Este miércoles, en el Teatro Argentino de La Plata, Cristina anunciará el “Proyecto de Ley de Servicios de Comunicación Audiovisual”. Uno a uno, los puntos de la nueva estrategia del Gobierno que deberá debatir el Congreso.
Por: Jorge Lanata
Yago: –El moro se altera ya bajo el influjo de mi veneno. Las ideas funestas son, por su naturaleza, venenos que en principio apenas hacen sentir su mal gusto; pero, poco a poco, que obran sobre la sangre, abrasan como minas de azufre… ¡Tenía yo razón! ¡Mirad, aquí viene! ¡Ni adormidera ni mandrágora ni todas las drogas soporíferas del mundo te devolverán jamás el dulce sueño que poseías ayer!
Del acto III, escena III, de “Otelo, el moro de Venecia”, de William Shakespeare.
Emilia le acaba de entregar a Yago el pañuelo que Desdémona perdió en su cuarto.
Este miércoles , en el Teatro Argentino de La Plata, Cristina anunciará el “Proyecto de Ley de Servicios de Comunicación Audiovisual”. ¿El copresidente estará en un palco, entre el público de la primera fila o estirado en la mesa central del escenario, como el viernes en Chubut? En la herradura de cinco niveles del Teatro Argentino, fundado en 1890, se anunció la candidatura presidencial de CFK, y ahora, en medio del vendaval, el Gobierno abrirá otro frente: el de la pelea con Clarín. A nadie debería extrañarle, entonces, la casualidad: el Argentino levantó por primera vez su telón con el estreno de Otello, la ópera en cuatro actos de Giuseppe Verdi basada en la tragedia de Shakespeare. La del moro de Venecia es la historia de una fiebre desatada por el amor que bien puede confundirse con el poder: el pañuelo perdido de Desdémona “plantado” por Yago convierte en sangre los celos de Otelo, que asesina a su mujer por la traición que sólo ocurrió en su delirio.
–¡Ésta es la causa, ésta es la causa, alma mía! ¡No la diré ante vosotras, castas estrellas! ¡Ésta es la causa!
¡Cuando hayas muerto, sigue así, que yo te mataré y te querré por siempre! Me hace llorar, pero es llanto cruel. Este dolor es celestial, pues hiere aquello que ama –le dice Otelo a su amada clavándole un puñal.
En aquel momento todo es cierto: el complot, el pañuelo, la traición. Después, sólo será verdadera la sangre. Muerta, Desdémona será finalmente controlada. Así, el amor de Otelo será perfecto.
–Néstor se va a suicidar pero, probablemente, antes logre sacarle algunos negocios a Clarín –le dijo a este diario un ex miembro del entorno íntimo del copresidente.
–Esto es La guerra de los Roses –agregó–, se van a matar entre ellos.
Los exégetas del kirchnerismo, aquellos que, como los monjes medievales, se dedican a interpretar las entrelíneas de los textos, sostienen que el copresidente fuga hacia delante, tapando un escándalo con otro mayor. En esa lógica, la embestida contra Clarín sirvió para olvidar la derrota de Catamarca.
–¿Qué te pasa, Clarín, eh? –dijo Néstor el lunes en Caseros y todo comenzó otra vez.
–Estás equivocado; así todo es pérdida –le dijo ese mismo día, por teléfono, Alberto Fernández–. Estás victimizando al Grupo.
–Son unos hijos de puta –sentenció el copresidente y dio por terminada la discusión.
La opinión de Desdémona –perdón, Cristina– sobre el Grupo no es mejor: nunca los quiso y su exabrupto sobre la caricatura de Sábat fue lanzado sin consultar a nadie. Cristina cree, para colmo, que a Néstor lo trataban mejor. La relación entre el copresidente y Héctor Magnetto ha tenido sus altibajos y sus hitos: recuérdese que fue el gobierno K el que extendió las licencias o permitió la aprobación de la Ley Clarín de Bienes Culturales, el mismo que también presenció sin chistar la fusión de CableVisión y Multicanal que ahora cuestiona. Magnetto y Néstor planeaban brindar junto al arbolito pero la tapa del 23 de diciembre hizo que la cita estallara en pedazos: Cristina había anunciado bajas en las retenciones del maíz y el trigo, y Clarín tituló: “Kirchner se opuso y al final no baja la retención a la soja”. Para Néstor, aquella tapa fue una nueva declaración de guerra. –Desde que Alberto se fue, Magnetto y Kirchner hablan directamente –comentó a Crítica de la Argentina un funcionario de la Rosada–. El Gobierno no está dividido en el tema Clarín. Quizá Massa tendría una postura más dialoguista, pero no hay una interna con eso. Si no hay un arreglo rápido, la guerra va a ser muy dura. Kirchner está dispuesto a morir en ésta.
Vuelven los exégetas a escena: muchos creen que las posiciones kamikazes de Néstor siempre tienen un horizonte negociador.
–En la reunión que tuvimos a fin de año en Olivos –recuerda a este diario un sindicalista K–, Kirchner estaba como loco con el Grupo:
–No me voy a dejar presionar por Clarín –les dijo, y aseguró que se iba a adoptar la norma japonesa para abrirle el negocio del triple play a Telefónica a cambio de Telefe. –Magnetto va a terminar como Yabrán –dicen que dijo–. Quiero que tengan que salir a dar explicaciones.
La carrera que larga el miércoles en La Plata tiene un schedule de noventa días de discusión en doce foros que abarcarán todo el país en ámbitos universitarios y no en locales partidarios. Los K se proponen que la Ley de Radiodifusión sea su caballo de batalla durante la campaña electoral, basándose en la fórmula “tele y fútbol barato”.
Salió la nueva Ley. Algunos de los puntos salientes que serán anunciados el miércoles y preocupan al Grupo Clarín:
–Licencias y autorizaciones: se reducirá la cantidad de licencias para “garantizar el principio de diversidad e igualdad”. Se disminuirían a 12 por empresa en lugar de las 24 que autoriza hoy la ley vigente.
–Prestadores: establece una división equitativa del espectro de frecuencias disponibles entre el sector público, el privado comercial y el privado sin fines de lucro (universidades, cooperativas, ONG, iglesias).
–Tarifa regulada: considera a la televisión por cable un servicio público y no un servicio complementario, como dice la ley vigente, lo que habilita al Estado a supervisar las tarifas.
–Telefónicas: levanta la prohibición para que se incorporen al negocio de la radiodifusión y puedan brindar teléfono, internet y TV en un mismo soporte. Esto significa el ingreso de Telefónica y Telecom a un mercado dominado en un 50% por Clarín.
–Fútbol: se le dará entidad de “interés público”, obligando así a transmitir por aire determinados partidos importantes y todos los de la Selección. Es un negocio que mueve 9.300 millones de pesos por año y les cede a los clubes sólo 180 millones. Hoy, el negocio es de TSC Televisión Satelital Codificada, empresa compartida en partes iguales por Clarín y Torneos y Competencias.
–Opta por la norma japonesa de televisión digital, ya utilizada en Brasil.
–Crea la Autoridad Federal de Comunicación Audiovisual, que tendrá entre otras obligaciones la elaboración de los pliegos de bases y condiciones para la adjudicación de servicios de radiodifusión y la Defensoría del Público.
L’Esprit de la loi. La Argentina tiene demasiadas leyes y no cumple ninguna. Eso sí, siempre estamos atentos a modificarlas, a actualizar su negación. ¿Quién podría estar en contra de una ley que combate los monopolios informativos? Sólo dichos monopolios, claro. El proyecto K –o, al menos, lo que se conoce hasta ahora de él– es formalmente saludable y, tal vez, demasiado conciliador. ¿Por qué 12 licencias y no cuatro, o dos, o licencias que se otorguen según el ámbito geográfico y que no puedan coincidir en una misma ciudad o región? ¿Qué pasará con internet? ¿Hay algún apartado en la ley sobre el fenómeno más democratizador de la tecnología desde la aparición de la imprenta? ¿Quién podría, de buena fe, afirmar que está mal que las iglesias, los sindicatos, las universidades, tengan sus medios de comunicación? El problema de la ley no es la ley en sí, como siempre, sino lo que nos animaremos a hacer con ella. Si el sentido es perjudicar a un grupo o posicionar a otro, la ley no tiene sentido. Sería bueno que, alguna vez, nuestros dirigentes entiendan que están de paso y actúen en consecuencia, y que sientan que el mundo no termina cuando se levantan del sillón. Esta ley bien puede empezar a hacer justicia, pero esa justicia no puede hacerse desde el rencor de una tapa o el negocio del fútbol: no puede ser tan miserable el espíritu de ninguna ley. Si “desmonopolizar” quiere decir diez radios más para Electroingeniería, un canal para Rudy, una radio para los Prim, la nueva ley de radiodifusión será una broma de mal gusto.
Fuente: Crítica de la Argentina