Gorbán, que fue productor del “Gran Hermano” y miembro de la Federación Juvenil Comunista, realizó la investigación que dio con Fernando Escobar Llanos, quien afirma haber sido el espía y agente del revolucionario
Por: Lorenzo Castro
El periodista y productor televisivo argentino Marcos Gorbán destapa en “Los Ojos del Che” a un silencioso protagonista de la revolución en América Latina, Fernando Escobar Llanos, quien afirma haber sido el espía y agente del revolucionario argentino-cubano Ernesto “Che” Guevara.
Aunque no hay pruebas físicas que demuestren que sea cierto lo que en el libro cuenta Escobar, a quien el “Che” llamaba “Losojo” y en Argentina conocían como “Orlando”, “todos los indicios señalan que dice la verdad”, manifiesta Gorbán en una entrevista con EFE en Miami, ciudad en la que presentará este miércoles su libro.
Para Gorbán, que fue productor del programa de televisión “Gran Hermano” y miembro de la Federación Juvenil Comunista, la investigación y las entrevistas con Escobar Llanos constituyeron un viaje hacia sus raíces.
Tras descubrirlo en un capítulo del libro “Secretos en rojo”, de Alberto Nadra, Gorbán logra a través de este dar con “Orlando”, quien resultó siendo un conocido de sus padres, unos antiguos militantes del Partido Comunista Argentino, quienes en la década de los años 60 dieron atención médica al protagonista del libro.
Esa conexión y consecuente confianza hizo que “Orlando” se decidiera a “contar por primera vez a alguien toda su historia”, señala Gorbán.
La historia comienza en 1961, cuando luego de una conferencia en Uruguay como ministro de Industrias de Cuba, el “Che” viaja de incógnito a su país natal, Argentina.
En este país el icono de la revolución cubana sostiene un encuentro con jóvenes comunistas, entre ellos el hermano mayor de “Orlando”, quien pone en contacto a ambos, a partir de lo cual, y tras un entrenamiento militar en Cuba, el argentino queda bautizado como el “Losojo”, el espía del Che.
“Ninguno admitió saber de su existencia”, explica Gorbán sobre las entrevistas que efectuó en Cuba para contrastar la información, en donde no obstante, como en Argentina, todos dieron por veraces datos secretos que nadie sabía y que Orlando le reveló al autor.
Uno de ellos fue el general Harry Villegas Tamayo, Pombo, jefe de escolta del “Che”, con quien “Orlando” compartió “un par de escenas fuertes”, según Gorbán.
El general cubano, sin embargo, dijo no recordarlas, aunque le dejó al autor una frase ambigua y elocuente a la vez: “Si este hombre siempre fue invisible y está tan cómodo siendo invisible ¿Por qué quieres quitarlo de ahí?”.
“Orlando” dice haber sido el hombre de confianza del líder revolucionario para operaciones de inteligencia en América Latina, Europa y África hasta su muerte en Bolivia, en 1967.
Esas misiones clandestinas consistían muchas veces en trazar un “mapa de riesgo”, con vías de escape, posibles casas de alquiler y aliados en caso de emergencia.
Inevitable no reflexionar a raíz del libro en la figura del icono por excelencia de la revolución, de cuya muerte se cumple medio siglo este año.
Esa muerte, ejecutada por militares bolivianos, golpeó sobremanera a Orlando, alguien que hasta hoy “sigue sintiéndose un hombre del Che”, explica el autor.
“Aún le duele su muerte, no le interesa la fama ni lucrar con eso”, agregó Gorbán, quien, hombre de televisión también al fin y al cabo, llegó a idear un documental sobre el espía que quedó en nada tras la plantada que sufrió de parte del protagonista, que no pudo con los focos y desapareció por dos meses.
A este excomunista que tras la caída del bloque socialista desde 1989 empezó a distanciarse, al observar una “contradicción” entre su militancia y el ejercicio del periodismo, la escritura del libro le supuso revisar su visión de dicha ideología, a la que no se adscribe pero de la que rescata “el idealismo de una sociedad mas justa”.
“El Che es un icono. Después está la gente, las sociedades, los grupos que lo llenan de contenidos, para un lado o para el otro. La pregunta es: ¿Qué hacemos con la remera (camiseta)?”, afirma, sobre la trascendencia alcanzada por uno de los personajes claves de América Latina, cuya imagen ha sido estampada hasta la saciedad en esas prendas de vestir.
En un ejercicio de imaginación, el autor estima que de estar vivo el “Che” seguiría siendo “un tipo inconforme y rebelde por sobre todas las cosas”, quizás con mayor razón a partir de la caída del muro de Berlín.
Sobre “Orlando”, Gorbán explica que al día hoy, jubilado y con una edad de 80 años, prefiere mantenerse en el bajo perfil que ha cultivado todas estas décadas, despierto y silencioso, en su departamento del centro de Buenos Aires, en donde descansa un mate sobre una mesilla del comedor. Dice que perteneció al “Che”.
Fuente: Agencia EFE