Hubo un tiempo en que nos fijábamos en las hojas secas
en el muro de ceniza y en la noche descalza
y en la luna pálida de tantas destrucciones
y así apostábamos a la melancolía
inconscientes de que ése no era aún nuestro percance
faltaban temporadas de sistemática pobreza
laberintos privados y tristezas de medio pelo
el calvario era ajeno y quedaba lejos
el tamaño de la pena era tan módico como el deleite
nuestros dientes de hambre y nuestras lenguas en celo
funcionaban sin prisa pero funcionaban
las primaveras se nos iban de entre las manos
mirábamos el horizonte sin saber qué pedirle
el crepúsculo se henchía de gallos azules
y el aire era enigmático corno un viejo sabiondo
pero una madrugada forzaron las puertas
nos allanaron el desván y la memoria
decidieron por nosotros en mitad de la duda
nos quitaron los fantasmas y los papeles
levantaron un cepo de palabras
y un corral de miedo donde abandonarnos
nos suspendieron el derecho a la tibieza
borraron los presagios con el odio
nos despojaron de la lluvia verde
y del silencio gratis y del amor cribado
nos cortaron en dos con un hacha de invierno
de ese modo tan turbio nos fue revelado
que en realidad no habíamos trajinado por el tedio
sino que éramos inadvertidamente felices
no esplendorosa sino pasablemente ávidos
de amparos lechos soledades perdones
de ese modo tan impropio nos fue dicho
que cualquier otro quebranto era menos que este azote
y tuvieron que aparecer túneles y máscaras y
trampas para que echáramos de menos el letargo cotidiano
las venas de los árboles el caballo a contraluz
¿habremos aprendido el catecismo del rencor
o la rabia se nos irá cayendo como escamas?
¿recordaremos siempre no olvidar o las franjas de inquina se nos irán pudriendo?
¿almacenaremos para nunca los aborrecimientos
y los sacaremos de la troya a perdonazos?
es claro que ni el rayo ni el rocío tienen prisa
desahucios y bienvenidas esperan su turno
por algo estamos listos para empezar desde cero
y nadie se arrodilla sobre los pámpanos caídos
vamos a merecer cada centímetro de augurio
vamos a abrir caminos a los sobrevivientes
sin guirnaldas pero con respuestas
flamantes y accesibles
vamos a reponer lo mucho que perdimos
en el muro de ceniza y en la noche descalza
y en la luna pálida de tantas destrucciones
y así apostábamos a la melancolía
inconscientes de que ése no era aún nuestro percance
faltaban temporadas de sistemática pobreza
laberintos privados y tristezas de medio pelo
el calvario era ajeno y quedaba lejos
el tamaño de la pena era tan módico como el deleite
nuestros dientes de hambre y nuestras lenguas en celo
funcionaban sin prisa pero funcionaban
las primaveras se nos iban de entre las manos
mirábamos el horizonte sin saber qué pedirle
el crepúsculo se henchía de gallos azules
y el aire era enigmático corno un viejo sabiondo
pero una madrugada forzaron las puertas
nos allanaron el desván y la memoria
decidieron por nosotros en mitad de la duda
nos quitaron los fantasmas y los papeles
levantaron un cepo de palabras
y un corral de miedo donde abandonarnos
nos suspendieron el derecho a la tibieza
borraron los presagios con el odio
nos despojaron de la lluvia verde
y del silencio gratis y del amor cribado
nos cortaron en dos con un hacha de invierno
de ese modo tan turbio nos fue revelado
que en realidad no habíamos trajinado por el tedio
sino que éramos inadvertidamente felices
no esplendorosa sino pasablemente ávidos
de amparos lechos soledades perdones
de ese modo tan impropio nos fue dicho
que cualquier otro quebranto era menos que este azote
y tuvieron que aparecer túneles y máscaras y
trampas para que echáramos de menos el letargo cotidiano
las venas de los árboles el caballo a contraluz
¿habremos aprendido el catecismo del rencor
o la rabia se nos irá cayendo como escamas?
¿recordaremos siempre no olvidar o las franjas de inquina se nos irán pudriendo?
¿almacenaremos para nunca los aborrecimientos
y los sacaremos de la troya a perdonazos?
es claro que ni el rayo ni el rocío tienen prisa
desahucios y bienvenidas esperan su turno
por algo estamos listos para empezar desde cero
y nadie se arrodilla sobre los pámpanos caídos
vamos a merecer cada centímetro de augurio
vamos a abrir caminos a los sobrevivientes
sin guirnaldas pero con respuestas
flamantes y accesibles
vamos a reponer lo mucho que perdimos
vamos a aprovechar lo poco que nos queda.
Ceremonias - Mario Benedetti
Ceremonias - Mario Benedetti