Mario Valle
México es el país más peligroso para los periodistas en América Latina y el Caribe, por delante de Colombia y Brasil, según se deduce de un informe presentado este martes por una docena de asociaciones internacionales de informadores, entre ellas Reporteros Sin Fronteras (RSF) y la Sociedad Interamericana de Prensa (SIP).
En los últimos tres años han caído 24 periodistas mexicanos a cuenta de ejercer su profesión; 12 más están en paradero desconocido y varias docenas han experimentado agresiones o amenazas.
En 2006, nueve periodistas fueron asesinados en el país norteamericano, por tres de Colombia y uno de Brasil, según RSF. Solo Irak superó a México como país más peligroso en el mundo para la prensa. En 2007, los registros de México lo elevaban también a la primera posición de Latinoamérica, con cinco muertos, por uno de Colombia y otro de Brasil, de acuerdo a la misma fuente.
"Hay una creciente cultura de la impunidad, que empeora cada día", denunció Robert Shaw, de International Media Support (IMS). Las autoridades mexicanas, tanto federales como estatales, presentan un discurso de comprensión de la problemática que no se traduce en resultados, afirmó la coalición, que visitó el país en abril para evaluar la situación mediante entrevistas con instituciones, víctimas y profesionales.
Sobre la Fiscalía Especial para la Atención de Delitos contra Periodistas (FEAPD)creada en 2006, los informadores concluyeron que no es efectiva y no tiene recursos. Aleida Calleja, de la Asociación Mundial de Radios Comunitarias (AMARC), la definió como "opaca y triste".
Solo el 30% de los periodistas que son amenazados o agredidos en México lo denuncian, por causa de la desconfianza a las autoridades; de ese total, sólo el 87% de los casos llegan a manos de un juez; y la justicia actúa en apenas un 1% de ellos, denunció Calleja.
Las amenazas del narcotráfico, al que se presume como principal agente de las muertes y desapariciones, ha motivado que revistas de investigación como la prestigiosa Proceso hayan de firmar artículos sin el nombre del periodista. O, en el caso de otros medios, que se vigile con miedo lo que se escribe.
Autocensura para sobrevivir
"Hacemos autocensura, es una forma crónica de sobrevivir", apuntó en el informe el subdirector del diario La Opinión, Jaime Márquez Rochin.
Durante el sexenio de gobierno de Vicente Fox (2000-2006) fueron 16 los periodistas asesinados. En los 20 meses de su sucesor Felipe Calderón, son ocho las víctimas ya. "Hay una falta de voluntad muy fuerte por parte de las autoridades federales para solucionar la situación", denunció Calleja.
Uno de los casos más sonados en México en los últimos tiempos fue el de la periodista Lydia Cacho, que desveló una trama de pederastia en el Caribe mexicano, lo que motivó su secuestro por policías del céntrico estado de Puebla para ser encarcelada y vejada en prisión.
La trama fue captada en una conversación telefónica entre el gobernador poblano, Mario Marín, y uno de los empresarios implicados por Cacho en la red, Kamel Nacif. Sin embargo, la Suprema Corte mexicana falló en contra de enjuiciar al gobernador Marín y a otros altos funcionarios.
Colombia, Perú y Haití
En Colombia hay al menos una veintena de asesinatos de periodistas sin resolver, de acuerdo a un informe del Comité para la Protección de Periodistas (CPJ). En otros países de la región, a pesar de un índice menor de asesinatos, se continúa atentando contra la libertad de expresión de la prensa.
Perú, de acuerdo a la Federación Internacional de Periodistas (FIP), registró una única muerte en 2007 en el gremio, pero las agresiones fueron cerca de 200.
Preocupante también resultó para el comité de informadores la situación en Haití. Cuatro informadores resultaron muertos el año pasado, una cifra que cobra gravedad si se conjunta con la densidad poblacional del país caribeño.
Hay países donde desde las Administraciones se usan otros medios de censura, como la retirada de la publicidad oficial. Como ejemplo de esto, la FIP nombró a Argentina y Perú.
Por su parte, el periodista brasileño Marcelo Moreira abogó por implementar una cultura de seguridad entre los informadores, para evaluar mejor los riesgos. Moreira refirió como un antes y un después a este respecto el caso que conmocionó a Brasil en 2002, la brutal ejecución del informador Tim Lopes cuando realizaba un reportaje de incógnito en una favela.
Fuente: El Mundo