Narrador, caricaturista y también un gran aforista, como hoy también lo recuerda uno de sus grandes seguidores, el poeta Darío Jaramillo. En nuestra edición 100 un homenaje a uno de nuestros más ilustres colaboradores.
Por: Darío Jaramillo Agudelo
Roberto Fontanarrosa (1944-2007) nació y murió en Rosario, Argentina, donde también vivió dibujando caricaturas, escribiendo narraciones, yendo a las tertulias del café El Cairo y siguiendo con fervor religioso a su equipo amado, el Rosario Central.
Se hizo conocido en el mundo gracias a sus caricaturas, principalmente Boogie el Aceitoso e Inodoro Pereyra. Y también escribió narraciones: hay dos gordos y divertidísimos tomos con las casi dos mil páginas de sus cuentos completos publicados por Alfaguara.
Daniel Divinsky, su editor de toda la vida, cuenta que "nunca Fontanarrosa volvía a revisar lo que había escrito". Le doy vueltas a ese desenfado formal, a ese modo aluvial de acumular cientos de páginas irregulares, locas, desquiciadas. Es lo contrario del artista refinado, del modelo de escritor que representa —por ejemplo—Borges. Pero, en compensación, esta clase de artista abre caminos nuevos, no muy deliberados, pero eso no importa. Lo que está implícito en Fontanarrosa es que todo puede ser dicho.
Esta apertura total tiene tres aspectos. El primero, la oralidad. El segundo, sensibilidad para contar cuentos de la gente llana, de sus cursilerías enternecedoras y cómicas. El tercero es la parodia, que le permite fingir el engolamiento de un intelectual de provincia, la apabullante seguridad de un discurso científico, la lógica de un asesino o el coloquio de una señora de la clase baja. O la charla de una mesa del café El Cairo.
Fue el mismo Fontanarrosa quien, muy lúcidamente, develó las claves de su humor: "Como dice mi amigo Samper, lo contrario de lo humorístico no es lo serio, porque Woody Allen es un tipo muy serio para trabajar, y Les Luthiers son tipos muy serios para trabajar. Lo contrario de lo humorístico es lo pomposo". Y más adelante aclara: "Lo enternecedor y lo apto para el humor es lo pretencioso".
Fontanarrosa era un individuo poseído por el duende del humor. Como dibujante, como escritor, como conversador. Aun en situaciones tan atildadas y resecas como un congreso de academias de la lengua, el de Rosario, nuestro hombre fue a contracorriente y logró arrancarle risas a la concurrencia en una intervención sobre las malas palabras, en donde dijo: "Un congreso de la lengua, es más que todo, para plantearse preguntas. Yo como casi siempre hablo desde el desconocimiento, me pregunto por qué son malas las malas palabras, quién las define como tal. ¿Quién y por qué, ¿quién dice qué tienen las malas palabras , ¿o es que acaso les pegan las malas palabras a las buenas, ¿son malas porque son de mala calidad, o sea que ¿cuando uno las pronuncia se deterioran? o ¿cuando uno las utiliza, tienen actitudes reñidas con la moral?". Ya lo había dicho en sus aforismos: "La mala palabra no nació así. La sociedad la hizo mala".
¿De qué color es el humor de Fontanarrosa? Puede ser de cualquier tono, eso sí, menos del que su nombre indica. No, no es rosa el humor de Fontanarrosa. Ni verde. Es negro, negrísimo. Estoy obligado a señalar que el ejemplo fontanarrosiano de humor negro que más terrores me produjo está en un cuento, Una historia de Tango, donde habla de, y cito sin poder evitar un escalofrío en la medula espinal y en (lo que me queda de) la pierna derecha, "un poema que hablaba de un mendigo con una pierna de madera atacada por una termita".
Más ejemplos de su devastador y negrísimo humor: en Una vida salvaje, un reportero a lo Truman Capote dice sobre un condenado a muerte que se granjea el disgusto de sus compañeros de prisión: "Bud comenzó a ser mal visto en la prisión por los otros convictos. Me confesó que temía no llegar con vida al día de su ejecución".
Y otro, en tono de reportaje científico de una expedición a la selva que descubre que "los naninga son caníbales pacíficos". Y que, además, "no tenía aún conocimiento de fuego, por ejemplo. Pero lo que nos llenó de asombro fue que sí conocían el humo".
El La carga de Membrillares, relata una batalla del siglo XIX, a cargo del coronel de caballería Epifanio Medina. "Es él contra 523 hombres, pero cuenta con la ventaja de la sorpresa". En cierto momento "llega el capitán Membrívez. Sofrena su cabalgadura y se deja caer en tierra. En verdad, cae a tierra. Se pega un golpazo bárbaro contra La Rioja y se saca un hombro. Lo tiene tan fuera de lugar que sus soldados no saben si es el hombro derecho o el izquierdo. Membrívez no se queja". Al final "Membrívez cuenta a sus hombres. Luego, los vuelve a contar. Son 25 desesperados. Sabe que los está conduciendo a la muerte, pero a algún lugar ha de conducirlos".
Un personaje sufre un repentino ataque de eufemismo. Otro, un boxeador, Mutantia, "era un medio mediano combativo y fuerte que confiaba toda su fortuna a un arma poderosa: su particular halitosis que invariablemente despoblaba las primeras filas del ringside". A pesar de esto, en una ocasión su contrincante lo vapuleó más de la cuenta porque el apoderado de Mutantia no se atrevió "a arrojar la toalla ya que era una toalla que su pupilo había robado del hotel donde concentraban y hubiese quedado en descubierto".
Inodoro Pereyra nació en 1972 como caricatura de la revista Hortensia, de Córdoba. Don Inodoro es un gaucho malgeniado que tiene un perro llamado Mendieta y una concubina activamente fea llamada Eulogia. Aquí algunos apuntes de Inodoro:
—Endijpué de tantos años, si tengo que elegir otra vez, la elijo a la Eulogia con los ojos cerrados. Porque si los abro elijo a otra.
—¿Puede una persona disaparecer de a pedazos? Porque a la Eulogia le desapareció la cintura.
—Vago no soy, quizá algo tímido para el esjuerzo.
—Pereyra, míreme a la cara.
—¿Por qué este castigo, Eulogia? ¿Por qué tanta crueldá?
—¿Por qué esta agresión gratuita?
—¡Si quiere se la cobro!
—No tenemos que copiar las cosas malas de ajuera, Lloriqueo. ¡Nosotros tenemos que crear nuestras propias cosas malas!
He aquí una ficha de su otro personaje: "Nombre: Boogie. Alias: el Aceitoso. Lugar y fecha de nacimiento: revista Hortensia, año 1972. Domicilio: desconocido. Padre, tutor o encargado: Roberto Fontanarrosa. Estado civil: soltero. Hobbies: comprar armas, disparar a transeúntes desde la ventana de su departamento. Señas particulares: anda todo el día con un cigarrillo en la boca. Personaje admirado: Jack, el destripador. Personaje detestado: el resto de la humanidad. Observaciones: delincuente peligroso".
Toda la solemnidad vacua, todo el formalismo encubridor, toda la burla al seudointelectual que disfraza su torpeza de pedantería está en el aforista inventado por Fontanarrosa llamado Ernesto Esteban Etchenique: "Con mis aforismos, con mis humildes aforismos, con estas despojadas frases que reúno con paciencia de orfebre, no es mucho lo que pretendo. Es mi intención, tan solo, brindar a mi semejante, al ser humano, la llave que le permita acceder al Esclarecimiento Definitivo. A la Verdad Eterna". He aquí algunos aforismos de Ernesto Esteban Etchenique:
"El amor es ciego. Practica braille con tu amada".
"El ruiseñor tiene un lamento en su canto. ¡Es que canta gratis!".
"El dinero es el único dios sin ateos en la tierra".
"El eco no responde. Se burla".
"'Cáncer' es una palabra grave".
"Tuve la llave de tu corazón. Mas otro tenía la llave de tu cinturón de castidad".
"Tengo dos problemas para jugar al fútbol. Uno es la pierna izquierda. El otro es la pierna derecha".
"Si tu mejor amigo te incrusta un puñal en la espalda, desconfía de él".
"El árbol se ríe del hacha. Así le va".
"El hombre probo y pío es mitad santo y mitad pollito".
"El optimista ve la copa medio llena. El pesimista la ve medio vacía. El borracho la ve triple".
"Un elefante encerrado en un dedal. Eso es un aforismo".
"No encuentra brevedad en el aforismo el tartamudo".
"Pudiendo escribir aforismos… ¿Por qué escribir el Quijote?".
"Una mala imagen vale por mil malas palabras".
"Simula reír la hiena. Pero no entiende los chistes".
"La rosa tiene espinas, pero, ¿tiene pétalos el atún?".
"Por más alta que sea una montaña, no sobrepasa su propia cúspide".
"Donde pasé, dejé huella. Después pavimentaron".
"Quise conocerme a mí mismo. Cuando me hallé, estaba muy cambiado".
"Se aprende más en la derrota que en la victoria, pero… ¡prefiero esa ignorancia!".
"Para el sabio no existe la riqueza. Para el virtuoso no existe el poder. Y para el poderoso no existen ni el sabio ni el virtuoso".
"Aquel que ha tocado el cielo con las manos, ¿cuánto medía?".
"¡Ay! El dolor se repite... ¡Ay!"
"Te regalaría las estrellas, pero te has empecinado en un par de zapatos".
"Si quieres alcanzar la sabiduría, empieza a correr ya".
"Mientras más brillante la luz, mayor el gasto".
"Una palabra puede herir. Pero un martillazo es feroz".
"La bala silba para darse ánimo".
"Si dices que lo tienes en un puño… ¡muy pequeño ha de ser tu enemigo!".
"El mejor amigo del hombre es aquel que puede acompañarlo en prolongado silencio sin ladrar".
"Dijo Adán: '¿Es que puede un huérfano rechazar una manzana".
"Ambicionó vivir entre algodones. Y fue enfermero".
"Terrible es la llegada de la muerte. Pero llega al menos una vez sola".
"Renació el Ave Fénix de sus cenizas. Pero huele a quemado".
"¿Cuál es la longitud de la lengua que habla hasta por los codos?".
"Clamó el impotente: '¡La imaginación al no poder!'".
"La sospecha es prima de la suspicacia, tía de la ofensa y amiga de una amiga de la calumnia".
"El ciego, al lavarse la cara, se reconoce".
"El ocio es la madre de todos los vicios. Pero es una madre y hay que respetarla".
"Dios creó el infinito, y olvidó terminarlo".
"Pinocho mentía y crecía su nariz. La mentira es un afrodisíaco".
"Si llegas a viejo, vuélvete".
"El hombre quiso ser más que hombre. Y fue travesti".
"Si el ladrón ha estrechado tu mano, cuéntate los dedos".
"Dijo el ebrio: 'Nada de los humanos me es ajenjo'".
"El bosque no me ha dejado ver el árbol".
"La reencarnación es más barata. Tienes una vida de segunda mano".
"Tú eres signo de tierra. Yo de agua. Hicimos barro".
"Mataron al sabio. Sabía demasiado".
"No soy dueño de la verdad. Solo la alquilo".
"El viento es aire hecho a empellones".
"Los tiempos que corren, ¿por qué corren?".
"El Todo es la Nada que hizo fortuna".
"Afortunados los gusanos. De ellos será el reino de los suelos".
"Intercambiemos ideas. Una mía por cuatro tuyas".
"Reconoce tu idiotez y serás un idiota lúcido".
"He cometido el peor de los pecados. No he sido millonario".
"Me recordaste a las más bellas mujeres. ¡Y me fui con ellas!".
"No eres bella. Pero eres interesante. Te dejaré en manos de la ciencia".
Ilustraciones: Luis Carlos Cifuentes
Fuente: Soho