Fernando González, director de El Cronista aprovechó su columna editorial para editar su despedida. Vuelve a Clarín:
Me voy como quien se desangra: un adiós a El Cronista que es un hasta siempre
Por: Fernando González, fgonzalez@cronista.com twitter @fgonzalezecc
Este es un texto despedida. Palabras en el mismo sitio donde acostumbramos a comunicarnos. El espacio editorial de El Cronista. Aquí donde pude expresar mis opiniones, celebrar los avances y lamentar los retrocesos del país adolescente. Y aquí donde pude reconocer mis errores. Aquí es, en definitiva, donde disfruté siete y años y medio de mi carrera periodística. Donde experimenté el vértigo de conducir a un equipo de periodistas talentosos, rigurosos y honestos. Y donde conté con el apoyo de una compañía dispuesta a afrontar los desafíos y los riesgos de conjugar la sustentabilidad empresaria y la libertad de expresión. Ese aprendizaje hubiera sido imposible sin la valentía y sin el respeto por las ideas que siempre demostró Francisco de Narváez. Un mérito que se torna más valioso en estos tiempos de apuestas editoriales de muy bajo vuelo.
En estos años intentamos sostener el equilibrio como mensaje a nuestros lectores y usuarios. Que los gobiernos y sus oponentes siempre pudieran tener su voz sin intermediarios. Proponiendo el debate de todas las visiones políticas e ideológicas, también de las diferentes escuelas económicas. Fueran Néstor y Cristina Kirchner o Mauricio Macri. Fueran Alfonso Prat-Gay o Axel Kicilloff. Fueran Federico Sturzenegger o Guillermo Moreno. Nunca faltaron las ideas de Miguel Angel Broda, de Miguel Bein y de Carlos Melconian o de Eduardo Curia. Las iniciativas de Sergio Massa, las de Juan Manuel Urtubey, las de Margarita Stolbizer o las de Hermes Binner. Y el mismo principio guía la elección de nuestros columnistas. La contundencia de Luis Majul, la sabiduría de Willy Kohan, la precisión de Ernesto Tenembaum, las provocaciones económicas de Marcelo Zlotogwiazda, y el talento de Maximiliano Montenegro, la ironía inimitable de Jorge Asis, la modernidad de Alejandro Rozitchner, el rigor analítico de Roman Lejtman, y las voces necesarias de Gustavo Sylvestre, Daniel Muchnik o Matías Tombolini. Y el inolvidable Tomas Bulat, el economista que nació para explicar el sinsentido de la Argentina y fue venerado por nuestros lectores.
La idea fue siempre la misma. Informar, analizar, opinar con el rigor y el equilibrio de 108 años de historia, sumándole la pasión y la intensidad de los tiempos que corren. Buscando sin cesar las respuestas de la aldea global. En las asociaciones con Financial Times o con los acordes brasileños de Valor Económico. Impulsando la Red Iberoamericana de Periodismo Económico (RIPE) para saber en qué dirección fraguaban sus destinos Chile, Colombia, Uruguay, Perú, México, Paraguay y España.
Me voy para asumir nuevos caminos periodísticos pero se queda una redacción encabezada por ese enorme periodista que es Hernán de Goñi y por Walter Brown, jefe de un equipo que se ganó el respeto a fuerza de calidad periodística. Ellos seguirán abriendo senderos de crecimiento y de competitividad, acompañados por Jorge Sosa y Javier Rodríguez Petersen, líderes del emprendimiento digital exitoso en el que se ha convertido cronista.com
El periodismo ha sido una aventura riesgosa en estos tiempos de cuestionamiento permanente a los medios de comunicación. Hubo que resistir a la intolerancia y al ejercicio antidemocrático de la competencia desleal, financiado con aportes estatales, o a la exhibición pública de las fotografías de los periodistas para denigrarlas o, simplemente, para escupirlas como si se tratara de enemigos públicos.
Pero aquellos momentos de incertidumbre y de violencia injustificada parecen haber sido traspasados por el peso de la historia. La Argentina superó esa prueba también como antes había superado los fantasmas del terrorismo de Estado y de la nostalgia del miedo como motor inmóvil de la decadencia. Ahora es el momento de vencer a los demonios de este tiempo. La inflación y el desempleo. La inseguridad y el deterioro de la salud pública. El déficit fiscal y el derrumbe de la infraestructura estatal. Para señalar aquellas ausencias y para alertar sobre los peligros de no intentar las reformas estructurales necesarias, siempre hemos estado con el equilibrio y la prudencia del periodismo que privilegia la precisión antes que el impacto.
Ha sido una responsabilidad y un placer encontrarnos cada día en el universo informativo deEl Cronista, cronista.com y El Cronista TV. Me voy como quien se desangra. Para decirlo en los términos inigualables del Don Segundo Sombra. Sobre todo porque la sangre, entendida como el combustible del esfuerzo, no puede ser ajena a la mística de ningún proyecto periodístico. Ni en las etapas que se terminan ni en las que vuelven a comenzar. Nos veremos en otras páginas y en otras plataformas. Pero siempre con el espíritu que este diario queridome ha impreso en las venas. Hasta entonces.
Fuente: El Cronista