Gabriel Mariotto dirige el ComFeR y dice que no vio Gran Cuñado. “Pero si a esa hora estuviera en casa, lo miraría”, confiesa. Peronista desde siempre y amante del cine y del boxeo, en 2001, cuando asumió Duhalde, se fue a vivir a España. Allí trabajó de jardinero y tuvo un año “sabático”
Por: Gabriela Vulcano
El titular del Comité Federal de Radiodifusión (ComFeR), Gabriel Mariotto, camina con soltura por los pasillos de la facultad de Ciencias Sociales de la Universidad de Lomas de Zamora que lo vio crecer. Como si fuera un estudiante más, se zambulle entre los jóvenes de un stand del Frente para la Victoria y se abraza con algunos de ellos, que ríen con nerviosismo. Unos pasos más adelante, un señor se le acerca para hacerle un comentario sobre cuestiones académicas, mientras desde el piso de arriba dos muchachos maduros lo saludan. En cuanto toma asiento, reflexiona: “Aquí fui alumno, graduado, ayudante de cátedra, docente, titular y luego decano. La facu te atrapa”.
¿Qué es lo que más le gusta de usted?
No tengo nada que me guste en particular. Tal vez, lo que me gusta de mí es que disfruto mucho compartir tiempo con compañeros y amigos. Pero tengo prejuicio con los autoelogios. Hay tanta vanidad que no me gusta puntualizar en lo que uno hace bien, sino en lo que hace mal, para revertirlo.
¿Tiene complejos?
No.
¿Y de adolescente?
Tampoco.
¿Cómo era de más joven?
Igual que ahora. Siempre tuve preocupaciones por la construcción política y la militancia. De adolescente me gustaban las mismas cosas que ahora. El rock nacional, el tango, las películas de Leonardo Favio y de Kusturica, la política, los libros de Marechal y Scalabrini, admiraba a Discépolo, Manzi, Troilo, Charly García y el Flaco Spinetta, me gustaba ir a ver a Bonavena y Monzón. No he transitado por modas. Siempre fui peronista. (Risas) En el 83, cuando ingresé a la facultad de Lomas de Zamora, era muy difícil ser peronista. Había un gran desprecio por lo que los sectores medios suponían que era el peronismo. Ese rechazo hizo que me sintiera orgulloso de mi viejo laburante y de mi barrio. Me acuerdo de que en el colegio, cuando se hablaba de los caudillos, a mí me gustaban los caudillos y no los unitarios. Las maestras siempre nos retaban a los dos pibes que pensábamos así. A los 18, a mis noviecitas las llevaba al Centro Cultural Scalabrini Ortiz a ver al dúo salteño, a Raúl Carnotta, al Tata Cedrón, y las pibas no entendían nada.
¿Tuvo novias tilingas?
Sí, he salido con muchas tilingas. Pero la tarea la hice bien y las he reconvertido. (Risas) .
¿De dónde le venía el gusto por el tango desde tan joven?
Me la pasaba escuchando las radios de tango cuando hacía repartos en la camioneta. Las manifestaciones de la cultura popular tienen diferentes formatos pero son genuinas, por eso no veía distinciones entre Spinetta o Emilio Del Guercio. Hay una continuidad entre ambos.
Imagino que esa conceptualización sobre la cultura popular la hizo de adulto. Cuénteme sobre cuando era adolescente.
La conceptualización la hice a los 17, cuando empecé a militar en el peronismo. Pero las expresiones de la cultura popular me vienen desde siempre.
¿Qué lugar tenía la política en la casa paterna?
Mi viejo era un laburante y creo que su paso por la textil en la época de Andrés Framini también lo formó a él y yo tomé eso. Mi vieja tenía el prejuicio gorila y yo la combatía. Entrenaba con ella para convencerla y después salía a la sociedad que repetía esos prejuicios.
¿Pudo convencer a su madre?
Sí, me pasé de rosca.
¿Hay algún programa de radio que lo haya marcado?
En la búsqueda de la identidad, cuando el desprecio cultural por las expresiones populares era evidente, yo me aferraba a Voces de la patria grande, de Marcelo Simón, en el 83. También Horizonte cero, de Marcelo Pérez Cotten. Ahí escuchaba a Jaime Ross, José Carabajal, Soledad Bravo, etcétera. Y, de más pibe, las peleas de boxeo de fines de los 70 y principios de los 80.
¿Mira boxeo?
Sí, me gusta. He ido al Luna Park a ver a Gustavo Ballas. Me gustan los estilistas. El boxeo tiene mucha poética. Hay grandes poetas en la Argentina que han sido boxeadores, como por ejemplo Scalabrini Ortiz y Cátulo Castillo. Cortázar tiene unos cuentos maravillosos de Justo Suárez y de la pela de Monzón con Mantequilla. Alfredo Carlino fue quien me enseñó a admirar la expresión del Mono Gatica. También me gusta mucho el fútbol. Desde que tengo uso de razón voy a la cancha de Banfield. Ahora voy con mi viejo y con mi pibe.
¿Es cierto que tuvo una radio trucha durante su juventud?
En el 85, vino Daniel Ulanovsky a esta facultad y me dijo que lo que había que hacer era poner radios truchas. Salimos de ahí y con los compañeros de la facu nos pusimos una radio trucha: FM Ciudades. Hicimos la radio que queríamos escuchar, con la música que no pasaban las demás radios.
Tengo entendido que cuando el ComFeR iba a hacer allanamientos, usted se encargaba de alertar a las demás radios truchas para que escondieran los equipos, ¿es así?
(Risas) Sí, hicimos muchas acciones así para defender a las radios truchas. En pleno gobierno de Alfonsín, el ComFeR mandaba las órdenes de allanamiento a los juzgados, éstos habilitaban y venía la CNC a reventarte las radios. Con mucha ingenuidad, nosotros nos presentábamos en los juzgados a querer hablar con el juez federal de la zona, a veces lo conseguíamos y les decíamos: “Nosotros tenemos una radio trucha. Va a venir una orden de allanamiento. ¿Ustedes no pueden decirnos cuándo va a llegar esa orden así nosotros sacamos los equipos por la medianera?”. Los tipos se sorprendían pero nos decían que sus hijos escuchaban la radio y que nos iban a avisar. Así hicimos muchas resistencias.
¿Adónde llevaban los equipos?
altábamos la medianera y los dejábamos en la casa de los vecinos. Las radios de baja potencia comunitarias tienen buen vínculo con los vecinos, que son los que vienen con los discos de Troilo a hacer el programa.
¿Le gusta mirar televisión?
Me gusta ver la tele y protestar.
¿Es de las personas que le contesta a lo que hay en pantalla?
Sí, permanentemente. Al no haber pluralidad, es un ejercicio militante desentrañar lo que te están diciendo. Eso me fascina.
¿Y cuando quiere entretenerse?
No miro tele para eso. Hace años que no disfruto un programa. Tal vez, me gusta ver deportes, en especial los partidos de fútbol, y algunos programas de Canal Siete y de Encuentro.
¿Vio Gran Cuñado?
No. Tengo mucho laburo y a esa hora estoy en reuniones. Si estuviera en casa, lo miraría.
Otra de sus pasiones es el cine, ¿cómo decidió filmar Padre Mugica y Rodolfo Walsh?
En los 90, yo formaba parte de la conducción de la facultad de Sociales y empezamos a hacer una serie de actividades para dar cuenta de nuestra identidad. Los pibes de la facu nos preguntaban: “¿Ustedes son peronistas por Menem y Cavallo?”. Entonces decidimos dar testimonio de por qué éramos peronistas y nos contactamos con un amigo como Gerardo Vallejo. Hicimos El retorno de Perón. Él nos metió en el tema de cómo hacer un documental. Ahí dijimos: “Hagamos Padre Mugica”. Elegimos esa figura histórica porque tenía las contradicciones propias de muchos hombres de nuestra sociedad y el compromiso militante asumido después del 55. Hicimos una investigación periodística y a los 25 años de su muerte, sacamos el documental. Después vimos que los críticos hablaban de una película de Almodóvar y de una nuestra. De repente, nos dieron el Cóndor de Plata. Con la de Walsh fue igual.
¿Tiene pensado filmar alguna película más?
Sí, quiero filmar sobre el personaje de Juancito Caminador, de González Tuñón.
¿Alguna vez pensó el cine como una salida laboral?
No. Lo hicimos de caraduras. Nos dio vergüenza ir al Instituto de Cine a pedir un crédito.
¿Por qué se fue a vivir a España en 2001?
Cuando (Eduardo) Duhalde fue electo presidente, me enojé mucho con el peronismo y decidí irme a España porque allí tuvimos buenas presentaciones de Tango en Granada. Desde la universidad presentamos dos obras de teatro, los cuadros de (Ricardo) Carpani, etcétera.
¿Con quién se fue?
Con mi mujer y mi hijo.
¿Cuánto tiempo?
Once meses.
¿De qué vivió allí?
Cuando iba por poco tiempo, allá era Gardel y Le Pera, daba clases en las universidades y al final terminé cortando pasto y mi esposa limpiando casas.
¿Cómo le resultó esa experiencia?
Me sirvió porque me dio mucha madurez.
¿Pensó en quedarse en España?
No. Di algunas clases y charlas pero me daban trabajo para ser titular de cátedra en la Universidad de Granada recién a partir del próximo año, mientras tanto me las tenías que rebuscar.
¿Qué era lo que más extrañaba?
Nada, porque estaba muy comunicado con la Argentina. Fue como un gran año sabático. Creo que sirvió para aplomarme, tomar distancia y ver otras cosas.
¿Qué fue lo primero que hizo cuando regresó?
Los muchachos me fueron a buscar a Ezeiza. Luego, esa banda de amigos atorrantes me llevó a la quinta de mi viejo a comer un asado. Ahí estaba el viejo Carlino, al que no le habían dicho nada. Después jugamos un gran partido de fútbol.
¿Qué hace cuando necesita tranquilidad?
Un día tranquilo que puedo estar en casa, hago un asado mortal, escuchamos música y discutimos. También me gusta reunirme con mis amigos en el boliche de Roberto, donde recito poesía.
¿Recita poesía?
Sí, en el boliche de Roberto, en Bulnes y Perón. Esas cosas son las que más me gustan.
¿Por qué cosas se enoja mucho?
Por todo. Grito y me caliento. Pero me dura poco. La relación con mis amigos está basada en gritar. (Risas).
¿Cómo se imagina de anciano?
Si a los 18 era igual que ahora, creo que de viejo voy a ser igual que ahora.
Fuente: Crítica de la Argentina
Duras críticas a Mariotto por haber admitido administrar una FM trucha
La diputada Silvana Giudici subrayó a Infobae.com la contradicción de que el funcionario que hoy impulsa una nueva Ley de Radiodifusión, sea el mismo que en los años 80 apelaba a tácticas para "burlar" las inspecciones del ComFeR desde una emisora ilegal
La titular de la comisión Libertad de expresión de Diputados se mostró sorprendida por las declaraciones del titular del Comité Federal de Radiodifusión, Gabriel Mariotto, respecto de que instaló y gestionó una FM "comunitaria" desde 1985.
"Me parece grave que los funcionarios realicen declaraciones con tanta liviandad", expresó la legisladora. "Cualquiera puede realizar actividades culturales e instalar una radio, pero desde el Estado no se puede reivindicar actividades ilegales", explicó. "Es grave que Mariotto no considere ahora la responsabilidad en su rol de funcionario", puntualizó.
En este camino, Giudici indicó que se trata de uno de los dirigentes oficialistas que con mayor fuerza impulsa la propuesta de modificar la actual Ley de Radiodifusión. "Es doblemente grave esta complacencia de Mariotto de que el ComFeR puede ser burlado", dijo, en referencia a las declaraciones del funcionario del Ejecutivo respecto a las tácticas que utilizó para evadir las inspecciones de ese organismo a su radio ilegal, durante el gobierno de Raúl Alfonsín.
"Hicimos muchas acciones para defender a las radios truchas. En pleno gobierno de Alfonsín, con mucha ingenuidad nos presentábamos en los juzgados y les decíamos 'Nosotros tenemos una radio trucha. Va a venir una orden de allanamiento. ¿Ustedes no pueden decirnos cuándo va a llegar esa orden así nosotros sacamos los equipos por la medianera?'. Los tipos se sorprendían… Así hicimos muchas resistencias", admitió Mariotto.
"¿A quién hay que creerle: al funcionario que busca remodelar un organismo para presuntamente volverlo más eficiente o al militante de los '80 que invitaba a burlar al ComFeR?", se preguntó Giudici, para quien el avance del proyecto forma parte de una "intencionalidad política". "Apoyándose en que rige una ley de la dictadura, con la modificación lo que el oficialismo busca en realidad es manipular y fragmentar a los medios de comunicación", concluyó.