El dueño de Liberty Media es uno de ejecutivos más habilidosos a la hora de cerrar acuerdos en medios de comunicación. Dice que no le preocupa que los suscriptores le den de baja al servicio
Por: Matthew Garrahan
La estatua de un águila, con las alas extendidas, es lo primero que ven quienes visitan las oficinas centrales de Liberty Media en el suburbio de Englewood en Denver. El águila y el edificio miran hacia las Montañas Rocallosas -la misma dirección que de joven tomó John Malone mientras iba camino a convertirse en una de las figuras más poderosas de la industria de medios.
Después de estudiar en Connecticut y trabajar una temporada en McKinsey, aterrizó en Colorado, donde se ganó el apodo de “el vaquero del cable” por su aventurero rol en la consolidación del sector de la TV por cable. Armado con un doctorado en investigación de operaciones convirtió un castigado grupo de cable llamado TCI en el más grande de Estados Unidos adquiriendo operadores más chicos y comprando participaciones minoritarias en canales de cable antes de después vendérselo a AT&T en 1999 por u$s 48.000 millones. Desde entonces, mediante buenos acuerdos y hábiles inversiones -y con el ojo puesto en adquisiciones que fueran eficientes a nivel impositivo se aseguró un lugar en la mesa principal de la industria de medios. Sólo Rupert Murdoch y Sumner Redstone de Viacom tienen semejante influencia.
Ahora, con 76 años, controla una serie de compañías e inversiones en todo el mundo. Las decisiones en sus dos principales compañías, Liberty Media y Liberty Global, están en manos de sus respectivos CEO, Greg Maffei y Mike Fries. Sin embargo, el hombre al que Al Gore una vez llamó “Darth Vader” todavía tiene la última palabra.
La industria del cable norteamericana que él ayudó a construir está en problemas: muchos clientes se cansaron del precio de sus “paquetes” - los grandes combos de canales a los que se suscriben- y están “cortando el cable”. El analista Moffett Nathanson estima que la TV paga en Estados Unidos se está contrayendo a su mayor ritmo de la historia: 762.000 abonados cancelaron sus suscripciones en el primer trimestre, cinco veces más que el año pasado.
Malone sostiene que no le preocupa: después de todo, actualmente el cable que mucho más que llevar televisión a los hogares. Ahora es también una puerta a internet y a los servicios de streaming desde Netflix hasta Amazon. “Es un negocio de conectividad y de venta de videos”, dijo. La conectividad a Internet “es una ventaja competitiva que tiene la industria”.
Reconoce la hostilidad de los consumidores hacia los operadores de cable -en algunas partes de EE.UU. las compañías de cable tienen poca o ninguna competencia- pero asegura que es infundada.
“La gente siempre ha odiado al tipo que le cobra el servicio. Los villanos normalmente son los programadores nosotros esencialmente apenas distribuimos su contenido a los crecientes costos. Nos echan la culpa de eso del lado de la distribución pese a que la presión sobre los precios proviene del contenido - en particular de los deportes”.
La menor cantidad de abonados al cable, los operadores inalámbricos hambrientos de crecimiento y la distribución de contenido sobre Internet están impulsando una ola de fusiones y adquisiciones. AT&T compró Time Warner por u$s 85.000 millones, operación que unirá la mayor compañía de telecomunicaciones por valor de mercado con el propietario de HBO, CNN y las películas de Warner Brothers. Lowell McAdam, CEO de Verizon, el competidor más cercano a AT&T, recientemente inquietó a Wall Street cuando reveló que estaba abierto a una fusión con Walt Disney, CBS o Comcast, el mayor operador de cable.
Probablemente haya otras combinaciones entre proveedores de cable, operadores inalámbricos y grupos de contenido impulsadas por la necesidad de ganar escala y cambiar en el comportamiento de la gente -como dar de baja al cable. El establishment de los medios siempre sostuvo que la programación de deportes en vivo sería su defensa ante la caída de suscriptores a la televisión por cable. Pero la menor cantidad de abonados a los canales deportivos ESPN de Walt Disney hace dos años que inquieta a los medios.
El anuncio de la compañía el mes pasado de que estaba eliminando 100 puestos de empleo en ESPN sólo aumentó el temor a que el tradicional paquete de canales, que durante décadas fue la columna vertebral de la industria del cable, se deshilache y no tenga arreglo.
Algunos en Wall Street presionaron a Disney para que elimine los cables intermediarios y ofrezca ESPN directo a los consumidores como servicio independiente, como Netflix. Pero Malone asegura que eso sería un error, dado lo que le pagan las compañías de TV satelital y por cable a ESPN para incluirlo en sus paquetes. Si ESPN fuera eliminado del paquete -todavía el medio por el cual los norteamericanos compran televisión- y vendido directamente “supongo que podrían lograr una penetración de mercado de entre 25% y 30%”, dijo. Para generar los mismos ingresos que actualmente recibe ESPN de sus distribuidores de TV por cable y satelital "tendrían que triplicar el precio", aclaró.
Traducción: Mariana Inés Oriolo
Fuentes: Financial Times - El Cronista