Por Jorge Fontevecchia
En el mejor de los casos, no puede con su genio. Como el escorpión que pica a la rana que, a nado, lo carga en su espaldas y ambos mueren ahogados, Néstor Kirchner no puede con su instinto y destruye los esfuerzos de Sergio Massa por mostrar un Gobierno más respetuoso del papel de la prensa, y tras el simbólico primer aviso oficial que le envían a Perfil descarga su furia contenida contra Radio Continental. No haber podido castigar a Clarín fue otra fuente de tensión acumulada contra los medios, aunque al ex presidente debería consolarlo que su declamado gran enemigo, el mercado, terminó sustituyéndolo en esa tarea y las acciones de Clarín corrieron la misma suerte que la popularidad de su esposa: desde noviembre del año pasado, perdieron el 72% de su valor; pasaron de costar $ 32,44 por acción a $ 9,1, lo que significa que la empresa que el mercado valuaba hace ocho meses en 2.600 millones de dólares hoy valdría sólo algo más de 700 millones. Si la Argentina fuera un país normal y la mayor parte de las acciones estuvieran en la Bolsa (sólo lo está el 30%), ya habría puja entre quienes quisieran quedarse con el control de la empresa (aggressive take-over) porque el Grupo Clarín vale entre dos o tres veces más que el precio con el que hoy lo castiga el mercado.
El Clarín de España, el Grupo Prisa, dueño de radio Continental, no la está pasando mejor, y por motivos similares: la baja de las bolsas en todo el mundo. La crisis económica y financiera del hemisferio norte, sumada a que Prisa se endeudó considerablemente para quedarse con Sogecable, la mayor empresa de televisión por cable de España –equivalente en Argentina a la fusión de Cablevisión y Multicanal– hizo que las calificadoras de riesgo impusieran a Prisa un período de veda en inversiones. Esa es una de las causas por las cuales Prisa no pudo comprar la FM Nostalgie a su anterior dueño, Mario Pergolini, desde cuya frecuencia –104.3– viene transmitiendo Continental en simultáneo con su programación de la AM 590, sino que firmó un acuerdo con sus nuevos dueños que sólo consiste en pagar 30% de la publicidad por distribuir su programación por esa frecuencia.
El ComFeR, que se ha caracterizado por tomarse años en resolver cuestiones mucho más trascendentes, como la venta de radios o canales de TV –muchos de los cuales, a pesar de haber pasado largo tiempo desde su cambio de dueños aún siguen sin tener la resolución de ese organismo– con inusitada rapidez resolvió que lo que hacía Continental era ilegal.
También, en un país normal, los argumentos jurídicos en uno y otro sentido no carecerían de razón, pero resulta tan pornográfica la intención del Gobierno de castigar a Continental por su posición crítica durante el conflicto del campo (en la conferencia de prensa de Néstor Kirchner, cuando decidió enviar las retenciones al Congreso, ante la pregunta de un periodista de esa radio, dijo: “¿Grupo Prisa, no? No, está bien, yo sé a qué te mandan a vos”) que pierde todo sustento el celo del Gobierno por cumplir normas del ComFeR, que sólo aplica para castigar a quienes quiere hacerlo.
Más allá de la carencia de autoridad moral del ComFeR, en esta página enumeraré también los argumentos del Gobierno. Dicen que Prisa es tan prepotente como Marsans y otros grandes grupos empresarios españoles que pretenden imponer las reglas de juego como si la Argentina fuera una colonia; que Prisa, para no cumplir con la Ley de Bienes Culturales que limita la propiedad de extranjeros en medios de comunicación a sólo al 30%, constituyó una empresa en Estados Unidos para aprovechar el convenio entre Estados Unidos y Argentina, que exime a los norteamericanos de esa limitación. Dicen también que si bien en el interior hay radios que transmiten la misma programación en AM y FM, no se puede comparar esas plazas con la Ciudad de Buenos Aires donde al concentrarse el 80% de publicidad de radio del país no hay razones de escala que lo justifiquen. Que sea cual fuera la ley de Radiodifusión, el espíritu nunca podría ser “que un rico (sic) se compre todas las frecuencias y pase el mismo mensaje, el suyo, por todas las ondas; y que además la FM de Pergolini tiene su propia irregularidad, porque fue entregada a título gratuito por el Estado hace cuatro años con el compromiso de que se destinara a una programación cultural y en los hechos “lo único que se hizo fue pasar música y alquilarla hasta encontrar un comprador y así ganarse tres millones de dólares a costa del Estado”, por lo que estiman que Pergolini perderá la concesión (“por no haber sido leal al ex presidente que se la regaló”). Para ponderar los US$ 3 millones de Nostalgie, Prisa pagó por Continental, más la FM Los 40 principales, 12 millones.
Los argumentos de Radio Continental se sostienen más desde la razonabilidad que desde lo político. El convenio con Estados Unidos para comprar el 100% de una empresa argentina de medios fue utilizado también por Hadad para vender Canal 9, y por Televisa para comprar Editorial Atlántida. Lo que haya hecho Pergolini con la frecuencia que le otorgó el ex presidente Kirchner no es su tema, y tampoco la cuestión de fondo, porque el planteo del ComFeR no desaparecería si, en lugar de transmitir su programación por la FM 104.3, Continental lo hiciera por cualquier otra. El argumento de que priva de diversidad a la audiencia que una AM transmita también por una FM sería sustentable si hubiera sólo un pequeño número de radios FM, pero con la oferta de señales que hay en la Ciudad de Buenos Aires, sumada a que la tecnología hace crecer el número de alternativas continuamente (habrá miles de radio por Internet en pocos años), no resulta una amenaza concreta.
La cuestión de fondo es que en el microcentro y algunas otras zonas de la Ciudad de Buenos Aires sólo se puede sintonizar la AM Radio 10. Los taxistas saben que Radio 10 se escucha desde cualquier parte de la Ciudad, algo fundamental para quien maneja. Las FM no padecen los mismos problemas de “suciedad del espectro radiofónico” producido no sólo por las radios clandestinas, sino también por el creciente número de cables y aparatos que aumentan la interferencia radial.
Las tres principales radios AM –Continental, Mitre y Radio 10– tienen ingresos por ventas de publicidad algo superiores a los 20 millones de pesos anuales, y una señal de potencia formalmente similar, alrededor de los 100 watts. Pero Radio 10 se sintoniza más nítidamente, generando una ventaja competitiva cuyas causas tienen distintas explicaciones. La más conocida es que Radio 10 tiene “una antena más potente” porque, independientemente de lo que tenga autorizado, utiliza 400 watts para transmitir, gracias a la complicidad de los distintos gobiernos de turno. Para el Gobierno, “si se mudara a Radio 10 del dial, igual sería la líder por su contenido populachero, y se escucha mejor porque son los únicos que se preocupan por limpiar continuamente a las radios truchas que le hacen interferencia gracias a sus contactos con la Policía, pero también a su dedicación”.
La Ciudad de Buenos Aires y sus alrededores tiene 110 radios AM ilegales. Es un caso único en el mundo, porque las frecuencias de AM, por su largo alcance, surgen de acuerdos internacionales con los países vecinos. Pero de la misma forma que por causas sociales el puente de Gualeguaychú siguió cortado contrariando las normas internacionales, entre las radios AM ilegales se encuentran casos tan emblemáticos como la radio de las Madres de Plaza de Mayo, y dicen en el ComFeR que la gran mayoría de las radios truchas invocan su condición de revolucionarias y culturales cada vez que se las quiere cerrar.
No parece razonable que un Estado que no garantiza a las radios que su frecuencia no sea interferida, salvo que cuente con un sistema de seguridad privada y buenos contactos con la Policía, impida que una radio AM transmita en simultáneo por FM, si al mismo tiempo se lo permite a radios de las 20 ciudades más importantes del país, como Córdoba, Rosario, Mendoza o Tucumán. Más parece un deseo de impedir el crecimiento de una radio crítica al Gobierno y cuya audiencia creció un 25% desde la crisis del campo, incremento que coincide con los cien mil oyentes que la escuchan por FM desde el pasado 1º de abril. Esas personas son las verdaderas víctimas del ComFeR.
Fuente: Diario Perfil