Aharonián presentará próximamente su libro 'Asesinato de la Verdad', sobre la relación entre la democracia y la comunicación. En él, abordará el panorama "muy dinámico" marcado por los avances tecnológicos. El periodista visitó los estudios de Sputnik en Montevideo y expuso en el programa radial 'Telescopio' su visión de los desafíos actuales que enfrenta el ecosistema de medios de comunicación.
Hoy en día unos 1.500 periódicos, 1.100 revistas, 9.000 estaciones de radio y 1.500 de televisión, además de 2.400 editoriales están controladas por apenas seis trasnacionales. ¿Cuáles son los problemas que enfrentan las visiones alternativas?
Cada vez es menos posible que haya un debate de ideas y es más evidente la imposición de la verdad y la imagen única. No se tolera el disenso ni en Europa ni en EEUU: todo aquel que no siga el relato oficial es censurado y dejado afuera. Le pasa a Sputnik, a RIA Novosti, a todos aquellos que puedan tener un mensaje contrahegemónico. Van a salir del aire y a ser censurados en cada uno de sus países, donde para poder seguir con sus modelos de expoliación capitalista, necesitan tener el control de los medios de comunicación.
¿Qué peso tienen hoy los medios de comunicación en la estabilidad democrática?
Si hace 40 años se necesitaba dar golpes de Estado con Fuerzas Armadas para poder imponer modelos políticos, económicos y sociales, hoy no hacen falta bayonetas o tanques: basta con tener control de los medios de comunicación social. Cada vez están más concentrados y son menos las empresas que controlan los medios en todo el mundo. En nuestros países también, porque son dependientes de esas trasnacionales.
Usted ha hablado de que en el debate de democratización de los medios se están peleando 'guerras en escenarios que no existen'. ¿Cuáles son estas guerras y cuáles son las que habría que librar?
Hay que preguntarse qué significa hoy democratizar la comunicación. Nosotros creímos que democratizar la comunicación significaba que el 33% de las frecuencias de radio y televisión fueran adjudicadas a los medios populares. Esto no democratiza nada lamentablemente. Aunque nos den el 100% de las frecuencias, no tenemos contenido para abastecer ni una sola. Estamos hablando de frecuencias que son patrimonio de la humanidad, administradas por los Estados, que ponen marcos legales para poder hacerlo.
¿Qué significa esta cartelización de los medios?
Significa que no solamente son de un mismo patrón o propietario, sino que además distintos propietarios con la misma ideología se cartelizan: dan el mismo mensaje y te repiten lo mismo. Entonces no es nada extraño que un diario de Nueva York, uno de Madrid y uno de Buenos Aires tengan exactamente el mismo titular, ilustren con la misma foto y te quieran crear ese imaginario colectivo.
¿Cómo afecta a la credibilidad esta cartelización?
La cartelización es tan funesta como la concentración. Por ejemplo, la credibilidad de los diarios hegemónicos de Venezuela cayó mucho, entonces, ¿qué se hace? Las cosas vienen escritas de Miami o de Madrid y se republican. Como vienen del exterior, tienen una credibilidad mayor que la escrita por el periodista de Caracas. Eso se repitió en Brasil, en Argentina, en cualquiera de nuestros países. Se crean imaginarios colectivos, como que Dilma Rousseff era una corrupta. Ni siquiera fue acusada de corrupción. El único problema era que la sociedad (o la alta sociedad) brasileña era corrupta. Todos los partidos recibieron sus sobornos de las grandes constructoras, que hicieron mucha plata y que además embadurnaron a buena parte de la alta sociedad de la región.
Decía que la lucha por frecuencias no es lo principal para democratizar los medios. ¿Por qué?
Se terminó la libertad y el Gran Hermano manda: AT&T compra Time Warner. AT&T es la mayor distribuidora del mundo y compra a los generadores de contenidos para poder abastecer a todos esos dispositivos móviles que hay por ahí y que van a ser los receptores finales de la información y de los contenidos. Ya no hacen falta frecuencias, porque la televisión va a ser apenas una pantalla más de acá a cinco años. Ni siquiera Hollywood puede abastecer de contenidos a la televisión cable. Para hacer una serie de 13 capítulos, necesitan un año y se va en 13 horas. Es muy difícil llenar una grilla de 24 horas: se ven series repetidas porque no hay forma de abastecer de contenidos a esas cableras. En el futuro casi inmediato el dispositivo móvil va a ser el receptor de los contenidos digitales, pasándole por arriba a la televisión. Nosotros peleamos por frecuencias cuando no tenemos ni contenidos para poner en ellas y cuando no van a ser importantes dentro de tres o cuatro años.
En Venezuela se bajó la señal de CNN porque se señaló que era "una fábrica de mentiras". En EEUU, Donald Trump también hace referencia a la cantidad de mentiras diarias que difunde ese canal. Estamos hablando de dos modelos antagónicos con una misma conclusión. ¿Qué reflexión nos puede aportar?
Cada medio tiene su línea editorial. No hay una verdad absoluta sino que se sigue lo que manda la línea editorial. Durante diez años, antes de que surgiera Telesur, CNN fue la única señal que hablaba en español sobre las cosas de América Latina. Sin embargo, nunca apareció ni un indio, ni un negro, ni un dirigente social: se invisibilizó a América Latina y se la criminalizó. Con la salida de Telesur, todo aquello que no decía CNN o que no había dicho durante 10 años empezaba a decir a decirlo nuestro canal. CNN se vio en la obligación hasta de transmitir la ceremonia indígena de asunción de Evo Morales. Empezaron a aparecer indios y hasta negros.
¿Qué relevancia adquiere la agenda de los medios alternativos en este contexto?
Hoy en día unos 1.500 periódicos, 1.100 revistas, 9.000 estaciones de radio y 1.500 de televisión, además de 2.400 editoriales están controladas por apenas seis trasnacionales. ¿Cuáles son los problemas que enfrentan las visiones alternativas?
Cada vez es menos posible que haya un debate de ideas y es más evidente la imposición de la verdad y la imagen única. No se tolera el disenso ni en Europa ni en EEUU: todo aquel que no siga el relato oficial es censurado y dejado afuera. Le pasa a Sputnik, a RIA Novosti, a todos aquellos que puedan tener un mensaje contrahegemónico. Van a salir del aire y a ser censurados en cada uno de sus países, donde para poder seguir con sus modelos de expoliación capitalista, necesitan tener el control de los medios de comunicación.
¿Qué peso tienen hoy los medios de comunicación en la estabilidad democrática?
Si hace 40 años se necesitaba dar golpes de Estado con Fuerzas Armadas para poder imponer modelos políticos, económicos y sociales, hoy no hacen falta bayonetas o tanques: basta con tener control de los medios de comunicación social. Cada vez están más concentrados y son menos las empresas que controlan los medios en todo el mundo. En nuestros países también, porque son dependientes de esas trasnacionales.
Usted ha hablado de que en el debate de democratización de los medios se están peleando 'guerras en escenarios que no existen'. ¿Cuáles son estas guerras y cuáles son las que habría que librar?
Hay que preguntarse qué significa hoy democratizar la comunicación. Nosotros creímos que democratizar la comunicación significaba que el 33% de las frecuencias de radio y televisión fueran adjudicadas a los medios populares. Esto no democratiza nada lamentablemente. Aunque nos den el 100% de las frecuencias, no tenemos contenido para abastecer ni una sola. Estamos hablando de frecuencias que son patrimonio de la humanidad, administradas por los Estados, que ponen marcos legales para poder hacerlo.
¿Qué significa esta cartelización de los medios?
Significa que no solamente son de un mismo patrón o propietario, sino que además distintos propietarios con la misma ideología se cartelizan: dan el mismo mensaje y te repiten lo mismo. Entonces no es nada extraño que un diario de Nueva York, uno de Madrid y uno de Buenos Aires tengan exactamente el mismo titular, ilustren con la misma foto y te quieran crear ese imaginario colectivo.
¿Cómo afecta a la credibilidad esta cartelización?
La cartelización es tan funesta como la concentración. Por ejemplo, la credibilidad de los diarios hegemónicos de Venezuela cayó mucho, entonces, ¿qué se hace? Las cosas vienen escritas de Miami o de Madrid y se republican. Como vienen del exterior, tienen una credibilidad mayor que la escrita por el periodista de Caracas. Eso se repitió en Brasil, en Argentina, en cualquiera de nuestros países. Se crean imaginarios colectivos, como que Dilma Rousseff era una corrupta. Ni siquiera fue acusada de corrupción. El único problema era que la sociedad (o la alta sociedad) brasileña era corrupta. Todos los partidos recibieron sus sobornos de las grandes constructoras, que hicieron mucha plata y que además embadurnaron a buena parte de la alta sociedad de la región.
Decía que la lucha por frecuencias no es lo principal para democratizar los medios. ¿Por qué?
Se terminó la libertad y el Gran Hermano manda: AT&T compra Time Warner. AT&T es la mayor distribuidora del mundo y compra a los generadores de contenidos para poder abastecer a todos esos dispositivos móviles que hay por ahí y que van a ser los receptores finales de la información y de los contenidos. Ya no hacen falta frecuencias, porque la televisión va a ser apenas una pantalla más de acá a cinco años. Ni siquiera Hollywood puede abastecer de contenidos a la televisión cable. Para hacer una serie de 13 capítulos, necesitan un año y se va en 13 horas. Es muy difícil llenar una grilla de 24 horas: se ven series repetidas porque no hay forma de abastecer de contenidos a esas cableras. En el futuro casi inmediato el dispositivo móvil va a ser el receptor de los contenidos digitales, pasándole por arriba a la televisión. Nosotros peleamos por frecuencias cuando no tenemos ni contenidos para poner en ellas y cuando no van a ser importantes dentro de tres o cuatro años.
En Venezuela se bajó la señal de CNN porque se señaló que era "una fábrica de mentiras". En EEUU, Donald Trump también hace referencia a la cantidad de mentiras diarias que difunde ese canal. Estamos hablando de dos modelos antagónicos con una misma conclusión. ¿Qué reflexión nos puede aportar?
Cada medio tiene su línea editorial. No hay una verdad absoluta sino que se sigue lo que manda la línea editorial. Durante diez años, antes de que surgiera Telesur, CNN fue la única señal que hablaba en español sobre las cosas de América Latina. Sin embargo, nunca apareció ni un indio, ni un negro, ni un dirigente social: se invisibilizó a América Latina y se la criminalizó. Con la salida de Telesur, todo aquello que no decía CNN o que no había dicho durante 10 años empezaba a decir a decirlo nuestro canal. CNN se vio en la obligación hasta de transmitir la ceremonia indígena de asunción de Evo Morales. Empezaron a aparecer indios y hasta negros.
¿Qué relevancia adquiere la agenda de los medios alternativos en este contexto?
Con decir que CNN miente no ganamos nada. Nos quedamos enfrascados en eso y no tenemos una agenda propia: tenemos una agenda del enemigo, con el formato del enemigo. No tenemos capacidad o certeza de nuestros formatos, nuestras agendas, sobre las que tenemos que hablar y que interesan a nuestros pueblos. De lo que nos tendríamos que ocupar es de hacer medios de comunicación que tengan que ver con lo que nos interesa. En lugar de estar preocupándonos por si CNN miente, partimos de la base de que sirve a determinados intereses y va a dar su visión de la verdad.
El título de su próximo libro es 'El Asesinato de la Verdad'. ¿Nos podría resumir este concepto?
'El Asesinato de la Verdad' comienza con la Guerra de las Malvinas y sigue con la Guerra del Golfo en 1991. Peter Arnett nos transmitió en vivo y en directo a 2.200 millones de personas la Guerra del Golfo. Vimos cómo bombardearon Bagdad y en realidad lo que hicieron fueron fuegos de artificio en Hollywood. A la verdad la están asesinando de a poquito y hace tiempo. Tenemos que crear esa contraverdad, esa verdad real, para que pueda competir con esa realidad virtual que se nos está imponiendo.
¿Cómo afectan las redes sociales la manera en que las personas acceden a la información?
Hay un dispositivo muy interesante que fue utilizado tanto por Obama como por Trump en base al perfil en línea de las personas. Cada vez que vas navegando, se va agregando a tu perfil un dato más. La publicidad por las redes sociales va de acuerdo a ese perfil. Eso lo saben hacer los algoritmos. Se va segmentando la información y te dan la que vos querés recibir.
¿Cree que en algún momento los robots van a reemplazar a los periodistas?
Yo creo que en muchas cosas los robots ya reemplazan a una cantidad de periodistas. Hay una cantidad de información que se genera automáticamente con ciertos parámetros y algoritmos que se van creando.
Fotos: Patricia Lee. Sputnik
Fuente: SputnikMundo
El título de su próximo libro es 'El Asesinato de la Verdad'. ¿Nos podría resumir este concepto?
'El Asesinato de la Verdad' comienza con la Guerra de las Malvinas y sigue con la Guerra del Golfo en 1991. Peter Arnett nos transmitió en vivo y en directo a 2.200 millones de personas la Guerra del Golfo. Vimos cómo bombardearon Bagdad y en realidad lo que hicieron fueron fuegos de artificio en Hollywood. A la verdad la están asesinando de a poquito y hace tiempo. Tenemos que crear esa contraverdad, esa verdad real, para que pueda competir con esa realidad virtual que se nos está imponiendo.
¿Cómo afectan las redes sociales la manera en que las personas acceden a la información?
Hay un dispositivo muy interesante que fue utilizado tanto por Obama como por Trump en base al perfil en línea de las personas. Cada vez que vas navegando, se va agregando a tu perfil un dato más. La publicidad por las redes sociales va de acuerdo a ese perfil. Eso lo saben hacer los algoritmos. Se va segmentando la información y te dan la que vos querés recibir.
¿Cree que en algún momento los robots van a reemplazar a los periodistas?
Yo creo que en muchas cosas los robots ya reemplazan a una cantidad de periodistas. Hay una cantidad de información que se genera automáticamente con ciertos parámetros y algoritmos que se van creando.
Fotos: Patricia Lee. Sputnik
Fuente: SputnikMundo