La redacción de RT en Londres |
La broma de Bogachikhin responde a la acusación que han lanzado gobiernos de Estados Unidos y Europa acerca de que RT es un agente de la política del Kremlin y una herramienta que utiliza el presidente Vladimir Putin para socavar las democracias occidentales con acciones como entrometerse en las recientes elecciones presidenciales estadounidenses y, según funcionarios europeos, intentar hacer lo mismo en Holanda, Francia y Alemania, países que celebrarán comicios este año.
Pero esos países no están riéndose. Rusia insiste en que RT solo es otra cadena global como la BBC o France 24, pero una que ofrece “puntos de vista alternativos” a los de los medios de comunicación de países occidentales. Mientras que estos aseguran que RT es el centro de una campaña extensa de desinformación que se da de manera encubierta y que fue producida hábilmente para sembrar dudas respecto de las instituciones democráticas, así como para desestabilizar el hemisferio.
En enero, el gobierno de Obama y las agencias de inteligencia estadounidenses señalaron con un “alto grado de certeza” que Putin había ordenado una campaña para “debilitar la fe del público en el proceso democrático de Estados Unidos” con el hackeo de correos electrónicos internos del Partido Demócrata y del equipo de Hillary Clinton, con el fin de desacreditarla y brindar apoyo a Donald Trump, quien desde que era candidato dijo que quería mejorar las relaciones con Rusia.
El informe de las agencias mencionaba que esa campaña se realizó por medio del uso de información real –obtenida a partir de los ataques informáticos– y con la creación de “noticias falsas” que se transmitieron en medios de comunicación financiados por Moscú, como RT y la agencia de noticias por internet Sputnik.
Ver RT puede ser una experiencia vertiginosa. Noticias objetivas y gráficos de primera calidad se mezclan con entrevistas a todo tipo de personas: famosas y desconocidas, de izquierda y de derecha. Entre ellas están favoritos como Noam Chomsky y Julian Assange de WikiLeaks, voces peculiares como la de Pamela Anderson y excéntricos que creen que Washington es la fuente de todo el mal en el mundo.
Sin embargo, si algo caracteriza a RT en general es un escepticismo profundo sobre las visiones del mundo que hay en Occidente y Estados Unidos, así como una actitud defensiva de Rusia y de Putin.
Los analistas están divididos respecto a la influencia del medio. Debido a su minúsculo índice de audiencia, hay muchos que advierten sobre la exageración de su impacto.
“En mi opinión, es muy bajo”, dijo Nicolas Dhuicq, legislador francés quien ha aparecido en RT. “Es muy paranoico imaginar que RT va a cambiar el rostro del mundo”.
No obstante, enfocarse en índices de audiencia ignora lo más relevante, afirma Peter Pomerantsev, quien hace tres años publicó un libro (Nothing is True and Everything is Possible) en el que describe el uso que da Rusia a la televisión como medio propagandístico. “Los índices de audiencia no son lo más importante para ellos”, señaló. “Son campañas para influir en los medios de comunicación, en la política y en las finanzas”.
RT y Sputnik impulsan estas campañas, pues ayudan a prender la chispa para miles de propagadores de noticias falsas y a darle vuelo a material hackeado que puede servir a los intereses de Rusia, indicó Ben Nimmo, analista del Atlantic Council que estudia a RT.
Cualquiera que sea su impacto, RT definitivamente es un caso de estudio acerca de la complejidad de la propaganda moderna. Es tanto una hábil televisora —que cuenta con gráficos geniales y conductores elegantes— como una granja de contenido que proporciona alimento a la extrema derecha de Europa. A los televidentes les cuesta trabajo discernir exactamente qué partes son periodismo y cuáles propaganda, al igual que entre los elementos que son “noticias falsas” y los que son verdaderos, aunque presentados con una tendencia pronunciada. (Un segmento televisivo reciente sobre la “liberación” de la ciudad siria de Palmira recalcaba la “ayuda de la fuerza aérea rusa”, por ejemplo).
En el sitio web de RT, hay videos para atraer clics y también artículos extraños, como uno que trataba de una petición para prohibir la entrada a Estados Unidos del experto en finanzas George Soros, supuestamente por haber intentado “desestabilizar” a ese país y “ahogarlo” con inmigrantes porque tenía un “objetivo globalista”.
El jefe del buró de RT en Londres, Nikolay Bogachikhin, bromea que las oficinas están cerca de las agencias de inteligencia británicas MI5 y MI6 |
“Hay toda una histeria en torno a RT”, afirmó Belkina. Por ejemplo, destaca que aunque RT aparece en el informe de inteligencia sobre las elecciones estadounidenses, lo hace en un apéndice de siete páginas que fue escrito hace más de cuatro años, algo que solo se menciona en una nota al pie de la página seis de las trece del reporte.
Belkina niega rotundamente cualquier sugerencia de que RT busque entrometerse en las elecciones democráticas del país que sea. “Por el tipo de escrutinio al que estamos expuestos, revisamos todo”.
Con su lema “Sepa más”, RT está intentando llenar un nicho, señaló Belkina. “Queremos completar el panorama en lugar de hacer eco a las noticias convencionales; así es como encontramos una audiencia”. Casi todos los medios de comunicación tradicionales estaban en contra de Trump durante la campaña y una gran cantidad de las noticias sobre él eran negativas, agregó.
“Por eso existimos”, señaló Belkina. “Es importante ver RT para escuchar otras voces. Tal vez no estés de acuerdo con ellas, pero es importante intentar entender de dónde y por qué vienen”.
Michael McFaul, profesor de Stanford y exembajador de Estados Unidos en Rusia durante la presidencia de Obama, afirmó que no debería desestimarse tan fácil ese componente de la cobertura de RT. “En algunos países, hay una demanda por esta visión alternativa, un apetito, y nosotros, los estadounidenses arrogantes, no deberíamos pensar que simplemente a nadie le importa lo que dicen”.
"Sepa más" es el eslogan de RT, que sus encargados destacan quiere complementar el panorama en vez de hacer eco de lo que ya ofrecen medios tradicionales, sobre todo los europeos y estadounidenses |
Robert Pszczel, quien dirige la oficina de información de la OTAN en Moscú y vigila a Rusia y los Balcanes occidentales para la organización transatlántica, afirmó que RT y Sputnik no van dirigidos al mercado nacional, a diferencia de la BBC o France 24. Con el tiempo, señaló, “cada vez se trata más de autoritarismo y desinformación”.
Al Kremlin no le importa si la audiencia global de RT está “de acuerdo con la política de Rusia o si cree que Putin es maravilloso” con tal de que el medio cumpla su función: “Si empiezas a tener dudas, de cada diez puntos escandalosos uno o dos se quedan contigo”, explicó Pszczel. “Siempre se pegará un poco del lodo”.
No obstante, RT también sirve para cumplir con otro esfuerzo constante de Moscú: hacerse amiga de personas útiles, y no solo aquellos como Assange, señaló Pomerantsev. “RT hizo que Mike Flynn estuviera contento después de perder su trabajo” como director de la Agencia de Inteligencia de Defensa en 2014, al supuestamente pagarle 40 mil dólares para que asistiera a la celebración del aniversario de RT en Moscú y se sentara al lado de Putin. Flynn fue asesor de seguridad nacional para Trump por un tiempo.
RT no está inventando la desconfianza popular hacia la democracia en países occidentales, reconoció Pomerantsev, aunque dijo que el medio sí ha logrado sembrar más esa desconfianza por la propagación de ciertos temas. “Pronto, todos lo estarán haciendo. Es el mundo en el que vivimos”, dijo.
Stefan Meister, quien estudia a Rusia y Europa Central para el Consejo Alemán de Relaciones Exteriores, coincidió en que “el principal éxito de los rusos es el vínculo que tienen con las redes sociales por medio de bots y una red de fuentes diferentes”. Esta red “cada vez está mejor organizada y tiene vínculos más estratégicos y explícitos con fuentes y actores: medios de comunicación nacionales en Rusia, fábricas de troles, RT, gente en redes sociales y tal vez también servicios de seguridad”.
“Las sociedades abiertas son muy vulnerables”, dijo, y aprovechar esas herramientas “es más barato que comprar un cohete nuevo”.
Fotos: Sergey Ponomarev
Fuente: The New York Times