domingo, 14 de abril de 2019

Wikileaks: El caso de Assange pone en riesgo la libertad de expresión

El caso podría ser un mal precedente para los medios, contra la forma de hacer periodismo y trabajar con informantes
El fundador de WikiLeaks, Julian Assange, al salir de una estación de policía en Londres, el pasado jueves
Por: Carolina Botero
Julian Assange es un personaje incómodo para todo el mundo. Su credo es que la información debe ser libre y no escatima esfuerzos para liberarla. A través del portal Wikileaks, se hizo cargo de publicar millones de documentos de los Estados, exponiendo desde secretos de cama hasta videos mostrando evidentes violaciones a los derechos humanos. Después de una espera de siete años, Inglaterra tiene a Assange bajo arresto y en trámite de extraditarlo a Estados Unidos.

La primera vez que escribí sobre Wikileaks fue en 2011 a raíz del escándalo por la filtración de cables que mostraban problemáticas actuaciones del ejército de Estados Unidos en las guerras contra Afganistán e Irak. Aunque era claro que se trataba de un impresionante pulso entre quienes, como Assange, piensan que un sistema como Wikileaks es un mecanismo legítimo para controlar el poder y aquellos que rechazan este tipo de instrumento por ilegítimo y porque lo debilita. Lo cierto es que la tensión y el análisis del caso tiene muchos matices.

Las acusaciones de violencia sexual en 2011
Uno de los puntos críticos de este caso ha sido el uso y manipulación del marco legal para apresar a Assange. Acá tampoco se ha escatimado esfuerzos, incluyendo el uso de la cooperación internacional para perseguir crímenes sexuales.

La forma de garantizar el arresto de Assange fueron acusaciones por delitos sexuales. En 2011 el Reino Unido analizaba una solicitud de extradición de Assange a Suecia por acusaciones de violación y acoso sexual en ese país. Assange se refugia en la Embajada ecuatoriana cuando se hace evidente que la solicitud era una estrategia para deportarlo a Suecia y luego extraditarlo a Estados Unidos. Hasta el día de hoy existe un temor sustentado de que en este último país Assange enfrente un juicio sin garantías.

Assange se refugió en la embajada ecuatoriana rompiendo la libertad bajo fianza que le había dado el Gobierno británico. En aquel entonces las acusaciones por delitos sexuales derivaron en dos temas. De una parte, las víctimas fueron sometidas a un escrutinio y ataque terrible. ¿Quién se metía con la estrella del momento? De otra, la discusión sobre si esas acusaciones eran una cortina de humo.

Las redes sirvieron en ese momento, como sucede con demasiada frecuencia, para lapidar a las mujeres. Fue despreciable la forma como se las atacó afirmando que mentían. Se cuestionaba incluso si había sido siquiera una verdadera violación. Para muchos, había sido tan solo una follada de la que la mujer se arrepintió después. Ya no existen los cargos por violencia sexual y, a menos que se reabran los casos, no conoceremos la opinión de la justicia sobre estos temas, pues las mujeres terminaron retirando los cargos. Que quede claro, no es no, no importa cuando lo digamos ni cómo ni a quién.

La otra cara de la moneda, la justicia que se ofrecía a las víctimas en el caso de Assange era una parodia. Ni Suecia, ni Inglaterra estaban interesados en hacerlo pagar por su conducta sexual. Estaban orquestando la estrategia de la deportación hacia Estados Unidos.

Así lo dijo claro Naomi Wolf, el caso era un insulto a las mujeres violadas alrededor del mundo. Wolf, quien tiene experiencia con víctimas de violencia sexual, decía que el trato que se daba a Assange era sospechosamente excepcional. Después de hacer un recuento de terribles crímenes sexuales en medio de horribles guerras alrededor del mundo, de recordar los casos más domésticos y de hablar de impunidad, indicaba que dos naciones persiguiendo a un hombre supuesto victimario era tan inusual que era evidente la instrumentalización.

Ecuador levanta el asilo y entrega a Assange a Reino Unido
Aunque los cargos por violencia sexual ya no existen, en 2019, Assange es detenido por el Reino Unido por violar la libertad condicional derivada de esas acusaciones.

Rafael Correa fue quien concedió el asilo, la decisión de terminarlo es de Lenin Moreno. Assange es un huésped incómodo y esta movida marca la ruptura definitiva entre Correa y Moreno. Mientras estaba hospedado en la Embajada Wikileaks liberó información con la que interfiere en los asuntos de otros países. Pero, sobre todo, Assange se hizo más incómodo para Moreno cuando se publicaron los “INA papers”, documentos filtrados anónimamente que acusan a Moreno y a miembros de su familia de delitos económicos a través de empresas fantasma.

Era cuestión de tiempo, Ecuador estaba buscando la forma de retirarle el asilo y lo hizo esta semana. Lo entrega al Reino Unido por la violación a la libertad condicional y se lava las manos con un compromiso del Gobierno británico de que solo lo extraditará a un país que brinde garantías de derechos humanos, aunque el Reino Unido indica que lo hará de acuerdo con sus normas internas.

El Reino Unido, que movilizó todo por una libertad condicional, al momento de leer los cargos indica que lo detiene por conspiración. El Departamento de Justicia de Estados Unidos dice que Assange conspiró con Chelsea Manning para hackear la red secreta del pentágono.

En Estados Unidos este cargo supone un máximo de cinco años de prisión, pero es posible que no sea la única acusación.

No se puede ver el tema sin ver lo que está pasando con Chelsea Manning. Manning era analista de inteligencia en 2010 cuando entró en la red del Departamento de Defensa estadounidense para extraer documentos clasificados que luego entregó a Assange. El caso en Estados Unidos por conspiración se apoya en señalar que Assange “activamente animó a Manning a darle más información”. Esto se deriva de una conversación en la que Manning le dice a Assange: “después de esta entrega eso es todo lo que tengo”, a lo que Assange le responde: “en mi experiencia los ojos curiosos nunca se secan”.

Manning fue condenada a 35 años por robar documentos clasificados y estuvo presa hasta 2017, cuando fue liberada por Obama quien le concedió la clemencia. Manning fue recientemente arrestada de nuevo porque se niega a testificar en contra de Assange.

Las acusaciones en 2019, Assange ya no es periodista, es conspirador
Aunque la prueba en contra de Assange parece ser muy floja, muestra un cambio en la estrategia. Los cargos ya no son por publicar información clasificada, sino por hackear.

El caso se ha dicho que constituye un ataque a la libertad de expresión, como dice en su editorial El Espectador “La extradición de Assange enviaría entonces un mensaje preocupante para todos los que se atreven a prender alarmas en el mundo: sus esfuerzos serán castigados”.

La nueva estrategia intenta alejar el caso de las garantías de libertad de expresión. Barack Obama en su momento investigó a Wikileaks, pero se dice que el fiscal del caso decidió no continuar porque podría fijar un precedente que permitiría la persecución a los medios.
La problemática del caso de Assange ha sido mencionada por organismos internacionales en diferentes momentos. El Grupo de Detenciones Arbitrarias de la la ONU ya en 2015 había indicado que el caso de Assange era una detención arbitraria (A/HRC/WGAD/2015/54), reiterada en 2018 y, a partir del arresto de esta semana, por el conjunto de Relatorías Especiales de este organismo internacional. Con la crisis actual, se pronunció el Relator Especial de Libertad de Expresión de la OEA.

Con el fin de alejarse del tema de libertad de expresión, ahora lo que se intenta es despojar a Assange de su protección de periodista para asociarlo con la campaña de injerencia rusa en las elecciones de Estados Unidos, que terminaron con la elección de Trump -quien, por cierto, en su momento fue muy elogioso de Assange por revelar correos de espías rusos que afectaron a su oponente Hillary Clinton.

De acuerdo con The Guardian, algunos funcionarios les han dicho que, si el caso contra Assange incluye cargos relacionados con que actuó como agente de un gobierno externo, cualquiera que sabiéndolo haya cooperado con él puede ser investigado como un coconspirador. Esto podría iniciar una cacería de brujas.

Veamos lo que pasa a este lado del océano
En la rueda de prensa sobre el caso Assange, la Ministra de Interior de Ecuador había advertido que “hackers rusos y un miembro de WikiLeaks viven en Ecuador y podían ser arrestados”, sin dar más detalles. Ecuador parece quedar tranquilo al haber exigido al Reino Unido un compromiso escrito de que no será extraditado a “un país en el que pueda sufrir tortura o pena de muerte”, el Reino Unido lo hizo pero agregó “de acuerdo con las normas internas de ese país”.

Poco después de esa rueda de prensa Ola Bini fue arrestado. Bini es sueco residente en Quito, reconocido experto en tecnología, activista de software libre y privacidad, aliado de Wikileaks que fue detenido en forma irregular en el aeropuerto cuando iba a viajar a Japón.

La Ministra del Interior ha dicho que se le detiene con fines de investigación, y la Fiscalía anunció que se le investigaba por ataque a la integridad de sistemas informáticos. La oscuridad en el arresto de Bini genera muchas sospechas entre quienes defendemos derechos humanos y demandamos que se le respete el debido proceso.

Los retos que se mantienen con el caso
No puedo decir que Assange es mi personaje favorito, pero está claro que la persecución a la que está sometido no es porque es “monedita de oro”. Lo persiguen porque hace denuncias y reta al poder.

El caso de Assange pone en peligro las libertades de expresión y de prensa. De un lado, podría significar un mal precedente para los medios, en particular contra la forma de hacer periodismo, de tener fuentes y trabajar con “whistelblowers” (los informantes). De otra, tendría un impacto más amplio para la libertad de expresión de la ciudadanía que no nos puede ser indiferente: restarle fuerza al acceso a la información de interés público como arma de control del poder, precisamente, porque lo reta e incómoda.

Finalmente, es difícil saber qué va a suceder con Assange ahora. Hay que reconocer que se ha mantenido fiel a su fe en la libertad de la información. El New York Times dice que, en algún momento, Estados Unidos estuvo dispuesto a negociar su inmunidad a cambio de su testimonio en el caso de la inteligencia rusa y su incidencia en las elecciones de ese país. La respuesta de Wikileaks fue liberar secretos de la CIA, lo que acabó con esa opción. Esta semana, en el momento en que lo arrestaron, Wikileaks liberó otro conjunto de información que apenas empieza a ser analizada.

Esta historia no termina acá, seguirá...
Foto: Peter Nicholls - Reuters
Fuente: La silla vacía

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