El humorista gráfico Felipe Miguel Ángel Dobal, más conocido por su apellido, a secas, falleció el viernes por la noche a los 95 años en su histórica casa-taller de Temperley. Durante 45 años dibujó en Clarín. Primero con su clásico "Recuadros de actualidad" y más tarde con "De la crónica diaria".
Fue un pionero del humor en diarios y publicó por primera vez el 14 de abril de 1958 en la tapa de la por entonces Segunda Sección. Sus dibujos no faltaron un sólo día durante las siguientes cuatro décadas y media. Para inspirarse, se levantaba a primera hora, leía todos los diarios y, entre las noticias, surgía el chiste que se publicaría al día siguiente. El sábado 6 de septiembre de 2003 se despidió con el dibujo de una lágrima. "Lectores, esto refleja el estado emocional; sólo una lágrima deja quien hoy se aleja", escribió en su ya legendario espacio en la contratapa del diario.
En 2013 obtuvo el reconocimiento de Personalidad Destacada de la Cultura por la Ciudad de Buenos Aires. Había estudiado con otro grande del humor gráfico, Lino Palacio, y terminó siendo uno de los primeros en recalar en Clarín, para más tarde ser acompañado por Fontanarrosa, Caloi, Guinzburg, Bróccoli, Aldo Rivero, Crist, Landrú, Viuti, Tabaré, Altuna, Sendra y muchos otros.
El 7 de enero de 1923 mamá Juana da a luz -nuevamente en Puán- a Felipe Miguel Angel. Este bebé traía consigo una enorme vocación de divertir a sus semejantes.
Para conocerlo por él mismo, se transcribe un reportaje que se le hizo hace unos años en Buenos Aires.
¿Es Don Miguel o Don Felipe?
De las dos maneras. Hay algunos que me llaman Felipe, como Felipe es mi primer nombre, pero a mí me llamaron toda la vida Miguel. Es un problema.
Usted nació en Puán, en la Provincia de Buenos Aires ¿Qué nos puede contar de sus primeros años?
Yo nací en Puán el 7 de enero de 1923.
¿Y se fue a los 4 años para Bahía Blanca?
No. Sabés qué pasa. Mis padres vivían en Bahía Blanca, en Villa Rosas, que es una villa que está entre Bahía Blanca e Ingeniero White. Mi mamá para tener familia iba a Puán, a la casa de sus padres, porque era donde ella había nacido.
¿Y su papá?
Mi papá no. Mi papá había nacido en Ayacucho. El padre de él era ferroviario, había sido jefe de estación en Ayacucho, en Las Flores, por esa zona. Cinco hermanos éramos. Todos nacimos en Puán. Primero el mayor, segundo yo, mi hermano el tercero que hoy es cura, es Monseñor Dobal que está en Bahía Blanca, después mi hermana que vive en Tucumán. El único que nació en Villa Rosas fue mi hermano más chico, después todos nacimos en Puán, porque mi mamá iba a tener familia a Puán. Después nosotros íbamos a la casa de mis abuelos, a pasar vacaciones... Yo el segundo grado lo hice en Puán. Por eso tenemos el contacto con Puán.
O sea, se dividían el tiempo entre los dos lugares. Es decir que no hay una fecha que digamos Usted se fue de Puán...
(Asintiendo) No, no, es que además en Puán no pasó la vida nuestra. Pasaron muchos años de nuestra vida sí, pero así alternados. Pero vivíamos en Bahía Blanca.
En Puán ¿tiene familia actualmente?
Sí, sí, tengo primos todavía.
La ciudad de Puán, cabecera de partido, ¿le ha hecho algún homenaje?
Sí. La escuela N°1 donde yo hice 2do grado, en una ocasión cuando la escuela cumplió 100 años, yo fui, y me hicieron un homenaje, me dieron una medalla. Lindísimo, lindísimo.
Continuando con sus padres ¿Cómo eran sus nombres?
Carlos Ramón Dobal y Juana Marcchi, hija de italianos mi mamá.
Primer dibujo de Dobal para Clarín. 14 de abril de 1958
Como yo diría como el 90% de los chicos. Al 90% de los chicos les gusta dibujar, o al 80... Tuve la suerte de que mi hermano mayor, mirá vos cómo es el destino o la mano de Dios, qué se yo, mi hermano el que hoy es sacerdote. Yo ya había terminado 6to grado. Siempre dibujaba. Me gustaba dibujar como a tantos chicos. Con mis hermanos hacía una revista que se llamaba El ojal. Yo hacía los dibujos...
En esos momentos ¿cuántos años tenía?
Era una revista de entrecasa, a los doce o trece años... Y a mi hermano le da por llamar a Bahía Blanca. Yo iba a entrar a 1er año, al Colegio Don Bosco. Había terminado 6to grado. Bueno, andaba haciendo los trámites, y a mi hermano le da por llamar a un dibujante en Bahía Blanca que tenía una agencia de publicidad a la mañana, y que a la tarde trabajaba en New London, una tienda. Mirá qué tiempos, una tienda tenía un dibujante exclusivo para que le haga los dibujos de los sobretodos, los trajes, los sombreros, para publicar los avisos.
Le preguntó si no precisaba un aprendiz, un ayudante. Y le dijo sí, sí, que venga mañana. Al otro día fui. No me acuerdo bien en detalle se llevé algún dibujo que había hecho para que viera. Lo que sé es que empecé, pero no a trabajar, era la época en que había aprendices. Había aprendices de sastre, de peluqueros, en este caso de dibujantes. Entonces no me pagaban. Iba todas las mañanas. Barría. Era una sola oficina. El escritorio. Después le hacía mandados. Iba a las pinturerías a buscar pinturas, todo lo que necesitara.
Y me enseñó a dibujar. Bah, me daba algunas cosas que copiara, después me las corregía, y con él aprendí muchos rudimentos del dibujo, no?. Hasta que dejó y se fue a... compró una rifa de esas que se vendían antes, 2 números 1 peso, se sacó un auto, lo vendió enseguida y se fue a Montevideo. En aquél entonces fue a poner una agencia en Montevideo, y no sé más de él.
Después al tiempo, en el mismo lugar, un chico de Bahía Blanca que había estudiado publicidad acá en Buenos Aires, puso otra agencia, y ahí ya entré como ayudante de él. Me acuerdo que me pagaba $30.
Después mi hermano mayor entró a trabajar con los fotógrafos de El Atlántico. En Bahía Blanca en aquél entonces estaban a la mañana La Nueva Provincia y El Atlántico. La Nueva Provincia sigue estando hoy. Gran diario. Y a la tarde estaban Democracia y La Gaceta. Mirá lo que era el periodismo. Claro, no estaba la televisión. Y después estaban El Censor y El Régimen que eran semanarios.
Bueno, mi hermano entró a trabajar con Mazarín y Fernández, fotógrafos de El Atlántico, como ayudante de ellos. Aprendió fotografía, y todo. A poquito de estar ahí me dice mi hermano ¿por qué no hacés dibujos para los domingos, deportivos, de fútbol, con Rosario Puerto Belgrano que era el marinero, Liniers que era un chivo, Huracán igual que acá un globo, el malevo era Villa Mitre...
¿Estaba Olimpo en esa época?
Olimpo era el millonario. Sí, sí, claro que estaba Olimpo. Porque uh! tenía una sede... en pleno centro, al lado de La Nueva Provincia justamente. Y empecé a hacer eso, y cayó muy bien. Porque acá en Buenos Aires los hacía también el diario Crítica. Había hecho que Boca era el pizzero, que River era el millonario...
Bueno, esos motes a los clubes les viene bárbaro a la gente que hace trabajos como Usted, porque pueden explotarlos...
Así es, así es. Cuando entré al Atlántico era en el año 39, o sea tenía 16 años. Y bueno, fue muy bien hasta que un día me llamaron para que entrenara dibujantes del diario. Me acuerdo que empecé ganando $40. Hacía los dibujos deportivos, y por ahí si se me ocurría algo, algún recuadro de algún chiste, alguna nota de realidad, lo hacía, y me lo publicaban.
Era de Don José María Pérez Bustos el diario. Después estuvo de director un tal Morelli que había venido de Buenos Aires, y me dice: Dobal, no se anima a hacer una nota todos los días. Y le digo, sí, como no que me animo. La llamamos Actualidad por Dobal. Entonces todos los día empecé a hacer Actualidad, y todos los días fue bastante famosa. La hice como 3 años, desde 1943 hasta 1945.
Muchas fueron las publicaciones de Felipe Miguel Angel Dobal y ciento de lectores se deleitaron con el humor de sus dibujos. Dibujos que marcaban las críticas con altura, sin apelar a golpes bajos y que merecieron el reconocimiento de políticos como Aramburu, Frondizi, Guido, Alzogaray y el músico Mariano Mores, entre otros. Fue el creador de "El detalle que faltaba", "Crónicas de la Vida" y de muchas historietas que ocuparon los espacios de la mayor parte de los medios gráficos importantes del país y del exterior. En su espíritu siguió siendo ese chiquilín que jugaba en Villa Rosas al fútbol, la "billarda" o al "hoyo pelota", con la humildad que tienen los que han sido tocados por la mano de Dios.
Su trabajó lo obliga a satirizar a muchos políticos ¿Nunca tuvo problemas con ninguno?
Afortunadamente no. Muchos presidentes pedían reuniones con los humoristas gráficos, pero no hubo problemas. El 30 de abril del 58, (el presidente Pedro Eugenio) Aramburu llamó a todos los humoristas gráficos para desearnos suerte. Al otro día le entregaba el poder a (Arturo) Frondizi. Fuimos todos, Lino (él lo dibujaba a Aramburu como una vaca) y Jorge Palacios, Landrú, Carlos Garaycochea, Medrano y otros. Yo era el único que trabajaba para un diario, los demás eran todos de revistas. A Frondizi lo usé muchísimo para los chistes, a él y (al ministro de Economía Álvaro) Alzogaray. Un día Frondizi me llamó a Casa de Gobierno porque me quería conocer. Alzogaray me quiso conocer también. Más para acá dibujé a Raúl Alfonsín, a (Carlos) Menem... dibujé a todos.
¿En qué año nace La crónica diaria?
Yo fui durante 15 años el único dibujante de Clarín. En el ’73 cuando se crea la contratapa con humor se agregaron otros. Ahí nace “La crónica diaria. También dibujé para La Razón, el diario de habla hispana de mayor tirada en el mundo. Yo en Clarín fui muy querido. Siempre pienso que voy a volver... ¡total 83 años no son nada!
¿Cuál fue la mejor etapa política para hacer humor gráfico?
No sé. Durante la dictadura no hacíamos política sino actualidad. Sin embargo, yo hice a muchos ministros de Economía. A (Domingo) Cavallo lo usé mucho. . Alzogaray me llamó un día para pedirme un dibujo. Era una caricatura de él vestido de boxeador en un ring, el manager era Frondizi y en el otro rincón había un monstruo todo musculoso. El título decía Álvaro vs. presupuesto.
La última ¿Le hubiese gustado tener un personaje?
¡Si claro! Como el Clemente de mi amigo Caloi o el Inodoro de mi amigo (Roberto) Fontanarrosa. Es una frustración, me hubiese gustado tener un personaje como Clemente, pero soy feliz con lo que hago.
La sonrisa comprensiva de Dobal
Por: Rubén Benítez
"Hace mucho más de medio siglo que se fue de Bahía Blanca. En septiembre de 1945 sacó un boleto de primera en la estación Sud y, como en el tango Adiós muchachos, se alejó de sus amigos que lo despidieron desde el andén. También dejó a su novia Elsa, y marchó en busca del destino, que lo estaba esperando. Este, el destino, había adquirido para él la expresión geográfica de un Buenos Aires eufórico. Una ciudad donde la calle era una fiesta y el humor de la gente se repartía en innumerables revistas semanales consagradas a ese género.
Justamente hacia dicho rubro apuntaba el aporte que Miguel Angel Dobal sumaría a aquel mundo esperanzado y feliz. No el humor que concluye en la risa, sino el que se prolonga en la reflexión.
Allí lo aguardaba el gran dibujante que la distancia había idealizado y al que al fin le estrecharía la mano: Lino Palacio. Era su gran oportunidad. Que no la desaprovechó lo revela el hecho de que, desde el 14 de abril de 1958 hasta hoy, día tras día, sin parar, ha logrado arrancarle una sonrisa espontánea a los porteños, primero a través de su tira de actualidad política y luego con "De la crónica diaria", que publica "Clarín". Además, durante 27 años acumuló lectores y seguidores en "La Razón", con "El detalle que faltaba", diario que también incluyó durante una década sus "Dramas clasificados". Y en "Crónica". A lo que cabe sumar su prolongado paso por "La Nueva Provincia".
Su pasión por el dibujo afloró con las primeras luces de su entendimiento y de su sensibilidad. A los ocho años dibujaba, una por una, las cuarenta barajas del mazo para jugar con sus hermanos. Su querida tía María afirmaba que no se diferenciaban de las compradas.
El 15 de julio de 1951 sale el primer número de Mundo Peronista. Allí aparece Bobalicón, firmado por "Duval", que obviamente remite a Dobal. Como se observa, resulta casi calcado el estilo de Lino Palacio
El comienzo de la primaria lo hizo en Villa Rosas. Los dos últimos grados tuvo que completarlos en White. Podía haber elegido Bahía, pero el boleto de ómnibus era más caro.
-"Recuerdo que pedíamos "dos medios de segunda ida y vuelta". Nos costaba quince centavos a White y, a Bahía, veinte. A veces mi mamá abría el cajón de la mesita de luz, contaba las monedas y exclamaba con pesar: "Hoy puede ir uno sólo". Sin embargo éramos muy felices. Nos sentíamos contentos cuando comíamos una naranja y no dejábamos de serlo cuando no la había.
"Publicábamos una revista, "El Ojal", con los resultados de las carreras de autos. Yo hacía la tapa y mi hermano Coco, la publicidad. Una vez inventó un aviso que decía: "Vendemos banderas argentinas en todos los colores". Mi madre guardó hasta su muerte todos esos dibujos. También jugábamos al fútbol con jugadores de madera terciada. Usábamos la mesa como cancha,con arqueros movibles. Y a la bolita, a la billarda, al trompo.. Lo único que teníamos que comprar eran los lápices, porque a las gomas las fabricábamos con miga de pan.
Cuando llegaba el tiempo del barrilete, a la noche le poníamos un farolito de cartón con una vela en la cola. Después de remontarlo, hipnotizados, lo veíamos alumbrar el cielo.
"A los 16 años empecé a colaborar en el diario "El Atlántico", donde ya estaba mi hermano Esteban. Me entusiasmó para publicar dibujos deportivos. Cada equipo tenía su símbolo. Villa Mitre era el Compadrito; Liniers, el Chivo. Yo entonces copiaba a Lino Palacio, a Quinterno, a Columba, a Divito", recordó.
Cuando Juan Carlos Morelli se hizo cargo de la dirección del diario "La Nueva Provincia" me invitó a hacer un dibujo cada día sobre temas de actualidad. Lo hice durante tres años y lo dejé, porque un día César Bertorini, que conocía mi admiración por Lino Palacio, me dió la gran noticia:
-Si me mandás unos dibujos yo se los llevo a Lino para que los evalúe.
Los mandé, y poco después me dijo que Lino me esperaba.
Gracias a Dios, en septiembre de 1945 me fui en tren a Buenos Aires.¡Qué maravilla el tren de entonces!
En Constitución me esperaba Bertorini. Me llevó a una pensión, en Moreno 1133, donde vivían unos tíos que yo no conocía.
Y después, un día inolvidable de mi vida, fuimos a verlo a Lino. Entramos con César y nos recibió afectuosamente. Mis dibujos le habían gustado. Yo lo observaba con asombro, desde que empezó a pararse. Era alto, fuerte, había jugado al rugby. Tenía una pinta bárbara, como Clark Gable. Al cabo de una breve charla, en la que nos habló de su revista "Don Fulgencio", pronunció las palabras mágicas: Si está dispuesto,puede empezar mañana. Palabras que podían traducirse como el "Ábrete, sésamo" de un venturoso porvenir.
En el año 1944 había fallecido mi padre. Desde aquél momento Lino Palacio fue mi patrón, mi maestro, mi amigo y mi padre. Nos seguimos viendo siempre, todos los días, hasta su muerte. Aún hoy hablo permanentemente con sus hijos Jorge ("Faruk) y Cecilia.
Lino confió mucho en el humor español, que no era el humor de Divito ni de los dibujantes de "Patoruzú". Era el humor que luego tomó Landrú, un poco descabellado. Por ejemplo: Un tipo está con la boca abierta y la mujer le dice:
-Querido, estás con la boca abierta- y él responde:
-Sí ya sé; la abrí yo.
Parecido a lo de Gila, aunque Gila era más humano.
Pero Buenos Aires no estaba preparado para ese tipo de humor. La revista vivió sólo 36 números.
Llegué a ser jefe de dibujantes en reemplazo de Toño Gallo que se fue a "Rico Tipo". Gallo era un dibujante fotográfico, bárbaro, pero según los libretistas, le faltaba chispa.
Al poco tiempo, hablando de mí, Lino Palacio dijo: "Dobal se viste como Divito, dibuja como Quinterno y quiere ser ayudante de Lino Palacio", lo que me causó mucha gracia.
En 1948, a tres años de su partida, Miguel volvió a Bahía Blanca para casarse con Elsa Contreras.
Lino vino para salir de testigo en el Registro Civil. Ya había estado antes, cuando en el Municipal hizo una exposición de tapas de "Billiken".
Recuerdo que la sala estaba repleta y la gente se amontonaba en la calle para verlo. Él no lo podía creer.
Entonces, Quino iba a visitarnos con frecuencia. Sus dibujos parecían muy primarios, pero sus ideas eran brillantes.
Un día volvíamos en avión de Madrid,con mi señora, cuando ví que por el pasillo pasaba Quino. Nos abrazamos y estuvimos hablando un rato:
-Seguro venís en primera- le dije yo.
-Ma qué primera, vengo en la cola, donde se mueve todo.
Señalándome y dirigiéndose a mi señora, le dijo:
-¡Mi maestro!- y Yo le reproché:
-¿Cómo se te ocurre decirlo acá, en un avión, donde no te escucha nadie? ¡Decilo por radio, para que te oigan todos! Quino es verdaderamente un genio.
"Con el tiempo fui conociendo a muchos funcionarios. Tengo una foto del 30 de abril de 1958 con Aramburu. Cuando dejó el gobierno llamó a los dibujantes para desearnos que con Frondizi tuviéramos la misma libertad que habíamos tenido con él. En realidad tuvimos libertad. Recuerdo que Lino lo dibujaba como si fuera una vaca y nunca se quejó.
Después Frondizi me invitó a visitarlo en la Casa Rosada. Y un día escuché una voz, un poco tartamudeante. Era Alsogaray:
-Yo hablo por radio, doy charlas, pero nunca puedo explicar los hechos como lo hizo usted en el dibujo de hoy -me dijo.
El dibujo mostraba un ring, con un monstruo de bigotes en un rincón y en el otro, un chiquito, Alsogaray. El título era: Alvaro vs. Presupuesto. La cuarteta decía:
"Todos esperan a unaTambién me invitaron Guido, Lanusse y Menem.
que el chiquito haga capote.
(Es que si gana el grandote
se comerá a la tribuna)."
Hay chistes que no pierden actualidad. En uno publicado el 1 de junio de 1959, Alsogaray le dice a un periodista: "Aparte de la cartera de Economía he solicitado también la de Trabajo, porque con un sólo empleo no se puede vivir". Lo podría usar hoy.
En el aeropuerto de Moscú, en Israel y en otros países, me encontré con argentinos que me conocían por la tira.
Ahora todo cambió. El mundo está ahí nomás. Uno de mis hijos, que vive en Amsterdam, ve el chiste del día y me lo comenta por internet".
"Aquellas infantiles escapadas cinegéticas al campo de Don Ramiro,en la pequeña aldea de Villa Rosas, con el tiempo fueron sustituídas por los largos viajes a través de la gran aldea en que se convirtió el mundo.
Miguel y su esposa conocieron el misterio interior de la pirámide de Keops, se bañaron en el Mar Muerto, recorrieron los lugares sagrados del Cristianismo, atravesaron la Puerta Santa, cruzaron los maravillosos puentes de San Petesburgo, caminaron por la vigilante Plaza Roja de Moscú, pasaron por encima del anacrónico y derruído Muro de Berlín, navegaron por el histórico Támesis.
En enero, estuvo en El Calafate. "Gracias a Dios por habernos dado esta belleza incomparable.Creo que el mundo nació ahí y que ahí va a terminar; ojalá dentro de muchos años", expresa.
No vacila en definir su interpretación del humorismo: "El periodismo se basa en qué, cómo, dónde y cuándo. Luego le agregaron el por qué. Lo nuestro (el humor) se reduce a dos términos: qué y cómo. Una vez que se me ocurre el qué, pienso en el cómo. ¿A quién pongo? ¿Qué utilizo? Y si se me cruza una idea que puede ofender a alguien, la desecho", afirma.
Miguel Dobal continúa trabajando como en sus mejores tiempos. Con el mismo énfasis, y con un sentido del humor que no tiene que inventar porque es su forma natural, alerta y comprensiva de mirar la vida. Está orgulloso de sus seis hijos. Y con justa razón. Juan Pablo, notable pianista, vive en Amsterdam. En 1994, en París, dirigió el quinteto de tango que homenajeó a Astor Piazzolla cuando bailaron Eleonora Cassano y Julio Bocca.
A pesar de su vida ajetreada, Miguel no se siente cansado.Se levanta todos los días a las seis y media y toma mate con su esposa. Luego leen los diarios. Acumulado el necesario caudal de información, sube a su estudio donde se encuentra con esos eternos personajes, capaces de revelarnos en poquísimas palabras las causas ocultas de la compleja realidad que contemplamos.
Infaliblemente, lunes, miércoles y viernes, a las dos de la tarde, toma un remís y se dirige al diario, donde nunca faltan motivos de conversación, para entregar las tiras. A las cuatro ya está de vuelta en su casa de Temperley.
Allí reside desde el 1 de enero de 1950. Su estudio permanece lleno de papeles, de revistas y de sol. Para introducirse, el sol aprovecha dos amplios ventanales que dan a un parque. El árbol dominante del parque es un palto cuyos frutos suelen pesar un kilo. Le sigue en altura la altísima palmera que al atardecer se llena de gorriones y que le provee los coquitos que, como tienen mucha fibra, se han convertido en fruta codiciada.
"Un gran amigo, Samuel Mallo López, notable pintor, venía siempre a buscarlos. Murió hace poco", recuerda.
Y mientras habla y trabaja fraterniza con el sol resplandeciente del invierno que acaba por dormirse en su habitación"
En las bibliotecas que rodean a la mesa de trabajo del humorista gráfico, Felipe Miguel Ángel Dobal se encuentran encuadernados y celosamente cuidados los últimos años de la historia argentina y del mundo. El dato no sorprende, hasta que el propio Dobal aclara que se trata de una historia contada a través de sus tiras cómicas y con su particular interpretación de la realidad.
Empezó a incursionar en el oficio de contar a través del dibujo cómico desde muy joven, en su Bahía Blanca natal (es oriundo de Puán). Durante más de cuarenta años trabajó en Clarín y sus recuadros de actualidad titulados “La crónica diaria” –cerraban la contratapa humorística del diario- ofrecieron una mirada diferente de la actualidad. A los 83 años, con seis hijos, 18 nietos y tres bisnietos, Dobal continúa satirizando el acontecer cotidiano. En esta entrevista con Metro el dibujante, que desde hace mucho tiempo vive en Temperley, recorre su amplia trayectoria de la mano de sus dibujos.
Fuentes: Memorias de Villa las Rosas, El Loco Dao, Señales