La periodista del noticiero del mediodía de canal 13 y militante sindical, Silvia Martínez Cassina, dio su primera entrevista con un medio tras el feroz apriete del grupo Clarín en las páginas de su propio diario. Fue con la Agencia Paco Urondo, en la marcha por el #NiUnaMenos. "Ojo con la lucha, Silvia, que esa Juana de la que hablan (por Juana de Arco) terminó quemada en la hoguera", la amenazaron desde el multimedio.
En estos días se ha conocido esta agresión que sufriste en el diario, queríamos preguntarte por lo que pasó...
Primero les digo que son las primeras declaraciones públicas a los medios, porque quise limitarme al texto que escribí. Me siento absolutamente representada por mi comisión interna de delegados. Estoy acá, manifestándome en un evento público, y entonces no me voy a callar. Porque lo que defiendo es la libertad de expresión. Así que bienvenida la Agencia y son los primeros con los que hablo, y a todos los medios que verdaderamente se interesaron y se solidarizaron les pido disculpas. Pero era imposible responder y ceñirme a ese texto que había escrito era no banalizar, no farandulizar, no politizar.
Pero me parece que fue un hecho gravísimo, que no se limita solamente a la misoginia. Es un hecho de violencia de género, sí, brutal. Pero es un hecho de persecución sindical que no es coyuntural, no es de ahora. Es la historia de Artear, que es lo que puedo decir, y más allá abriendo el panorama, del Grupo Clarín.
Se da en una de las empresas donde más se violan los derechos de los trabajadores...
No sé si es la empresa donde más o menos, porque se violan los derechos laborales, se precariza, hablemos de la flexibilización laboral del menemismo, que es donde tengo memoria y experiencia laboral. Pero me parece que un multimedios, con la infraestructura que tiene, con la inversión que hace en medios de comunicación; que precarice, que tenga los salarios más bajos en televisión, que se persiga sindicalmente. Pero no sólo sindicalmente, sino la libertad de expresión. Hay un cerco de miedo que está institucionalizado entre mis compañeros.
Y me preguntabas por la repercusión. Me siento absolutamente fortalecida con esta semana que fue emotivamente conmocionante y emocionante. Pero fortalecida, con toda la respuesta de mis ex colegas, colegas, compañeros que trabajaron conmigo y que ahora están afuera y que se sienten liberados por poder expresarse. Y darme un mensaje de apoyo y solidaridad. Adentro del canal, todavía se acercan con miedo. No te miran a los ojos. Y yo no estoy diciendo que no quieren involucrarse o comprometerse, no públicamente. Tienen tanto miedo a eso que, ya sea por las presiones y las represalias que pueden venir, no lo pueden expresar. Creo que tiene haber un punto de inflexión, ojalá éste sea un punto de inflexión para todos mis compañeros. Y el silencio no es salud, como nos querían meter en la dictadura. El silencio, aunque uno voluntariamente no lo quiera, es cómplice.
¿Cuál fue la reacción de la empresa frente a tu descargo?
Ninguna, de eso no se habla. Nadie me llamó ni para preguntarme qué te pasó, estoy totalmente en desacuerdo con vos. El silencio es una respuesta misma.
Ni siquiera habiendo sido en vivo y por una frase “casual”…
No es casualidad, yo tengo una historia de compromiso social y laboral y eso molesta hace rato. Porque pasa que no soy permeable a las dádivas, a los regalos, a las posibilidades especiales pero tampoco a la presión, al miedo o el apriete. Indudablemente, esta es una fórmula nueva y yo no la podía dejar pasar. Es gravísimo y es un límite. Los comunicadores sabemos el peso de cada una de las palabras que usamos y la publicación viene de un jefe de sección, que trabaja hace veinte años o más en esa sección de Clarín.
Fuente: Agencia Paco Urondo
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