Por: Andrés Gil Domínguez*
En torno a la comunicación audiovisual y las telecomunicaciones, existe un futuro muy cercano que, en muchos de sus aspectos, estamos viviendo en el presente. Debido a los avances tecnológicos, a diario observamos cómo la estricta división entre el conjunto integrado por radiotelevisión y la telefonía se va difuminando lentamente.
Cada vez más Internet se ofrece como un ámbito de convergencia de la radio, la televisión, la telefonía y de la prensa escrita, la cual por este medio lentamente también ofrece contenidos audiovisuales.
En este futuro próximo, el gran desafío consiste en visualizar el derecho fundamental y humano de acceso a Internet como una precondición de la democracia, la neutralidad en la red como un contenido esencial de este derecho y a la convergencia como una garantía de un derecho a la comunicación resignificado. Un acceso universal, ubicuo, equitativo, verdaderamente asequible, de calidad adecuada que abarque pluralmente y sin discriminación alguna todo el territorio nacional y que tenga como objeto primordial cerrar la “brecha digital” entre quienes pueden acceder a Internet y quienes tienen un acceso limitado o carecen de él. Por ello, es fundamental profundizar como política de Estado, el desarrollo e iluminación total de la red federal de fibra óptica (ReFeFO) desarrollada por el anterior gobierno y declarada de interés público, como así también, utilizar la última milla con un sentido de inclusión social respecto del acceso universal.
En este tiempo que está viniendo, Internet se ofrece como un espacio infinito para producir, recibir y difundir ideas, expresiones, opiniones, relatos, noticias, un ámbito quizás similar al que utilizó la prensa escrita durante muchos años. El www reemplazará inexorablemente el espacio radioeléctrico, la televisión analógica y la estructura cerrada del cableoperador.
Las cuestiones que pasarán a ser centrales para ser reguladas serán el régimen de precios, los requisitos del servicio universal, una nueva forma de licencia, la garantía de acceso de los sectores más vulnerables.
En el presente y mirando este futuro, las premisas empíricas, científicas y tecnológicas que sostuvieron a la Ley de Servicios de Comunicación Audiovisual y a gran parte de la Ley Argentina Digital se tornaron obsoletas. Por ejemplo: la eventual resistencia de un cableoperador de no sumar o de quitar un canal a su grilla queda diluida si dicho canal transmite por Internet, por cuanto una persona accederá directamente al mismo sin intermediarios.
Otro punto importante consiste en el necesario desarrollo de políticas públicas activas que posibiliten al sector privado no comercial integrado por universidades, organizaciones no gubernamentales, sindicatos, cooperativas y otros actores ofrecer servicios de conectividad, desarrollar proyectos de radio y televisión y producir contenidos audiovisuales en el ámbito convergente de Internet.
Una ley que regule la convergencia audiovisual y comunicacional en el presente es sumamente necesaria para disfrutar adecuadamente de ese futuro tecnológico que poco a poco está arribando.
*Andrés Gil Domínguez es profesor titular de Derecho Constitucional (UBA)
Fuente: Diario Clarín