viernes, 26 de marzo de 2010

Clarín recuerda La Tarde, el diario procesista que dirigió Héctor Timerman

El primer número se publicó ocho días antes del golpe. Sólo duró cinco meses
Por: Ricardo Mosso
Todo empezó a gestarse a fines de 1975, cuando el huevo de la serpiente del golpe ya permitía vislumbrar las garras del horrror. El diario vespertino La Tarde de Buenos Aires se publicó en la Capital Federal entre marzo y agosto de 1976. Pero durante todo el verano la redacción trabajó a pleno produciendo números ceros (pruebas, simulaciones del diario real, en la jerga periodística)
Así de efímero como fue, casi no tiene lugar en la bibliografía relativa a la prensa durante aquellos años negros. Fue Jacobo Timerman, el periodista y editor que lo creó y sacó a la calle, luego de crear medios escritos que habían funcionado como mutación cualitativa del periodismo, en los años 60 y 70, como las revistas Primera Plana y Confirmado primero, y luego el diario La Opinión.
Sin embargo, analizar el vespertino La Tarde sirve para comprender de qué manera el Proceso diagramó su modus-operandi sobre la prensa. El diario fue lanzado con la misión evidente de apoyar al golpe –que era un secreto a voces desde fines del año 1975- pero no sólo eso: el proyecto apuntaba a la consolidación en la opinión pública del gobierno militar que lo seguiría. En mayor o menor medida los medios gráficos, en ese momento, padecieron la censura y también la autocensura. Pero La Tarde fue otra cosa: salió para respaldar a la dictadura. Se expandía una situación delirante y aberrante. La condición "procesista" de La Tarde no fue un obstáculo para que su dueño fuera secuestrado por los militares pocos meses después del cierre de su vespertino, el 15 de abril de 1977.
Jacobo Timerman cayó en las siniestras garras de Camps y de Etchecolatz.Tras un inmenso tormento, Timerman volvería a dirigir un diario recién a su vuelta al país, en 1984, cuando intentó -sin éxito- convertir al antiguo vespertino La Razón –instalado en el mismo edificio de Barracas donde en los '70 había funcionado La Opinión- en un éxito editorial.La Tarde llegó a los kioscos ocho días antes del golpe: el 16 de marzo de 1976. El diseño estaba basado en el del diario alemán Bild Zeitung, con títulos impactantes, grandes fotografías y poco texto, lo que en esa época se percibía como sensacionalista. En el staff figuraba como director Héctor Timerman, uno de los hijos de Jacobo, que en ese momento tenía 22 años. Hoy es el embajador del gobierno K en los Estados Unidos. Según él mismo dijo en una nota al diario Perfil, en noviembre de 2007, en ese momento casi no había ejercido el periodismo, aunque aceptaba, como director que fue, "las responsabilidades por el contenido de las notas". Héctor Timerman se justificó en aquella entrevista diciendo que el vespertino de su padre utilizaba "términos no diferentes a los demás medios que no apoyaban ideológicamente a Videla, pero se autocensuraban para seguir funcionando".
Periodistas que se desempeñaron en La Tarde explicaron que el manejo cotidiano y efectivo de la publicación estaba en las manos del director periodístico, Luis Clur, que había sido fundador de los exitosos noticieros televisivos Reporter Esso (1963) y Telenoche. Clur reconoció en 1999 que aun siendo oficialista, debían "ir a la Secretaría de Guerra a que revisaran las páginas". Tras la muerte de su financista David Graiver (ver recuadro "El socio muerto"), Jacobo Timerman comenzó a temer que el "secreto" fundacional de su empresa periodística –su relación comercial con el empresario que tenía también como clientes a los Montoneros- fuera castigada por los militares y que la confiscación de los activos del grupo Graiver -que efectivamente siguió a la muerte de su fundador- terminara matando a sus criaturas de papel La Opinión y La Tarde. La tragedia efectivamente fue atroz: Timerman fue "chupado" por un grupo de tareas, torturado y finalmente expulsado del país, mientras que La Opinión se publicó durante poco tiempo más a cargo de un director militar.

¿Quién tira la primera piedra?
Por: Miguel Wiñazki
Héctor Timerman, el actual embajador del gobierno de Cristina Fernández de Kirchner en Washington, fue formalmente el director del diario La Tarde, ideado para apoyar el Proceso naciente. Se disculpó públicamente, aludiendo a su juventud de entonces y pidió perdón.
No se trata de lapidarlo. Más tarde, Jacobo Timerman, su padre, fue secuestrado, y brutalmente torturado y más torturado aún por su condición de judío. Ese horror y ese espanto debe ser siempre denunciado, y Héctor Timerman lo hizo ya en aquellos tiempos del infierno. Las biografías son complejas. Dentro de esa redacción de La Tarde había antiprocesistas plenos, socialistas, radicales, peronistas, comunistas. Como en casi todas partes.
El seno de las redacciones era un heterogéneo espacio en el que los cronistas que simplemente no estaban muertos o desaparecidos, ni exiliados, atravesaron como pudieron esos años de historias penosas y llenas de paradojas. Hay innumerables matices en esas vidas profesionales. Por cierto, no era lo mismo un cronista que un director. El jóven Timerman acudió al llamado de Videla, en la Casa de Gobierno, apenas perpetrado el golpe del '76. El tirano se configuró explícitamente en esa reunión en el gran editor jefe de la prensa argentina, y no hubo esa noche voces que se le opusieran. La autocrítica del periodismo durante la dictadura es necesaria, y hay que tener el coraje de asumirla. Pero debe ser igualitaria. No están exentos los que fueron periodistas entonces y ahora son oficialistas.

Foto: CEDOC
Fuente:
Diario Clarín


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