Los medios atacan a la democracia
Por: Héctor Timerman, Embajador en EE.UU. y ex director del diario La Tarde
Ayer Clarín recordó el diario La Tarde. Aplaudo la decisión de sus periodistas de tener presente en este nuevo aniversario del Golpe Militar el diario que dirigí entre Marzo y julio de 1976. Porque recordar el fracaso editorial más rotundo de la prensa durante la dictadura puede ser el mejor ejemplo para entender la importancia de discutir el rol de los medios y los periodistas en la vida de nuestro país. Ayer y hoy.
No voy a explicar las razones o realizar una reflexión sobre esos meses de mi vida. No lo hago porque prefiero seguir como desde hace 34 años recriminándome por esa acción. Tampoco hablo de mi trabajo por los derechos humanos porque nada de lo que vengo haciendo desde 1977 quiero que me sirva de alivio. Mi único y silencioso consuelo es la actual amistad de quienes fueron mis compañeros de militancia y sobrevivieron con más dignidad que yo.
Quienes creemos en Dios sabemos que el verdadero arrepentido es aquel que enfrentado a la misma situación se abstiene de volver a pecar. El Clarín de esta época es un diario que repite los errores de la prensa de aquellos años con el agravante de ya haber vivido aquella pesadilla. Eso es lo que yo denuncio y eso es lo que le molesta a los redactores de Clarín. Y por eso ayer recordaron La Tarde.
Igual voy a seguir denunciando lo que yo considero ataques de los medios a la democracia para recordarme y recordarles a quienes son periodistas, y especialmente a quienes ya lo eran en la dictadura el riesgo de sus actuales acciones.
Aun dentro de mis muchas inseguridades si sé que hice y voy a hacer todo lo posible para evitar que una vez más la prensa intente destituir un gobierno democrático. No lo hago por heroísmo sino, justamente, porque sé que uno no es un héroe y, entonces, puede cometer errores que terminen en horrores.
Ojalá estas notas de Clarín sobre La Tarde y mi respuesta sirvan para hablar públicamente con los periodistas de Clarín sobre dos temas que unen el pasado y el presente. Me refiero a Papel Prensa y la identidad de los jóvenes criados por Ernestina Herrera de Noble.
Hace unos días Joaquín Morales Solá describió que la compra de Papel Prensa fue un acuerdo comercial que el ex dueño (Familia Graiver) nunca protestó. Lo cierto es que durante el gobierno de Raúl Alfonsín el Estado indemnizó a los Graiver por los daños materiales surgidos por la expropiación de Papel Prensa. Ya Alfonsín reconoció que Papel Prensa no fue un "acuerdo comercial" como hoy dice el columnista de La Nación, accionista de Papel Prensa.
Los periodistas de Clarín podrían comparar la cronología de los secuestros de Juan, Eva, Isidoro, Lidia Graiver y de Lidia Papaleo de Graiver con los pasos que llevaron a sus patrones a la titularidad de la empresa en cuestión.
Podrían investigar cuando, cómo y dónde murió el Dr. Jorge Rubinstein, contador de David Graiver. ¿Dónde estaban todos los Graiver cuando celebraron la primera asamblea de accionistas La Razón, Clarín y La Nación junto a Videla.
Saber el origen de la principal fuente de insumos de la industria gráfica es, creo, tan importante como entender los efectos que generé desde La Tarde los meses que fui su director.
¿Y los jóvenes Herrera Noble? En un país en que aun permanecen más de 400 chicos secuestrados por los asesinos de sus padres no intentar el esclarecimiento de la identidad de esos dos jóvenes no es haber sido un cómplice de la dictadura, es ser cómplice ahora, hoy, en este instante de un crimen que lesiona nuestra dignidad.
¿Los periodistas de Clarín no deberían exigir saber si trabajan para apropiadores de niños y empresarios que obtuvieron un bien perdido por una familia en una mesa de torturas?
Hoy los periodistas de Clarín escriben sobre empresas en un medio que no puede explicar el origen de su principal activo estratégico. Escriben sobre derechos humanos sin saber si quien los dirige cometió el delito de apropiación ilegal de menores. Escriben sobre gremialismo en un diario que no permite la libertad sindical. Escriben sobre la dignidad nacional mientras sus lobistas se arrastran por el Departamento de Estado denunciando una falsa falta de libertad de expresión. Escriben sobre discriminación en una empresa que la DAIA denunció por apañar el antisemitismo.
Si recordar La Tarde y mi experiencia al frente del diario sirve para generar algún cuestionamiento en los periodistas de Clarín sobre su conducta profesional entonces habré encontrado algo de luz para los meses más tristes de mi vida.
Respuesta de Clarín:
Fábulas y favores al kirchnerismo
Héctor Timerman no puede negar lo que ha sido: director fundador del diario La Tarde, que se publicó en la Capital Federal desde marzo hasta agosto del 76 para promover y acompañar el golpe militar. En un nuevo aniversario del 24 de marzo, Clarín recordó esa breve pero relevante experiencia periodística en la sección Medios de ayer.
Timerman dice que está arrepentido y que sigue recriminándose por esa acción, Y eso es lo que corresponde. Tiene de qué arrepentirse: como muestran las tapas que abajo reproducimos, mientras duró su diario exaltó el golpe y elogió a la represión. Llamaba subversivos a las víctimas de la dictadura. Una de ellas fue, por ejemplo, un periodista paradigmático de La Opinión, el diario de su padre: el senador uruguayo Zelmar Michelini, perseguido por la dictadura de su propio país. Michelini fue secuestrado el 18 de mayo del 76 y apareció muerto unos días después.
Timerman dice que está arrepentido pero al arrepentimiento le dedica apenas dos de los 11 párrafos de la declaración enviada a este diario. El resto lo destina a atacar a Clarín, a sus periodistas y a la directora. Esto demuestra al fin cuáles son los objetivos de su nota. Dice que Papel Prensa fue expropiada por los militares luego de torturas a sus dueños, los Graiver, y cedida a Clarín, La Nación y la Razón. Es una fantasía. Los tres diarios compraron las acciones a la familia Graiver casi seis meses antes de la detención. Había muerto David Graiver, el principal accionista y la familia decidió desprenderse de la empresa cuando aún se desconocían los vínculos financieros de Graiver con los Montoneros. La compra fue en noviembre del 76. En marzo del 77, la viuda de David, Lidia Papaleo, que conservaba una parte minoritaria, estuvo en una asamblea de accionistas. Al mes siguiente fue secuestrada.
Los tres diarios siguieron pagando las cuotas de la compra por vía judicial. La dictadura se apropió de ese dinero y de otros bienes de los Graiver. El gobierno de Alfonsín los indemnizó.
El almirante Massera intentó –no pudo– intervenir Papel Prensa para apoderarse de la empresa. Ahora es el gobierno kirchnerista el que también pretende ahogar y controlar la compañía.
Timerman no sólo adultera la historia de Papel Prensa del modo que más le conviene a este Gobierno del que forma parte También cierra de un plumazo una causa que aún investiga la Justicia: dice que los hijos de la directora de Clarín fueron apropiados ilegalmente. Es otro servicio que le presta hoy al kirchnerismo.
En 2004 y ante el juez Bergesio, el mismo Timerman había declarado no tener "ni idea si los hijos (de la señora de Noble) son de desaparecidos o no". Y en la declaración agregó que su padre, Jacobo, había hablado con Rogelio Frigerio quien le explicó que ayudó a la señora de Noble en los trámites de adopción. También afirmó que su padre consideraba demasiado inteligente a Frigerio como para involucrarse en un caso de hijos de desaparecidos.
Ernestina Herrera de Noble jamás fue siquiera indagada por una supuesta apropiación de menores. Y Marcela y Felipe Noble Herrera aceptaron hace ya más de seis años hacerse un examen de ADN para contrastarlo con el de las dos familias que reclaman ser sus familiares. Esas dos familias rechazaron la prueba porque junto a las Abuelas de Plaza de Mayo exigen que el ADN de Marcela y Felipe sea cotejado con el de todos los desaparecidos. En ese punto está hoy la cuestión judicial y no en el que dictamina Héctor Timerman, que además pretende enlodar a los periodistas de Clarín.
Timerman dice además que los periodistas de este diario "escriben sobre discriminación en una empresa que la DAIA denunció por apañar el antisemitismo". Es otra fábula montada a partir de un blog con expresiones antisemitas en una plataforma de una empresa del grupo. Fue de inmediato levantado y la DAIA y el Centro Simón Wiesenthal felicitaron a Clarín por esa decisión editorial. Este sí es un caso cerrado.
Timerman interpreta cualquier crítica al Gobierno como un ataque a la democracia. Es también lo que quiere el Gobierno que él haga. Y advierte a los periodistas sobre "el riesgo de sus actuales acciones". ¿Cuál riesgo? ¿El de la dictadura? ¿O en realidad quiere decir que informar es poner en peligro al sistema democrático? Es exactamente al revés. El fue quien dirigió un diario que apoyó y propagandizó el golpe. Y si Clarín no lo hubiera recordado, él no habría abierto la boca.
Fuente: Diario Clarín
Ver anterior: Clarín recuerda La Tarde, el diario procesista que dirigió Héctor Timerman