“En Comercio y Justicia el liderazgo lo ejerce un equipo de trabajo que mira hacia adelante”
Ocho décadas de hacer periodismo especializado desde el interior del país. Ocho décadas con más presidentes de los que nos podemos acordar y con varias crisis que quisiéramos olvidar. Muchos años para una empresa de este país, muchos años para trabajar en un medio tan “líquido” como la información. Cambios tecnológicos, cambios de públicos, de modos de vida y hasta de moneda que pasaron por nuestras páginas. Pero hay cosas que no cambian: es un modo de hacerlas, con valores, con principios, con reglas sobre lo que es información y lo que no es. “Comercio y Justicia será eso o morirá en el intento”, dice Carlos Abriola
Por: Javier De Pascuale – jdepascuale@comercioyjusticia.info
Carlos Abriola es presidente de Comercio y Justicia Editores CTL y es hoy “la voz” del decano de la prensa especializada del interior del país.
Ochenta años son casi una era geológica, para una empresa que eligió Argentina para asentarse, ¿no?
(Ríe) Sí, claro, son muchos años, muchas crisis que pasaron y el diario siguió en pie. Supongo que rendimos un tributo a todas las personas que lo hicieron posible en todos esos años.
¿Cuál de esas crisis se le viene a la mente?
La de 2001, claro, cuando se terminó de sellar la suerte de la empresa anterior y nosotros, el personal, decidimos ponerla en marcha nuevamente, haciendo lo que sabíamos hacer.
¿Siguiendo la tradición del viejo diario?
Creo que sí, que somos continuadores de esa tradición. Porque justo antes de aquella crisis habían cambiado la línea editorial, lo que no gustó a nuestro público. Nosotros desde 2002 dijimos vamos a mantener el espíritu del diario. Y no sólo lo recuperamos sino que incluso lo mejoramos. Recuperamos Factor, que cumplirá este mes 50 años. Se recuperaron uno a uno todos los productos, agregamos otros, sumamos secciones en el diario, informes sectoriales, informes específicos, opinión calificada, abrimos relaciones con nuevos colegios profesionales… La verdad es que en estos 17 años se hizo mucho.
Habló del espíritu de Comercio y Justicia. ¿Hay uno?
(Efusivo) ¡Sí, claro!
¿Cómo es?
si nos retrotraemos a cómo era Comercio y Justicia, lo que yo veía cuando era niño y mi padre lo recibía en casa, veo que estamos asistiendo al mismo público, con información, fallos, leyes, comentarios, servicios, remates… Mantuvimos lo que anunciaba el primer número del diario aquel 2 de octubre de 1939.
No son muchas las empresas que duran ocho décadas y siguen de pie en la Argentina de hoy, ¿qué le produce?
Mucha alegría, por supuesto. Saber que pasamos esta barrera estando fuertes. Porque lo estamos. Siento orgullo de haber transitado este camino. Estamos satisfechos con lo que nos toca vivir y lo mejor es que estamos reinventando cosas. Estamos pensando en nuevos productos, secciones, en llegar a nuevos públicos. Es fundamental tener proyectos. Una empresa que no busca nuevos horizontes está perdiendo el suyo.
En las empresas privadas suele haber un líder, un emprendedor que le da empuje. ¿Cómo se da eso en la cooperativa Comercio y Justicia?
No lo hay. Hay gente que es líder naturalmente, pero nosotros hicimos un sistema virtuoso, donde hay una suerte de liderazgo colectivo, distribuido. En las cooperativas de trabajo nadie espera órdenes, cada persona hace aportes diferenciales. Ingresan en un circuito, se analizan, se verifica viabilidad y se ponen en marcha o planifican o se descartan y así la cosa sigue.
Es un ecosistema diferente…
Sí, es un ecosistema de innovaciones, de ideas, de emprendedurismo. Al liderazgo lo ejerce un equipo de trabajo mirando hacia adelante.
Entonces el liderazgo está en los valores, las ideas o en el modo de trabajo…
Lo que pasa es que la dirección colectiva de siete miembros, la representación plural y la renovación anual de esas autoridades hace que a lo largo de tantos años, casi todos los socios han pasado por el Consejo de Administración. Y ése es el mejor modo de entender el funcionamiento de la empresa. Son conocimientos aprendidos que no se pierden. Es un capital actuante, la persona incorpora una visión de conjunto que no la abandona. Si hoy somos 44 asociados, tenemos que tener 44 empresarios, ésa es nuestra fuerza.
Mencionó 1939 y me quedé pensando que desde aquella fecha pasó mucha agua bajo el puente. Cambiaron los medios y cambiaron las necesidades de los públicos…
Sí y nosotros cambiamos con ellos. Pero la gente sigue necesitando un abordaje especializado de la información.Y no de cualquier información, sino de los datos justos que le sirven para su trabajo diario. Ahí está el espíritu que hablábamos: ser una herramienta de trabajo para nuestro público. Hoy ante tanta información circulando, ellos necesitan achicar el abanico, acceder a información útil, concisa, adecuada y abordada en profundidad en 40 páginas.
¿Todos los días?
Todos los días en que esa información se requiere en la mesa de trabajo. Todos nuestros periodistas son especializados, todos ahondan cada día en su metier. Ahora se están capacitando en periodismo digital para mejorar los servicios en las nuevas plataformas digitales. Hoy hay muchos medios con un océano de información pero con abordaje superficial. Alguien debe profundizar con interpretación, con la visión justa, con el lenguaje preciso y sin manipulaciones. Y no es fácil hacer eso, es un esfuerzo.
¿Por qué lo dice?
Porque les escribimos a personas que saben y saben mucho. El esfuerzo es doble, en materia de léxico específico y su justo equilibrio con la lectura que otros públicos hacen de esa información. Somos serios y creíbles: 96% de lectores considera alta o muy alta la confiabilidad de nuestra información. No sé cuántos pueden exhibir eso.
La verdad es que hoy hay diarios que venden su credibilidad en cuotas, vendiendo notas.Y muchos medios son aventuras políticas…
No es nuestro caso. Hablamos de lo real. Difundimos información confiable, no orientada políticamente. Después cada uno hace su lectura. Comercio y Justicia va hacer eso o va a morir en el intento. No vamos a cambiar eso, ya que es nuestro capital. Si lo hiciéramos dependeríamos de alguien de afuera y un día pereceríamos. Nosotros, en cambio, tenemos un horizonte infinito y se lo debemos a la forma honesta de trabajar con la información. No nos mata un cambio de gobierno.
¿Cuáles son los planes inmediatos y cuál la proyección?
Estamos trabajando fuertemente el posicionamiento, de modo que toda Córdoba se entere de que cumplimos 80 años. Y apostamos a la tecnología, ya que el papel no va a morir pero necesitamos hacernos fuertes en lo digital. Cuidar y ampliar nuestra comunidad, los canales de comunicación con una infinidad de colaboradores que son parte de nuestro staff. Y por supuesto, sumar más público. El desarrollo web y la nueva unidad de negocios de CyJ Capacitaciones son las grandes apuestas, ya que amplían muchísimo el horizonte de llegada a públicos. Será nuestra forma de servir mejor a nuestra comunidad, que utiliza medios digitales y requiere de actualización permanente. El tiempo no se detiene y tenemos la urgencia de hacerlo. Aunque pensemos que tenemos otros 80 años para lograrlo.
Francisco Junyent Bas: “Este diario nunca entregó sus principios a nadie”
A Francisco Junyent Bas se le ilumina la voz cuando recuerda el trabajo periodístico y que realizó en su juventud en Comercio y Justicia. Su historia está fundida con la del diario y está escrita con letras de molde de plomo. Con detalles, Junyent Bas explica cómo vivía la adrenalina junto a los obreros gráficos al momento de armar las páginas del diario.
“El diario que nace en 1939 (relata) en rigor tuvo un antecedente que es Comercio y Tribunales, y los tres que lo fundaron, José M. Eguía Zanón, Francisco Junyent y Domingo Pronsatto, tenían clara la necesidad de que la comunidad jurídica y económica de Córdoba tuviera noticias del quehacer empresario y a la vez judicial de Córdoba.
Es un sello que caracterizó al diario desde entonces. Tan es así que aun hoy el periódico no ha dejado de publicar esas secciones, a pesar de que la empresa cuenta con una publicación específica como Semanario Jurídico y suplementos como Factor”.
¿Cómo surgió su vínculo con Comercio y Justicia?
Yo comencé a trabajar en el diario cuando tenía 18 años, antes de 1970. Yo trabajaba como cronista. Íbamos a Tribunales, sacábamos los juicios entrados y volvíamos al diario (que en ese entonces funcionaba una casona de 27 de Abril, justo frente al Palacio de Justicia) y tipeábamos todo en una máquina de escribir Lexicon 80, que se rompía.
Después trabajé con los gráficos, con el tipógrafo Nicolás Heredia, con Juan Argentino Coria, con Enrique Urrea. Era la época en la que se armaban las páginas del diario con máquinas linotipo. Con el plomo fundido a un costado.
Yo terminé armando páginas al lado de Francisco Pereyra (secretario de Redacción), de José Antonio Junyent, que sabían muchísimo. Fueron quienes que me enseñaron muchas cosas. Alguna vez se hizo un congreso sobre cómo trabajaban los diarios especializados y ahí fui yo. Todavía trabajaba activamente en el diario.
Jorge Eguía Zanón, el director, era un tipo muy “jodido”. A los cronistas nos contaba los centímetros. Tomaba un diario, una regla y te decía (hace una pausa): “Che, esta semana no te he visto, ¿eh?. Tenés tantos centímetros… ¿Qué pasó?”. Era un control muy estricto. Con todos.
En un enfrentamiento que tuvo con un gobernador, Eguía Zanón parafraseó al escritor francés Emile Zolá y publicó en la portada: “Yo acuso a…” y nombraba al gobernador. Y ahí le pegaba con todo lo que tenía. Eguía Zanón era un tipo lanzado. Corajudo. Publicó varias columnas con el “Yo acuso a…” que planteaban otra relación de fuerzas.
¿Qué recuerda de esos años en redacción, en el trabajo diario?
A mí siempre me encantó esa época. Descubrí un nuevo mundo. Tan es así que, años después, haciendo un encuentro de orientación vocacional, salió, en primer lugar, que debía hacer periodismo. Y ya era abogado y ejercía la abogacía. Lo que demuestra cómo cuando uno hace una cosa aprende a quererla.
¿Francisco, usted se considera periodista?
Yo fui periodista profesional y tuve carnet de periodista profesional, así que si me consideraba periodista. Y tengo en mi recuerdo algunas entrevistas memorables pero que nunca salieron porque era una época en la que estaban prohibidas ciertas cosas. Yo le hice una entrevista al interventor militar en Córdoba, Raúl Lacabanne. Lacabanne me terminó echando de su despacho. En esa época yo era un chico de 21 o 22 años. Era un idealista. No sabés las cosas que me dijo.
A José Manuel de la Sota, cuando era presidente del Concejo Deliberante, también le hice una nota.
En esa época comprendí y terminé de aprender lo que para mi era una cosa teórica. Que todos somos iguales. Para mí, era teórico. Gracias a mi viejo, que me dijo “¡Yo no mantengo vagos. Vaya y labure!”, comencé a trabajar en Comercio y Justicia y me enamoré del trabajo de los gráficos. Y aprendí a respetar a los gráficos. Me enseñaron todo lo que podían, también bonhomía y calidad humana.
¿Cuál cree que es el rol que le cabe a un diario como Comercio y Justicia?
El diario tiene que equilibrar. Reflotar algunas columnas críticas para reflejar noticias o hechos que puedan ser vistos desde otra perspectiva. Para ser un contrapeso y mostrar lo que a veces no se dice en ámbitos de la Justicia o la política. Creo que vienen épocas importantes para el país, ya han llegado, pero si no queremos ningún extremo en el mal sentido de la palabra tenemos que hacer que la prensa sea respetada. En ese sentido, Comercio y Justicia tiene una tradición de 80 años y nunca ha entregado sus principios ante nadie. Me consta que Eguía Zanón no le preguntaba a los poderosos cómo les gustaba que pensara.
Comercio y Justicia no sólo es un diario nacido en Córdoba sino que ha mantenido el corazón siempre en Córdoba. Y quienes hacen su voz, tanto editorial como en el trabajo gráfico, siempre se ha mantenido en Córdoba.
¿Qué recuerda de la quiebra de Comercio y Justicia en 2001?
En el momento de la quiebra se resolvió la no continuidad de la explotación comercial. Eso era gravísimo. Gracias a la Ley de Quiebras, tan criticada en algunos aspectos, tiene una tercera alternativa, que un síndico muy viejo llamaba “la tercera vía” y no a se refiere a la tercera vía del concurso preventivo sino al proceso de la quiebra. Que es el alquiler de los activos. Y la gente de Comercio y Justicia, el grupo de trabajadores que quería salvar el diario utilizó esa vía. Habiendo resuelto la jueza Mansilla de Mosquera que no había viabilidad para continuar, flexibiliza su postura y decide otorgar a los trabajadores el alquiler de los activos.
¿Por qué cree que tomó esa decisión?
Yo en ese momento seguía de cerca el proceso. Y escribí varios artículos en los cuales hacía hincapié en que en ese momento no nos podíamos dar el lujo de seguir cerrando empresas. Y que había una alternativa a esa que establecía la ley. La jueza cuando emitió su resolución, me citó. La jueza accedió a que se alquilaran los activos, permitió que se ampliaran los plazos de la liquidación y allí comenzó el enorme esfuerzo que continúa haciendo el grupo de trabajadores.
Hoy se cumplen 80 años desde aquel 2 de Octubre de 1939, cuando la primera edición de Comercio y Justicia salió a recorrer las calles de Córdoba con la única misión de brindar información especializada, objetiva y de calidad destinada a la comunidad profesional y empresarial. pic.twitter.com/Om92XUcWTX— Comercio y Justicia (@cyjpuntoinfo) October 2, 2019
Hacer el periodismo que nos enseñaron nuestros mayores
Porque entendemos la información como un bien social escaso, en un universo mediático pletórico de lecturas, editoriales, opiniones grandilocuentes y de las otras. Interpretaciones más o menos interesadas sobre lo que “debe ser” noticia y que olvidan a veces lo que simplemente es una novedad de interés público, tratada con imparcialidad, comunicada en un lenguaje preciso y directo, desprovista de floripondios o de consignas. Ése es el periodismo que nos enseñaron y al que le rendimos tributo diario en Comercio y Justicia.
Un orgullo para Córdoba
El 2 de octubre de 1939, en una Córdoba gobernada por Amadeo Sabattini y un mundo que todavía no se sabía inmerso en una nueva Guerra Mundial, nacía nuestro diario en el centro de Argentina. Fue una apuesta arriesgada: el diario Los Principios insistía en su cátedra conservadora, La Voz del Interior y Córdoba buscaban adecuarse a los nuevos ritmos de una provincia donde ya humeaban industrias y lanzar un diario en esa convulsionada realidad era puro riesgo. Comercio y Justicia era una cuña de periodismo especializado que buscaba ganarse el favor de lectores profesionales, pero también de los jóvenes emprendedores que creían en un futuro pujante para La Docta. Fue el primer diario especializado del interior del país y hoy Córdoba exhibe con orgullo ese blasón, porque lo seguimos teniendo cada día. Es importante recodar que a pocos meses de aquella apuesta de Domingo Pronsatto, Francisco Junyent Vélez y José Eguía Zanón, el periódico estuvo a punto de morir. Es que nunca fue fácil sostener un diario. Pero pasó aquella prueba, resurgió y acompaña el nacimiento y la madurez de esa nueva Córdoba,la pujante capital de la industria nacional.
La hecatombe económica del año 2001 vio nacer un nuevo Comercio y Justicia. El tercer diario cooperativo del país. De la falsa promesa de los “capitales extranjeros” que prometían glorias efímeras, el compromiso de sus trabajadores gráficos y de prensa, del fondo de la historia recuperó la editorial, se conformó la segunda imprenta de diarios más grande de la región y se mantuvo en pie una fuente de trabajo, fuente de discurso cooperativo y especializado.
Hoy, cumplimos ocho décadas junto a los cordobeses. Es cierto, no es fácil sostener un diario. Pero gracias a nuestros lectores y anunciantes, nuestros socios y nuestros compañeros, y también al acompañamiento de las instituciones de Córdoba, lo estamos logrando.
Esta Argentina de hoy -parafraseando el tango- parece rara pero también encendida. Porque mientras fábricas cierran y la desesperanza crece persisten tercamente empresas privadas, colectivas y sociales como Comercio y Justicia, que siguen aspirando a protagonizar la historia. Y a nosotros nos encanta contarla, es lo que hacemos hace casi 80 años.
Fuente: Diario Comercio y Justicia
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