La Agencia Sin Cerco cumple un año en el campo de los medios rosarinos y lo celebran con una muestra donde confluirán fotografías, producciones audiovisuales y recortes periodísticos. Los diversos soportes buscan reflejar el compromiso colectivo que a lo largo de estos últimos doce meses fue dando lugar a una nueva forma de comunicar
En Sin Cerco entendemos que la información es un derecho humano fundamental ya que representa la piedra angular de todas las libertades. Los medios de comunicación son actores primordiales que deben tomar como bandera la tarea de garantizar la pluralidad de voces y contribuir a la liberad de expresión y de pensamiento.
Por este motivo, trabajamos por un proyecto que procura enfrentar la desinformación y el aislamiento de sectores populares que no encuentran en los medios hegemónicos un espacio donde expresarse. Nuestra labor nos hizo merecedores de dos distinciones que con júbilo destacamos: Premio Juana Manso, otorgado por la Municipalidad de Rosario, y la Distinción por promover una comunicación plural e igualitaria, concedido por la organización ConX.
Si el 2016 fue momento de desciframientos y confirmaciones de todo lo que previamente se había diagnosticado con mezcla de extrañeza, indignación y cautela, este año nos encontró debiendo afrontar una realidad que redunda en su obviedad. Ya no hay circunstancias que puedan asombrarnos, porque no hubo acontecimiento que no nos ofendiera. Cada una de las decisiones que adoptó este gobierno estuvo signada por una intención de enfrentamiento. Un proceso de limpieza y ordenamiento que necesitó identificar las piezas fallidas, las zonas oscuras, los denominadores del riesgo y el error.
Nunca antes esta aventura del periodismo, para quienes integramos Sin Cerco, fue un ejercicio tan difícil de resistencia y sobrevivencia como lo fue durante estos últimos quince meses. Debimos aprender a rebuscar, aún por debajo de las capas de recursos que habíamos aprendido a explorar, para maniobrar en un escenario concentrado por grandes alimañas monopólicas. Hoy lo nuestro parece pertenecerles y su privilegio propietario queda oficializado con decretos y normativas. Ahora también somos indicio de esa fatalidad: quienes deben decir lo que se niega metódicamente desde la institucionalidad. Un acto del decir que es, además, una actitud que implica la mostración de lo que pasa y obliga a una elaboración. No es posible quedarse con la seria objetividad de los analistas ni con los breves añadidos de los datólogos empecinados en reducir toda complejidad a la vislumbre de una cifra todopoderosa.
Mientras las agresiones procuran domesticar el instinto de la pregunta –una pregunta sobre la realidad, un modo de percibir y narrar-, los símbolos se pervierten en lenguas horrorosas que recuperan las figuras históricas más temibles de la muerte, se multiplican y circulan expresiones de rebeldía y el encanto de la insumisión. Invenciones de cuerpos indómitos que se pasean por la ciudad, la ocupan y conforman una masa de carnes vivas decididas a refrenar la avanzada modernizadora. La represión es la ligadura que viene a unir las partes desiguales de un proceso neoliberal que oficia como desarticulador de toda apariencia de conjunto. Maestro destructor y predicador del odio y el espanto. Cínicos consejeros de las fieras robóticas soltadas a las calles con órdenes claras y precisas de disolver. Una ética varonil del mandato y la autoridad que se fija a fuerza de consignas violentas, admoniciones físicas, balazos castigadores, palazos lectivos, certeros gritos que fijan una identidad degradada en los cuerpos que ahora quedan expuestos por entero a la crueldad.
Las grandes movilizaciones de marzo, con docentes, trabajadorxs y mujeres en las calles, reelaborando la valencia de la multitud, reintegrando las fuerzas de lo callejero en la determinación de lo político, son una ventolera que remueve las sólidas artillerías de la lógica administrativa. Sostén e impulso creador ante las tundas opresoras con sus fines de reconversión. Esos gestos de impugnación devienen imagen y palabra. Se extienden en ellas porque necesitan del contagio de los signos para intimidar a una política que hace de la intimidación la primera forma de su negociación.
La muestra fotográfica, la exhibición seriada de fragmentos de realidad, pizcas pictóricas de las intensidades de una agitación que vivifica causalidades históricas, recicla rostros y posturas, abre surcos y deja salir todas las furias acumuladas. Pero también los amores cuando entran en sintonía, las épicas de la solidaridad y el encuentro. Los lazos fortuitos y poderosos de las luchas por la dignidad. La mención imposible y el acto indefinible de la justicia.
Es posible que esta muestra no sea un resumen, ni siquiera una criteriosa aproximación. Es, más bien, un nuevo gesto de producción, un ensayo por esos modos aún inaccesibles de interferir en las secuencias del orden modernizado. Alumbramientos vitales de las ruinas y mínimas heroicidades que nos fueron forjando durante el último año y medio. Pedazos de piel de un trabajo colectivo y del empeño gozoso y sufrido de hacer un periodismo popular y convencido en defensa de los derechos humanos y la lucha contra la injusticia.
Agencia Sin Cerco cumple un año en el campo de los medios rosarinos y lo celebramos con una muestra donde confluirán fotografías, producciones audiovisuales y recortes periodísticos. Los diversos soportes buscan reflejar el compromiso colectivo que a lo largo de estos últimos doce meses fue dando lugar a una nueva forma de comunicar.
La muestra multimedial que se desarrollará el jueves 27 de abril, a las 19, en el Centro de Formación Profesional Pichincha del Sindicato de Prensa Rosario –Santiago 146 bis–.
Fotos: Cobertura sentencia por el asesinato de Jonatan Herrera
Fuente: Agencia Sin Cerco