Por Eduardo Anguita, eanguita@miradasalsur.com
Radio Continental eligió reproducir su programación de AM a través de una frecuencia cuya titularidad no tiene la 104.3. Y el ComFeR le cayó con la ley en la mano intimando a que termine con la repetición. Pero el abogado de la radio y sus principales comunicadores salieron a hablar de censura y atropello. Nada más inoportuno. Se pueden meter en un berenjenal tremendo. Tanto Continental como la FM 104.3 están muy flojas de papeles. Además, porque los argumentos que tienen son falsos y, para colmo, promonopólicos.
Vamos por partes. El Grupo Telefónica explotó por años Continental y se la vendió a Prisa, el más poderoso grupo mediático español. Lo que pasa es que Telefónica obtuvo espacio en los medios argentinos argentinos en los tiempos de José María Aznar. Por entonces, Prisa estaba lejos de Telefónica, por su alineamiento tradicional con los socialistas españoles. Pero los negocios de la globalización son tan poderosos y promueven tanto la concentración del negocio mediático, que Telefónica le cedió Continental a Prisa. Claro, en el ComFeR ese traspaso no está registrado como Dios manda: todavía Continental figura a nombre de Telefónica. Pero no es de extrañar: para los grandes grupos el ComFeR siempre fue secundario, un lugar donde no pasa nada porque los gobiernos se someten a los intereses monopólicos. Eso sí, esos grupos reclaman al ComFeR cuando quiere otorgarles licencias o permisos provisorios a las radios truchas. Pero ahora las cosas cambiaron: está Gabriel Mariotto al frente, con instrucciones -y convicciones- de avanzar contra la concentración y el abuso de las posiciones monopólicas.
Tan floja de papeles está Continental que repite por la 104.3 que era de Cuatro Cabezas y que ahora salieron a aclarar que le vendieron la licencia "a un colombiano". Pero las cosas no son así: ser licenciatario no es un acto privado sino que cualquier traspaso -más allá de una transacción comercial- requiere la aprobación del ComFeR. Ahora, la 104.3 puede quedar en manos del Estado si cayera la licencia y la autoridad de aplicación no aprobara ese traspaso.
Pero tan grave como lo anterior es el equívoco del equipo de abogados de Continental que dicen que el Estado no puede interferir en la repetición. Sostienen que un artículo de la ley (el 68) no está vigente porque fue derogado por el decreto 1005. Parece insoportable meterse en cuestiones formales pero esto es de fondo. El 68 permite una cantidad limitada de frecuencias (canales de televisión y de radio) en una misma zona. Lo que pretendía el 1005, sacado entre gallos y medianoche por Menem, era permitirles a los grandes grupos tener más medios. Pura concentración de la propiedad, pura concentración del poder de la palabra. Ese decreto no fue reglamentado, en consecuencia no es válido.
Pero el 1005, más allá de las vueltas formales, es una vergüenza nacional en materia de comunicación. Ese es el modelo que quieren defender los grandes grupos. El de un ComFeR sumiso, el de normas que no tienen vigencia jurídica y el de explotación de medios sin los papeles en regla. Claro, cacarean abuso a las libertades, incluso ya consiguieron que el senador Samuel Cabanchik, seguidor de Elisa Carrió, presentara un proyecto para modificar el ComFeR. El argumento es cínico: "Que no esté al arbitrio de un poder autárquico y abusivo, como pasa desde la dictadura". Señor Cabanchik, ¿en qué país vivió usted en estos años, donde el ComFeR no pudo y no quiso sancionar a los grandes medios ni siquiera haciendo cumplir la espantosa ley 22.285? Cabanchik, ¿nos puede explicar adonde apunta con su proyecto? ¡Ah, ahora es más fácil entender! El legislador afirma que "antes de discutir una nueva ley de radiodifusión, el ComFeR tiene que estar normalizado" Está claro: el mensaje es no cambien la ley, no toquen a los dueños de la palabra.
Fuente: Miradas al Sur