Por: Laura Tarrillo
Alberto Salcedo Ramos forma parte del Nuevos Cronistas de Indias. El periodista y escritor estuvo en Lima y dio una mirada a lo que viene ocurriendo en el periodismo en la actualidad.
¿Cuándo inicias a escribir?
Empecé en la infancia como un juego. Había una libreta y un bolígrafo y me puse a anotar cosas ahí, quizá como una forma de hacer algo que me entretuviera. No creo que esa primera aproximación deba verse como el comienzo de un escritor. Era eso que te digo: un juego. Lo que pasa es que luego vas cayendo en la trampa de que te guste y te quedas enganchado.
¿Y cuándo decidiste ser periodista?
Yo quería estudiar Literatura, porque me gustaba, pero mi madre me dijo que era complicado y que mejor estudiara Periodismo, pues así, al menos, iba a tener un sueldo. Estudié Periodismo con la idea de que sería en mi vida algo temporal mientras llegaba el momento de convertirme en escritor, pero cuando empecé a ejercer el oficio descubrí estaba en un lugar donde me sentía bien.
¿Qué hizo que te sientas cómodo?
Podía contar historias también. Había un escritor colombiano llamado Álvaro Cepeda Zamudio que definía a la crónica como “literatura de urgencia”. A mí me gusta esa definición porque me recuerda que en la crónica uno puede investigar como los reporteros y escribir como los escritores. Por otro lado, la literatura no es patrimonio exclusivo de los escritores de ficción.
¿Cómo ha cambiado el periodismo desde tus inicios a ahora?
Comencé a hacer periodismo en una máquina de escribir. En esa época existían los teletipos, luego vino el telefax y ahora la evolución nos ha llevado a otro tipo de aparatos. Se transforman las herramientas tecnológicas pero la esencia humanística del periodismo se mantiene porque sin ella el oficio se desvirtúa. Hoy se discute mucho sobre los canales tecnológicos de los mensajes periodísticos y se habla mucho menos de la necesidad de preservar esa formación humanista. El periodista debe conocer la lengua, que es su herramienta de trabajo; debe saber de historia, de filosofía, de arte, debe cultivarse y no ser, únicamente, un cazador de datos. El buen periodismo consiste en administrar la ignorancia. Uno desconoce algo, y ese desconocimiento, cuando hay curiosidad y sentido de la responsabilidad, te estimula para aprender lo que no sabes. Hoy veo muchos reporteros que están más preocupados por buscar información de un modo facilista en Google que por ejercer el oficio con curiosidad auténtica, averiguando las cosas con más esfuerzo.
¿Consideras que la tecnología aporta al periodismo?
La tecnología es complementaria, te permite transmitir el mensaje. Antes de que existiera la imprenta, ya había transmisión de noticias. Cuando yo estudié Comunicación Social y Periodismo, se repetía con frecuencia esta frase de Marshall McLuhan: “el medio es el mensaje”. Si McLuhan viviera diría que el mensaje ya no es el medio sino la velocidad. Hoy casi todo el mundo trata de buscar una frase viral para generar tráfico y ya, ahí terminó la tarea. Pero se están olvidando del trabajo paciente, de conocer a la gente, de ir más allá de las preguntas y respuestas y de indagar tanto tiempo como sea necesario para ver algo que no puede ser visto a primera vista. El periodismo no puede ser solo velocidad. Entiendo que la oportunidad es fundamental. La inmediatez es uno de los valores del periodismo, lo que no entiendo es que sea el único.
¿Y de quién crees que es la culpa?
No me gusta hablar de culpa, yo prefiero decir que el periodismo se tiene que diferenciar de las redes sociales. Un periódico no puede competir contra Twitter, que no arriesga nada. Twitter es como el iTunes del periodismo, así iTunes sube canciones para que sus usuarios las descarguen, Twitter es una gran despensa de titulares. El periodismo no consiste en eso. Para mí las redes sociales son más herramientas de comunicación que de periodismo. Alguien comparó a Twitter con un bar lleno de borrachos que discuten a gritos porque creen que es importante tener la razón y que esta se tiene mientras más se grita.
Porque Twitter permite la divulgación…
Sí. Y también se publican datos falsos. Es una paradoja que en la era de las facilidades para la información lo que prime sea la desinformación. El periodismo no puede caer en ese juego. No puede seguir enredándose en el texto frívolo que parece un post de red social simplemente para complacer a lectores dóciles. Ya lo dijo Martín Caparrós: los malos periódicos se inventaron la especie de lector más exótica del mundo, la del lector que no lee, y por andar produciendo contenidos mediocres para lectores que no leen, perdieron a los lectores que sí leen.
Fuente: Diario La República