Por: Alexis Szewczyk, periodista censurado en TyC Sports
En la escuela de periodismo no te enseñan qué hacer cuando el Gerente de Producción del canal donde trabajás te llama a su oficina para decirte que no hables más de tal cosa. Que la información que das es cierta, pero que los llamados de alguien muy importante de la empresa dueña del canal son cada vez más insistentes. Y que lo mejor sería dejar de referirse a determinadas cuestiones, por ciertas que sean. Esto me pasó hace pocos meses. Finales de septiembre de 2013. Y fue la segunda advertencia que recibí en corto tiempo por parte de una autoridad de TyC Sports, donde trabajé durante nueve años. El pecado que estaba cometiendo era darle luz a algunos manejos de la dirigencia del Club Atlético Tigre. No sé si alguna vez me había sentido tan amenazado por alguien. Tan intimidado. Chiquito. Frágil. Vulnerable.
Lo que siguió no fue menos traumático. Las charlas no se repitieron. De hecho, el mismo gerente que me advirtió sobre mis dichos se negó a recibirme y a darme precisiones sobre mi futuro laboral una vez conocida la noticia de que no continuaría al aire Despertate, el programa en el que trabajé los últimos cinco años en TyC. Todos los integrantes de la producción fueron notificados y reubicados. Todos, menos yo. Me hicieron sentir el precio que debía pagar por haber expuesto determinada información.
¿A quién podía estar afectando con esos dichos? Los invito a deducir. Corrían los primeros días de octubre. Se acercaban las elecciones legislativas. El canal es propiedad de Torneos y Competencias y del Grupo Clarín en partes iguales. El multimedios había elegido a su candidato y no podía permitirse que alguien revelara cuestiones que pudieran salpicar su imagen. Quizás por eso, pocos días antes de la primera advertencia por parte de los gerentes recibí un llamado de Ezequiel Melaranha (vicepresidente de Tigre y mano derecha de Sergio Massa) para tomar un café y aclarar algunas cosas que estaba diciendo al aire. Todo cierra.
El final de la historia no debiera sorprender a nadie. Al no haber representatividad gremial en el canal, algo que se repite en la enorme mayoría de las unidades del Grupo Clarín, busqué asesoramiento legal para encontrar algún tipo de defensa. Y ante la intimación a que aclararan esos episodios de censura de los que fui víctima, la decisión de la empresa fue despedirme.
Desde el primer momento sentí la necesidad de dar a conocer lo que me pasó. Nunca me consideré un valiente. No creo serlo. Pero jamás abandonaría mis convicciones. Y eso es lo que hoy me ayuda a seguir dando batalla, en busca de trabajo. No voy a callar ante los intereses de quienes dicen defender la libertad de expresión y son los primeros en silenciar voces. No voy a ser uno más que alimente la censura y las intimidaciones en nuestra profesión. De eso estoy seguro. Aunque correrle un poquito la careta al Grupo Clarín, a Torneos y Competencias y al líder del Frente Renovador pueda traerme consecuencias en el futuro laboral. El periodismo es libre o es una farsa. Lo dijo Rodolfo Walsh. Lo comparto y lucho por eso.
Fuente: La Garganta Poderosa