jueves, 19 de marzo de 2009

La foto o la película

Lo mejor de de la nueva ley de radiodifusión pasa por su forma, sus objetivos democratizadores, la apertura a la discusión y la decisión política. Lo peor es pensar que sólo lo mueva la idea del enfrentamiento con un grupo concentrado que antes fue socio.
Por: Santiago Marino*
Los medios masivos de comunicación son actores centrales en la sociedad actual. La radio, la TV y la TV por Cable utilizan además el espectro radioeléctrico (el aire) para su difusión. Dado que el éter es finito y por ello propiedad de la humanidad, debe ser administrado y regulado por el Estado. En Argentina, la Ley de Radiodifusión vigente fue sancionada en la última dictadura cívico-militar, una de las principales razones por las que es necesario generar una norma democrática. El modelo de democracia se juega, entre otros aspectos, en la norma que regula los medios y decide quien puede acceder a licencias y quienes quedan excluidos de ese derecho.
Es verdad que una ley de la democracia, como expresó CFK, es una deuda histórica. Tanto como que casi todas las acciones que modificaron la norma durante los últimos 25 años generaron condiciones menos democráticas, permitieron la concentración, el crecimiento de la multimedios y mantuvieron la prohibición de participar para muchos sectores sociales. La clave en el modo de regular los medios está en qué se entiende por información: si es un derecho humano (y se intenta garantizar el acceso y la participación) o sólo una mercancía con la que algunos pocos pueden hacer negocios y generar valor económico y también político.
Si se observa sólo la foto de esta situación, la presentación del proyecto de ley de servicios audiovisuales del Poder Ejecutivo, sus objetivos y sus argumentos, se destaca que plantea mecanismos democratizadores para la radio y la TV, porque propone garantizar la división del espectro en partes iguales para medios estatales, privados comerciales y sin fines de lucro; reducir la cantidad de licencias por persona o empresa (de 24 a 10) para evitar el monopolio, cambiar el COMFER de la Dictadura por un organismo colegiado, e incluso prohibir la propiedad de operadores de TV por cable y de canales de TV abierta en una misma zona, permitiendo así que nuevos actores se sumen al mercado. Claro que luego de que se sancione -si esto sucede- únicamente la aplicación de la ley democratizará las comunicaciones.
Por otro lado, si ponemos en contexto la situación y lo que se mira es la película, no sólo cuesta imaginar el modo en que este proyecto (que podrá ser mejorado por la discusión) pueda aprobarse. También cuesta entender que sea propuesto por el mismo sector político que sancionó el Decreto 527 en 2005 (que suspende por 10 años el conteo del plazo de licencias, es decir otorga de hecho 10 años más) o permitió la fusión de Multicanal y Cablevisión en 2007, del mismo grupo que ahora parece el enemigo.
Así como es necesario mirar la película para entender la foto, a pesar de la contradicción y duda que genera, también resulta urgente aportar para que este proyecto sea mejorado por la discusión abierta y participativa de la sociedad. Que logre transformar la historia de fracasos de la democracia. Y que objetivos tan loables como un organismo de control con participación de las minorías del congreso, o la gestión de los medios públicos por un organismo participativo, no se vean opacados por los intereses de los grupos concentrados y su lobby sobre diputados y senadores predispuesto para ello.
Lo mejor de esta propuesta pasa por su forma, sus objetivos democratizadores, la apertura a la discusión y la decisión política. En términos culturales, el cambio puede ser muy importante. Lo peor pasa por pensar que sólo lo mueva la idea del enfrentamiento con un grupo concentrado que antes fue socio. Porque eso no derivará en el sistema de comunicaciones democráticas que necesitamos para mejorar nuestra democracia y nuestra vida cotidiana.

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Es Becario UBACyT de Doctorado (FSOC-UBA), Magíster en Comunicación y Cultura (FSOC-UBA) y Licenciado en Ciencias de la Comunicación (UBA). Es docente e investigador en la Carrera de Comunicación (FSOC-UBA) en Políticas y Planificación de la Comunicación y fue docente en el Seminario de Cultura Popular y Cultura Masiva. Es coautor de los libros “Mucho Ruido y Pocas Leyes” (Mastrini coord., 2005) y “Fronteras globales. Cultura, política y medios de comunicación” (Luchessi /Rodríguez coord., 2007). Asistió además a congresos y seminarios nacionales e internaciones y es columnista de Política y Medios de FM La Tribu 88.7 Mhz.
Fuente: Crítica de la Argentina

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