Dicen que el cambio ya se está dando a la hora de hablar del amor, la sexualidad y la relación de poder del hombre sobre la mujer. Sin embargo, reconocen que será paulatino y que el productor es el que decide
Por: Agustín Gallardo
Los memoriosos recordarán la cachetada que Arnaldo André le dio a Luisa Kuliok en Amo y señor, aquella telenovela emitida a mitad de los 80 en Argentina. “Sería imposible ahora”, se le escuchó decir hace poco a André. Los años pasan y los paradigmas cambian: así como ahora sería un suicidio que Marcelo Tinelli volviera a cortar polleras en TV, a pocos guionistas se les ocurriría escribir –salvo que se esté contando la historia de un personaje violento– una escena así para mostrar el enojo “cotidiano” de un hombre.
Y la prueba está a la vista: en dos semanas se estrena 100 días para enamorarse, la nueva comedia de Underground donde se verá la historia de dos matrimonios que se toman un respiro. Allí, Carla Peterson, una de las protagonistas, es no solamente la que decide terminar la relación, sino que es ella quien levanta la mano y le pega un cachetazo a su marido, algo impensado en tiempos pasados. “Hoy se podría decir que es todo al revés”, resume Pablo Culell, director de producción y contenido de la productora que emitirá esta tira en Telefe. “Hoy cualquier cosa puede llamar la atención. Hay una lectura hipersensible porque la cuestión de género está en agenda”, esgrime el guionista Leandro Calderone.
Pero ¿hay cambio real en la dirección que están tomando las historias? Para Laura Barneix, guionista y autora de Dulce amor y Golpe al corazón, el cambio existe. “Ahora las protagonistas no son las mismas chicas de pueblo que venían a buscarse y encontrarse en la ciudad y no son aquellas chicas virginales de los 90. Se han ido transformando en mujeres más activas, luchadoras y sexuales”. Lily Ann Martin, quien escribió para Valientes, Malparida, Lobo, Solamente vos, Esperanza mía y Simona, entre otras, coincide: “La mujer era siempre más pasiva, más ingenua, más fiel, o si por el contrario una mujer en una novela tenía más de un compañero sexual, no podía ser la protagonista, solo la villana. Ese tipo de prejuicios por suerte ya se están dejando de lado”.
En las telenovelas temas como el sexo y la diversidad sexual fueron siempre terreno de la villanía, de los vicios y la lujuria. Algunas tiras de los últimos años, como La Leona o ADDA, incluso Las estrellas, vienen mostrando que se podía sostener una historia con personajes que se iban a la cama de entrada. “En todas ellas se mostró una sexualidad femenina más activa y natural, la mujer que desea sexo y no solo el amor romántico. En Dulce amor también hubo mucha búsqueda en los personajes femeninos por ese lado, incluso contamos mujeres maduras con deseo sexual, pasión, y no abuelitas en batón”, describe Barniex. “Ahora lo que cambia es el rol de seducción de la mujer, donde ya no es la pobrecita que espera que el señor de turno la llame. Hay una actitud más activa, pero aún estamos en los primeros escalones de algo que tiene que ser más profundo”, dice Esther Feldman, escritora y guionista de Lalola, Maltratadas y En terapia, entre otras.
Trabas. En este contexto de cambio, no siempre las partes –guionistas, productores y directores– coinciden hacia dónde ir. A Erika Halvorsen, escritora y autora, le ha pasado de tener que dar algunas batallas. En Amar después de amar (ADDA) la primera escena de amor de la pareja Federico Amador-Eleonora Wexler, en vez de comenzar con un beso, fue una situación donde el hombre le proporcionaba placer a la mujer. “Era una escena de masturbación sin antes haberse besado. Tuve que insistir para que estuviera, para que apareciera la mujer como sujeto de deseo”, dice Halvorsen, autora de la novela erótica Desearás a la mujer de tu hermana, que a su vez fue llevada al cine con algunas problemáticas. “El comité del Incaa no nos otorgó el subsidio de interés. Apelaron a un artículo que puede no otorgarse este beneficio que se les da a todas las películas, porque contenía situaciones aberrantes de sexo y/o drogas. En todas nuestras escenas hay una mirada femenina del placer. Entonces la pregunta que nos hacemos es: ¿es aberrante la escena cuando es la mujer la que goza?”, analiza Halvorsen.
Sin dudas, el amor homosexual ya se cuenta desde otra forma desde hace años y eso es un cambio que también se cuenta de forma más natural. “Fue entrando de a poco. Muchas veces lo aceptado era el personaje gay divertido, sin historia de amor, amigo de las chicas. Las estrellas dio un gran paso y contó el romance entero, el beso y el sexo. La tele se va animando de a poco”, dice Berniex.“ “En Simona estamos contando la atracción de Junior, uno de los protagonistas jóvenes, por su amigo Blas, y ha tenido muy buena aceptación por parte del público”, agrega Ann Martín.
Contexto. Los cambios de paradigmas suelen ser caóticos y la ficción puede ir a destiempo dependiendo de quién escriba o produzca. El caso de la violencia contra la mujer, por ejemplo, se viene exponiendo en la ficción desde antes del movimiento Ni Una Menos. Un claro ejemplo es lo que sucedió en Mujeres asesinas, un texto que luego fue llevado a la TV. “El Ni Una Menos viene a condensar una masa crítica del tema violencia contra la mujer”, dice Calderone, quien siente que el desafío de los autores es adelantarse a los cambios de época. “Creo que el horror de la violencia contra la mujer lo venimos trayendo varios hace un tiempo antes de que esté en agenda. Lo que tratamos de hacer desde la ficción es ir siempre un paso adelante”, dice. Culell opina: “Uno puede elegir cómo cambiar la forma de contar porque es políticameante correcto, o porque realmente está de acuerdo con ese cambio. De cualquiera de las dos formas, lo que no se puede dejar de hacer es contar la historia. Es decir, yo no voy a dejar de contar la historia de un violador. Ahora, sí depende mucho desde qué lugar me pare, cuál sea mi foco”.
Jorge Maestro, autor con basta experiencia, coincide con que el foco que se le de a cada ficción, depende siempre de cada autor y afirma que las cosas no han cambiando tanto. “Yo sigo viendo en general la historia del chico que sufre porque la chica está con otro. El cuento de la Cenicienta está presente y se va modificar cuando haya una toma de conciencia que surja del trabajo colectivo”, dice. Y agrega: “Nosotros en en 1992 contamos la historia del amor gay con Zona de riesgo y se nos vino la sociedad de ultra derecha en contra. Pero sabíamos hasta dónde contar. Los machos no tan machos cuando lo hicimos dentro del marco de la comedia, era una mirada piadosa acerca del machismo. Hoy seria visto de otra manera. La televisión a veces es gatopardista ¿Qué son sino las chicas bailando en el programa de música de Crónica los sábados por la tarde? O ¿por qué Volver repite todavía Rompeportones?”.
Para Barneix, los canales son los que marcan temas, tonos y estilos. “Los que escribimos luego esas historias intentamos tocar temas que nos interesen dentro de los lineamientos dados, con más o menos libertad según el caso. Hay espacios de mayor discusión y otros de menos, y no siempre se está de acuerdo en qué vale la pena contar”, concluye.
El aborto, un tema aún tabú
Así como lo es en la realidad, el aborto ha sido un tema complejo de abordar en ficción. “Genera polémica. De modo general en la TV local el aborto era algo que se planteaban solo las villanas”, explica la guionista Laura Berniex. Un ejemplo de cambio fue en la tira La Leona, donde se tocó el tema de un modo distinto. “Se mostró lo cruel y riesgoso de un aborto clandestino. Creo que fue una buena manera de visibilizar el problema”, agrega. Su colega Ann Martín confiesa que hay una deuda con este tema. “Estoy a favor de la despenalización y creo que una vez que se logre esta ley, podrá pasar a ser un tema que se trate naturalmente en la ficción, como sucedió con el matrimonio igualitario. Estoy esperanzada y me siento respaldada por el colectivo de escritoras y mujeres. Hace apenas unos días firmamos entre todas la carta para elevar al Congreso de la Nación y fue muy emotivo ver el apoyo entre las colegas”, agrega la escritora.
Fuente: Diario Perfil