Debido a la fuerte reconfiguración que atraviesa el sector de la impresión comercial, fenómeno global del que no escapa la Argentina, el complejo gráfico industrial Artes Gráficas Rioplatense (AGR) se ve en la necesidad de reestructurar sus actividades, enfocándose en sus segmentos de impresiones digitales variables, distribución y logística, y discontinuando una p arte de su sector de impresiones masivas.
Es de público conocimiento que el mercado de impresiones comerciales masivas está en crisis a nivel mundial por la adopción de las nuevas tecnologías, el cambio en las estrategias de marketing y las modificaciones en las conductas de los consumidores. Por ello, a partir del día de la fecha dejará de funcionar uno de los talleres gráficos de AGR, el del barrio de Pompeya, que atiende ese segmento de impresiones. En ese taller se imprimieron por años guías telefónicas y catálogos comerciales, hoy productos prácticamente discontinuados.
Se trata de una decisión que AGR no hubiera querido tomar pero que resulta necesaria para no comprometer la viabilidad de todo el resto de su conglomerado industrial. El taller de Pompeya de AGR no es una excepción en cuanto a los efectos de la crisis: 2 de las 4 empresas gráficas más importantes del país terminaron cerrando sus puertas en forma definitiva en 201 4 y 2015: Quebecor y RR Donnelley. Y la 3ra. acaba de cambiar de manos por falta de perspectivas.
Existen varios sectores industriales que han logrado atenuar dificultades económicas o cambios en la tecnología con acuerdos gremiales–empresarios que posibiliten un horizonte de futuro para las empresas. Incluso ha habido ejemplos en el propio sector gráfico. Pero en la planta de Pompeya desgraciadamente ello no ha sido posible.
AGR intentó infructuosamente, durante los últimos años, explorar caminos que permitieran atenuar los efectos de la caída en la impresión comercial masiva y preservar, aunque sea parcialmente, la sustentabilidad del taller de Pompeya. Pero lamentablemente el enorme desafío que implicaba este cambio en la industria (hoy orientada a la impresión segmentada, personalizada y distribuida) no fue acompañado por la comisión in terna de delegados de ese establecimiento, que rechazó sistemáticamente todas las propuestas realizadas. Esto hizo cada año más complicada la situación económica del taller, al punto de llevar cuatro años consecutivos de pérdidas crecientes.
La negativa a discutir alternativas para mantener abierto el taller se reflejó, entre otras situaciones, en: I) el rechazo total a un plan de retiros voluntarios que permitiera adecuar el tamaño del taller a las nuevas demandas; II) la negativa a que los operarios pudieran ser reasignados a un sector o máquina diferente, por lo que muchos días quedaban máquinas sin funcionar u operarios que cobraban sin realizar tarea alguna; III) el bloqueo al redimensionamiento del sector de pre-prensa, hoy prácticamente sin actividad debido a la digitalización; IV) el rechazo a la realización de trabajos de impresión por “solidaridad gremial”, al provenir de talleres que habían cerrado sus puertas; V) el rechazo al desmonte de máquinas en desuso y la venta de máquinas improductivas, como forma de reducción de pérdidas; VI) la traba de la operatoria diaria a través de reclamos artificiales, medidas de acción directa y quites de colaboración, a pesar de que la planta siempre pagó los mejores salarios del sector, respetando todas las condiciones establecidas en la paritaria y el convenio colectivo de trabajo.
Pese a esta enorme frustración, en paralelo AGR viene encarando un proceso de fuerte reconversión para responder a las nuevas demandas del mercado gráfico. La compañía ha realizado importantes inversiones para modernizar su estructura tecnológica y su equipamiento y adaptarlos a las nuevas tendencias, que hoy se enfocan en rubros como la impresión digital, la impresión variable y los servicios integrados con distribución y logística. De hecho, estas actividades ya involucran a la mayor parte de nuestro conglomerado industrial, y se vienen realizando en otras instalaciones, más acordes con las nuevas tecnologías.
La totalidad del complejo industrial de AGR involucra a 780 personas, un 35% de las cuales corresponde al taller de Pompeya. El cierre del mismo es una decisión que apunta a preservar la salud financiera y la fuente laboral de todo el resto del complejo industrial de AGR, permitiéndole enfocarse en aquellas actividades que les aseguren un modelo de sustentabilidad a futuro.
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