chávez, Esteban Díaz, Rodrigo Roldán, Juan Moreno, Ovidio Ramírez, Omar Ontivero y Alejandro Marostica Spahn, por la suma de 250 mil pesos cada uno.
Por: Federico Amigo @amigofede
La lluvia empapaba hasta los huesos. Inundaba el empedrado de la calle Amenábar. Cada vez llegaban más personas a la puerta de la redacción de Tiempo, el diario que había sido recuperado por sus trabajadores y trabajadoras tres meses antes. Con el pijama debajo del tapado negro, María del Carmén Verdú, referente de Correpi, empezó a chapear con la credencial de abogada. También presionaba Lauro Grande, por esos días diputado provincial. Diego Pietrafesa, colega de prensa, difundía las dramáticas escenas en las redes sociales. “Es ahora o nunca. Tenemos que entrar”, arengó Eduardo Murúa. Afuera de la redacción, la resistencia de compañeros, amigos, lectores, cooperativistas. En el medio, la participación necesaria –y cómplice– de la policía. Adentro, el ruido inconfundible de una patota que rompía todo lo que tenía adelante. Había que sacarlos. Había que defender a Tiempo. Había que recuperarlo, otra vez.
El ataque a la redacción de Tiempo y Radio América, el 4 de julio de 2016, ocurrió en un marco de amenazas, despidos y vaciamientos para el conjunto de las y los trabajadores de prensa. El desguace del Grupo 23, liderado por Sergio Szpolski y Matías Garfunkel, fue el primer conflicto del gremio en una época oscura para el periodismo. Entre 2016 y 2019, el mapa de medios no solo se concentró todavía más, sino que hubo más de 4500 despidos. Las y los periodistas, incluso, fueron espiados por los servicios de inteligencia. Pero también hubo victorias para el sector. La de esa madrugada, ese día en el que un colectivo de periodistas desalojó a una patota liderada por Mariano Martínez Rojas, fue una de ellas.
“Pasó de ser una noche de angustia y tristeza a la alegría y la consolidación de un medio como el que tenemos hoy”, sintetiza Grande, uno de los tantos protagonistas para revertir el escenario que, al comienzo de la madrugada, era desolador. En el testimonio de Pietrafesa, quien documentaba cada instante, acaso se resume el rol y la solidaridad de las y los colegas, factor fundamental para haber logrado entrar otra vez a la redacción de Amenábar 23. “Esa noche los vi defendiendo lo que amaban ustedes y lo que todos amamos. Lo hicieron entonces, lo hacen ahora y lo seguirán haciendo”, dice el delegado de Telefe y secretario de Derechos Humanos en el Sindicato de Prensa de Buenos Aires (SiPreBA). Verdú también coincide, y refuerza la importancia de dar la pelea en aquel cruel contexto. “La defensa de Tiempo resume el reclamo de un momento histórico en el que los trabajadores y las trabajadoras de prensa vieron atacados como nunca antes sus derechos y sus condiciones laborales, y hasta su integridad física. También puso sobre la mesa la real posibilidad de que las y los comunicadores fueran dueños de sus palabras”, sostiene quien representa a la cooperativa en la causa judicial que está en manos del Juzgado Criminal y Correccional Nº 8.
Quienes estuvieron aquella madrugada ya habían pasado por la redacción para solidarizarse durante el conflicto, acompañar e incluso sumar el aprendizaje y las enseñanzas de las recuperadas. Como el “Vasco” Murúa, hoy director nacional de Empresas Recuperadas en el Ministerio de Desarrollo Social. “Mi compromiso tenía que ver con que había estado en la formación como cooperativa. Sentí el desafío que habían asumido, el de recuperar un medio de comunicación, y también lo que significaba como beneficio para el conjunto de los trabajadores y de nuestro pueblo”, evalúa a cinco años del ataque.
No fue el único contra la prensa. “Durante el macrismo padecimos el cierre de medios y el intento de vaciamiento de los medios públicos, resistimos organizados en el SiPreBA y sufrimos agresiones por parte de las fuerzas policiales”, señala Carla Gaudensi, secretaria general de la Federación Argentina de Trabajadores de Prensa (FATPren). El hostigamiento se tradujo en que al menos 60 compañeros resultaron heridos y 20 detenidos mientras desarrollaban tareas periodísticas. “Junto con el CELS, lo denunciamos ante la CIDH. El expresidente Macri nunca se hizo cargo de esta violencia en contra de la prensa, así como sucedió con el ataque a Tiempo”, agrega sobre el escenario que atravesó el sector. Hasta ahora, la Justicia tampoco se hizo cargo de encontrar y sancionar a los culpables.
Aquel episodio fue un punto de inflexión, otro mojón que consolidó el camino de esta experiencia colectiva que comenzó en abril de 2016. El acompañamiento y la solidaridad de esa noche permitió que Tiempo mantuviera su lugar en el mapa de medios. No hubiese sido posible sin el aporte de distintos protagonistas clave. De otros medios autogestivos y de esa unidad. No hubo patota, policía, frío o lluvia que rompieran ese espíritu de preservación. “Defendí, defiendo y defenderé Tiempo porque se inscribe en la historia del periodismo que habla para el pueblo, dice para el pueblo e investiga para el pueblo. Y que no tiene nada que ver con los intereses corporativos ni las grandes riquezas”, explica Grande, que actualmente integra el Ministerio de Obras Públicas.
Los testimonios de Murúa, Grande, Pietrafesa y Verdú son una selección arbitraria, apenas una muestra que permite recordar aquella madrugada. Y reflexionar sobre la importancia de fortalecer un sistema de medios distinto al que representan los actores corporativos. “Nos sentimos parte de este proceso: defender a un medio autogestivo e independiente que amplifica nuestra propia voz y nos permite fisurar la invisibilización de las luchas, en particular la represiva, también es autodefensa”, concluye la Negra. Y en esa frase aparece el agradecimiento para todos y todas las que acompañan a Tiempo. Los que se sienten convocados, incluso en una noche tormentosa, helada y con olor a derrota, a defender sus derechos.
Medidas para probar la complicidad de la policía con la patota
Tras un largo letargo de la causa, la Justicia debe establecer el nexo. Pero la Comisaría 31, que dio cobertura a los violentos, ya no existe
Por: Federico Trofelli @FedeTrofelli
A cinco años del virulento ataque al edificio donde funcionaba la redacción de Tiempo y las instalaciones de Radio América, la Justicia avanza –luego de varios meses de letargo– en la producción de pruebas sobre la presunta complicidad entre la policía y la patota que aquella madrugada del 4 de julio de 2016 intentó despojar de su fuente laboral a unos 400 trabajadores de prensa del diario y la emisora, que habían formado parte del denominado Grupo 23, vaciado por los empresarios Sergio Szpolski y Matías Garfunkel.
El Juzgado Criminal en lo Correccional Federal N° 8, a cargo de Marcelo Martínez de Giorgi, ordenó el pasado 28 de junio a la Jefatura de la Policía Federal que tome las medidas necesarias para dar con los datos personales y el destino de todos los efectivos que se encontraban cumpliendo servicio en la ex Comisaría 31, de Colegiales, entre la noche del 3 y la madrugada del 4 de julio de ese año.
El juez quiere saber qué funciones tenía cada policía en ese momento y que se establezcan los móviles que estaban asignados a esa seccional con sus respectivos choferes y acompañantes. Del mismo modo, busca determinar los números de teléfonos celulares que había en cada patrullero y si poseían un sistema de rastreo satelital que “permitiera conocer su ubicación en tiempo real y si al día de la fecha resulta posible obtener los datos registrados sobre la ubicación de esos móviles durante la noche en cuestión”, según se desprende de la solicitud.
Esta información, bastante básica por cierto, ya había sido pedida hace cinco años por la querella, representada por la abogada María del Carmen Verdú. Sin embargo, el planteo fue sistemáticamente rechazado. Sin dudas, dar con esos datos habría sido más simple en 2016 si se tiene en cuenta que, en el tiempo transcurrido, la Comisaría 31 dejó de existir para dar paso a la Comisaría Vecinal 14-B, y que gran parte de la Policía Federal se fusionó con la Metropolitana, creando así la Policía de la Ciudad.
“Desde ese 4 de julio venimos sosteniendo que el ataque de la patota de Mariano Martínez Rojas a la redacción de Tiempo fue posible por la connivencia de la Policía Federal, que lo acompañó y le dijo al cerrajero convocado que tenía que forzar el ingreso porque se trataba del ‘dueño’”, explica la abogada que defiende los intereses de los trabajadores y trabajadoras de la Cooperativa Por Más Tiempo.
Según se pudo reconstruir a través de testimonios de los testigos y los propios sospechosos, aquella noche el supuesto comprador de Tiempo Argentino y Radio América, el estafador Martínez Rojas –en la actualidad preso por otra causa– irrumpió por la fuerza en el edificio de Amenábar 23, en el barrio porteño de Colegiales, donde pernoctaban tres trabajadores que resguardaban los elementos laborales gracias a un permiso del Ministerio de Trabajo. Tras golpearlos y echarlos, los intrusos tomaron las instalaciones y destruyeron parte del mobiliario.
El copamiento, tal como se desprende del expediente, fue encabezado por Martínez Rojas, que contó con los servicios de Juan Carlos Blander, un experimentado empresario que brindaba seguridad en grandes eventos musicales, quien se encargó de reclutar a una patota de más de una docena de hombres, muchos de ellos con antecedentes penales. Dicho por el mismo Blander, el comisario Jorge Guillermo Azzolina fue quien recomendó su nombre a Martínez Rojas para realizar este particular trabajo, porque, por obvias razones, la policía no podía participar activamente de la maniobra ilegal.
Sin embargo, los agentes no tuvieron mayores inconvenientes en darle cobertura en el territorio a la fuerza parapolicial. El lugarteniente de Azzolina, el subcomisario Gastón Aparicio, sí estuvo en el lugar de los hechos y jugó un rol clave en favor de los violentos, ya que intentó en todo momento que los trabajadores no ingresaran al edificio, filtrándole información a la fiscal contravencional Verónica Andrade, quien esa noche intervino desde su casa.
Lo que no esperaban tanto Andrade como la patota y los policías es que en cuestión de minutos, el sitio se colmara de otros trabajadores y organizaciones sociales y políticas que se solidarizaron inmediatamente con los cooperativistas de Tiempo y, a pesar de la fuerte tormenta, en la calle comenzaron un fuerte reclamo para recuperar el lugar.
“El procesamiento del comisario Azzolina fue revocado por la Cámara Criminal y Correccional Federal, que lo reemplazó por una falta de mérito, argumentando que faltaba producir prueba a su respecto. Pasaron casi dos años, y recién ahora el juzgado empezó a producir las medidas necesarias para establecer cuál fue la intervención policial, que no solo incumbe a Azzolina, sino también al subcomisario Aparicio, que fue el hombre de azul en el lugar”, continúa Verdú.
A pesar de intentar desvincular por el momento a Azzolina, el fallo de los jueces de la Sala I de la Cámara Federal, Leopoldo Bruglia, Mariano Llorens y Pablo Bertuzzi, emitido a mediados de 2019, ratificó la imputación que pesa sobre los otros 15 sospechosos, que ya habían sido procesados por el juez Martínez de Giorgi, entre los que se encuentran Martínez Rojas, Blander y el resto de la patota. Todos ellos quedaron formalmente acusados de “usurpación, daño, interrupción de la comunicación y robo”.
“Una vez que logramos superar el larguísimo tiempo insumido por la Corte Suprema de Justicia de la Nación para confirmar que los delitos cometidos eran de carácter federal, porque se dirigieron a impedir la libre circulación del diario y constituyen un atentado a la libertad de prensa, fue relativamente simple lograr el procesamiento de la patota y de su jefe, Martínez Rojas. Pero el aparato judicial trató de relativizar la participación necesaria de la policía, entonces integrantes de la Policía Federal, hoy policías de la Ciudad”, resume Verdú.
“Martínez Rojas y su patota nunca hubieran podido forzar su ingreso al edificio sin la cooperación policial”, insiste la abogada de la cooperativa y referente de Correpi, y concluye: “Desde la querella queremos llegar al juicio oral con todas las imputaciones completas. Sin los policías, no lo vamos a permitir”.
Multimillonarios embargos
En la última diligencia, el juez Martínez de Giorgi también embargó a Martínez Rojas por ocho millones de pesos; a Blander por dos millones de pesos; y al grupo de violentos integrado por Gabriel Moraut, Henry Castro Vargas, Carlos Ruiz Díaz, Carlos Antivero, Marcelo Caña, Pablo Batista, Diego Chávez, Esteban Díaz, Rodrigo Roldán, Juan Moreno, Ovidio Ramírez, Omar Ontivero y Alejandro Marostica Spahn, por la suma de 250 mil pesos cada uno.
Fotos: Eduardo Sarapura
Fuente: Diario Tiempo Argentino
Ver anteriores: Un grupo de violentos destrozó la redacción de Tiempo Argentino, Cosecha repudios la salvaje agresión en Tiempo Argentino y Radio América, Imputaron a Mariano Martínez Rojas por los destrozos en Tiempo Argentino, Mañana edición especial de Tiempo Argentino, Asamblea general abierta en la puerta de Tiempo Argentino y Radio América, “Los intrusos contaron con el acompañamiento de la Federal”, acusó periodista de Tiempo Argentino, Alejandro Wall: "No podrán ponernos de rodillas", Ataque a Tiempo Argentino: Los tres poderes del Estado están en mora, La tapa de Tiempo Argentino después del feroz ataque, Carta abierta a los trabajadores de Tiempo Argentino, Los trabajadores de Tiempo Argentino contaron el ataque en una edición especial (agotada en kioscos), Diputados repudió el ataque a los trabajadores de Tiempo Argentino y Radio América, Acerca de la visita de Cristina Fernández de Kirchner a Tiempo Argentino y Radio América, Radio América, transferencia de medios y el ENaCom, Trabajadores de Tiempo Argentino y Radio América relatan la visita de Cristina Fernández de Kirchner, Repara La Nación en la trama de engaños del empresario agresor de Tiempo Argentino, Trabajadores de Tiempo Argentino refutaron declaraciones de Macri, ENaCom estudia poner fin a la licencia de Radio América, ¿Quiénes son los usurpadores y quiénes los usurpados en Radio América?, El macrismo habilitó a la patota que atacó a Tiempo Argentino
lunes, 21 de diciembre de 2020
Mariano Martínez Rojas fue condenado a seis años de prisión
Es por por la causa de la "mafia de los contenedores". La condena se le suma a otra por estafa en Tierra del Fuego, de un año. Además, fue procesado por golpear a un guardiacárcel
Mariano Martínez Rojas, líder de la patota que atacó Tiempo Argentino y Radio América, fue condenado a una pena de cinco años de prisión en el marco de la causa conocida como la "mafia de los contenedores".
La condena de cinco años fue dictada por el Tribunal Oral en lo Penal Económico Nº2, integrada por los jueces Gustavo Losada, Claudio Javier Gutiérrez de la Cárcova y Jorge Alejandro Zabala, por el delito de contrabando simple, agravado por el uso de documentación apócrifa.
Asimismo, como parte de esta condena, también Martínez Rojas fue inhabilitado en forma perpetua para desempeñarse como miembro de las fuerzas de seguridad. Por diez años, tampoco puede trabajar como funcionario o empleado público (inhabilitación absoluta). Por cinco años, no puede ejercer la patria potestad que implica la administración de bienes y el derecho de disponer de ellos (inhabilitación absoluta), además de recibir una inhabilitación especial de un año para ejercer el comercio.
Por otra parte, el tribunal desestimó la acusación de “asociación ilícita”, que pesaba sobre él.
A esta condena por cinco años de prisión se le unificó otra por estafa, con la pena de un año de cárcel, dictada por el Tribunal Oral Federal de Tierra del Fuego. De esta manera, se impuso a Martínez Rojas una pena unificada de seis años de prisión.
Martínez Rojas, además, está acusado de otra maniobra vinculada con las Declaraciones Juradas Anticipadas de Importación.
Esta maniobra, recordó el portal GrupoLaProvincia, consistía en conseguir permisos para importar a dólar oficial, en medio de una disparidad cambiaria, y simular una importación de bienes que nunca sucedía.
Por otra parte, la Cámara Federal de San Martín confirmó el procesamiento a Martínez Rojas por golpear a un guardiacárcel del penal de Marcos Paz, ocurrido en julio de 2019.
El Tribunal de Apelaciones de San Martín confirmó este nuevo procesamiento dictado por el Juzgado Federal 3 de Morón, esta vez por "lesiones leves", con un embargo de 100.000 pesos por un "golpe de puño sobre el parietal izquierdo" que le dio a un guardia, Julián Romero, la tarde del 11 de julio de 2019, según un fallo citado por la agencia Télam.
Romero le había llevado una encomienda cuando ocurrió el hecho que, según testigos, también incluyó amenazas.
En su defensa, Martínez Rojas alegó que en "forma cercana a los hechos, él había denunciado a Romero por amenazas" en los tribunales federales de Retiro. Sin embargo, no se hallaron constancias de esa denuncia.
Mariano Martínez Rojas, líder de la patota que atacó Tiempo Argentino y Radio América, fue condenado a una pena de cinco años de prisión en el marco de la causa conocida como la "mafia de los contenedores".
La condena de cinco años fue dictada por el Tribunal Oral en lo Penal Económico Nº2, integrada por los jueces Gustavo Losada, Claudio Javier Gutiérrez de la Cárcova y Jorge Alejandro Zabala, por el delito de contrabando simple, agravado por el uso de documentación apócrifa.
Asimismo, como parte de esta condena, también Martínez Rojas fue inhabilitado en forma perpetua para desempeñarse como miembro de las fuerzas de seguridad. Por diez años, tampoco puede trabajar como funcionario o empleado público (inhabilitación absoluta). Por cinco años, no puede ejercer la patria potestad que implica la administración de bienes y el derecho de disponer de ellos (inhabilitación absoluta), además de recibir una inhabilitación especial de un año para ejercer el comercio.
Por otra parte, el tribunal desestimó la acusación de “asociación ilícita”, que pesaba sobre él.
A esta condena por cinco años de prisión se le unificó otra por estafa, con la pena de un año de cárcel, dictada por el Tribunal Oral Federal de Tierra del Fuego. De esta manera, se impuso a Martínez Rojas una pena unificada de seis años de prisión.
Martínez Rojas, además, está acusado de otra maniobra vinculada con las Declaraciones Juradas Anticipadas de Importación.
Esta maniobra, recordó el portal GrupoLaProvincia, consistía en conseguir permisos para importar a dólar oficial, en medio de una disparidad cambiaria, y simular una importación de bienes que nunca sucedía.
Por otra parte, la Cámara Federal de San Martín confirmó el procesamiento a Martínez Rojas por golpear a un guardiacárcel del penal de Marcos Paz, ocurrido en julio de 2019.
El Tribunal de Apelaciones de San Martín confirmó este nuevo procesamiento dictado por el Juzgado Federal 3 de Morón, esta vez por "lesiones leves", con un embargo de 100.000 pesos por un "golpe de puño sobre el parietal izquierdo" que le dio a un guardia, Julián Romero, la tarde del 11 de julio de 2019, según un fallo citado por la agencia Télam.
Romero le había llevado una encomienda cuando ocurrió el hecho que, según testigos, también incluyó amenazas.
En su defensa, Martínez Rojas alegó que en "forma cercana a los hechos, él había denunciado a Romero por amenazas" en los tribunales federales de Retiro. Sin embargo, no se hallaron constancias de esa denuncia.
Fuente: Diario Tiempo Argentino
martes, 1 de septiembre de 2020
Nunca más un Sergio Szpolski en los medios
Un empresario así no pueda tener licencia alguna de un medio sin antes resolver las cuestiones judiciales pendientes. Debe responder ante la Justicia por los daños a cientos de trabajadores. Mientras tanto, será repudiado por el gremio de prensa y la sociedad en su conjunto
Lejos de haber sido un perseguido, los hechos demuestran que Sergio Bartolomé Szpolski fue un protegido del macrismo y de los sectores más oscuros de este país, lo que llaman los sótanos de la democracia.
Szpolski, dueño del fallido Grupo 23, candidato a intendente de Tigre por el Frente para la Victoria en 2015, recibió fortunas de pauta oficial para sus diversos emprendimientos en los medios de comunicación, a los que en su mayoría hacía figurar como pyme para pagar la mitad del IVA.
Dentro de ese armado comercial, Szpolski reconoció haber tenido como socio a Darío Richarte, ex N°2 de la SIDE aliancista que volvió a poner a su gente en la AFI con la asunción de Macri. En una charla con los delegados gremiales de Tiempo lo llamó "socio oculto".
Uno de los hombres de Richarte-Szpolski en la AFI fue Juan José Gallea, ex gerente del Grupo 23 que ejerció como director de Finanzas en la gestión de Gustavo Arribas. Esta nota de Ricardo Ragendorfer es clave para entender esos vínculos: "El stornelligate destapó entre Szpolski, la exside y abogados"
Szpolski dejó de pagar salarios en algunos medios del grupo en diciembre de 2015 con Macri todavía sin asumir. Comenzó ahí su huida. A fines de ese año el vaciamiento del G23 era notable. Tampoco pagó el aguinaldo, que prometió en sucesivas fechas. En enero no abonó sueldos. No recurrió por entonces al argumento de la persecución.
El ministerio de Trabajo, a cargo de Jorge Triaca, no movió nada en su contra. No tuvo respuestas, como tampoco las tuvieron otras áreas del Gobierno a la que acudimos para defender nuestros derechos.
En reuniones con delegados, Szpolski no se mostraba perseguido. En enero, llegó a proponer apuestas sobre en qué lugar estaría él y en qué lugar estarían Cristóbal López y Olmos. Él decía que saldría adelante y el resto no.
A fines de enero, anunció la venta de Tiempo y Radio América a un desconocido Mariano Martínez Rojas, que nunca pagó salarios y que generó un lock out el 9/2 al decidir no imprimir el diario.
La venta nunca se concretó, como lo hemos denunciado en diversas ocasiones. Ni siquiera presentaron papeles que la acreditaran en las audiencias en Trabajo de la que participaban nuestra representación gremial, el Sindicato de Prensa de Buenos Aires (SiPreBA). Siempre dijimos: Szpolski es el dueño; Martínez Rojas era la trampa.
Szpolski siguió haciendo negocios, mientras tanto. En 2017, según el diario Perfil, reapareció en un entramado con una empresa de seguridad que hizo capacitaciones en la Policía Bonaerense. Gobernaba María Eugenia Vidal.
Nunca durante los cuatro años en los que estuvo escondido haciendo negocios acusó persecución. Estuvo tan bien protegido que no se lo escuchó hablar de periodismo contrahegemónico. Se acordó ahora, de repente. Dice que lo demonizan. No es demonización, es reclamo de derechos laborales.
Desde Tiempo Argentino realizamos diversas denuncias contra Szpolski y su socio, Matías Garfunkel. Una de ellas ante la Justicia federal por lavado de dinero y el entramado societario a partir de una investigación de Procelac.
También, ya conformados como cooperativa, reclamamos la quiebra de Balkbrug, sociedad de Szpolski-Garfunkel que administraba Tiempo. Para la sindicatura no había dudas sobre la titularidad. Señaló a ambos como "los verdaderos dueños de la sociedad fallida".
El año pasado, la Cámara Nacional de Apelaciones en lo Comercial, reconoció la responsabilidad patronal hasta octubre de 2017, cuando se dictó la quiebra. Debieron pagar salarios o indemnizaciones.
"Nada impide a los dependientes formar una cooperativa, derecho constitucionalmente garantizado ni a la cooperativa coexistir con el vínculo laboral que pudieren tener sus asociados con sus empleadores", argumentó la fiscal Gabriela Boquín.
El denominado Grupo 23 no era más que la ingeniería montada por Szpolski y Garfunkel para hacerse de recursos de la pauta oficial, licuar deudas y premeditar insolvencias, especialmente en perjuicio de los trabajadores. Ante el Juzgado Comercial N°23 tramita justamente la extensión de quiebra, que deberá aclarar y delimitar el alcance real de las responsabilidades de este personaje y sus secuaces.
Szpolski fue procesado por no pagar aportes patronales. Fuimos los propios trabajadores quienes lo denunciamos. Al contrario de lo que sucedió con otros de sus colegas, nunca entró, como pretende en esta reaparición, en la categoría de empresario al que había que detener. No hubo menciones de Macri a Szpolski. Ni públicas ni privadas. Y en tanto trabajadores nos constó esa protección cada vez que quisimos que el gobierno tan solo mediara una solución.
Cuando una patota a cargo de Martínez Rojas entró a la redacción de Tiempo y Radio América y nos rompió nuestros elementos de trabajo, el entonces presidente Macri nos llamó "usurpadores". A nosotros, que defendíamos las fuentes de trabajo.
Szpolski dejó a más de 800 trabajadores en la calle. Debe dar cuenta de una red de testaferros, desde choferes hasta secretarias, que aparecen como titulares de las distintas empresas del grupo en las que él se llamaba vicepresidente. En su reaparición, se confesó dueño del grupo, algo que negó durante todos estos años.
Mientras Szpolski se victimiza con una persecución que no sufrió, hubo colegas desalojados, otros que vieron peligrar tratamientos por diversas enfermedades y mucha, mucha gente que vivió gracias a las donaciones que recibíamos. Hubo compañeros que murieron en el camino. Y murieron llenos de angustia.
Su reaparición pública victimizándose es una provocación para esos trabajadores y sus familias. Y también es un peligro para una redacción que debió tener custodia de una fuerza federal durante dos años por los ataques y amenazas.
El gobierno debe velar para que un empresario así no pueda tener licencia alguna de un medio sin antes resolver las cuestiones judiciales pendientes. Sus sociedades, conexiones y negocios hablan por sí solas.
Szpolski debe responder ante la Justicia por los daños provocados a cientos de trabajadores. Mientras tanto, será repudiado por el gremio de prensa y la sociedad en su conjunto.
Foto: Mariano Martino
Fuente: Tiempo Argentino
El cruce entre Daniel Grinbank y Sergio Szpolski
El empresario de espectáculos y creador de Rock & Pop y el empresario de variados rubros se acusaron mutuamente de "pagar en negro a trabajadores", y de no poder "justificar el origen de fondos":
Lejos de haber sido un perseguido, los hechos demuestran que Sergio Bartolomé Szpolski fue un protegido del macrismo y de los sectores más oscuros de este país, lo que llaman los sótanos de la democracia.
Szpolski, dueño del fallido Grupo 23, candidato a intendente de Tigre por el Frente para la Victoria en 2015, recibió fortunas de pauta oficial para sus diversos emprendimientos en los medios de comunicación, a los que en su mayoría hacía figurar como pyme para pagar la mitad del IVA.
Dentro de ese armado comercial, Szpolski reconoció haber tenido como socio a Darío Richarte, ex N°2 de la SIDE aliancista que volvió a poner a su gente en la AFI con la asunción de Macri. En una charla con los delegados gremiales de Tiempo lo llamó "socio oculto".
Uno de los hombres de Richarte-Szpolski en la AFI fue Juan José Gallea, ex gerente del Grupo 23 que ejerció como director de Finanzas en la gestión de Gustavo Arribas. Esta nota de Ricardo Ragendorfer es clave para entender esos vínculos: "El stornelligate destapó entre Szpolski, la exside y abogados"
Szpolski dejó de pagar salarios en algunos medios del grupo en diciembre de 2015 con Macri todavía sin asumir. Comenzó ahí su huida. A fines de ese año el vaciamiento del G23 era notable. Tampoco pagó el aguinaldo, que prometió en sucesivas fechas. En enero no abonó sueldos. No recurrió por entonces al argumento de la persecución.
El ministerio de Trabajo, a cargo de Jorge Triaca, no movió nada en su contra. No tuvo respuestas, como tampoco las tuvieron otras áreas del Gobierno a la que acudimos para defender nuestros derechos.
En reuniones con delegados, Szpolski no se mostraba perseguido. En enero, llegó a proponer apuestas sobre en qué lugar estaría él y en qué lugar estarían Cristóbal López y Olmos. Él decía que saldría adelante y el resto no.
A fines de enero, anunció la venta de Tiempo y Radio América a un desconocido Mariano Martínez Rojas, que nunca pagó salarios y que generó un lock out el 9/2 al decidir no imprimir el diario.
La venta nunca se concretó, como lo hemos denunciado en diversas ocasiones. Ni siquiera presentaron papeles que la acreditaran en las audiencias en Trabajo de la que participaban nuestra representación gremial, el Sindicato de Prensa de Buenos Aires (SiPreBA). Siempre dijimos: Szpolski es el dueño; Martínez Rojas era la trampa.
Szpolski siguió haciendo negocios, mientras tanto. En 2017, según el diario Perfil, reapareció en un entramado con una empresa de seguridad que hizo capacitaciones en la Policía Bonaerense. Gobernaba María Eugenia Vidal.
Nunca durante los cuatro años en los que estuvo escondido haciendo negocios acusó persecución. Estuvo tan bien protegido que no se lo escuchó hablar de periodismo contrahegemónico. Se acordó ahora, de repente. Dice que lo demonizan. No es demonización, es reclamo de derechos laborales.
Desde Tiempo Argentino realizamos diversas denuncias contra Szpolski y su socio, Matías Garfunkel. Una de ellas ante la Justicia federal por lavado de dinero y el entramado societario a partir de una investigación de Procelac.
También, ya conformados como cooperativa, reclamamos la quiebra de Balkbrug, sociedad de Szpolski-Garfunkel que administraba Tiempo. Para la sindicatura no había dudas sobre la titularidad. Señaló a ambos como "los verdaderos dueños de la sociedad fallida".
El año pasado, la Cámara Nacional de Apelaciones en lo Comercial, reconoció la responsabilidad patronal hasta octubre de 2017, cuando se dictó la quiebra. Debieron pagar salarios o indemnizaciones.
"Nada impide a los dependientes formar una cooperativa, derecho constitucionalmente garantizado ni a la cooperativa coexistir con el vínculo laboral que pudieren tener sus asociados con sus empleadores", argumentó la fiscal Gabriela Boquín.
El denominado Grupo 23 no era más que la ingeniería montada por Szpolski y Garfunkel para hacerse de recursos de la pauta oficial, licuar deudas y premeditar insolvencias, especialmente en perjuicio de los trabajadores. Ante el Juzgado Comercial N°23 tramita justamente la extensión de quiebra, que deberá aclarar y delimitar el alcance real de las responsabilidades de este personaje y sus secuaces.
Szpolski fue procesado por no pagar aportes patronales. Fuimos los propios trabajadores quienes lo denunciamos. Al contrario de lo que sucedió con otros de sus colegas, nunca entró, como pretende en esta reaparición, en la categoría de empresario al que había que detener. No hubo menciones de Macri a Szpolski. Ni públicas ni privadas. Y en tanto trabajadores nos constó esa protección cada vez que quisimos que el gobierno tan solo mediara una solución.
Cuando una patota a cargo de Martínez Rojas entró a la redacción de Tiempo y Radio América y nos rompió nuestros elementos de trabajo, el entonces presidente Macri nos llamó "usurpadores". A nosotros, que defendíamos las fuentes de trabajo.
Szpolski dejó a más de 800 trabajadores en la calle. Debe dar cuenta de una red de testaferros, desde choferes hasta secretarias, que aparecen como titulares de las distintas empresas del grupo en las que él se llamaba vicepresidente. En su reaparición, se confesó dueño del grupo, algo que negó durante todos estos años.
Mientras Szpolski se victimiza con una persecución que no sufrió, hubo colegas desalojados, otros que vieron peligrar tratamientos por diversas enfermedades y mucha, mucha gente que vivió gracias a las donaciones que recibíamos. Hubo compañeros que murieron en el camino. Y murieron llenos de angustia.
Su reaparición pública victimizándose es una provocación para esos trabajadores y sus familias. Y también es un peligro para una redacción que debió tener custodia de una fuerza federal durante dos años por los ataques y amenazas.
El gobierno debe velar para que un empresario así no pueda tener licencia alguna de un medio sin antes resolver las cuestiones judiciales pendientes. Sus sociedades, conexiones y negocios hablan por sí solas.
Szpolski debe responder ante la Justicia por los daños provocados a cientos de trabajadores. Mientras tanto, será repudiado por el gremio de prensa y la sociedad en su conjunto.
Foto: Mariano Martino
Fuente: Tiempo Argentino
El cruce entre Daniel Grinbank y Sergio Szpolski
El empresario de espectáculos y creador de Rock & Pop y el empresario de variados rubros se acusaron mutuamente de "pagar en negro a trabajadores", y de no poder "justificar el origen de fondos":
lunes, 15 de julio de 2019
Sergio Szpolski fue procesado por apropiación indebida de aportes de los trabajadores de Radio América
Fue a partir de una denuncia de los trabajadores del medio. Se trata de dinero que debía destinarse a la seguridad social entre 2012 y 2016. El juez Berón de Astrada también embargó al empresario por $2 millones. El empresario recibió entre julio de 2009 y junio de 2015 la suma de 814.961.991 de pesos en concepto de publicidad del Estado nacional
El empresario Sergio Szpolski fue procesado por apropiación indebida de aportes de la seguridad social de trabajadores de Radio América en períodos que van desde el 2012 al 2016, mientras que fue embargado en 2 millones de pesos.
Así lo resolvió el juez en lo penal económico Ezequiel Berón de Astrada, quien también procesó a Oscar Flores, quien estaba al frente de la firma DESUP S.A y trabajaba bajo las órdenes de Szpolski.
Fueron los propios trabajadores de la Radio América quienes hicieron la denuncia y aseguraron que la toma de decisiones en la empresa y en cuanto a las cuestiones salariales estaba bajo la tutela de Szpolski, allá a partir del 2009.
Tanto periodistas como técnicos de la radio declararon como testigos ante el juez y aseguraron que era el propio Szpolski quien tomaba las decisiones en el grupo, y hasta se había comprometido ante aquellos a regularizar el pago de aportes hasta que finalmente en 2016 se la vendió supuestamente al empresario Mariano Martínez Rojas.
El 11 de junio de 2016 Martínez Rojas entro con un grupo de personas a la emisora Radio América, en la planta situada en Pergamino 4055. Allí, según los testigos, irrumpió alegando ser el nuevo dueño de la empresa Deluxe S.A. -supuestamente titular de la emisora- y ordenó la interrupción de la grilla de emisión e hizo cesar la transmisión, hecho penado por los artículos 194 y 197 del Código Penal. Por esto, el empresario está procesado.
En su descargo, Szpolski dijo que si bien ha sido el responsable editorial en algunos medios, jamás ha tenido injerencia, conocimiento o decisión en relación a las cuestiones impositivas de los mismos, que eran tareas fuera de su alcance.
Pero el juez concluyó que de acuerdo a la prueba acumulada, era él quien “se habría encargado, entre diversas cuestiones, de la toma de decisiones relativas al pago a los empleados en relación de dependencia y del destino de las sumas retenidas a aquéllos que debían haber sido ingresadas al Fisco dentro del término legal para hacerlo”.
Por ello lo procesó por apropiación indebida de aportes de los trabajadores de Radio América y le trabó un embargo de 2 millones de pesos.
Fuente: Agencia Noticias Argentinas
Así lo resolvió el juez en lo penal económico Ezequiel Berón de Astrada, quien también procesó a Oscar Flores, quien estaba al frente de la firma DESUP S.A y trabajaba bajo las órdenes de Szpolski.
Fueron los propios trabajadores de la Radio América quienes hicieron la denuncia y aseguraron que la toma de decisiones en la empresa y en cuanto a las cuestiones salariales estaba bajo la tutela de Szpolski, allá a partir del 2009.
Tanto periodistas como técnicos de la radio declararon como testigos ante el juez y aseguraron que era el propio Szpolski quien tomaba las decisiones en el grupo, y hasta se había comprometido ante aquellos a regularizar el pago de aportes hasta que finalmente en 2016 se la vendió supuestamente al empresario Mariano Martínez Rojas.
El 11 de junio de 2016 Martínez Rojas entro con un grupo de personas a la emisora Radio América, en la planta situada en Pergamino 4055. Allí, según los testigos, irrumpió alegando ser el nuevo dueño de la empresa Deluxe S.A. -supuestamente titular de la emisora- y ordenó la interrupción de la grilla de emisión e hizo cesar la transmisión, hecho penado por los artículos 194 y 197 del Código Penal. Por esto, el empresario está procesado.
En su descargo, Szpolski dijo que si bien ha sido el responsable editorial en algunos medios, jamás ha tenido injerencia, conocimiento o decisión en relación a las cuestiones impositivas de los mismos, que eran tareas fuera de su alcance.
Pero el juez concluyó que de acuerdo a la prueba acumulada, era él quien “se habría encargado, entre diversas cuestiones, de la toma de decisiones relativas al pago a los empleados en relación de dependencia y del destino de las sumas retenidas a aquéllos que debían haber sido ingresadas al Fisco dentro del término legal para hacerlo”.
Por ello lo procesó por apropiación indebida de aportes de los trabajadores de Radio América y le trabó un embargo de 2 millones de pesos.
Fuente: Agencia Noticias Argentinas
martes, 30 de abril de 2019
Procesan a Mariano Martínez Rojas y su patota por los destrozos en Tiempo Argentino y Radio América
El juez federal Marcelo Martínez De Giorgi procesó hoy, sin prisión preventiva, al empresario Mariano Martínez Rojas por "usurpación, daño, interrupción de las comunicaciones y robo", con un embargo de ocho millones de pesos, por irrumpir en las instalaciones del diario Tiempo Argentino y radio América en julio de 2016.
Martínez Rojas está detenido en otra causa penal vinculada a la "mafia de los contenedores", y ahora quedó procesado en esta investigación, según la resolución a la que accedió TelAm.
El juez procesó al detenido empresario y a otras 15 personas, entre ellas un cerrajero, empleados de seguridad que lo acompañaron ese día y un integrante de la Policía de la Ciudad que avaló su ingreso a la sede del diario.
El magistrado entendió que el diario atravesaba un "conflictivo contexto legal y laboral" y en ese marco Martínez Rojas "llevó a cabo el plan criminal" que tenía como objetivo "hacerse con la posesión del inmueble donde funcionaban la radio y el diario que reclamaba como propios pero obviando los canales legales que indefectiblemente debiera haber transitado para encontrar una solución legal al conflicto".
La irrupción, que contó con el apoyo de dos patrulleros de la Policía de la Ciudad, terminó con "graves daños en diversas instalaciones y en los sistemas informáticos emplazados a ese fin en el inmueble, ubicado en Amenábar 23, de la ciudad de Buenos Aires, destruyendo -entre otros elementos imprescindibles para la salida del diario- cables de red, el servidor interno, el servidor de Internet, las redes de telefonía, y sustrayendo el disco rígido del servidor central".
El diario se había constituido como cooperativa el 19 de abril de 2016.
Entre los procesados está Jorge Azzolina, comisionado mayor de la Policía de la Ciudad.
La noche en que irrumpió en el diario, Martínez Rojas mostró un supuesto oficio judicial que resultó ser falso.
Fuente: Agencia TelAm
Martínez Rojas está detenido en otra causa penal vinculada a la "mafia de los contenedores", y ahora quedó procesado en esta investigación, según la resolución a la que accedió TelAm.
El juez procesó al detenido empresario y a otras 15 personas, entre ellas un cerrajero, empleados de seguridad que lo acompañaron ese día y un integrante de la Policía de la Ciudad que avaló su ingreso a la sede del diario.
El magistrado entendió que el diario atravesaba un "conflictivo contexto legal y laboral" y en ese marco Martínez Rojas "llevó a cabo el plan criminal" que tenía como objetivo "hacerse con la posesión del inmueble donde funcionaban la radio y el diario que reclamaba como propios pero obviando los canales legales que indefectiblemente debiera haber transitado para encontrar una solución legal al conflicto".
El diario se había constituido como cooperativa el 19 de abril de 2016.
Entre los procesados está Jorge Azzolina, comisionado mayor de la Policía de la Ciudad.
La noche en que irrumpió en el diario, Martínez Rojas mostró un supuesto oficio judicial que resultó ser falso.
Fuente: Agencia TelAm
domingo, 16 de diciembre de 2018
Sergio Szpolski tuvo que declarar por la quiebra de Tiempo Argentino
Tras eludir otras citaciones judiciales, fue interrogado e intentó minimizar su rol en el vaciamiento del diario
A tres años de que Sergio Szpolski interrumpiera el pago de los sueldos de los trabajadores de Tiempo Argentino, el vaciador de medios tuvo que comparecer en la Justicia en el marco de la quiebra de Balkbrug SA, la sociedad anónima con la que editó el matutino entre 2010 y 2016. Como era de prever, el empresario que acumula denuncias y procesamientos buscó deslindarse de responsabilidades para derivarlas hacia su exsocio Matías Garfunkel y otros testaferros. A pesar de los gestos de cinismo propios de quien se piensa impune, Szpolski se mostró incómodo ante los interrogantes de la sindicatura y acabó advirtiendo a los periodistas de la cooperativa que lograron llevarlo a la Justicia: "Tienen que buscar por otro lado".
Luego de varios meses en los que Szpolski logró eludir las notificaciones de una citación judicial, finalmente tuvo que presentarse a declarar en el Juzgado Nacional de Primera Instancia en lo Comercial N° 23 que lleva adelante la quiebra de Balkbrug SA. Lo hizo acompañado de Hernán Frajnd, su abogado, y fue interrogado por alrededor de dos horas tanto por el juzgado como por la sindicatura que actúa en la causa acerca de la relación con la sociedad anónima y con las otras personas que figuran en la quiebra impulsada por los trabajadores que reclaman las indemnizaciones nunca pagadas por Szpolski, Garfunkel y el resto de los socios del Grupo 23.
Szpolski buscó minimizar las vinculaciones señalando que se basaban en artículos de prensa. Pero en el Juzgado se le informó que todas las preguntas partían de una rigurosa investigación que ya lleva varios cuerpos y cuenta con el aporte de pruebas producidas tanto por los trabajadores, representados por su letrado Andrés Bernal, como por la sindicatura a cargo de Pablo Berardino.
En noviembre de este año Tiempo había anticipado que para la sindicatura tampoco había dudas sobre la titularidad de Balkbrug. Del material presentado en la causa "surge indubitablemente" que tanto él como Garfunkel son "los verdaderos dueños de la sociedad fallida". Por eso pedía la "inhibición general de bienes" tanto de ellos como de Mariano Martínez Rojas, presunto comprador que Szpolski quiso meter en el medio del vaciamiento para deslindarse de responsabilidades. Si bien este último no puede acreditar la titularidad del bien, su propia autoincriminación obliga a considerarlo parte aún. Estos últimos dos también están en la lista para declarar, pero Garfunkel se encuentra actualmente fuera del país y Martínez Rojas, también procesado por el ataque a la redacción de Tiempo en julio de 2016, en prisión por otra causa conocida como la "mafia de los contenedores".
Foto: Pedro Pérez
Fuente: Tiempo Argentino
A tres años de que Sergio Szpolski interrumpiera el pago de los sueldos de los trabajadores de Tiempo Argentino, el vaciador de medios tuvo que comparecer en la Justicia en el marco de la quiebra de Balkbrug SA, la sociedad anónima con la que editó el matutino entre 2010 y 2016. Como era de prever, el empresario que acumula denuncias y procesamientos buscó deslindarse de responsabilidades para derivarlas hacia su exsocio Matías Garfunkel y otros testaferros. A pesar de los gestos de cinismo propios de quien se piensa impune, Szpolski se mostró incómodo ante los interrogantes de la sindicatura y acabó advirtiendo a los periodistas de la cooperativa que lograron llevarlo a la Justicia: "Tienen que buscar por otro lado".
Luego de varios meses en los que Szpolski logró eludir las notificaciones de una citación judicial, finalmente tuvo que presentarse a declarar en el Juzgado Nacional de Primera Instancia en lo Comercial N° 23 que lleva adelante la quiebra de Balkbrug SA. Lo hizo acompañado de Hernán Frajnd, su abogado, y fue interrogado por alrededor de dos horas tanto por el juzgado como por la sindicatura que actúa en la causa acerca de la relación con la sociedad anónima y con las otras personas que figuran en la quiebra impulsada por los trabajadores que reclaman las indemnizaciones nunca pagadas por Szpolski, Garfunkel y el resto de los socios del Grupo 23.
Szpolski buscó minimizar las vinculaciones señalando que se basaban en artículos de prensa. Pero en el Juzgado se le informó que todas las preguntas partían de una rigurosa investigación que ya lleva varios cuerpos y cuenta con el aporte de pruebas producidas tanto por los trabajadores, representados por su letrado Andrés Bernal, como por la sindicatura a cargo de Pablo Berardino.
En noviembre de este año Tiempo había anticipado que para la sindicatura tampoco había dudas sobre la titularidad de Balkbrug. Del material presentado en la causa "surge indubitablemente" que tanto él como Garfunkel son "los verdaderos dueños de la sociedad fallida". Por eso pedía la "inhibición general de bienes" tanto de ellos como de Mariano Martínez Rojas, presunto comprador que Szpolski quiso meter en el medio del vaciamiento para deslindarse de responsabilidades. Si bien este último no puede acreditar la titularidad del bien, su propia autoincriminación obliga a considerarlo parte aún. Estos últimos dos también están en la lista para declarar, pero Garfunkel se encuentra actualmente fuera del país y Martínez Rojas, también procesado por el ataque a la redacción de Tiempo en julio de 2016, en prisión por otra causa conocida como la "mafia de los contenedores".
Foto: Pedro Pérez
Fuente: Tiempo Argentino
domingo, 11 de noviembre de 2018
Sergio Szpolski fue el dueño vaciador de Tiempo Argentino
El contador que interviene en la quiebra pidió su inhibición de bienes junto a la de Matías Garfunkel. El jueves estaba citado a una audiencia y se ausentó
Por: Javier Borelli
"Vengo por el presente a solicitar a V. S. se decrete la inhibición general de bienes de las siguientes personas: Sergio Bartolomé Szpolski (DNI N° 17.977.389), Matías Garfunkel (DNI N° 24.069.189) y Mariano Martínez Rojas", señala el escrito presentado por Pablo Berardino, el síndico que interviene en la quiebra de Balkbrug SA, vieja editora de Tiempo. Allí el profesional contable señala que a partir del material presentado en la causa "surge indubitablemente" que estas personas son "los verdaderos dueños de la sociedad fallida", tal como señalaron desde un primer momento los trabajadores que conformaron la cooperativa.
La situación de Szpolski quedó más comprometida tras ausentarse este jueves de la audiencia a la que había sido citado por el juez subrogante Eduardo Malde. Una audiencia a la que los trabajadores de Tiempo habían sido vedados de presenciar.
Como experto vaciador, Szpolski tiene los contactos y estrategias desarrolladas para escapar a la Justicia. Pero no siempre es suficiente. El Juzgado Nacional de Primera Instancia en lo Comercial N° 23 tardó varios meses en lograr notificarlo de su citación. Primero pidieron datos de su paradero a la Cámara Electoral y al Registro Nacional de las Personas. Pero el oficial notificador siempre ponía excusas para dar con él. A tal punto que se ganó un reto del propio juzgado cuando la subrogante era María Gabriela Vasallo. El último intento de la jueza fue pedirle a la policía que lo busque, pero nuevamente el resultado fue negativo.
Todo cambió cuando Szpolski fue citado a declarar en la causa de los cuadernos, donde parece haber menos obstáculos para avanzar. Asistió a Comodoro Py en septiembre y, poco después, finalmente se dio por notificado de su citación a la quiebra en su nueva dirección de Olivos. El jueves, no obstante, debía comparecer a las 10 de la mañana en el juzgado y no se presentó. Los trabajadores de Tiempo habían solicitado estar presentes y, aunque en primer término habían recibido el visto bueno, el 31 de octubre el juez Malde cambió de opinión. "Encuentro prudente mantener por el momento reservada (sic) el conocimiento de las explicaciones", expresó.
Los trabajadores representados por el abogado Andrés Bernal, integrante del Movimiento Nacional de Empresas Recuperadas (MNER), presentarán en los próximos días un pedido de audiencia con el nuevo juez subrogante para pedirle celeridad en el proceso y conocer los motivos por los cuales no les permiten tener acceso al expediente completo de la causa. También solicitarán que se expida sobre su pedido de revisión de la fecha de terminación de la relación laboral, algo que la sindicatura estableció al inicio de la constitución de la cooperativa creada por los trabajadores para publicar su medio de manera autogestionada.
"El derecho de hacer una cooperativa lo tiene todo el mundo y también es lo que les ha permitido acceder a la Justicia de manera organizada. Lo que reclaman es que se cumpla con la ley que establece que es el decreto de quiebra el que establece el fin de la relación laboral", explica Bernal. Esa diferencia afecta el crédito laboral que reclaman los trabajadores y que, eventualmente, podría significar la reparación ante el vaciamiento que sufrieron. «
Martínez Rojas procesado
El estafador Juan Mariano Martínez Rojas fue procesado por el juez federal Daniel Rafecas por la violenta toma de la planta de trasmisión de Radio América el 11 de junio de 2016. El falso comprador de Tiempo y la emisora está acusado de interrumpir un medio de comunicación, un delito federal que contempla una pena de prisión de seis meses a dos años.
"La conducta desplegada por Martínez Rojas adquiere aun más gravedad porque, a la violenta situación que creó y generó en ocasión de poner fin a la vida comunicacional de Radio América, alegó derechos de propiedad sobre la frecuencia de dicha emisora que a la fecha no poseía, ello de conformidad con el Ente que regula la materia", concluyó el juez.
La toma de la planta no había tenido mayores consecuencias judiciales en su momento, por lo que el sospechoso continuó con su maniobra delictiva unos días después, cuando el 4 de julio avanzó con virulencia sobre la redacción de Tiempo, cuyo edificio compartía con los estudios de América. Esa noche, Martínez Rojas tuvo una suerte adversa.
Indagarán al comisario Azzolina por el ataque al diario
El comisario Jorge Guillermo Azzolina, titular de la Comisaría 31ª en momentos del ataque a la redacción de Tiempo, fue citado a indagatoria en la causa que investiga el intento de acallar a los periodistas del diario recuperado. El juez federal Marcelo Martínez de Giorgi lo citó para el próximo 20 de noviembre luego de haber quedado probado en el expediente su participación en la organización del ataque.
"Mi nombre es Martínez Rojas y hablo de parte del comisario Azzolina. Necesito un trabajo de serenos en un edificio, porque lo tengo que entregar y lo tengo tomado. Tengo el permiso de la fiscalía para abrirlo con el cerrajero", declaró Juan Carlos Blander, jefe de la patota que entró a los golpes en la redacción de la cooperativa según él mismo testimonió ante el Juzgado Nacional en lo Criminal y Correccional Federal N° 8. Esa declaración se suma a la de otros integrantes de la patota y la del cerrajero, Guillermo Carrasco, que realizó la apertura por la fuerza de la puerta de ingreso a la redacción y que consignó que "la policía me dio la orden de abrir el lugar".
De esta manera se avanza en la línea de investigación sobre la complicidad policial que sostienen desde el día del ataque los trabajadores de la cooperativa, representados por María del Carmen Verdú, referente de la Coordinadora contra la Represión Policial e Institucional (Correpi). Insólitamente, una denuncia paralela realizada por los periodistas ante la Procuraduría de Violencia Institucional (Procuvin) había sido convenientemente archivada.
Fotos: Mariano Martino y Diego Martínez
Fuente: Tiempo Argentino
Por: Javier Borelli
"Vengo por el presente a solicitar a V. S. se decrete la inhibición general de bienes de las siguientes personas: Sergio Bartolomé Szpolski (DNI N° 17.977.389), Matías Garfunkel (DNI N° 24.069.189) y Mariano Martínez Rojas", señala el escrito presentado por Pablo Berardino, el síndico que interviene en la quiebra de Balkbrug SA, vieja editora de Tiempo. Allí el profesional contable señala que a partir del material presentado en la causa "surge indubitablemente" que estas personas son "los verdaderos dueños de la sociedad fallida", tal como señalaron desde un primer momento los trabajadores que conformaron la cooperativa.
La situación de Szpolski quedó más comprometida tras ausentarse este jueves de la audiencia a la que había sido citado por el juez subrogante Eduardo Malde. Una audiencia a la que los trabajadores de Tiempo habían sido vedados de presenciar.
Como experto vaciador, Szpolski tiene los contactos y estrategias desarrolladas para escapar a la Justicia. Pero no siempre es suficiente. El Juzgado Nacional de Primera Instancia en lo Comercial N° 23 tardó varios meses en lograr notificarlo de su citación. Primero pidieron datos de su paradero a la Cámara Electoral y al Registro Nacional de las Personas. Pero el oficial notificador siempre ponía excusas para dar con él. A tal punto que se ganó un reto del propio juzgado cuando la subrogante era María Gabriela Vasallo. El último intento de la jueza fue pedirle a la policía que lo busque, pero nuevamente el resultado fue negativo.
Todo cambió cuando Szpolski fue citado a declarar en la causa de los cuadernos, donde parece haber menos obstáculos para avanzar. Asistió a Comodoro Py en septiembre y, poco después, finalmente se dio por notificado de su citación a la quiebra en su nueva dirección de Olivos. El jueves, no obstante, debía comparecer a las 10 de la mañana en el juzgado y no se presentó. Los trabajadores de Tiempo habían solicitado estar presentes y, aunque en primer término habían recibido el visto bueno, el 31 de octubre el juez Malde cambió de opinión. "Encuentro prudente mantener por el momento reservada (sic) el conocimiento de las explicaciones", expresó.
Los trabajadores representados por el abogado Andrés Bernal, integrante del Movimiento Nacional de Empresas Recuperadas (MNER), presentarán en los próximos días un pedido de audiencia con el nuevo juez subrogante para pedirle celeridad en el proceso y conocer los motivos por los cuales no les permiten tener acceso al expediente completo de la causa. También solicitarán que se expida sobre su pedido de revisión de la fecha de terminación de la relación laboral, algo que la sindicatura estableció al inicio de la constitución de la cooperativa creada por los trabajadores para publicar su medio de manera autogestionada.
"El derecho de hacer una cooperativa lo tiene todo el mundo y también es lo que les ha permitido acceder a la Justicia de manera organizada. Lo que reclaman es que se cumpla con la ley que establece que es el decreto de quiebra el que establece el fin de la relación laboral", explica Bernal. Esa diferencia afecta el crédito laboral que reclaman los trabajadores y que, eventualmente, podría significar la reparación ante el vaciamiento que sufrieron. «
Martínez Rojas procesado
El estafador Juan Mariano Martínez Rojas fue procesado por el juez federal Daniel Rafecas por la violenta toma de la planta de trasmisión de Radio América el 11 de junio de 2016. El falso comprador de Tiempo y la emisora está acusado de interrumpir un medio de comunicación, un delito federal que contempla una pena de prisión de seis meses a dos años.
"La conducta desplegada por Martínez Rojas adquiere aun más gravedad porque, a la violenta situación que creó y generó en ocasión de poner fin a la vida comunicacional de Radio América, alegó derechos de propiedad sobre la frecuencia de dicha emisora que a la fecha no poseía, ello de conformidad con el Ente que regula la materia", concluyó el juez.
La toma de la planta no había tenido mayores consecuencias judiciales en su momento, por lo que el sospechoso continuó con su maniobra delictiva unos días después, cuando el 4 de julio avanzó con virulencia sobre la redacción de Tiempo, cuyo edificio compartía con los estudios de América. Esa noche, Martínez Rojas tuvo una suerte adversa.
Indagarán al comisario Azzolina por el ataque al diario
El comisario Jorge Guillermo Azzolina, titular de la Comisaría 31ª en momentos del ataque a la redacción de Tiempo, fue citado a indagatoria en la causa que investiga el intento de acallar a los periodistas del diario recuperado. El juez federal Marcelo Martínez de Giorgi lo citó para el próximo 20 de noviembre luego de haber quedado probado en el expediente su participación en la organización del ataque.
"Mi nombre es Martínez Rojas y hablo de parte del comisario Azzolina. Necesito un trabajo de serenos en un edificio, porque lo tengo que entregar y lo tengo tomado. Tengo el permiso de la fiscalía para abrirlo con el cerrajero", declaró Juan Carlos Blander, jefe de la patota que entró a los golpes en la redacción de la cooperativa según él mismo testimonió ante el Juzgado Nacional en lo Criminal y Correccional Federal N° 8. Esa declaración se suma a la de otros integrantes de la patota y la del cerrajero, Guillermo Carrasco, que realizó la apertura por la fuerza de la puerta de ingreso a la redacción y que consignó que "la policía me dio la orden de abrir el lugar".
De esta manera se avanza en la línea de investigación sobre la complicidad policial que sostienen desde el día del ataque los trabajadores de la cooperativa, representados por María del Carmen Verdú, referente de la Coordinadora contra la Represión Policial e Institucional (Correpi). Insólitamente, una denuncia paralela realizada por los periodistas ante la Procuraduría de Violencia Institucional (Procuvin) había sido convenientemente archivada.
Fotos: Mariano Martino y Diego Martínez
Fuente: Tiempo Argentino
domingo, 29 de abril de 2018
Mariano Martínez Rojas sumó un nuevo revés en la justicia argentina
Es por la interrupción de la señal de Radio América, en junio de 2016. El empresario acumula pedidos de extradición, aunque también podría ser deportado
Por: Cecilia Devanna
El empresario correntino Mariano Martínez Rojas sumó un nuevo revés judicial este viernes. Fue luego de que el juez Federal Daniel Rafecas ordenara su captura internacional, por haber interrumpido la señal de radio América en junio de 2016. El magistrado hizo lugar a un requerimiento de la fiscal Paloma Ochoa y el pedido se suma a otros que el empresario tiene de distintos juzgados, por diferentes causas en su contra.
Martínez Rojas está preso en Miami desde fines de enero a la espera de ser extraditado a la Argentina, en tanto que también enfrenta problemas migratorios en la justicia estadounidense, luego de que se le venciera su permiso de residencia.
El caso que más lo compromete hasta ahora es uno que tramita en la justicia en lo Penal Económico. Es por su participación en la causa que investiga cómo se fugaron 300 millones de dólares entre 2013 y fines de 2015, salteando las restricciones del cepo cambiario, a través de los permisos para importar, conocidos como Declaraciones Juradas Anticipadas de Importaciones (DJAI).
En ese expediente, instruido por el juez Gustavo Meirovich, Martínez Rojas aparece encabezando una de las asociaciones ilícitas que intervinieron en las maniobras de presunto lavado de dinero realizado a través de empresas "fantasma", por las que se fugaba el dinero al exterior.
Martínez Rojas saltó a los medios a comienzos de 2016 por haber aparecido como el comprador de los medios de Sergio Szpolsky y Matías Garfunkel. Entre ellos estaba Radio América, a cuya planta transmisora, ubicada en Pergamino 4055, ingresó el 11 de junio de 2016, junto a un grupo de personas. En el lugar ordenó la interrupción de la grilla de emisión haciendo cesar la transmisión, lo que es considerado un delito federal que establece penas de tres meses a dos años de prisión, a quien se considere responsable.
Pocos días después, Martínez Rojas irrumpió a los golpes en la redacción de Tiempo Argentino, otro de los medios del grupo. En tanto que a fines del año pasado volvió a los medios con unos videos en los que se lo veía retirando millones de pesos de una caja de seguridad de un banco porteño.
En medio de los escándalos, Martínez Rojas voló al exterior, desde donde se burlaba de las órdenes de captura en su contra a través de publicaciones en sus cuentas en las redes sociales. Pero su suerte cambió a fines de enero, cuando con su visa vencida el 26 de diciembre, fue detenido por la fuerza migratoria estadounidense. Desde entonces enfrenta en paralelo procesos de deportación y extradición.
Fuente: Diario Perfil
Por: Cecilia Devanna
El empresario correntino Mariano Martínez Rojas sumó un nuevo revés judicial este viernes. Fue luego de que el juez Federal Daniel Rafecas ordenara su captura internacional, por haber interrumpido la señal de radio América en junio de 2016. El magistrado hizo lugar a un requerimiento de la fiscal Paloma Ochoa y el pedido se suma a otros que el empresario tiene de distintos juzgados, por diferentes causas en su contra.
Martínez Rojas está preso en Miami desde fines de enero a la espera de ser extraditado a la Argentina, en tanto que también enfrenta problemas migratorios en la justicia estadounidense, luego de que se le venciera su permiso de residencia.
El caso que más lo compromete hasta ahora es uno que tramita en la justicia en lo Penal Económico. Es por su participación en la causa que investiga cómo se fugaron 300 millones de dólares entre 2013 y fines de 2015, salteando las restricciones del cepo cambiario, a través de los permisos para importar, conocidos como Declaraciones Juradas Anticipadas de Importaciones (DJAI).
En ese expediente, instruido por el juez Gustavo Meirovich, Martínez Rojas aparece encabezando una de las asociaciones ilícitas que intervinieron en las maniobras de presunto lavado de dinero realizado a través de empresas "fantasma", por las que se fugaba el dinero al exterior.
Martínez Rojas saltó a los medios a comienzos de 2016 por haber aparecido como el comprador de los medios de Sergio Szpolsky y Matías Garfunkel. Entre ellos estaba Radio América, a cuya planta transmisora, ubicada en Pergamino 4055, ingresó el 11 de junio de 2016, junto a un grupo de personas. En el lugar ordenó la interrupción de la grilla de emisión haciendo cesar la transmisión, lo que es considerado un delito federal que establece penas de tres meses a dos años de prisión, a quien se considere responsable.
Pocos días después, Martínez Rojas irrumpió a los golpes en la redacción de Tiempo Argentino, otro de los medios del grupo. En tanto que a fines del año pasado volvió a los medios con unos videos en los que se lo veía retirando millones de pesos de una caja de seguridad de un banco porteño.
En medio de los escándalos, Martínez Rojas voló al exterior, desde donde se burlaba de las órdenes de captura en su contra a través de publicaciones en sus cuentas en las redes sociales. Pero su suerte cambió a fines de enero, cuando con su visa vencida el 26 de diciembre, fue detenido por la fuerza migratoria estadounidense. Desde entonces enfrenta en paralelo procesos de deportación y extradición.
Fuente: Diario Perfil
viernes, 2 de febrero de 2018
Condenan agresión a delegado de Radio El Mundo
El Sindicato de Prensa de Buenos Aires (SiPreBA) denuncia la agresión ocurrida el miércoles contra el delegado gremial de Radio El Mundo, Lucas Duette, y advierte al Ministerio de Trabajo sobre la utilización de patotas por parte de la empresa sin otro objetivo que la intimidación a los trabajadores.
El ataque contra el automóvil del delegado se da en medio de un proceso de vaciamiento de Radio El Mundo, donde los trabajadores están sosteniendo paros de 3 horas por turno en reclamo de los salarios adeudados de diciembre.
La utilización de patotas por parte de los empresarios de los medios no es nueva para los trabajadores de prensa, que sufrimos ataques similares durante la gran lucha de los compañeros de Tiempo Argentino y de Radio América contra Sergio Szpolski, Matías Garfúnkel y Mariano Martínez Rojas.
Rechazamos todo intento de intimidación, respaldamos la organización y las medidas de lucha llevadas adelante por los trabajadores de Radio El Mundo, exigimos el inmediato pago de salarios y hacemos responsable al Gobierno nacional del accionar de los empresarios detrás de las empresas detrás de la radio, Fío Fío Producciones y Difusora Baires.
Sindicato de Prensa de Buenos Aires
Quién es Eduardo Martín Rodríguez Flores
En 2014, cuando tomó el control de Radio Chaco, el portal La RedNoticias calificó a Eduardo Martín Rodríguez Flores de ultrakirchnerista. Rodríguez Flores, fue beneficiado también con emisoras en las siguientes ciudades: Resistencia, Posadas, Buenos Aires, Córdoba, Mendoza, 9 de Julio, Mar del Plata, Santiago del Estero, Santa Fe, La Plata, Tres Arroyos y 2 radios en Lima Perú.
A finales de marzo de 2012 Rodríguez Flores se presentó como nuevo dueño “de la histórica radio cordobesa LV2″ (luego utilizó el mismo calificativo "histórica" para Radio Chaco AM 740). En octubre del año pasado levantó el programa radial de Felipe Rojas, que salía por Radio Chaco desde hace más de 28 años. Por disposición de quien dice ser su director general, Martín Rodríguez Flores, Rojas fue notificado del cese del programa y la razón aducida por el titular de la emisora es que el periodista era afiliado al Partido Radical.
El ataque contra el automóvil del delegado se da en medio de un proceso de vaciamiento de Radio El Mundo, donde los trabajadores están sosteniendo paros de 3 horas por turno en reclamo de los salarios adeudados de diciembre.
La utilización de patotas por parte de los empresarios de los medios no es nueva para los trabajadores de prensa, que sufrimos ataques similares durante la gran lucha de los compañeros de Tiempo Argentino y de Radio América contra Sergio Szpolski, Matías Garfúnkel y Mariano Martínez Rojas.
Rechazamos todo intento de intimidación, respaldamos la organización y las medidas de lucha llevadas adelante por los trabajadores de Radio El Mundo, exigimos el inmediato pago de salarios y hacemos responsable al Gobierno nacional del accionar de los empresarios detrás de las empresas detrás de la radio, Fío Fío Producciones y Difusora Baires.
Sindicato de Prensa de Buenos Aires
Simplemente, googleamos el nombre del nuevo salvador y lo qué pasó a continuación los sorprenderá: pic.twitter.com/akTL1XWXQx— Lucas (@DuetteLucas) 31 de enero de 2018
Eduardo Martín Rodríguez Flores, dice que pagará los salarios y que relanzará Radio El Mundo a través de su firma “Arte Argentina S.A” ¡Que gran noticia! Seguramente debe tener un gran expediente con los pagos.. ah no, pará pic.twitter.com/Y0DveMibrd— Lucas (@DuetteLucas) 31 de enero de 2018
Quién es Eduardo Martín Rodríguez Flores
En 2014, cuando tomó el control de Radio Chaco, el portal La RedNoticias calificó a Eduardo Martín Rodríguez Flores de ultrakirchnerista. Rodríguez Flores, fue beneficiado también con emisoras en las siguientes ciudades: Resistencia, Posadas, Buenos Aires, Córdoba, Mendoza, 9 de Julio, Mar del Plata, Santiago del Estero, Santa Fe, La Plata, Tres Arroyos y 2 radios en Lima Perú.
A finales de marzo de 2012 Rodríguez Flores se presentó como nuevo dueño “de la histórica radio cordobesa LV2″ (luego utilizó el mismo calificativo "histórica" para Radio Chaco AM 740). En octubre del año pasado levantó el programa radial de Felipe Rojas, que salía por Radio Chaco desde hace más de 28 años. Por disposición de quien dice ser su director general, Martín Rodríguez Flores, Rojas fue notificado del cese del programa y la razón aducida por el titular de la emisora es que el periodista era afiliado al Partido Radical.
En una nota publicada en su portal (ya borrado) anunció:
“El empresario Martín Rodríguez Flores, Titular de Grupo ArteargentinA compro el 100 % del paquete accionario de Radiodifusora Mediterránea S.A., compañía licenciataria de LV2 AM 970 y FM 99.7 de la Ciudad de Córdoba Capital.
La histórica radio cordobesa será la cabecera central de LV2 Radio ArteargentinA, cadena de radios que se estará presentando en sociedad próximamente.
La operación entre el señor Martín Rodríguez Flores y sus anteriores dueños se realizo cumpliendo todos los requisitos solicitados por la Autoridad Federal de Servicios de Comunicación Audiovisual…”
Ahora en el mismo portal dice:
Martín Rodríguez Flores tiene un sueño, además de incumplir con los derechos de los trabajadores, quiere ser un Alejandro Romay:ArteargentinA Informa Mejor: La histórica Radio Chaco AM 740, (la radio mas importante de la región), ahora rebautizada con su nuevo nombre: Radio ArteargentinA Chaco AM 740 y FM 101.5
Desde la hora cero los oyentes se llevaron una notable sorpresa, con una programación en vivo las 24 Hs. que impactó en la sociedad…
Periódicamente la Provincia del Chaco está totalmente revolucionada y hay notables expectativas en toda la región, producto de los cambios y el gran trabajo que está realizando la empresa ArteargentinA S.A., encabezada por el Director General del Multimedios, Martín Rodríguez Flores y Directora Periodística General, Marisol Gálvez.
La histórica emisora chaqueña cuenta con un plantel de más de 40 profesionales de primerísimo nivel y calidad humana, quiénes se sumaron desde un principio y apoyaron a los nuevos directivos.
domingo, 12 de noviembre de 2017
Periodismo: Historias de terror
Por: Cecilia González
Esta semana se confirmó la noticia del cierre de la Agencia Diarios y Noticias (DyN), fundada hace 35 años. Más de 100 trabajadores de prensa quedaron en la calle porque así lo decidieron sus principales accionistas: Clarín, La Nación, Río Negro y La Gaceta de Tucumán.
Por falta de recursos no puede ser, si el Grupo Clarín es el más favorecido con la publicidad oficial del macrismo (337,2 millones de pesos sólo durante el primer semestre de 2017), además de que en estos casi dos años la empresa se reempoderó, incrementó sus ganancias y fortaleció sus múltiples negocios.
Cosas raras de la vida, entre más se enriquece el mayor grupo comunicacional de Argentina, más gente despide. En 2016, según Fopea, echó a 180 trabajadores, más que ningún otro medio. 2017 lo comenzó con el cierre de la planta gráfica AGEA: 380 personas más sin laburo. Y en el transcurso del año presionó a sus trabajadores para que aceptaran "retiros voluntarios".
Mientras se cerraba DyN, la hecatombe asomó en el Grupo Indalo. La empresa pagó salarios en dos cuotas y los trabajadores se declararon en asamblea permanente. La angustia de no poder cobrar y no saber si tendrás trabajo el próximo mes es infame. La situación se agrava porque los argentinos tienen encima la amenaza de una reforma laboral que buscará "bajar costos". Y los costos, ya lo sabemos, siempre somos los trabajadores.
Indalo incluye C5N y radios como la 10, Pop, Mega y Vale, en donde hubo cese temporal de actividades para reclamar el pago de los sueldos. Aunque ya les empezaron a pagar, la incertidumbre es total. Si lo sabrán los trabajadores de Radio del Plata o Ámbito Financiero. O los del Diario de Paraná, propiedad de la familia Etchevehere, que hace años cobran en cuotas. Capaz que ahora que Luis Miguel fue nombrado ministro de Agroindustria ya le alcanza para pagar completos los salarios.
También están los 30 trabajadores de Radio Continental Tucumán que la semana pasada quedaron en la calle de un día para el otro porque la empresa levantó por completo y sin previo aviso la programación local. Y ni hablar de Radio Emisora Cultural, propietaria de la legendaria Radio Rivadavia y de Radio Uno. La empresa quebró y sus trabajadores están en vilo. En Telefe, mientras tanto, esta semana hicieron un paro sorpresivo ante el temor de más despidos.
¿Y cómo olvidar el cierre del Buenos Aires Herald? ¿Y los despidos en Crónica y el cierre de las revistas de Editorial Atlántida y el periódico El Argentino? ¿Y los contratos precarios y el trabajo en negro?
Un solo dato para ilustrar un panorama desolador: la revista Anfibia anunció que necesitaba un editor y recibió más de 2000 solicitudes. Son más de 2000 periodistas que están buscando trabajo. Y casi no encuentran.
A los despidos masivos o por goteo y la desaparición de medios hay que sumar episodios preocupantes como la supuesta intención del gobierno, revelada en varias columnas y nunca negada por las autoridades, de empujar el cierre de PáginaI12 como represalia por las revelaciones de Horacio Verbitsky sobre el multimillonario y secreto blanqueo de familiares y amigos del presidente y de varios funcionarios. Decenas de periodistas de todo tipo de medios (Nelson Castro, Luciana Geuna, Jorge Fontevecchia, Miriam Lewin, Víctor Hugo Morales y Cynthia García, entre muchos otros), firmaron la solicitada "La información no puede ser silenciada" para alertar sobre el daño irreparable que provocaría esta medida.
Más allá de beneficiar con pauta oficial a medios amigos (como lo hicieron el kirchnerismo y los gobiernos anteriores) y desfilar incesantemente en programas de periodistas oficialistas, el gobierno calla ante episodios alarmantes:
FoPeA reportó casi 1500 despidos de trabajadores de prensa en 2016. Según SiPreBA, fueron más de 2000. En lo que ya coinciden ambas organizaciones es en que, hoy, la cifra se acerca a los tres mil. Son 3000 voces menos. ¿Nos damos cuenta de la gravedad? Sin pluralidad de voces no hay democracia, ni libertad de prensa, ni derecho a la información.
Por eso, defender a los periodistas como trabajadores y al periodismo como oficio no es una cuestión corporativa. Son valores esenciales en cualquier sociedad. En muchos países de América Latina ya hemos padecido el daño que provoca la alianza entre millonarios y poderosos medios concentrados y los gobiernos de turno. Es un escenario en el que, siempre, ganan pocos.
Fuente: Tiempo Argentino
Esta semana se confirmó la noticia del cierre de la Agencia Diarios y Noticias (DyN), fundada hace 35 años. Más de 100 trabajadores de prensa quedaron en la calle porque así lo decidieron sus principales accionistas: Clarín, La Nación, Río Negro y La Gaceta de Tucumán.
Por falta de recursos no puede ser, si el Grupo Clarín es el más favorecido con la publicidad oficial del macrismo (337,2 millones de pesos sólo durante el primer semestre de 2017), además de que en estos casi dos años la empresa se reempoderó, incrementó sus ganancias y fortaleció sus múltiples negocios.
Cosas raras de la vida, entre más se enriquece el mayor grupo comunicacional de Argentina, más gente despide. En 2016, según Fopea, echó a 180 trabajadores, más que ningún otro medio. 2017 lo comenzó con el cierre de la planta gráfica AGEA: 380 personas más sin laburo. Y en el transcurso del año presionó a sus trabajadores para que aceptaran "retiros voluntarios".
Mientras se cerraba DyN, la hecatombe asomó en el Grupo Indalo. La empresa pagó salarios en dos cuotas y los trabajadores se declararon en asamblea permanente. La angustia de no poder cobrar y no saber si tendrás trabajo el próximo mes es infame. La situación se agrava porque los argentinos tienen encima la amenaza de una reforma laboral que buscará "bajar costos". Y los costos, ya lo sabemos, siempre somos los trabajadores.
Indalo incluye C5N y radios como la 10, Pop, Mega y Vale, en donde hubo cese temporal de actividades para reclamar el pago de los sueldos. Aunque ya les empezaron a pagar, la incertidumbre es total. Si lo sabrán los trabajadores de Radio del Plata o Ámbito Financiero. O los del Diario de Paraná, propiedad de la familia Etchevehere, que hace años cobran en cuotas. Capaz que ahora que Luis Miguel fue nombrado ministro de Agroindustria ya le alcanza para pagar completos los salarios.
También están los 30 trabajadores de Radio Continental Tucumán que la semana pasada quedaron en la calle de un día para el otro porque la empresa levantó por completo y sin previo aviso la programación local. Y ni hablar de Radio Emisora Cultural, propietaria de la legendaria Radio Rivadavia y de Radio Uno. La empresa quebró y sus trabajadores están en vilo. En Telefe, mientras tanto, esta semana hicieron un paro sorpresivo ante el temor de más despidos.
¿Y cómo olvidar el cierre del Buenos Aires Herald? ¿Y los despidos en Crónica y el cierre de las revistas de Editorial Atlántida y el periódico El Argentino? ¿Y los contratos precarios y el trabajo en negro?
Un solo dato para ilustrar un panorama desolador: la revista Anfibia anunció que necesitaba un editor y recibió más de 2000 solicitudes. Son más de 2000 periodistas que están buscando trabajo. Y casi no encuentran.
A los despidos masivos o por goteo y la desaparición de medios hay que sumar episodios preocupantes como la supuesta intención del gobierno, revelada en varias columnas y nunca negada por las autoridades, de empujar el cierre de PáginaI12 como represalia por las revelaciones de Horacio Verbitsky sobre el multimillonario y secreto blanqueo de familiares y amigos del presidente y de varios funcionarios. Decenas de periodistas de todo tipo de medios (Nelson Castro, Luciana Geuna, Jorge Fontevecchia, Miriam Lewin, Víctor Hugo Morales y Cynthia García, entre muchos otros), firmaron la solicitada "La información no puede ser silenciada" para alertar sobre el daño irreparable que provocaría esta medida.
Más allá de beneficiar con pauta oficial a medios amigos (como lo hicieron el kirchnerismo y los gobiernos anteriores) y desfilar incesantemente en programas de periodistas oficialistas, el gobierno calla ante episodios alarmantes:
- Periodistas de diversos medios fueron agredidos por violentos infiltrados en las marchas por la desaparición de Santiago Maldonado. Hay fotos y videos, pero seguimos sin saber quiénes son y por qué no los han detenido.
- El diputado electo por Cambiemos Fernando Iglesias agredió en las redes sociales (con su habitual estilo pendenciero nunca cuestionado por sus aliados políticos) a los periodistas María O'Donnell y Ernesto Tenembaum.
- Seis trabajadores de Perfil fueron procesados por ejercer sus derechos sindicales y luego absueltos gracias a la lucha de sus compañeros.
- La periodista Fabiana Bringas fue patoteada al aire por su jefe, el director de Radio Nacional Córdoba, Orestes Lucero.
- Los periodistas Germán de los Santos y Hernán Lascano tuvieron que cancelar la presentación de su libro "Los Monos" en Rosario por amenazas de familiares de narcos.
- El empresario estafador Mariano Martínez Rojas reapareció en horario central como supuesto testigo "arrepentido". Es el mismo que el año pasado destrozó junto con una patota las instalaciones de Tiempo Argentino y Radio América, caso que sigue impune.
FoPeA reportó casi 1500 despidos de trabajadores de prensa en 2016. Según SiPreBA, fueron más de 2000. En lo que ya coinciden ambas organizaciones es en que, hoy, la cifra se acerca a los tres mil. Son 3000 voces menos. ¿Nos damos cuenta de la gravedad? Sin pluralidad de voces no hay democracia, ni libertad de prensa, ni derecho a la información.
Por eso, defender a los periodistas como trabajadores y al periodismo como oficio no es una cuestión corporativa. Son valores esenciales en cualquier sociedad. En muchos países de América Latina ya hemos padecido el daño que provoca la alianza entre millonarios y poderosos medios concentrados y los gobiernos de turno. Es un escenario en el que, siempre, ganan pocos.
Fuente: Tiempo Argentino
jueves, 31 de agosto de 2017
Mariano Martínez Rojas: el líder de la patota que atacó a Tiempo
Comunicado de los trabajadores de Tiempo Argentino, a propósito de la aparición del siniestro empresario
Juan Mariano Martínez Rojas no es el ex dueño de Tiempo Argentino, sino el líder de una patota que el 4 de julio de 2016 irrumpió en la redacción del diario sacando a los golpes a sus trabajadores, rompió equipos de trabajo y cortó las redes de comunicación del medio cooperativo para impedir que pudiéramos seguir informando. Hay cientos de testigos, fotografías y videos que lo muestran participando de los destrozos y luego saliendo del lugar escoltado por la policía. Todavía más, la única persona imputada por el ataque que declaró en la causa señaló que su ingreso a la redacción forzando una cerradura se produjo con la policía.
Por todo eso los trabajadores de la cooperativa creada tras el vaciamiento del diario hoy convivimos con una custodia permanente de la Prefectura Naval en nuestra redacción. Porque la Procuraduría de Violencia Institucional consideró que era necesario resguardar nuestra integridad fìsica. Su reaparición pública blanqueada bajo la figura de “arrepentido” hoy hace más importante que nunca esa garantía. El Estado es responsable de nuestra seguridad y, sobre todo, de proteger la libertad de expresión garantizando la salida y el normal desarrollo de la actividad en nuestro medio.
Juan Mariano Martínez Rojas también es la misma persona que el 11 de junio de 2016 ocupó la planta transmisora de Radio América y sacó del aire a los compañeros que mantenían su servicio informativo a pesar de no recibir pago desde diciembre de 2015. Tanto esta situación como la anterior generaron denuncias penales que se tramitan en el fuero federal, pues la interrupción de las comunicaciones y el ataque a la libertad de prensa son delitos que se investigan allí. Sin embargo, y a pesar de la relevancia del tema, ningún juez federal se animó a investigar y la causa hoy duerme en la Corte Suprema esperando que allí se defina qué juzgado se va a hacer cargo. Esta situación hace pensar que antes que enemigos, esta persona tiene muchos aliados poderosos interesados en que no se esclarezcan estos hechos.
Así lo piensa también la Comisión Interamericana de Derechos Humanos, que intimó al Estado a esclarecer el ataque. En el Informe de la Relatoría Especial para la Libertad de Expresión que fue publicado en abril último, se menciona el ataque de Martínez Rojas y se manifiesta su preocupación por el hecho. Por eso, incluso, en el texto se le recuerda al Estado su "obligación de prevenir, de proteger, de investigar, juzgar y sancionar penalmente a los responsables de estos crímenes" que atentan contra el "derecho a la vida, a la integridad personal y a la libertad de expresión".
Por último, sobre su presunta “compra” de Tiempo Argentino, queremos dejar de manifiesto que la persona mencionada nunca pudo probar en sede judicial la titularidad del medio. Tampoco lo hizo ante el Ministerio de Trabajo, donde los empleados del diario y de Radio América reclamamos por meses por las deudas contraídas.
Por todo esto, como integrantes de la cooperativa creada por los trabajadores de prensa que integrábamos el diario que vació el Grupo 23 de Sergio Szpolski y Matías Garfunkel y que recuperamos como medio autogestionado, exigimos que se haga justicia sobre el ataque que recibimos. Que se esclarezca quién es realmente Martínez Rojas, quiénes lo defienden o promueven y que todos ellos asuman la responsabilidad de sus delitos.
Pedimos a los colegas que cubren la noticia de su reaparición mediática, que tengan en cuenta estas aclaraciones que realizamos. Y a propósito de las falsedades que Martinez Rojas señala sobre la cooperativa en la actualidad, los invitamos a visitar nuestra redacción para conocer cómo funciona este proyecto de periodismo autogestionado.
Trabajadores de Tiempo Argentino
Teléfonos de contacto:
Javier Borelli (Presidente de la Cooperativa) 15 5925 9551
Federico Amigo (Secretario de la Cooperativa) 15 6168 7366
------------------------------------------------------------------------------------------------------------
Para saber más sobre Martínez Rojas, pueden ver las siguientes notas publicadas en Tiempo:
Crónica del violento intento de silenciar a Tiempo / El ataque pasa a fuero federal / La CIDH recibió a Tiempo Argentino / Informe de la CIDH en el diario / Fallo de la Procuración y espera de la Corte / Nota por el aniversario
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Martínez Rojas cuando entró con su patota a destruir la redacción de Tiempo |
Por todo eso los trabajadores de la cooperativa creada tras el vaciamiento del diario hoy convivimos con una custodia permanente de la Prefectura Naval en nuestra redacción. Porque la Procuraduría de Violencia Institucional consideró que era necesario resguardar nuestra integridad fìsica. Su reaparición pública blanqueada bajo la figura de “arrepentido” hoy hace más importante que nunca esa garantía. El Estado es responsable de nuestra seguridad y, sobre todo, de proteger la libertad de expresión garantizando la salida y el normal desarrollo de la actividad en nuestro medio.
Juan Mariano Martínez Rojas también es la misma persona que el 11 de junio de 2016 ocupó la planta transmisora de Radio América y sacó del aire a los compañeros que mantenían su servicio informativo a pesar de no recibir pago desde diciembre de 2015. Tanto esta situación como la anterior generaron denuncias penales que se tramitan en el fuero federal, pues la interrupción de las comunicaciones y el ataque a la libertad de prensa son delitos que se investigan allí. Sin embargo, y a pesar de la relevancia del tema, ningún juez federal se animó a investigar y la causa hoy duerme en la Corte Suprema esperando que allí se defina qué juzgado se va a hacer cargo. Esta situación hace pensar que antes que enemigos, esta persona tiene muchos aliados poderosos interesados en que no se esclarezcan estos hechos.
Así lo piensa también la Comisión Interamericana de Derechos Humanos, que intimó al Estado a esclarecer el ataque. En el Informe de la Relatoría Especial para la Libertad de Expresión que fue publicado en abril último, se menciona el ataque de Martínez Rojas y se manifiesta su preocupación por el hecho. Por eso, incluso, en el texto se le recuerda al Estado su "obligación de prevenir, de proteger, de investigar, juzgar y sancionar penalmente a los responsables de estos crímenes" que atentan contra el "derecho a la vida, a la integridad personal y a la libertad de expresión".
Por último, sobre su presunta “compra” de Tiempo Argentino, queremos dejar de manifiesto que la persona mencionada nunca pudo probar en sede judicial la titularidad del medio. Tampoco lo hizo ante el Ministerio de Trabajo, donde los empleados del diario y de Radio América reclamamos por meses por las deudas contraídas.
Por todo esto, como integrantes de la cooperativa creada por los trabajadores de prensa que integrábamos el diario que vació el Grupo 23 de Sergio Szpolski y Matías Garfunkel y que recuperamos como medio autogestionado, exigimos que se haga justicia sobre el ataque que recibimos. Que se esclarezca quién es realmente Martínez Rojas, quiénes lo defienden o promueven y que todos ellos asuman la responsabilidad de sus delitos.
Pedimos a los colegas que cubren la noticia de su reaparición mediática, que tengan en cuenta estas aclaraciones que realizamos. Y a propósito de las falsedades que Martinez Rojas señala sobre la cooperativa en la actualidad, los invitamos a visitar nuestra redacción para conocer cómo funciona este proyecto de periodismo autogestionado.
Trabajadores de Tiempo Argentino
Teléfonos de contacto:
Javier Borelli (Presidente de la Cooperativa) 15 5925 9551
Federico Amigo (Secretario de la Cooperativa) 15 6168 7366
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Para saber más sobre Martínez Rojas, pueden ver las siguientes notas publicadas en Tiempo:
Crónica del violento intento de silenciar a Tiempo / El ataque pasa a fuero federal / La CIDH recibió a Tiempo Argentino / Informe de la CIDH en el diario / Fallo de la Procuración y espera de la Corte / Nota por el aniversario
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