En la primera y en la segunda nota dijimos que el dengue es una vieja endemia en el Chaco; que el virus circula hace once años y que el mosquito convive con nosotros desde hace veinte años.
Cuando, explosiva y masivamente, se desató la epidemia quedaron al descubierto todas nuestras fallas, principalmente las del sistema sanitario y social, que fueron determinantes para generar el dengue.
También quedó en evidencia que ha sido una falsedad echar la culpa al mosquito o al virus. Ya no caben dudas de que la epidemia explotó producto de que el virus encontró el ambiente apropiado, comida y zona liberada.
Sin embargo, todavía no se ha decidido iniciar una investigación epidemiológica con el objetivo de establecer las causas, la evolución y las consecuencias sociales y sanitarias totales de la epidemia, por lo cual estamos repitiendo los mismos errores que se produjeron después del brote epidémico de 1999 y de los casos sospechados de dengue autóctono, que se dieron durante los años 2005, 2006 y 2007. Estamos desaprovechando una extraordinaria oportunidad para investigar la epidemia, aún cuando están dadas todas las condiciones para encarar los estudios estratégicos en base a la valiosa documentación médica que se confeccionó mediante el dengue.
¿Se producirá otro rebrote?
Salvo excepciones, dejamos atrás los típicos días calurosos del Chaco; esto permite suponer a las autoridades sanitarias, y entabla en el inconciente colectivo, que el dengue tiende desaparecer como enfermedad. La idea está abiertamente favorecida y auspiciada por los lineamientos y por los ejes de la comunicación social diseñados por los gobiernos de Nación y del Chaco, que no nos dicen que no ha desaparecido el grave problema del dengue. Probablemente, la estrategia de difusión masiva hasta convenza a los propios comunicadores, de tal manera que no se tomen las medidas necesarias para evitar que el dengue rebrote en el verano que viene.
La idea más simple consiste en que para evitar un brote o un rebrote hay que empezar por casa, entendiéndose por tal no solamente dónde viven los chaqueños, sino las ideas de quiénes son los responsables de diseñar y ejecutar los planes y programas de vigilancia, control y prevención del dengue, saliendo de una epidemia explosiva y masiva, al que debe sumársele el control, la prevención y la responsabilidad social, con participación y organización comunitaria, que es la única manera de construir conciencia solidaria entre todos.
¿Qué hacen los más informados?
Andrea Gamarnik, directora del Laboratorio de Virología Molecular del Instituto Leloir e investigadora del CoNICeT, señala que “la gente más informada sobre el dengue, no es la que mejor actúa”. A partir de esta sesuda reflexión, que pocos se animarán a rebatir, Chaco y Argentina se tiene que preguntar qué vamos a hacer y cómo vamos a planificar una estrategia para que no se repita (rebrote) la epidemia. Cualquier distraído sabe que necesitamos preparar y organizar a las personas con capacidades para enfrentar al dengue; se necesitan técnicos, profesionales, epidemiólogos, infectólogos, personas que sepan controlar vectores, con estructuras y medios adecuados que nos permita frenar futuras epidemias, siempre y cuando se active el funcionamiento de la comunidad organizada.
La tragedia en marcha
El brote epidémico fue una catástrofe; de esta manera se expresó Jorge Vila, director científico del Grupo de Farmacología Molecular y Celular, médico asociado del Departamento de Enfermedades Infecciosas del Hospital Cro. Rousse, de la ciudad francesa de Lyon. Además, dijo: “si yo fuera Ministro de Salud Pública de la Nación y tengo el dengue en la puerta de Buenos Aires, renuncio porque soy responsable de la hecatombe. Tendría que haber ido a la frontera o a las provincias del norte a ver lo que pasaba, porque tengo la obligación de velar por el país. Pero si ya está en Buenos Aires, lo que nos queda es ver como salvamos de la situación.” También alertó que “así como sucedió con el dengue, puede volver a pasar con cualquier otra enfermedad. Si no pudieron con un mosquito, que cualquier sabe cómo combatir un mosquito, si viene una real epidemia, aquí no queda nadie.”
En definitiva, si no efectuamos en lo inmediato una profunda investigación epidemiológica, si no generamos planes y programas perfectamente coordinados con los sistemas sanitarios de las provincias vecinas y de la Nación, y si no activamos la participación comunitaria, a través del concepto de comunidad organizada, inevitablemente perderemos la oportunidad de establecer acciones concretas de vigilancia, control y prevención, y lo que es más grave, tendremos que explicarnos la penosa y dramática situación del rebrote del dengue en el verano 2009/2010.
Resistencia, 20 mayo 2009
Rolando Nuñez, Centro Mandela