Por: Gabriel Caciorgna* y Gabriela Durruty**
Quienes construyeron la Biblioteca Popular Vigil le torcieron el brazo a políticas que desde siempre generaron desigualdad, mejorando la calidad de vida de miles con la certeza de que ello era posible a través del trabajo colectivo y la cultura popular.
La historia de Checha como maestra comienza con la de Vigil. Se entrelazan y resulta impensable hablar de una sin la otra. Ingresa a la por entonces biblioteca dependiente de la vecinal de Tablada en 1958, recién recibida de maestra normal, luego de sufrir -según relataba‑ la discriminación de la elite del Normal 1 por ser hija de obreros.
En 1959 se separan de la vecinal y emprenden un camino sin retorno, el de construir una cultura popular en uno de los barrios más postergados de la ciudad, generando un colectivo que creció y creció, materializando desde el corazón de Tablada la demostración de que otra ciudad era posible, que los sueños pueden realizarse, que ‑como describiera Paulo Freire ‑ no es en la resignación en la que nos afirmamos, sino en la rebeldía frente a las injusticias.
El proyecto político de Vigil fue tan inmenso que su pretendido aniquilamiento demandó un proceso liquidatorio de más de 30 años, uno de los más vergonzantes para nuestro sistema de justicia, porque no solo saqueó y desmanteló lo mejor de Vigil durante la dictadura, sino que continuó durante décadas de democracia. Pero a pesar de la inacción de los funcionarios de la democracia recuperada, la asamblea de socios de Vigil retomó sus banderas, con una Checha mostrando que, a pesar de la tragedia que su familia sufrió, mantenía su compromiso y sus convicciones intactas.
Con la conclusión de un arduo proceso de recuperación institucional y la restitución de algunos inmuebles por el Estado provincial en 2012, la institución comenzó a desandar el camino de la reconstrucción.
En la tercera elevación a juicio oral de la causa 130/2004 (popularmente conocida como Feced III), tendremos la oportunidad histórica de reconstruir este derrotero, sentando las bases para enjuiciar a los responsables pertenecientes a las fuerzas de seguridad y para continuar con aquellos civiles que participaron y se beneficiaron del saqueo desde la intervención en 1977 hasta la normalización.
Checha pudo, recién en agosto de 2012, brindar testimonio en la causa que investiga los delitos económicos cometidos contra la Vigil. A 29 años del retorno del Estado de derecho.
"Quiero estar bien para declarar en Feced III", era su anhelo. No pudo, y casi al mismo momento de que nos enterábamos de su fallecimiento, el Tribunal Oral Federal II comunicaba la postergación del juicio.
Con sus palabras al cerrar su testimonio va nuestro homenaje y compromiso para continuar con la causa, por la memoria, la verdad y la justicia, y con el proyecto, por el futuro:
"Yo agregaría que, a mi entender, además del robo y el enriquecimiento de algunas personas que se enriquecieron con la Vigil, hubo una clara intención de anular una forma de ver o vivir la vida, porque esta particularidad de cultura popular, solidaria, no autoritaria, reflexiva, haciendo a la gente pensar y desarrollarse, no era conveniente para la clase dominante. Éramos vistos como personas peligrosas y por eso hablaron del trapo rojo, del semillero de marxistas y hasta un director delirante dijo que desde el observatorio nos comunicábamos directamente con Moscú; todo este delirio de gente de pensamiento cercenatorio, totalmente opuesto a lo que la Vigil pretendía. Si bien nosotros éramos pluralistas, con gente de distintos partidos políticos, no quiere decir que no hubiera una política en el accionar, sobre hacia dónde apuntaba la educación; no era amansar, sino participar; la escuela no era amansadora. Cuando se da este tipo de educación, se transforma en una educación peligrosa y prohibida".
*Integrante de la comisión directiva de Vigil.
**Abogada de la querella de Vigil de la APDH.
Foto: Andres Macera
Fuente: RosarioI12
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