El hecho ocurrió durante una discusión entre Maxi y la pareja de Ortiz. Ella no estaba directamente involucrada, pero intervino con su arma reglamentaria y disparó a corta distancia, causándole la muerte.
El tribunal integrado por Trinidad Chiabrera, Silvana Lamas González y Carlos Leiva dictó el fallo en el Centro de Justicia Penal de Rosario. La pena quedó muy por debajo de lo solicitado: el fiscal Lisandro Artacho había pedido 22 años, la querella que representa a uno de los hijos de Maxi adhirió a ese pedido, y los abogados de la familia reclamaron 33 años y 4 meses, la máxima posible. Argumentaron que el disparo fue certero, que no existía peligro en la vivienda y que Ortiz abusó de su función pública y de su arma reglamentaria frente a una víctima indefensa.
"Es muy difícil", expresó Pourpour. "Yo siempre pedí prisión común, sin beneficios y de cumplimiento efectivo. Eso lo logré. Pero la condena fue de 15 años: se computan los tres de prisión preventiva y en realidad va a cumplir 12. Me sentí decepcionada. Entre los 22 años que pidió el fiscal y los 33 que solicitamos nosotros, al menos esperaba 25".
Reconoció que algunas familias consideran justa la sentencia, pero aclaró: "No es porque fuera mi hijo. Es porque estos abusos policiales no pueden seguir ocurriendo. Ese 12 de agosto sentí que lo volvieron a fusilar".
Sobre las palabras de la condenada fue tajante: "Ortiz dijo que le destruimos la vida. ¿Y qué me hizo ella a mí? Me mató en vida. Me cuesta mucho seguir. Sí, tengo otros hijos, hijas, nietos… pero me falta esa parte fundamental que era Maximiliano".
También denunció la impunidad policial y el maltrato recibido durante el juicio: "Nos maltrataron, no nos dejaban entrar, y era un juicio oral y público. El día de la sentencia hubo burlas, sonrisas. Siempre digo: hay policías buenos, que llevan su rol en el alma. Y hay otros que son corruptos, narcocriminales, incluso drogados. Lo veo en mi barrio. Maltratan a los pibes que van a los volquetes a buscar comida. Los golpean en las comisarías. Voy a nombrarlas: la subcomisaría segunda de Nuevo Alberdi, la 10ª de Darragueira y la seccional 30. Ya no tengo miedo de decirlo".
"Siempre cuidé mucho a mis hijos. Nunca pensé que un uniformado iba a matar a uno de ellos. Perdí el respeto a la policía y la justicia me defraudó. Todos merecen justicia. Un uniforme y un arma no le dan a nadie el poder de quitar una vida".
Se refirió también a las autoridades provinciales: "Rosario es peligrosa, sí, pero las balaceras siguen. Llenar de patrulleros y motos no arregla nada. Y ahora suman las Taser. No me digan que son armas no letales: son picanas eléctricas, una forma de tortura. Para algunos policías va a ser un juego".
Recordó otros casos de violencia institucional: "Antes los mataban a tiros, después los chocaban con patrulleros, después los golpeaban en comisarías. Y decían que se suicidaron. No me olvido de María de los Ángeles Paris, la bibliotecaria que terminó muerta en la comisaría décima tras ir a denunciar un robo. ¿Sola se mató? No".
Confirmó que habrá apelación: "Estamos esperando los fundamentos de la sentencia, que deberían estar en unos días. Después veremos cómo seguimos".
Durante el juicio también fue acusada de amenazas: "La hermana de Ortiz declaró que yo la amenazo. No es cierto. Yo escracho públicamente a la oficial, pero no me meto con su familia. Solo me interesa la asesina de mi hijo. Y la voy a seguir señalando. Ella tiene una inhabilitación de diez años para portar armas, pero después puede volver a ejercer. No estoy de acuerdo: un policía que mata no debería portar un arma nunca más".
Consultada sobre si esperaba algún gesto de Ortiz, respondió: "Sí, esperaba que me mirara, que me pidiera disculpas. Pero no pasó. Estuvo por Zoom, jamás me dirigió la palabra. Es una persona fría, prepotente. Ni ella ni su familia mostraron respeto. Al contrario, nos insultaron: 'negros de la villa'. Yo viví muchos años en una casa humilde, y no me avergüenzo. En la villa hay gente generosa y solidaria, mucho más que en otros lados".
"No siento nada por ella. Ni lástima, ni piedad. Nada".
Sobre Maxi quiso dejar un recuerdo: "No era un santo, pero tampoco una mala persona. Tenía valores. Me enteré de que era donante: dio su corazón, que sigue latiendo en otro cuerpo. Eso me hace pensar que no fracasé como madre. Siempre le enseñé el respeto, tu derecho, y dónde empieza el del otro. Era apolítico, odiaba la política. Lo obligaba a votar porque era un derecho. No era religioso, solo creía en Dios. Y cuando llegue el momento de apelar, espero que logremos una condena más alta".
Pidió además que se revisen otras causas: "Que se reabran las que están cerradas o por cerrarse. Que escuchen a las víctimas. Porque al final terminamos siendo nosotros, los familiares, quienes quedamos insultados y bastardeados".
En la entrevista también habló Fernando Vergara, tío de Brandon Romero. Destacó que este caso permitió visibilizar otros hechos de violencia institucional y gatillo fácil: "Se probó que Ortiz actuó con alevosía: disparó a corta distancia, sin amenaza alguna, y hasta intentó fugarse. La médica forense dijo que el tiro fue certero y letal. Practicaba tiro regularmente, sabía lo que hacía. Aun así, la condena fue de 15 años. Queremos entender en qué se basaron los jueces para reducirla".
Vergara contextualizó lo ocurrido con Maxi dentro de un patrón más amplio de impunidad: "Como este, hay muchos casos que siguen sin justicia. El de Pichón Escobar, el de Bocacha, el de Alan Rivero, que intentaron hacer pasar por accidente. Son patrones que se repiten".
La propia Pourpour coincidió: "Antes lo veía en los noticieros. Nunca pensé vivirlo. Cuando pasó lo de Maxi, me sorprendí de tantos pibes chocados por patrulleros, víctimas de gatillo fácil o torturas en comisarías. Es un patrón".
El impacto también golpeó a su familia: "Estoy muy agradecida por el acompañamiento. Mi familia me apoya, pero con otros familiares de víctimas comparto cosas que no me animo a hablar en casa. Una de mis hijas cayó en depresión. Esa bala que mató a Maxi nos mató a todos".
Sobre la falta de arrepentimiento de Ortiz fue contundente: "No hay empatía. Casi tres años me pregunto cómo alguien puede matar y dormir tranquila. La frialdad de ella me supera".
Repasó además lo que se expuso en el juicio sobre la mecánica del disparo: "Maximiliano estaba a 6,60 metros. El perito de Gendarmería explicó que fue un disparo certero con resultado muerte. Ella sabía usar un arma. Después de disparar, montó el arma de nuevo y dejó una bala en recámara, lista para seguir. Si mi hijo se movía, lo remataba. No fue un disparo al aire: tenía 26 balas. Quedó demostrado que lo quería muerto".
También cuestionó la supuesta motivación por una garrafa: "No creo que fuera solo por eso. La discusión era con su pareja, no con ella. Mi hijo quiso mediar, incluso estaba dispuesto a pagar por la garrafa robada. Una discusión así no puede terminar con alguien muerto. Nunca lo voy a entender".
Luisa agradeció especialmente a Aire Libre, Radio Comunitaria, por el espacio y el acompañamiento. Subrayó que mientras otros medios "más importantes", como El Tres TV y Telefe Rosario, les cerraron la puerta, allí encontraron un lugar para visibilizar el caso.
Durante la charla, el conductor reafirmó la apertura permanente de la radio a las familias víctimas de gatillo fácil y anticipó la cobertura de la Marcha Nacional contra el Gatillo Fácil. Fernando Vergara explicó que el lunes se reunirían para definir la fecha y probablemente acoplar la convocatoria al miércoles 27, en coincidencia con la marcha de los jubilados, con la idea de "unificar fuerzas y energías".
"Mi agradecimiento como mamá de Maximiliano es inmenso, porque ustedes nos dieron la posibilidad cuando otros no lo hicieron", concluyó Luisa.