Por: Ricardo Kirschbaum
La presidenta electa ha hecho mención varias veces al relato como género. En el discurso de la noche del triunfo dijo que los argentinos nos merecemos un mejor relato. No aclaró si se refería a una mejor visión de nosotros mismos o a la que reflejan los medios. En otras intervenciones, como ya lo había hecho durante la campaña, Cristina Kirchner mencionó al relato como una construcción de la noticia, suponiendo que esa manipulación busca ordenar los datos para presentarlos de una manera distinta a lo que son y así poner en apuros al poder.
El lunes por la noche, en un reportaje de Joaquín Morales Solá, dijo que su relación será perfecta si los medios vuelven a ser de "comunicación" y no de "oposición". Esta definición es importante y esa mutación que la Presidenta reclama es la ratificación de la opinión que se tiene en el poder sobre el papel de los medios.
Cristina ha dicho que en otros países la prensa no analiza sino que informa, desechando el impacto por la interpretación. Esto necesita ser probado. Esa visión, apoyada en reparos ideológicos, atraviesa el discurso oficial sobre la comunicación y el periodismo.
No puede hacerse una lectura homogénea de los medios argentinos ni tampoco dicotómica.
Según la Real Academia Española, el relato es el "conocimiento que se da, generalmente detallado, de un hecho". En una segunda acepción, lo define como narración o cuento.
Si el periodismo se dedica a los relatos de ficción, haciendo un simulacro de la realidad para describirla de una manera sesgada, estamos en problemas porque hemos vivido, por lo menos, equivocados desde hace mucho tiempo y quienes consumen las noticias, también. Un pacto entre embaucadores y embaucados.
Fuente: Clarin