miércoles, 17 de julio de 2019

Sobre los éxitos de Polka: sin autor no hay obra

Derecho de Autor. Todos son inolvidables, menos los guionistas. Ante el ninguneo a los autores en la nota de Clarín sobre los éxitos de Polka
¿Qué requiere una ficción para ser considerada por la crítica y el espectador?

Un decorado escenográfico realista y sólido, locaciones y escenarios naturales elegidos con cuidado y enriquecidos con la ambientación adecuada, buenas actuaciones, una apropiada dirección de cámaras y actores, un vestuario acorde, música envolvente. Todos estos son requerimientos que cada vez con mayor energía reclama el público para apreciar una buena historia. Pero de nada valdrán decorados, locaciones, actores y directores si la historia que se pretende contar no está bien escrita. En una palabra, si un guion no sirve, no hay producción que lo mejore. Dice un adagio, tan viejo como el audiovisual: un buen guion puede ser arruinado, pero de uno malo jamás nacerá un buen producto.

Y en este punto es donde debemos detenernos cuando vemos que, con inusual entusiasmo, se homenajea a Polka en una nota periodística de la Sección Spot de Clarín del 16 de julio y se exhiben como inolvidables 25 de sus programas (Ver aquí) y en cada recuadro se habla de personajes, tramas, enfoques argumentales, tratamiento de temas, se nombran actores pero en ningún espacio, rincón ni línea del texto, se hace referencia a los autores de los guiones que implican esas tramas, personajes, enfoques y tratamientos elogiados hasta el infinito.

En esa extensa lista, todos son inolvidables a excepción de los guionistas.

La periodista que redactó la nota pone su firma, entendiendo que el público debe enterarse de quién elabora los conceptos y opiniones que en ella aparecen. Porque suponemos que le parece justo y natural que su nombre, única marca registrada que existe en estos menesteres, figure inmediatamente debajo del título y la bajada, como corresponde. Es su derecho y lo hace valer. Pero parece olvidarse rápidamente de los derechos intelectuales cuando ni siquiera hace mención al rol del autor en toda esta maravilla productiva que describe embelesada. No solamente pasa por alto nombres y apellidos que tendrían el mismo derecho que ella a figurar al pie del título de las obras mencionadas, sino que no dedica una frase para hacer referencia al rol fundamental del autor en la cadena de valor de la producción audiovisual.

Si estuviéramos hablando del comentario de un principiante, un advenedizo o un ignorante, podríamos atribuir esta omisión a cualquiera de estos supuestos. Pero no es así: quien firma la nota es una periodista de larga trayectoria en la crítica de espectáculos. Ella y el diario que la edita, conocen perfectamente el valor de un buen guion.

Sería esperable que, entre cientos de virtudes extensa y minuciosamente descriptas, se elogiara a una productora como Polka por su capacidad para convocar autores talentosos y nombrar a esas mujeres y hombres capaces de imaginar y escribir situaciones y diálogos que tanto se ponderan, y que no nacieron de la cabeza omnipresente de una sola persona, sino del esfuerzo mancomunado de un grupo de guionistas que, eclipsados y desplazados del lugar que legítimamente les corresponde en la nota periodística, fueron, son y serán capaces, más allá de Polka o la productora que los contrate , de crear espectáculos inolvidables.
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