Corría 1988 y el país ardía. La hiperinflación, la deuda externa, las leyes de obediencia debida y punto final, y una democracia aún frágil marcaban el pulso social. En Rosario, las ocupaciones de tierras y el crecimiento de los comedores populares en los barrios más postergados formaban parte de un repertorio de protestas urbanas. A través de las organizaciones barriales se buscaban soluciones frente a la falta de trabajo, vivienda y alimento. En ese contexto difícil, y con muy pocos medios abiertos a la comunidad, un grupo de personas —representantes de instituciones barriales y con un profundo deseo de transformación— se reunió con una pregunta urgente: ¿cómo hacer oír nuestras voces, las voces del barrio, en un sistema que no las contemplaba?
Consta en el acta: nace la Radio Comunitaria
En Rosario, provincia de Santa Fe, el 8 de marzo de 1988, (el acta que se envió al ministerio de Educación, dice: "mil novecientos ochenta y nueve"), en el local de la Escuela Nº 773 "Pablo A. Pizzurno", la dirección del establecimiento, junto con la vicedirectora Estela S. de Sopranzetti, convocó a representantes de diversas instituciones del barrio: la Vecinal Bella Vista Zona Oeste, la Parroquia Nuestra Señora de la Salud, el Dispensario Monseñor Angelelli, la Vecinal Villa Nueva, grupos de docentes y estudiantes de Comunicación Social, amigos de las Seccionales 13 y 19, y la Agrupación Amigos del Programa "Conciencia".
El objetivo de aquel encuentro era iniciar la elaboración del proyecto de la Radio Comunitaria, cuya solicitud había sido elevada por la vía jerárquica al Ministerio de Educación, para luego iniciar las gestiones ante el ComFeR (Comité Federal de Radiodifusión). La dirección de la escuela autorizó la realización de próximas reuniones para avanzar en el proyecto.
Durante la reunión se propusieron diversas acciones: realizar una segunda encuesta de opinión a los vecinos cercanos, organizar entrevistas y reuniones con miembros de la cooperadora escolar, convocar corresponsales espontáneos de cada barrio, elaborar la programación, invitar a alumnos de la Escuela de Educación Técnica Nº 240, integrar todas las escuelas primarias de la zona en el espacio "La Radio Escolar" y solicitar asesoramiento al Servicio de Tecnología Educativa.
Al finalizar, a las diez de la noche, quedó claro que la radio no sería solo un proyecto institucional: sería un espacio al servicio de la comunidad. Como escribió Estela en el libro de actas:
"La radio tiene que estar al servicio de la comunidad. Tiene que estimular la participación, la iniciativa, y ayudar a transformar el mundo propio."Eso hicieron. Y eso siguen soñando.
20 de agosto de 1988: El barrio encontró su voz
Ese día, en la Escuela N.º 733 Pablo A. Pizzurno, se alzó en el mástil una antena paragüitas y desde una pequeña caja metálica nació la señal de la FM 91.5. Era apenas eso: una caja, una antena, un micrófono, una idea, ganas infinitas y un sueño enorme. Era el inicio de algo más que una radio: una red de afectos, comunicación y militancia barrial.
La certeza era una sola: querían contar lo que pasaba en los barrios.
Mucho antes, vecinas, vecinos, integrantes de organizaciones se habían reunido una y otra vez con preguntas: ¿por qué las historias de nuestros barrios no se cuentan en los medios de Rosario?, ¿Por qué organizaciones que trabajaban con mujeres, cuando aún no se hablaba de género, no tenían lugar en la radio, los diarios o la televisión?
En talleres con Reynaldo Sietecase, charlas con Rafael Arrastía y Martín García, fueron armando una red. Y nació la idea seria de hacer una radio propia. ¿Cuando arrancamos? Una pregunta que no tenía respuesta.
La reunión que lo cambió todo
19 de agosto de 1988. Estela Sopranzetti, vicedirectora de la Escuela 733, confirmó: —Mañana a las 15, en la puerta de la escuela, con todo listo.
¿Listo? ¿Qué significaba "listo"? Ella algo sabía, pero no quería adelantar.
No se trataba solo de una radio escolar. Era mucho más. Las instituciones del barrio estaban ahí: las Vecinales Bella Vista Oeste, Villa Nueva, la parroquia Nuestra Señora de la Salud, el dispensario Monseñor Angelelli, estudiantes, agrupaciones, cooperadoras.
Mientras tanto los debates continuaban: ¿Unidades básicas de las seccionales 13 y 19? Ana insistía en que no podía figurar así: "Acá hay gente de todos los sectores", aclaraba. Propuso algo más amplio: "Agrupación de amigos de las seccionales".
Guille recordaba que el 28 de junio habían hablado con el senador Daniel Vilanova. Le contaron el proyecto de tener una radio y él respondió sin dudar: "Cuenten conmigo para comprar todo lo necesario, el transmisor y la antena".
Faltaba el resumen de los temas vistos en el taller de periodismo con Reynaldo Sietecase, pero sí había una síntesis del encuentro en el Club Estrella Azul.
La última reunión con el técnico había sido dos semanas atrás en El Colosal 2. Estaba entusiasmado: "El transmisor ya casi está listo, todo marcha sobre ruedas, la van a escuchar en el 91.5", aseguró.
La elección de la frecuencia no fue casual. —En el 91.5 MHz, para no molestar a nadie —explicaban. En el dial de Rosario, por entonces, solo se escuchaban los servicios complementarios de las AM: la FM de LT3 en el 102.7 y la 97.9, "97 Especial", de LT2.
Mientras tanto, alguien se preguntaba si Marcelo se habría acordado de avisar a la Escuela Provincial de Cine y Televisión. Ese día tenían que registrar con su cámara el lanzamiento.
El director de Comunicación Social de la provincia de Buenos Aires no estaría presente: su secretaria informó que debía cumplir con un acto protocolar y agradeció la invitación. Con eso, Rafael Arrastía fue tachado de la lista.
Arrastía, sin embargo, había sido un protagonista clave: con él vieron un video sobre radios populares de Buenos Aires y participaron de un taller. También cargaba con parte de la "culpa" de lo que estaba por suceder.
Había conciencia de que la salida al aire molestaría a más de uno. Se imaginaban editoriales en La Capital, algún comentario del licenciado Carlos Viana, cuyas intervenciones destilaban nostalgias de la dictadura en LT8, o mensajes poco amistosos desde LT2.
En el barrio las preguntas circulaban. Mari quiso saber: "¿Ustedes van a poner una radio?". Y enseguida: "¿Tienen permiso o son clandestinos?". La respuesta fue clara: no tenían permiso, pero tampoco eran clandestinos.
Explicaban que la ley de radiodifusión de la dictadura consideraba a las FM "servicios complementarios". "¿Y LT8 no tiene FM?", repreguntaban. La respuesta era un guiño: "Viste lo que es tener amigos en el poder…".
Desde aquellos primeros días, Aire Libre se pensó como herramienta para la transformación social, la equidad, la justicia y la defensa de los derechos humanos. La radio se movió por el barrio: transmitió desde las Vecinales Bella Vista, Villa Nueva y desde la Parroquia Nuestra Señora de la Salud.
El vozarrón de Luis resonó por los parlantes de la Vecinal Villa Nueva: "Esta tarde, desde las 4, escuche nuestra radio comunitaria".
Ese día, en la Escuela N.º 733 Pablo A. Pizzurno, se alzó en el mástil una antena paragüitas y desde una pequeña caja metálica nació la señal de la FM 91.5. Era apenas eso: una caja, una antena, un micrófono, una idea, ganas infinitas y un sueño enorme. Era el inicio de algo más que una radio: una red de afectos, comunicación y militancia barrial.
La certeza era una sola: querían contar lo que pasaba en los barrios.
Mucho antes, vecinas, vecinos, integrantes de organizaciones se habían reunido una y otra vez con preguntas: ¿por qué las historias de nuestros barrios no se cuentan en los medios de Rosario?, ¿Por qué organizaciones que trabajaban con mujeres, cuando aún no se hablaba de género, no tenían lugar en la radio, los diarios o la televisión?
En talleres con Reynaldo Sietecase, charlas con Rafael Arrastía y Martín García, fueron armando una red. Y nació la idea seria de hacer una radio propia. ¿Cuando arrancamos? Una pregunta que no tenía respuesta.
La reunión que lo cambió todo
19 de agosto de 1988. Estela Sopranzetti, vicedirectora de la Escuela 733, confirmó: —Mañana a las 15, en la puerta de la escuela, con todo listo.
¿Listo? ¿Qué significaba "listo"? Ella algo sabía, pero no quería adelantar.
No se trataba solo de una radio escolar. Era mucho más. Las instituciones del barrio estaban ahí: las Vecinales Bella Vista Oeste, Villa Nueva, la parroquia Nuestra Señora de la Salud, el dispensario Monseñor Angelelli, estudiantes, agrupaciones, cooperadoras.
Mientras tanto los debates continuaban: ¿Unidades básicas de las seccionales 13 y 19? Ana insistía en que no podía figurar así: "Acá hay gente de todos los sectores", aclaraba. Propuso algo más amplio: "Agrupación de amigos de las seccionales".
Guille recordaba que el 28 de junio habían hablado con el senador Daniel Vilanova. Le contaron el proyecto de tener una radio y él respondió sin dudar: "Cuenten conmigo para comprar todo lo necesario, el transmisor y la antena".
Faltaba el resumen de los temas vistos en el taller de periodismo con Reynaldo Sietecase, pero sí había una síntesis del encuentro en el Club Estrella Azul.
La última reunión con el técnico había sido dos semanas atrás en El Colosal 2. Estaba entusiasmado: "El transmisor ya casi está listo, todo marcha sobre ruedas, la van a escuchar en el 91.5", aseguró.
La elección de la frecuencia no fue casual. —En el 91.5 MHz, para no molestar a nadie —explicaban. En el dial de Rosario, por entonces, solo se escuchaban los servicios complementarios de las AM: la FM de LT3 en el 102.7 y la 97.9, "97 Especial", de LT2.
Mientras tanto, alguien se preguntaba si Marcelo se habría acordado de avisar a la Escuela Provincial de Cine y Televisión. Ese día tenían que registrar con su cámara el lanzamiento.
El director de Comunicación Social de la provincia de Buenos Aires no estaría presente: su secretaria informó que debía cumplir con un acto protocolar y agradeció la invitación. Con eso, Rafael Arrastía fue tachado de la lista.
Arrastía, sin embargo, había sido un protagonista clave: con él vieron un video sobre radios populares de Buenos Aires y participaron de un taller. También cargaba con parte de la "culpa" de lo que estaba por suceder.
Había conciencia de que la salida al aire molestaría a más de uno. Se imaginaban editoriales en La Capital, algún comentario del licenciado Carlos Viana, cuyas intervenciones destilaban nostalgias de la dictadura en LT8, o mensajes poco amistosos desde LT2.
En el barrio las preguntas circulaban. Mari quiso saber: "¿Ustedes van a poner una radio?". Y enseguida: "¿Tienen permiso o son clandestinos?". La respuesta fue clara: no tenían permiso, pero tampoco eran clandestinos.
Explicaban que la ley de radiodifusión de la dictadura consideraba a las FM "servicios complementarios". "¿Y LT8 no tiene FM?", repreguntaban. La respuesta era un guiño: "Viste lo que es tener amigos en el poder…".
Todo sin permiso, pero tampoco en la clandestinidad. Con dirección, con nombre y apellido. En una escuela pública. Comunitario. Y eso, en sí mismo, ya era un acto de desafío.
Estela, por su parte, mostró el acta que había enviado en marzo al Ministerio de Educación. El supervisor las alentaba a seguir, aunque ella mantenía dudas. Y alguien pensaba en voz baja: era una radio que dependería siempre de los humores del gobernador de turno.
¡Aire!
20 de agosto. Hugo Luciani y Juan José Milevicih traen la antena: ¿es un paraguas desarmado?, preguntó un niño. El transmisor: una cajita marrón. Faltaban 20 minutos, la portera preparaba mate y café, había torta casera. Todo listo.
Norberto y Alberto leen al micrófono: "Transmite desde hoy la FM 91.5, Radio Comunitaria, desde su casa, la Escuela Provincial N.º 773 Pablo A. Pizzurno..."
Aplausos, abrazos, radios encendidas. Suena la Chaya, interpretada por Anacrusa. El barrio se emociona. Una radio nació, y es nuestra.
Aire Libre tras los barrotes: historias de trabajo y reinserción
El objetivo siempre fue el mismo: comunicar lo que el barrio vive, lo que otros callan.
El trabajo de convocatoria y organización se orientó hacia las entidades intermedias de la comunidad: escuelas, parroquias, vecinales, dispensarios de salud, centros culturales, talleres barriales. Todas ellas estaban ávidas de un medio de comunicación que las representara.
Estela, por su parte, mostró el acta que había enviado en marzo al Ministerio de Educación. El supervisor las alentaba a seguir, aunque ella mantenía dudas. Y alguien pensaba en voz baja: era una radio que dependería siempre de los humores del gobernador de turno.
La sonrisa de Estela Soprenzetti, vicedirectora de la Escuela Pizzurno; Manuel Díaz, presidente de la Vecinal Bella Vista Oeste; y Rubén Papi, futuro conductor de un programa de tango, refleja la alegría de aquel día: la primera transmisión de la radio comunitaria.
20 de agosto. Hugo Luciani y Juan José Milevicih traen la antena: ¿es un paraguas desarmado?, preguntó un niño. El transmisor: una cajita marrón. Faltaban 20 minutos, la portera preparaba mate y café, había torta casera. Todo listo.
Cinco minutos antes de las 16, sube el mástil. El cable cuelga como un suspiro. Juan grita: "¡Aireeeee!"."El camino con corazón, que sigue nuestro corazón, es bueno. Vayamos por él. Porque estamos oyendo el retumbar de un mismo tambor."Eso lo dijo Estela, me acuerdo bien…—Es del módulo de apoyo para ascensos de directivos —le cuento a Lucía.—¿Ah! ¿Estela quiere ser directora?—¡No! Quiere jubilarse. Le dio toda la vida a esa escuela, desde que se fundó…Estela sabe que deja su escuela, y que tendrá que buscar otro trabajo para sobrevivir.—Pero será nuestra directora —dice Lucía.—¡Por siempre! Dale, apurate, que arrancamos.
Norberto y Alberto leen al micrófono: "Transmite desde hoy la FM 91.5, Radio Comunitaria, desde su casa, la Escuela Provincial N.º 773 Pablo A. Pizzurno..."
Aplausos, abrazos, radios encendidas. Suena la Chaya, interpretada por Anacrusa. El barrio se emociona. Una radio nació, y es nuestra.
"Así nacería el primer bosquejo del proyecto, que ubicaba a la radio no como un fin en sí misma, sino como una herramienta de integración y organización popular, de carácter comunitario, con el máximo objetivo de mejorar la calidad de vida de los habitantes de la zona". Extracto del editorial de la primera transmisión.
Aire Libre, Radio Comunitaria, se consolidó poco a poco gracias al impulso voluntario e idealista de vecinos y miembros de las entidades intermedias del barrio. Así, fue cimentando las bases de la participación y la libertad de expresión como nunca antes se había visto en la historia de Rosario.
Aire Libre tras los barrotes: historias de trabajo y reinserción
En su testimonio sobre el trabajo comunitario en contextos de encierro, el Padre Joaquín Nuñez recordó la importancia de la radio en la vida de quienes estaban privados de libertad:
"La experiencia de mi propia detención me llevó a involucrarme en el trabajo carcelario. Allí realizamos actividades con personas de la villa, y el Dr. Ríos, camarista, nos brindó un apoyo fundamental: nos cubrió y nos ayudó en todo lo necesario. Los guardias ya sabían que íbamos a trabajar en un patio donde cada preso podía pasar un rato cantando, charlando o tratando distintos temas.Pronto surgió la pregunta clave: ¿cómo se prepara uno para la libertad? Muchos, al salir, no encontraban trabajo y eran absorbidos por la calle. Ahí fue donde comenzamos a gestionar empleo a los que egresaban, integrándolos en proyectos como el Centro Comunitario Jesús Obrero y la panadería del barrio.La emisora Aire Libre, Radio Comunitaria, también formó parte de este proceso. Entró con nosotros a la cárcel, grabando reportajes que luego se emitían por la radio y llegaban a los presos a través de sus radiecitas. De este modo, la radio no solo informaba, sino que acompañaba, vinculaba a la comunidad y daba voz a quienes más la necesitaban".
El Negro, como se lo conocía al cura, fue un colaborador fundamental de Aire Libre, Radio Comunitaria. Gracias a su gestión y compromiso, la casa del Centro de Educación, Comunicación y Biblioteca Popular, que alberga tanto la radio como la Biblioteca Cachilo, se construyó con el apoyo de la Misión Central Franciscana. Años más tarde, se le reconoció su aporte al designarlo Socio Honorario.
Desde entonces, Aire Libre fue escuela, refugio y micrófono abierto. Transmitieron desde cocinas, parroquias, vecinales, bibliotecas. Cada rincón fue estudio improvisado.El objetivo siempre fue el mismo: comunicar lo que el barrio vive, lo que otros callan.
El trabajo de convocatoria y organización se orientó hacia las entidades intermedias de la comunidad: escuelas, parroquias, vecinales, dispensarios de salud, centros culturales, talleres barriales. Todas ellas estaban ávidas de un medio de comunicación que las representara.
Desde aquellos primeros días, Aire Libre se pensó como herramienta para la transformación social, la equidad, la justicia y la defensa de los derechos humanos. La radio se movió por el barrio: transmitió desde las Vecinales Bella Vista, Villa Nueva y desde la Parroquia Nuestra Señora de la Salud.
El vozarrón de Luis resonó por los parlantes de la Vecinal Villa Nueva: "Esta tarde, desde las 4, escuche nuestra radio comunitaria".
Escribieron y contaron al aire:
"Lo que creemos y queremos ser:
Un instrumento de educación, organización y movilización popular
Sin fines de lucro
Abierta a la participación de la comunidad
Al servicio del barrio
Reflejo de nuestra cultura, gustos e identidad
Comprometida con un proyecto de liberación popular
Queremos construirlo con otras radios comunitarias, luchar por el derecho a existir, exigir una Ley de Radiodifusión que nos respete".
"No Consuma radiodifusión Clandestina"
El entusiasmo inicial pronto se encontró con resistencias. La irrupción de Aire Libre y otras emisoras generó tensiones con los radiodifusores privados, nucleados en ARPA, que junto con el ComFeR manifestaron que consumir radiodifusión considerada clandestina atentaba contra la investidura presidencial, reflejando así la resistencia institucional y mediática a la aparición de nuevos medios de comunicación.
En estos días usted habrá escuchado profusamente avisar por radio y televisión sobre este tema (acoto, como siempre una sola campana) y hasta con el agravante de que se nos acusa a nosotros de agraviar con esto la investidura presidencial.El fin de nuestra radio Comunitaria (y no clandestina) es que todos tengamos acceso a un medio de comunicación tan importante como lo es la radio. Nos sirve para contar nuestras vivencias, realidades y además como una herramienta para fomentar la participación de la gente.Un objetivo panorama de la situación que se observa hoy por hoy...
Por eso ante las elites de poder y del dinero, poseedoras de los grandes medios informativas, seguiremos siendo clandestinos. Pero para usted nosotros que tenemos nombre y apellido, (algo que nos pertenece, a lo que podemos acceder y hacer uso) y además saber que de este lado del microfono son nuestras voces las que se escuchan.F. M. 91.5, Radio Comunitaria
Cuando los quisieron silenciar
A pocos meses del lanzamiento llegó la primera denuncia en la comisaría 14: —Entra gente extraña a la escuela —dijeron.
Lo cierto es que allí, cada día, cientos de personas buscaban un plato de comida en el comedor. Sin embargo, la acusación bastó para que el Ministerio de Educación retirara el apoyo y ordenara el cese de las transmisiones.
Entonces, la radio encontró refugio en la parroquia Nuestra Señora de la Salud y renació como Aire Libre, Radio Comunitaria, en el 91.3 MHz.
Aquel primer susurro en el aire había sido, sin saberlo, el inicio de un sueño.
El 18 de noviembre de 1989, Aire encontró refugio en la casa de la familia De Luca y, en 1994, en la de Daniel Fossaroli.
Mientras tanto, con el apoyo de la Misión Central Franciscana de Alemania y el trabajo de vecinos, organizaciones y militantes, comenzaban las obras de su propia sede, en Virasoro 5606.
El peregrinar de Aire Libre, Radio Comunitaria estuvo marcado por sorpresas y desafíos. En 1991, el Comité Federal de Radiodifusión dispuso el empadronamiento de las emisoras en funcionamiento. Tras numerosos trámites, la radio obtuvo un permiso precario provisorio para transmitir en el 91.3 MHz, bajo el expediente N.º 1957. Con ese respaldo legal, el proyecto de comunicación popular comenzó a consolidarse poco a poco.
Otras radios, muchas voces
La experiencia contagió a muchos: llegaron a existir 16 emisoras comunitarias en Rosario y juntas fundaron ARCo (Asociación de Radios Comunitarias). Con ese impulso, se capacitamos con manuales de ALER (Asociación Latinoamericana de Educación Radiofónica) y en talleres del Instituto de Cultura Popular (InCuPo). La formación y la organización siempre fueron pilares de su camino.
Bajo el lema "Apostando a la igualdad marcamos la diferencia", la radio creció en proyectos, vínculos y presencia. Fueron —y lo siguen siendo— parte de cada reclamo popular, cada marcha, cada lucha del barrio y de la ciudad.
Con la creación del CECoP (Centro de Educación, Comunicación Popular y Biblioteca Popular), Aire Libre expandió su labor: biblioteca popular, informática, grabaciones, conexión satelital, cine, talleres, muestras, cursos, espectáculos. Una verdadera casa de la cultura popular, abierta a todos y todas.
Bajo el lema "Apostando a la igualdad marcamos la diferencia", la radio creció en proyectos, vínculos y presencia. Fueron —y lo siguen siendo— parte de cada reclamo popular, cada marcha, cada lucha del barrio y de la ciudad.
Con la creación del CECoP (Centro de Educación, Comunicación Popular y Biblioteca Popular), Aire Libre expandió su labor: biblioteca popular, informática, grabaciones, conexión satelital, cine, talleres, muestras, cursos, espectáculos. Una verdadera casa de la cultura popular, abierta a todos y todas.
La programación de aquellos años reflejaba, como pocas, la diversidad y la inclusión:
"La isla solidaria, no solitaria"
En palabras de Manuel Suárez, Aire Libre fue —y sigue siendo— una isla solidaria. Una trinchera alegre.
Las reuniones se transformaban en actos de creación colectiva. Allí se parían ideas, se soñaban futuros.
Y un día también soñaron con una TV comunitaria
Ese día, Aire Libre interrumpió su propia transmisión radial para evitar interferencias y favorecer una mayor llegada. La señal fue incluso recibida en la cabecera de un canal de cable, que la retransmitió a sus diez mil abonados. Pero Canal 5 Rosario (hoy Telefe Rosario) y los cableros los denunciaron. La Policía Federal buscó los equipos. Todo terminó rápido.
No los quebraron.
A lo largo de esos años, Aire Libre sostuvo la certeza de que la comunicación es un derecho y no un negocio. Por eso, siguen haciendo radio para comunicarse, informarse, educarse, compartir música, acompañarse, construir comunidad y defender el derecho a la palabra. Creyendo, como en 1988, que otro mundo era posible, y que lo seguían construyendo al aire.No te rindas, primer y único programa destinado a todo público y a personas con diferentes capacidades, pero iguales en derechos.Desde la cárcel llegaron Mujeres tras las rejas.Buscando Trabajo fue el canal de encuentro entre quienes buscaban empleo y quienes necesitaban cubrir vacantes.Tardes Nuestras, desde el Agudo Ávila.Radiochanguitos, con niños y niñas de la Escuela Domingo Silva.Explosión Boliviana, hecha desde y para la colectividad boliviana.Quiero y Tengo, un sistema de canje solidario.El Bolicho, dedicado al folclore.La señal de la paloma, con la voz de la comunidad toba de Rosario.Los programas periodísticos Para la gente del Barrio, Contra la pared, La ciudad que quiero y Señales se animaban a hablar de lo que otros callaban, pensando en voz alta.Las Protagonistas marcó un hito: fue el primer programa de género en la radio rosarina. Conducido por cuatro mujeres, abrió los micrófonos para hablar de lo que hasta entonces eran temas tabú: aborto, salud sexual, derechos reproductivos, violencia de género, participación política, entre otros.
"La isla solidaria, no solitaria"
En palabras de Manuel Suárez, Aire Libre fue —y sigue siendo— una isla solidaria. Una trinchera alegre.
Las reuniones se transformaban en actos de creación colectiva. Allí se parían ideas, se soñaban futuros.
Y un día también soñaron con una TV comunitaria
Más tarde, se lanzó al aire el Canal 4 Oeste Televisión Comunitaria, en una producción conjunta con docentes y alumnos de la Escuela Provincial de Cine y Televisión de Rosario, en tiempos en que la televisión local era prácticamente inexistente. Surgieron así documentales, videos musicales, programas periodísticos, de humor, informativos, musicales e infantiles —estos últimos realizados por chicos y chicas de la zona—.
La primera transmisión se llevó a cabo en la Vecinal Bella Vista Oeste, ante cerca de 200 vecinos que, frente a los televisores dispuestos en un gran patio, almorzaron mientras veían los programas generados en el primer piso de la institución: un comedor infantil convertido en set de televisión.
No los quebraron.
Sembrar voces, cosechar comunidad
Era el inicio de un nuevo siglo cuando, en una reunión de la Comisión Directiva, un compañero nos dejó estas palabras:
"Nuestro origen surge de la necesidad de llamarnos Aire Libre, Radio Comunitaria un nombre que exprese tanto lo que decimos como lo que hacemos, desde lo individual hasta lo colectivo. Como vecinos y participantes de organizaciones barriales, sentíamos que no existía un espacio para expresar pensamientos y gustos distintos a los que imponía el liberalismo, ni para compartir nuevas experiencias sociales, formas de participación ciudadana y compromisos nacidos en la posdictadura cívico-militar.37 años después…Vivíamos escenarios cotidianos que nos invitaban a crecer como personas y como comunidad, sobre todo en ámbitos barriales y populares, frente a un centro político y económico pequeño en relación al tamaño de la ciudad. La experiencia de las radios comunitarias, que ya se desarrollaban en Buenos Aires a mediados de los años 80, nos inspiró a montar nuestra propia antena: una que pudiera captar los sentimientos, anhelos y postergaciones que se vivían en nuestros barrios.Bajo la bandera de la comunicación comunitaria —construida colectivamente, junto a la educación y la cultura— comenzamos a caminar este proyecto. Con aprendizajes, errores y desafíos, fuimos consolidando nuestra identidad. Hasta el año 2000 fuimos únicamente un proyecto radiofónico, pero ya veníamos gestando la idea de un centro cultural. Ese sueño se concretó con la creación de la Biblioteca Popular Cachilo y de un espacio para talleres educativos, temáticos y recreativos".
Aire Libre, Radio Comunitaria sigue al aire.
Sigue siendo casa común, la voz de quienes no tienen micrófono.
Cada 20 de agosto celebran aquel día de 1988 en que el barrio habló, por primera vez, en su propia frecuencia.
El dogma que sostienen dice:
Aire Libre, el aliento de una historia en movimiento.Nacida como un gesto de rebeldía en tiempos difíciles, en una ciudad que no escuchaba a los de abajo, Aire Libre fue —y es— una construcción colectiva: una apuesta política y amorosa a la comunicación como derecho.Desde aquel primer transmisor improvisado hasta hoy, en Virasoro 5606, la radio sigue respirando barrio, memoria, lucha, arte y palabra.Porque no se trata solo de hacer radio: se trata de hacer comunidad.El aire es libre.La palabra también.Y en esta radio, ambas se abrazan.
Apuntes en borrador de una historia que sigue latiendo: Aire Libre, crónica de una rebeldía barrial