martes, 17 de febrero de 2009

Liliana López Foresi arranca en el lugar de Nelson Castro. “Cristina no me cae ni bien ni mal”

Desde el lunes, de 6 a 9 am, ocupará el espacio que tenía Puntos de vista en Radio del Plata. La periodista censurada en los noventa reemplaza al que se va denunciando censura. Pero ella siente que su regreso es un hecho “reparatorio” para todos.
Liliana en su casa. “Lo de Nelson Castro es coyuntural dice. Y estoy segura de que él debe de estar contentísimo de que sea yo.”
Viene de firmar el contrato que la vincula a Radio del Plata por los próximos dos años. Y su discurso se articula con un antes y un después de los últimos 18 años, el tiempo en el que estuvo lejos de los micrófonos o las cámaras de difusión masiva, luego de su sonada censura en 1990, cuando hacía Revista 13 en ese canal y disparó contra las privatizaciones de Menem. Así, con la imagen de un gran regreso y sólo una palabra, “vuelve”, promocionó la radio a su nueva estrella, que viene a ocupar el lugar de Nelson Castro en plena polémica por una salida teñida de censura.

¿Cree que la convocaron con ánimo de limpiar la imagen de la emisora?
No, lo tomo como algo reparatorio. Creo que Nelson se va a sentir muy contento de que sea yo. Hace 18 años que no hablo con él. Trabajamos juntos dos meses en Radio El Mundo, él era mi columnista, antes lo había sido de Mariano Grondona y a mí me plantearon claramente que ideológicamente íbamos por costados distintos, y Nelson quedó conduciendo mi programa, y a mí me pareció bien, tenía que trabajar. Luego pasaron 18 años. Además de la censura a mí me pasaron muchas cosas, y se ha jugado al olvido: hubo también tres atentados, fui la primera mujer que condujo Cosquín pero mis productoras terminaron siendo una sargento de la provincia y una cabo de la federal. Así que Nelson debe de estar contentísimo de que sea precisamente yo, así como yo estoy contenta de que él siga teniendo su programa en Radio Nacional una radio pública desde hace años, y siga teniendo aire en un canal privado.

Usted es una periodista con opinión política y hay vínculos entre algunos empresarios...
Bueno (interrumpe), en Radio Nacional también. Y supongo que no le habrán dicho nada a Nelson cuando fue a trabajar. Hay muchísimas cosas que criticarle al Gobierno. En mi programa estarán Carlos Polimeni y Orlando Barone y entre todos vamos a tratar de que circulen ideas alternativas, de pensar juntos. A mí jamás me han planteado aquí algún tipo de límite, ¡pero en el 13 tampoco! En Revista 13 nadie me dijo “no puede hablar de eso”, directamente hubo un almuerzo y censuraron con el menemismo. ¿Quién podría decirme algo si soy adogmática, no tengo partido, soy adoctrinaria? Si la radio me llamó es porque tengo 35 años de profesión y no tengo que dar explicaciones. Yo no soy socia de la radio, soy una contratada. Y siempre, de alguna manera, lo que se tiene que decir acerca de la vida, se puede decir. ¿No se dieron cuenta de que no soy una francotiradora, que en 18 años no escribí en un libro de informaciones que nadie publicó ni quiso investigar? Lo de Nelson Castro es coyuntural, pero estoy segura de que él va estar contento, porque para el periodismo es reparatorio, nos viene muy bien a todos.

Su regreso.
Reparar, no mi regreso. Ésta es una feria de vanidades en muchos sentidos. Y entre todas las neurosis que me faltan resulta que la narcisista no la tengo, porque si la tuviera me hubieran matado hace 18 años al sacarme la cámara. Hay muchos periodistas sin trabajo, gente talentosísima. Hasta no hace mucho tiempo uno se preparaba antes de aparecer frente a una cámara o un micrófono. A partir de 1989, les hemos pagado contrato mensual a los que figuraban para ver si aprendían. Y buena parte de ellos ha ganado fortunas, no aprendió nada y encima están enojados. Pero con la primera que tengo que ser justa es conmigo. Estoy concentrada en disfrutar y ponerme nerviosa para hacer un buen producto y saltar todos los días sin red.

Va a estar en un horario muy competitivo, en un año electoral, ¿cómo va a ser ese producto?
Estaremos al filo, es lo que toca. Es un horario que requiere reflexiones más cortas, información recién salida, pero espero que se aporte la mayor variedad de información y no únicamente aquello de lo que se viene hablando en la semana. Hay otra información sumergida en el silencio. Circularán ideas nuevas, habrá fluidez entre todos porque me gusta trabajar en grupo y en armonía. En el programa, lo importante seguirá siendo lo importante. Los que me vienen llamando y los que no me llamaron saben que jamás diré al aire algo que no pienso. Hay tanto para decir... Pero el reduccionismo es pensar que la política son las internas, que mí no me interesan en absoluto. Lo importante sigue siendo que hay injusticia, que hay exclusión, que nos están contaminando con cianuro, que las cebollas no se pueden exportar, y no se lo he escuchado a los representantes de las cuatro entidades del campo.

¿Cuánto te preocupan las mediciones?
Lo tengo totalmente negado. Con que yo sepa que esa realidad no es cierta, me basta. La supervivencia del espacio es el día a día, y ahí tengo mucho entrenamiento. Soy una chica de los setenta. Mi trabajo terapéutico, autorreflexivo, con o sin ayuda ha sido tratar de que, en mí, la crisis no se haga sistema. Yo puedo irme por las ramas porque estoy en mi eje, estoy en mí, y eso es sagrado. Por eso no voy a buscar estructuras verticalistas porque tengo estructura interna. Puedo irme porque sé que vuelvo. Fui la primera mujer contratada para tener opinión política (“periodismo con opinión” era el subtítulo); encima, una mujer que no se tenía que disfrazar de varón, a la que le gustaba maquillarse y ponerse tacos altos.
Cristina K hace foco en su condición de mujer en cada discurso, y se maquilla y lleva tacos altos, ¿se siente identificada o cerca de la Presidenta?
Cristina no me cae ni bien ni mal. Pero hay mucha banalidad en los ataques, se la ataca por si se maquilla mucho. Es cierto que ella habla de su ser mujer y no creo que sea un acierto suyo: no sabemos si sus hábitos son cualidades. Cristina era una excelente legisladora, aunque no haya estado de acuerdo con muchas cosas que aprobó. No sabemos luego la sociedad matrimonial cómo se manejaba. Para ella sí debe ser muy importante ser mujer y presidenta. No he hablado con ella desde el año 2000 cuando le hice una nota, un muy buen diálogo. Pero focalizar lo que pasa en la Presidenta me parece banal, tilingo, peligroso.

Fuente:
Crítica de la Argentina
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