El fallo ejemplar al ex capellán Von Wernich, condenado a reclusión perpetua es sin duda un hito importante en la lucha de más de 30 años de las víctimas, familiares, querellantes y organismos de Derechos Humanos.
Este caso es uno de los pocos en el mundo, en que es sentenciado un miembro de la Iglesia Católica por violación a los derechos humanos, en el marco del genocidio argentino.
En la sala de audiencias, el llanto, los abrazos y los aplausos ganaron el recinto. En forma paradojal el acusado sonreía sarcásticamente, burlonamente, soberbio, ante esos mismos a los que junto con el Arzobispo de Buenos Aires calificó de; “El demonio, es un testigo falso porque está en la mentira, no está en la verdad”
La jerarquía de la Iglesia Católica siempre supo quien era Von Wernich, y qué había hecho, nunca se arrepintió de ello, y ayer lo corroboró en sus “reflexiones sobre temas bíblicos” que el público escuchó en silencio antes de que el Presidente del Tribunal Oral Federal Carlos Rosanski, leyera la sentencia.
También supo la Iglesia quienes eran y por qué murieron Monseñor Angelelli, Carlos Mugica, los padres palotinos, y tantos curas y religiosas que hicieron una opción por los pobres, y que murieron en las mazmorras de la dictadura o asesinados en accidentes fraguados.
Lo que sí ayer, como en estos largos años, ninguna víctima, ningún militante, alzó la mano o empuñó un arma contra él, porque no hay odio ni deseos de venganza, solo de justicia.
Este juicio además tiene el valor de demostrar que no solo los militares y las fuerzas de seguridad fueron partícipes del genocidio, sino también de la cúpula de la Iglesia Católica, como Servando Tortolo, Victorio Bonamin o Antonio Plaza, además de los vicarios y capellanes castrenses que les dieron a los genocidas el sostén teórico de que la tortura y el asesinato, aún de niños, tenían un sustento en la necesidad supuesta de limpiar y depurar la sociedad. A pesar de los 30 años transcurridos han tratado de eludir y de acotarlo a una responsabilidad individual, cuando claramente fue una participación institucional de la jerarquía eclesiástica.
Hoy, la única posibilidad de reivindicar a los miles de desaparecidos y asesinados, es la vigencia del estado democrático, y la necesidad de que en forma urgente haya justicia y condena de los cientos de genocidas que deben ir a juicio oral en todo el país.
Alicia Gutiérrez
Diputada Provincial ARI Santa Fe