Cristina Kirchner, primero de abril.
“Nadie puede mentirle todo el tiempo a un pueblo. Tarde o temprano las máscaras se caen.”
Cristina Kirchner, 6 de mayo.
“Hay que desmonopolizar al Grupo Clarín, ya! Hay que acabar con la dictadura mediática!”
Luis D’Elía, 9 de abril.
“Hay que terminar con el doble discurso. Se lo pido a Clarín, señor Magnetto, yo le pido que usted informe con calidad.”
Néstor Kirchner, 18 de junio.
Por: Jorge Lanata
¡Romina, volvió la amistad! -el portador de la feliz noticia era Sergio Massa, y el silencio asombrado del otro lado de la línea era el de Romina Picolotti, secretaria de Ambiente-. Y no sólo volvió a estar todo bien, sino que si llegás a tener algún tema para darle manija en el diario, avisá porque ellos nos dan una mano.
Cuando el hiperkinético Massita cortó la llamada la causa por contaminación de Papel Prensa cayó en el precipicio del olvido. Clarín no contamina. “Picolotti colocó una multa y está obligando a invertir más de diez millones de dólares a Papel Prensa, porque se comprobó que contamina el río y tiene que hacer inversiones”, había dicho la presidenta C en San Pedro el 6 de mayo. Así el Gobierno respondía al escándalo iniciado con la tapa del pasado 13 de abril de Crítica de la Argentina.
Luego de supo que la multa nunca se aplicó, sino que hubo intimaciones y que la empresa papelera formada por Clarín, La Nación y el Estado desconocía la competencia de la Secretaría de Ambiente. En cualquier caso, desde la semana pasada, la causa cayó por el túnel del cajoneo.
Massita no hablaba por sí mismo sino repitiendo una orden del Presidente K después de dos reuniones con Héctor Magnetto en la residencia de Olivos. El primer encuentro fue anterior al “voto no positivo” de Cobos, y Magnetto se cruzó con el megamillonario Lázaro Báez cuando entraba a la quinta. El acuerdo se selló en un segundo encuentro a la misma hora, ocho de la noche, después de la derrota de la 125:
Es difícil saber si la ley de Radiodifusión entrará al debate parlamentario en 2008, pero lo que es seguro es que, de entrar, no va a molestar a nadie, todos los puntos que complicaban la relación con Clarín fueron prolijamente retirados. Gabriel Mariotto, titular del ComFeR, y Luis Lázzaro, coordinador del Comité, fueron los autores del primer proyecto, una especie de Frankenstein que hoy devino en Annie la Huerfanita.
A pedido de K, en plena crisis del campo, Mariotto incluyó un apartado anulando la fusión de las operadoras de cable Multicanal y Cablevisión, que el propio Néstor avaló una semana antes de terminar su primera presidencia. Aquel pedido convenció a Mariotto de que la pelea contra Clarín iba en serio: aunque la fusión monopólica ya estaba autorizada por la Comisión Nacional de Defensa de la Competencia, no había aún dictamen sobre la fusión tecnológica, y una evaluación negativa del ComFeR podía volver todo a fojas cero. El escrito se autodestruyó en menos de treintas segundos en el despacho de Carlos Zannini, el arquitecto de la versión new age de la Ley de Radiodifusión.
-No les tocamos nada de lo que ya tienen, no les sumamos competidores y dejamos abierta la negociación sobre la digitalización –el lenguaje es jurídicamente poco ortodoxo pero preciso, un buen resumen de la negociación de fondo.
En el proyecto inicial contemplaba asimilar a la categoría “Servicio de Radiodifusión” a las licencias de radio, televisión y cable, y declarar en ese esquema al cable como “servicio público”. Así se lo dijo entonces la presidenta C a los empresarios del sector, reunidos en Casa R en los comienzos de la Guerra Gaucha. De mantenerse, esto implicaba que el Estado podía fijar tarifas y rescindir los contratos, como en el resto de los servicios públicos. De esa idea no quedaron ni las manchas de liquid paper.
El servicio de radiodifusión será brindado por el “emisor de señal” y el “medio de transporte de señal”, contemplándose este último, lo que pemitirá a las telefónicas no emitir señal pero sí prestar su “medio de transporte” (carrier) para que el cable lo use. Hasta ahora el gobierno quería poner un competidor de peso frente a Clarín habilitando el triple play para las telefónicas (recuérdese que hasta ahora una empresa de servicio público no puede ser titular de una licencia de radiodifusión). Finalmente se crea un nuevo mercado que servirá para los dos: las telefónicas transportaran el cable.
Con la nueva ley cada empresa es una licencia (Cablevisión una, Telecentro otra), con lo que se unifica el mapa y un solo emisor podrá emitir en todo el territorio, una manera de legalizar los monopolios.
La digitalización (que permitirá multiplicar por cinco o por seis la cantidad de señales que transmitan en un solo canal), algo que favorecerá a los más pequeños, pero también a los más grandes. La frecuencia 13, por ejemplo, según se distribuya el ancho de banda, podrá tener cinco canales 13 más, uno al lado del otro.
La versión new age de la ley ya llega retrasada al Congreso: iba a aterrizar el 9 de julio pero Aero Jaimito se le adelantó en la fila, por ahora con resultado incierto. Para colmo el oficialismo mira con desconfianza a Manuel Baladrón, presidente de la Comisión de Comunicación de Diputados, legislador pampeano en rebeldía que votó por el campo y que también deberá enfrentar su propio espejo: en 2003 fue uno de los que aprobó la Ley 25.750, más conocida como Ley Clarín, o de Bienes Culturales.
-Yo le dije a Néstor. Estos tipos te sacan, te sacan y cuando tienen lo que quieren, te matan –confiesa preocupado ante Crítica de la Argentina un funcionario que fue testigo del retroceso del Gobierno y el avance de Clarín. El hombre recuerda, con preocupación, la salida de Sbatella de la Comisión Nacional de Defensa de la Competencia, una de las pocas cartas que los K hoy podrían volver a poner sobre la mesa si la batalla contra Clarín se reanudara.
José Sbatella, economista de La Plata ligado al duhaldismo, pegó un portazo en la Comisión manejada por Guillermo Patota Moreno acusándolo en un informe remitido a la SIGEN de haber “sometido al ente a los intereses del sector privado”, y de facilitar la “confusión entre negligencia y delito” favoreciendo a los monopolios. El caso paradigmático citado por Sbatella es el de la fusión Multicanal-Cablevisión. De modo que Clarín ya no miente. Clarín no contamina.
Investigación: Jorge Lanata / Luciana Geuna / Jesica Bossi