Esta es la historia de la transformación de El Ciudadano, un diario a punto de cerrar que se convirtió en una cooperativa gestionada por 60 periodistas, triplicó su audiencia y se volvió en uno de los medios online más influyentes de la región.
La primera escena es casi un lugar común. Un diario de Rosario -la tercera ciudad más grande de Argentina- que pasa de mano en mano, empresarios que la compran y la abandonan, telegramas de despido, otro medio que cierra.
El Ciudadano podría haber terminado así, pero en 2016 sus periodistas decidieron hacer otra cosa: se quedaron con el edificio y las computadoras, formaron una cooperativa, recuperaron la publicidad y sacaron el diario a la calle.
En el esquema empresarial la web siempre había sido una cuestión secundaria. No formaba parte del plan de negocios ni recibía ningún tipo de inversión. Era un Wordpress en el que se cargaban las notas del diario impreso después del cierre. Se programaban para salir después de medianoche y eso era casi todo. Durante el día, la página y las redes sociales estaban a cargo de una o dos personas que alternaban su trabajo con producir las notas del día.
En junio de 2017 nos llamaron porque querían rediseñar la página web y el modelo de Cosecha Roja y Revista Anfibia les parecía interesante.
Junto con Cristian Alarcón, director y fundador de ambas revistas, le propusimos un plan ambicioso: reorganizar toda la redacción y transformar a El Ciudadano en un medio digital. Darlo vuelta todo. Cristian venía de fundar varios medios y los que formamos parte de su equipo teníamos entrenamiento en empezar a crear algo desde cero.
El desafío en el Ciudadano tenía condimentos extras: había que transformar un medio que ya estaba en funcionamiento. A favor teníamos una redacción experimentada, la mística y un vínculo de cariño entre el diario y la audiencia. En contra, maltrato empresarial de muchos años y una lógica de trabajo totalmente offline.
Definimos un plan con cinco ejes, que se terminaron convirtiendo en una receta para dar el salto del periodismo tradicional al periodismo digital. Simplificando, se podrían resumir así.
1-Narrativa de no ficción aplicada al trabajo cotidiano.
Nos propusimos abandonar el lenguaje del periodismo máquina, algo común en los diarios. En el primer apunte del primer día de trabajo en el diario escribimos: nadie está ‘tendido en la vía pública’ sino tirado en la calle. No hay intervenciones quirúrgicas sino operaciones, no hay siniestros sino choques. Tratamos de extender es lógica a todo el lenguaje, sobre todo en los títulos.
Luego trabajamos sobre la narrativa. Nos movimos de la pirámide invertida -la forma ultraclásica de escribir las notas- y empezamos a contar historias. Frente a cada nota nos hicimos preguntas clave: ¿Cómo reconstruimos de manera clara la mecánica de los hechos que estamos contando? ¿Qué se puede narrar y qué no? ¿Cuáles los los puntos de interés para nuestros lectores? ¿Dónde poner el foco? ¿Qué de lo que cada texto va a conmover, indignar, interesar, hacer sentir empatía, odio?
El eje estuvo puesto en aplicar algo con lo que venimos experimentando hace unos años: cómo usar técnicas de no ficción en el trabajo cotidiano. Lo hicimos con talleres de narrativa, pero sobre todo en el terreno práctico. Nos sentamos al lado de cada redactor y redactora y trabajamos juntos en sus notas. En cómo pensarla, escribirla y editarla. Repetimos el ejercicio varias veces hasta que empezó a funcionar.
2-Construir una agenda en diálogo con la audiencia.
El Ciudadano forma parte de un ecosistema. La agenda diaria se construye en la interacción entre los medios, las redes sociales y los distintos actores de la ciudad. Todos se miran a todos todo el día. Se funciona por retroalimentación y competencia. A esa práctica común le agregamos un actor que no estaba siendo tomado en cuenta: la audiencia. Empezamos por una medida básica: poner el Google Analytics en una pantalla gigante en medio de la redacción.
Fue un poco duro al principio, pero sirvió para sincerar qué se leía y qué no. Con el correr de los meses detectamos patrones. Qué historias se leían, cómo contarlas, para quién las estamos contando. Lo interesante fue encontrar un balance entre lo que le interesa a la audiencia y lo que el diario quiere decir.
Una de las claves para fortalecer esa construcción de la agenda fue convocar a expertos en cada sección. Para deportes (tema central en la ciudad) invitamos a Alejandro Wall. En política, convocamos a Silvina Heguy y a Martín Ale, que también trabajó con los editores. En género a Luciana Peker, que ayudó a construir un perfil que luego se convirtió en un eje central del diario.
3-Generar una lógica digital más allá de las herramientas.
Las dos redes principales del diario eran Twitter y Facebook. En Facebook, los dueños anteriores del diario se habían ido sin entregar la contraseña. En Twitter se subían las notas de manera casi automática luego de publicarlas en la web. Trabajamos, en primer lugar, en cómo contar las noticias en esas redes. ¿Qué gramática propia tiene cada red social? ¿Qué otros formatos podemos pensar además del texto y las fotos?
Al principio se trataba de “vender” las notas en las redes, que es la visión clásica con las que los periodistas llegamos a ella. Pero enseguida se planteó dar el salto: pensar a las redes como espacios en sí mismos, con lógicas y contenidos propios.
En el punto crítico convocamos a Tomas Perez Vizzon para que de un taller de narrativas digitales. Y, sobre todas las cosas, los animamos a construir guiños y diálogos con la audiencia. De lo que se trataba era de abrir camino, de sentar bases para que pudieran jugar. Corrernos de las fórmulas establecidas para buscar caminos propios. Animarse a experimentar.
Aquí estamos ahora: las tapas de El Ciudadano -siempre con una vuelta de rosca irónica- se convirtieron en un clásico, casi memes editoriales que tiene vida propia. Hay videos, pero también también hay AMP stories, un canal de noticias Whatsapp, especiales multimedia, un trabajo mucho más cuidado con la imagen y hasta una reciente cuenta de Instagram que de a poco va creciendo.
4-Construir una web funcional, robusta y flexible usando Wordpress.
Usar Wordpress es una opción para la mayoría de los sitios de noticias medianos y pequeños. Casi el 24% de las webs del mundo lo usan. El desafío era cómo desarrollar un producto útil para un diario con más de 18 secciones y un promedio de entre 50 y 60 publicaciones por día.
Trabajamos en tres frentes: el equipo de diseño de El Ciudadano se abocó a la identidad de marca, un nuevo logo y su aplicación en distintos formatos. El diseñador Ezequiel Black trabajó en la estética de la página: tipografías, paleta de colores, cuadrículas, etc.
El tercer frente fue el más arduo: junto con el estudio Surhive Diseño nos propusimos desarrollar una plantilla y plugins pensados para medios de comunicación complejos. Queríamos una página minimalista, fácil de administrar pero con la flexibilidad de poder cambiar el tipo de portada, agregar o mover secciones y extras de manera amigable, sin necesidad de recurrir a un desarrollador para cada cambio.
Por lo general, cuando se usa Wordpress sin presupuestos millonarios, el contenido y el diseño se adaptan a las posibilidades del desarrollo. Queríamos lograr lo contrario.
Fue uno de esos trabajos en los que algunas veces hay que levantarse a prender la luz porque el día se acaba y uno sigue plantado frente a la pantalla. Pero salió en tiempo récord: se administra de manera visual, está pensaba para crecer y tiene actualizaciones constantes. Después de muchísimos años de usar Wordpress, conseguimos hacer el desarrollo que soñamos para un medio de comunicación.
El suplemento deportivo, central en al vida del diario y de la ciudad.
5-Reorganizar la redacción alrededor de los nuevos desafíos.En el período offline, el diario se empezaba a pensar después del mediodía, se escribía por la tarde y se cerraba a la noche, siempre a ritmo febril. Un esquema online implicaba dar vuelta todo: producir y publicar desde la primera hora del día con un ojo puesto en el diario impreso que, como siempre, se sigue cerrando a última hora.
El Ciudadano es un medio cooperativo. Tiene una comisión directiva, secretarios de redacción, editores y gerentes, pero las decisiones importantes se toman en la asamblea de todos los socios. Toda modificación estructural se hace por votación directa.
El trabajo de ingeniería para cambiar horarios y tareas se hizo tomando en cuenta la situación de cada periodista fue la parte más delicada. De a poco construimos un esquema escalonado para cubrir todo el día laboral y reorganizamos la versión en papel para alivianar el cuello de botella del cierre nocturno.
El cambio sirvió no solo para convertir a El Ciudadano en un medio online, sino para “destapar” a toda una generación de periodistas jóvenes -sobre todo mujeres- que pasaron a tener responsabilidades y tareas centrales. El diálogo con audiencias nuevas, un ojo puesto en lo pop y la renovación del lenguaje tienen mucho que ver con eso.
El resultado, lo que falta
Durante siete meses viajamos a Rosario de manera casi cotidiana. En enero de 2018 relanzamos la web y más tarde el equipo de diseño del diario hizo lo mismo con la versión en papel.
Desde su transformación, el tráfico web de El Ciudadano creció en un 330% y pasó a ocupar el tercer lugar entre los sitios de noticias de Rosario, detrás de dos conglomerados de medios: La Capital y Rosario3. En las redes también creció al mismo ritmo, pero sobre todo dio un salto en generar conversaciones. Hoy es uno de los medios con mayor engagement de la región.
Los números son muy buenos, pero son secundarios en relación al objetivo central. Lo que hicimos de manera colectiva y profunda fue sentar las bases para seguir innovando. No hay fórmulas mágicas ni formatos salvadores. Construimos una lógica y una forma de pensar el diario como un producto narrativo complejo, un organismo vivo y cambiante. De eso se trata hacer periodismo digital.
¿Qué viene ahora? Quizás encarar el próximo desafío de los medios online: usar herramientas para tener un diálogo fluido con la audiencia, aplicar técnicas de UX y explorar nuevos formatos narrativos. Dicho en otras palabras: hacer todo lo que sirva de excusa para caminar a orillas del Paraná y comer los mejores pescados a la parrilla de los que tengamos memoria.
Fuente: Medium