Durante los debates de un panel sobre

Alba puso el ejemplo de casos recientes sucedidos en Europa donde menores y adolescentes agredieron a personas indefensas, grabaron el suceso y luego lo transmitieron a través de Internet con toda la carga de violencia y horror de las imágenes.
Esto se debe –en opinión del escritor- a que esos niños y jóvenes imitan lo que ven por la televisión, las escenas de los torturadores en la cárcel estadounidense en Guantánamo o a las decapitaciones que pasan directo por los medios audiovisuales.
Según opiniones recogidas en debates en Internet los propios niños y jóvenes involucrados en tales hechos alegaron tal comportamiento debido al deseo de divertirse y vivir emociones fuertes.
El caso más connotado fue el de un grupo de jóvenes que salieron de una fiesta y le prendieron fuego con gasolina a un inmigrante indio que estaba sentado en el banco de un parque, sólo porque necesitaban terminar de divertirse esa noche con una experiencia extrema, según alegaron a las autoridades policiales.
Son actos que van más allá de sectas racistas, xenofóbicas o una crueldad organizada, porque provienen del influjo de la publicidad hacia un consumismo desenfrenado que los torna insatisfechos de todos los placeres y cada vez más exigentes de nuevas cosas.
Por su parte, Frabetti afirmó que quienes vienen del llamado primer mundo a Cuba se asombran, en primer lugar de la ausencia de publicidad y en segundo lugar de la ausencia de niños llorando en las calles.
No es que en Cuba tal situación esté totalmente excluida, sino que en Europa alcanza un ritmo frenético y alucinante y ello se debe al consumismo de esa sociedad donde la gente se torna insaciable, irascible y agresiva.
Aseveró que lo peor de todo era el hecho de identificar el consumismo con la felicidad y convertirlo en una concepción del mundo, en u parámetro para vivir.
Fuente: Prensa Latina