Alberto Fernández es el protagonista excluyente de un modelo hiperactivo y concentrado en sus mensajes; los ministros solo informan medidas puntuales
Por: Gabriel Sued
Al margen de la orientación de las medidas económicas, los 25 días que lleva Alberto Fernández en la Casa Rosada muestran un cambio de rumbo claro en un rubro sensible de la gestión: después de cuatro de años de una política de comunicación hiperplanificada, el Presidente diseña la estrategia comunicacional a fuerza de intuición, multiplica sus apariciones y concentra el mensaje del Gobierno.
Como ocurrió durante la campaña electoral, Fernández es el vocero político principal del oficialismo. Con Cristina Kirchner fuera del país y el Congreso desactivado desde hace dos semanas, la narrativa del nuevo gobierno se escribe con la letra del Presidente, que refuerza, sin ayuda de consultores, la construcción de su figura como la de un hombre común.
De buena relación con la prensa, Fernández devolvió a los periodistas al lugar de intermediarios del mensaje, un papel que habían perdido con Cristina Kirchner, que apelaba a las cadenas nacionales, y que recuperaron parcialmente durante el gobierno de Mauricio Macri, quien muchas veces prefería apostar a las redes sociales y a la comunicación directa.
La semana que pasó, por ejemplo, hizo dos notas radiales que le bastaron para fijar la agenda de casi toda la semana.
Otra característica del modelo de comunicación hiperactivo e hiperconcentrado es que los ministros tienen apariciones puntuales, solo para referirse a temas vinculados a la gestión de sus áreas. El Presidente es el único que habla a agenda abierta, con la única excepción del jefe de Gabinete, Santiago Cafiero, que de todos modos mantiene un perfil bajo.
El esquema de apariciones públicas lo coordina el secretario de Prensa y Comunicación Presidencial, Juan Pablo Biondi. Vocero y amigo de Fernández, dirige un elenco de portavoces y voceros para todas las áreas del gobierno, que él se encargó de seleccionar. "Los ministros tienen que hablar de su gestión y tienen que dar notas cuando tienen algo para decir", es el mensaje que se repite en la planta baja de la Casa Rosada. El canciller Felipe Solá fue uno de los funcionarios a los que se les pidió que bajaran el perfil.
El único que rompe ese esquema es el Presidente, que suele hacer entrevistas de las que sus colaboradores se enteran cuando ya están al aire.
"Alberto concentra la comunicación y el mensaje, y está bien que sea así. Él se pone al frente de esa tarea, conduce la comunicación, porque reniega de los consultores y porque es algo que viene haciendo desde que era jefe de Gabinete", dicen en su entorno. Los que trabajan codo a codo con el Presidente entienden que son ellos los que deben acomodarse al estilo de Fernández, y no al revés.
La ventaja del nuevo modelo, evalúan en la Casa Rosada, es que, como habla uno solo, no hay inconsistencias en el mensaje. La desventaja, matizan en los mismos pasillos, es el desgaste físico al que se expone el Presidente, lo que puede llevarlo a cometer errores no forzados, como cuando, días antes de asumir, publicó en Twitter que Diego Gorgal no iba a ser el ministro de Seguridad.
"Hombre común"
La concentración de la comunicación no implica que no haya funcionarios trabajando en el área. Debajo de Biondi, aparece el subsecretario de Prensa, Marcelo Martín, a cargo de un equipo de realizadores, que incluye camarógrafos, fotógrafos, expertos en redes y editores de video.
En la Jefatura de Gabinete diseñan las campañas de comunicación pública y las consignas del Gobierno, como "Argentina unida", la frase que acompaña todas las piezas comunicacionales.
Ya sin la presencia de Juan Courel, el experto en comunicación que trabajó en la campaña presidencial, desde la Jefatura de Gabinete también auxilian a Fernández en el manejo de sus redes sociales. Pero los aportes se limitan a cuestiones de formato y de la edición de los materiales que el Presidente postea. Como ocurrió durante la campaña, Fernández maneja de manera personal sus cuentas de Twitter e Instagram. Salvo excepciones, no usa esas plataformas para hacer anuncios de gestión, sino para mostrar cuestiones y apreciaciones más personales.
El Presidente tampoco delegó la construcción de su imagen. Una vez definida la estrategia de reforzar la figura de "hombre común", que se plasmó en el primer spot de campaña, Fernández se convirtió en el autor de la mayoría de los gestos que van en esa dirección.
Él decidió ir manejando el auto que lo llevó al Congreso el día de su asunción y cuya trayectoria completa fue transmitida por televisión. Él resolvió ir a tomar exámenes a la Facultad de Derecho, incluso después de haber asumido como presidente, y responder en persona los saludos que le hicieron llegar por Twitter.
Él -aseguran en su equipo- ideó y escribió el mensaje que acompañó el posteo de Instagram que más "me gusta" recibió desde el 10 de diciembre, más de 321.000.
Es una foto que lo muestra trabajando en su escritorio en la Casa Rosada, entrada la noche del 16 de diciembre de 2019. En ese texto les prometió a sus seguidores hacerse "huecos en la agenda" para "hablarles más seguido", sin intermediarios.
Fuente: Diario La Nación