Como defensor de la libertad de prensa, Restrepo opina que los medios de comunicación y los periodistas son los responsables de asegurase ese derecho.
Por: Andrea Solano B.
Con 50 años de experiencia en prensa escrita y 25 en televisión, el colombiano Javier Darío Restrepo cree que un periodismo orientado exclusivamente a fines comerciales es irresponsable y genera reacciones negativas en la sociedad hacia la prensa y la libertad de expresión.
Como docente en la Fundación Nuevo Periodismo Iberoamericano, Restrepo fue invitado por el Poder Judicial para impartir dos conferencias sobre ética periodística y libertad de prensa. A continuación, un extracto de un entrevista con La Nación:
¿De dónde provienen las restricciones más fuertes hacia la libertad de prensa?
En América Latina se está dando un fenómeno muy peligroso para la libertad de prensa, que es la concentración del poder en manos de los gobernantes. Un gobernante que es a la vez legislador, juez y ejecutor definitivamente obstaculiza el ejercicio de la libertad de expresión. La agenda oficial controlada por los grupos gobernantes es el principal mecanismo de censura el Latinoamérica.
¿Hasta dónde se ha avanzado en América Latina con respecto a la libertad de expresión?
Afortunadamente, ya no se produce esa censura torpe y grosera del militar que entra a una sala de redacción para decidir qué se publica o no. También se está superando la etapa en que un periodista iba a la cárcel por algo que escribió. Pero creo que el principal avance es que existe una conciencia colectiva en cuanto a que la libertad de prensa no es un asunto gremial o empresarial de los medios de comunicación, sino que es una conquista indispensable para la sociedad
¿Cuánta responsabilidad tiene la prensa misma en la defensa del acceso a la información?
Si alguien puede atentar contra la libertad de expresión es el propio periodista cuando utiliza su ejercicio profesional con un sentido puramente comercial. Esto es lo que hay detrás de todas las formas de periodismo sensacionalista o liviano, cuyo único objetivo es vender masivamente sin ninguna responsabilidad social.
¿Es decir que algunas prácticas como el amarillismo perjudican la imagen que tienen los ciudadanos de la libertad de prensa?
Claro, porque en ese caso el periodismo no está cumpliendo con su deber social y lo que busca es el lucro. Cuando el periodista abusa y desconoce los derechos de las personas provoca una reacción de la sociedad de restringir la libertad.
¿Cuál es el límite entre el derecho a la información y el respeto a la intimidad de los protagonistas de las noticias?
La libertad no es un bien ni un derecho absoluto. Mi libertad llega hasta donde comienzan los derechos de otra persona. Todo ciudadano tiene derecho a defender y mantener en secreto su vida privada, excepto que el interés público se vea afectado con sus acciones. Cuando hay peligro de que el bien público pueda ser lesionado el periodista puede intervenir pues es su compromiso con la sociedad.
¿Cómo debe manejar la prensa la divulgación de información sin interferir, por ejemplo, con procesos judiciales o policiales?
El periodista no debe pretender sustituir a los jueces, sino mantenerse en su papel de ciudadano informado que está al servicio de otros ciudadanos. Si en medio de su indagación el periodista encuentra información que involucra un personaje público, su deber es informar a la población, pero nunca asumir el rol de juez.
Larga trayectoria
Javier Restrepo es ampliamente conocido en Colombia como reportero de televisión, por su vinculación por largo tiempo con el noticiero 24 Horas.
Es experto en ética periodística, catedrático de las universidades Javeriana y de los Andes, y conferencista en temas de comunicación social. Fue miembro fundador de la Comisión de Ética del Círculo de Periodistas de Bogotá y del Instituto de Estudios sobre Comunicación y Cultura (IECO). Ejerció como columnista de los periódicos El Colombiano, de Medellín, y El Espectador, de Bogotá. Ha recibido varios premios de periodismo y es autor de más de diez libros.
Fuente: Diario La Nación