martes, 15 de octubre de 2019

Marcelo Benjamín Złotogwiazda 1958 - 2019

El periodista y economista Marcelo Zlotogwiazda falleció a los 61 años, informó C5N, la señal donde desarrollaba su programa Desafío 20.19. También tenía su programa "El horno no está para bollos" en Radio Con Vos y era columnista de Infobae. Su deceso se produjo este martes tras una lucha de años contra el cáncer de colon. Se definía como: "Economista y periodista. Cartesiano. Runner. Hincha de Almagro y de Boca, en ese orden".

El encargado de dar la noticia fue su compañero Gustavo Sylvestre, al aire de C5N. “Disculpen, esto es en vivo, me están dando una noticia, lamentablemente lo tengo que comunicar yo. Acaba de fallecer nuestro compañero, nuestro querido compañero Zloto”, dijo.

“La verdad que toda una vida compartida, primero en la calle con él, cuando a Zloto lo conocimos con la cola de caballo y el pelo largo. Un excelente compañero de laburo, para muchos un tipo impenetrable pero era un tipo que justamente había que conocerlo”, continuó.

“Era una gran persona, un excelente periodista de la Argentina que dio un ejemplo de lucha hasta la semana pasada. Todos los lunes hacíamos el pase con Marcelo y el lunes pasado con el último aliento estuvo acá, ayer quería venir a hacer el programa y la familia y Claudio, su productor, le pidieron que se queda en su casa. Hasta hoy estuvo rodeado de sus familiares y amigos. Triste noticia. Muy joven”, cerró Sylvestre.

Zlotogwiazda, se recibió de licenciado en economía de la Universidad de Buenos Aires (UBA) en 1982. Así fue que trabajó durante muchos años en el Grupo SOCMA, de Franco Macri. En 1985 comenzó una dilatada carrera periodística en la sección de economía de la revista El Periodista y en el programa Sin Anestesia, que conducía Eduardo Aliverti.

También trabajó en América TV y en ATC (hoy TV Pública). En radio pasó por Radio 10, Radio Del Plata, Radio Mitre, Rock&Pop y Splendid. Pasó por las redacciones de PáginaI12, El Cronista, Ámbito Financiero, Infobae, entre otros. Además, fue el autor de dos libros: “La Mafia del Oro. La mayor estafa al Estado argentino permitida desde el poder” y “Citibank vs. Argentina. Historia de un país en bancarrota”.

Y en televisión lideró “Palabras más, palabras menos”, junto a Ernesto Tenembaum, durante siete años en TN, y tuvo una destacada participación en el programa Día D que conducía Jorge Lanata, desde 1996 al 2003.

"Zloto", como todos lo conocían, investigó las quiebras de los Bancos Mayo, Crédito Provincial de La Plata, Mendoza y República, y la cartelización del sector cementero, entre otros trabajos destacados.

Zlotogwiazda recibió un Premio Martín Fierro y dos Konex; en 2007 se quedó con la categoría de investigación y diez años antes había sido reconocido por análisis económico, su especialidad.
"Ser periodista es hacer el máximo esfuerzo desde la subjetividad para acercarse lo más posible en el análisis y la crónica para acercarse a la realidad objetiva"
Su último programa en Desafío 20.19:
Publicó Ámbito el 17 Marzo 2015: Censura de Clarín: levantó programa de periodistas en TN (no estaban "alineados")
"Algunas cosas no deben haber gustado a los dueños del canal", aseguró Zlotogwiazda
El monopolio Clarín levantó el martes pasado el programa "Palabras +, palabras -", que conducían los periodistas Ernesto Tenembaum y Marcelo Zlotogwiazda en el canal de cable del grupo, TN, después de haber estado siete años en el aire y ser uno de los clásicos de su programación.

"Palabras +, palabras -" era el programa más independiente del grupo, y también el más objetivo a la hora de informar y entrevistar invitados. La orden de levantar el programa, por no ser juzgado lo suficientemente opositor al Gobierno, fue dispuesta por los propios CEOS del monopolio, Héctor Magnetto y Lucio Pagliaro. Se trataba de una coproducción del canal Todo Noticias con la productora "El Oso".

El intempestivo levantamiento del programa fue inmediatamente reflejado por las redes sociales, con mensajes de apoyo a ambos periodistas (la pareja más antigua en la TV).

El monopolio consideró, sin embargo, que la línea del programa, a medida que se intensifica en los medios la confrontación en un año electoral, era demasiado tibia para sus intereses, y optó por reemplazarlos por periodistas más afines, como el columnista de "La Nación", Carlos Pagni, y el editorialista preferido del grupo,Alfredo Leuco, que se incorporará junto con su hijo. El primero comenzará a conducir desde hoy "Odisea", y a continuación vendrán los Leuco.

Estos no fueron los únicos cambios que introdujo TN en su grilla, ya que también levantó otro de sus envíos tradicionales, "Otro tema", que conducía el veterano periodista Santo Biasatti. También finalizará su ciclo María Laura Santillán, y se descuenta que la grilla continuará radicalizándose, con todos los cañones contra la Rosada.

En declaraciones recientes tras el levantamiento del programa, Ernesto Tenembaum manifestó: "Nos propusieron grabar los viernes para salir los domingos a la noche", ofuscado por el destrato del canal."Algunas cosas no deben de haber gustado a los dueños del canal", agregó Zlotogwiazda.

"Como debe ser", señaló Tenembaum en el inicio del último programa. Minutos después, puso un ejemplo:"Con el tema de los nietos restituidos apareció una fuerte objeción de conciencia", refiriéndose a la influencia del caso de los hijos de la dueña del Grupo, Ernestina Herrera de Noble.

"Somos la pareja política más longeva de la televisión argentina; y nómadas como somos, estaremos en otro lugar", remató en cierre de la emisión final la semana pasada Tenembaum.

En la despedida hicieron menciones especiales para quienes los acompañaron, incluyendo a maquilladores, vestuaristas, editores, y camarógrafos. Ni uno ni otro confirmaron en qué canal continuarán con su programa.
Un periodista poderoso
En Desafío, se destacó por incluir en marzo de este año a tres mujeres del colectivo La Garganta Poderosa. "¿Por qué no una mujer de, por ejemplo, un colectivo villero como La Garganta Poderosa, que han sido invitados aquí más de una vez?' Gente que nos merece respeto y confianza y trabaja con seriedad. De esta manera, incorporamos a mujeres y le damos espacio a gente que generalmente no lo tiene", apuntó. La Garganta lo despidió de esta manera:

El lunes 14 de octubre escribió su última columna en Infobae, un análisis sobre el debate presidencial del domingo.
Alberto Fernández ganó el debate y no por la pinta
Desde que el 26 de setiembre de 1960 se realizó en EEUU el primer debate televisado para una elección presidencial quedó instalada la idea de que el triunfo del entonces senador John Fitzgerald Kennedy por sobre el republicano Richard Nixon se debió a su mejor imagen y manejo en cámara.
Foto: Franco Fafasuli
Se argumentó que sus movimientos suaves denotaban mayor seguridad, que el sudor de Nixon era sinónimo de nerviosismo, y que la pinta de un JFK bronceado que atraía votos.

Sin embargo no había ninguna prueba sólida que avalara lo que se constituyó en un mito, salvo una encuesta muy endeble realizada por la consultora Sindingler and Company. La muestra entre 2.138 personas arrojó que el 48,7 por ciento de la audiencia radiofónica votó por Nixon mientras que sólo el 21 por el bronceado JFK.
Fernández tenía todas las cartas para ganar y las fue tirado sobre la mesa una por una, fundamentalmente atacando el flanco más débil de la gestión de Macri, que han sido los pésimos resultados macroeconómicos
Pero entre los encuestados que lo habían visto por televisión, la diferencia era escasa, pero favorable a Kennedy: 30,2%-28,6%.

La pinta es lo de menos. Lo que quedó demostrado en un sinnúmero de elecciones posteriores; aquí y en el mundo entero.

Y quedará demostrado nuevamente el 27 de octubre, cuando se concrete la victoria del Frente para la Victoria. Victoria que tendrá una de sus varias causas la mejor performance que tuvo Alberto Fernández en el debate, pero de ninguna manera habrá sido el debate el factor determinante.

Fernández tenía todas las cartas para ganar y las fue tirado sobre la mesa una por una, fundamentalmente atacando el flanco más débil de la gestión de Macri, que han sido los pésimos resultados macroeconómicos.

Roberto Lavagna apareció desdibujado, aunque protagonizó la mejor reacción de la noche cuando en el bloque de derechos humanos distrajo la esperada atención sobre Venezuela a los derechos humanos de los pobres argentinos.
Una vez transcurridos los debates, queda un país en crisis que gobernar. Y si bien Fernández sabe la ambición de Lavagna era otra, no se da por vencido de que termine siendo el ‘ministro de economía fuerte’ que está buscando
La menor presencia de la problemática venezolana en relación al tiempo que se le dedican los algunos medios y políticos tal vea haya reflejado que son conscientes de la desproporción que se la adjudica. La misma desproporción que en el debate tuvo la insistencia de Nicolás del Caño en referirse a la crisis ecuatoriana.

Los otros dos actores de reparto, representantes de la derecha, mostraron su diferencia en experiencia y preparación. José Luis Espert, exponente del liberalismo extremo, con un discurso articulado y bien dotado de la lógica de la televisión. Y el retrógrado Juan José Gómez Centurión con su obsesión antiabortista, que lo lleva a hablar de salvar las dos vidas más que la vida misma.
Lavagna apareció desdibujado, aunque protagonizó la mejor reacción de la noche cuando en el bloque de derechos humanos distrajo la esperada atención sobre Venezuela a los derechos humanos de los pobres argentinos
Por último y volviendo al casi seguro próximo presidente fueron notables los guiños de acercamiento a Lavagna.

Hay que recordar que una vez transcurridos los debates, queda un país en crisis que gobernar. Y si bien Fernández sabe la ambición de Lavagna era otra, no se da por vencido de que termine siendo el “ministro de economía fuerte” que está buscando.
Zloto, te vamos a extrañar mucho
Por: María O'Donnell
Zloto militó toda su vida como periodista por una causa. Como sabía mucho de economía y era muy sensible -aunque no siempre lo demostrara- militó por la causa de una sociedad más justa, menos desigual.

Creo que no conocí a ningún periodista más coherente, más empecinado, que Zloto. Nunca subordinó sus ideas a una causa partidaria ni a su realización personal. Jamás se distrajo: era demasiado disciplinado para caer en una distracción, aunque supo transmitir mucho amor y calidez a quienes lo rodeaban en los días más difíciles. Le importaban las políticas públicas y sus consecuencias.

Analizaba cualquier medida -sin importar quién la hubiese tomado- siempre con la misma vara: según cómo iban a impactar en la distribución del ingreso. A riesgo de ser monótono, o intransigente. Eso a él no le importaba, el qué dirán lo tenía sin cuidado: sabía cuáles eran sus prioridades. Militó causas que para él eran fundamentales aunque no fuesen populares.

Durante el gobierno de Cristina Kirchner defendió la suba de tarifas. Simplemente, porque le parecía injusto que en Puerto Madero pagaran las facturas con subsidios. Con Macri defendió la vigencia del impuesto a las ganancias para los altos salarios, porque creía con mucha convicción que las sociedades más justas se construyen cuando los que más tienen son los que más pagan.

Zloto nunca dejó de ser Zloto en una profesión que amó y ejerció -literalmente- hasta el último día de su vida. En lo personal, le agradezco todo lo que me enseñó cuando se ablandó nuestra relación y traspasó el ámbito profesional.

Descubrí en Zloto una calidez oculta detrás de tantos números, aunque no debí sorprenderme: a nadie que fuese indiferente le importaría tanto la suerte del más débil. Corro el riesgo de caer en una frase grandilocuente, en una de esas frases que él hubiese reprobado por su sobriedad, pero lo digo con mucha convicción: la muerte de Zloto es una enorme pérdida para el periodismo argentino. Te vamos a extrañar. Mucho.
Un abrazo Marcelo
Por: José Natanson
Era frío al primer contacto, nunca hostil pero distante. Se ablandaba sin embargo con el humor, gozaba del ingenio y nada le gustaba más --salvo el whisky y el básquet-- que un razonamiento inteligente. Era sobre todo un fanático de la argumentación racional, dispuesto a escuchar cualquier punto de vista si partía de una premisa correcta, si se desplegaba de una manera lógica y estaba bien fundamentado. No era, sin embargo, un hiperpragmático ni un posmoderno. Desde sus primeros pasos en el periodismo profesional tras recibirse de economista en la UBA, Marcelo defendió --en sus notas, sus libros y sus editoriales en radio y televisión-- la idea de una sociedad más justa, con más oportunidades, menos cruel con los pobres y los excluidos. Como en lugar de gritar “justicia social” prefería hablar de progresividad impositiva muchas veces podía pasar por indiferencia lo que en verdad eran un conjunto de ideas consistente y apasionado.

Hasta que Marcelo irrumpió con su voz singular, el periodismo argentino, anestesiado aún por la represión de la dictadura, enfocaba los temas económicos en términos de variables: tanto déficit fiscal, tantas exportaciones, tanta inflación. Como suele recordar Ernesto Tenembaum, Marcelo rompió con ese periodismo de planilla --hoy diríamos de Excel-- para ponerle nombre y apellido. Primero en las revistas El Periodista y El Porteño y después en Página/12, habló de corporaciones, embajadas, sindicalistas y, de una manera inconcebible hasta el momento, de empresarios. Encarnó la economía en personas y al hacerlo echó luz sobre los valores, los intereses y las miserias.

El éxito en la gráfica lo llevó naturalmente a la radio y la televisión, donde lo conocí hace diez años, primero como entrevistado ocasional de sus programas y después como columnista, en Radio del Plata y luego en C5N. Llevaba Marcelo ya tres década de protagonizar la primera línea de los medios audiovisuales, había ganado todos los premios posibles, había liderado el rating, lo habían censurado y había vuelto a empezar (en fin, había hecho todo lo que un periodista de éxito puede hacer) y sin embargo tenía un manejo notable del yo. No conozco un periodista capaz de manejar mejor el ego: tenía la autoestima necesaria para sentarse todos los días frente a un micrófono pero nunca caía en el narcicismo de los inseguros y los genuflexos.

A su estilo racional, Marcelo sabía tomar riesgos, usar su prestigio para que las autoridades del medio en el que trabajaba aceptaran una nota o una entrevista que interfería con alguna cosa. En el mundo del minuto a minuto, estaba dispuesto a ir contra su propia audiencia --o contra lo que se suponía que era su audiencia-- y arriesgar mediciones y público si le gustaba una idea. No era un kamizaze ni un provocador pero sí alguien que se aburría si tenía que decir todos los días lo mismo.

Llevaba años en el lodo de los medios y había logrado no enchastrarse nunca: aprendí mucho viendo cómo se manejaba en el día a día de la polarización y las operaciones, intercambiando ideas sobre tal o cual cosa, tratando de entender posiciones y buscando la propia. Lo guiaban sus ideas, su racionalidad y el rigor con el que encaraba las cosas. Y estaba dotado, en el mar de individualismos que es por definición el periodismo, de una tremenda generosidad. Exigente y desprovisto de paciencia para las imprecisiones, fue también generoso con los que trabajamos con él, nos abrió espacios, confiaba. Cuando Del Plata se desmoronaba y los pagos llegaban desordenados lo vi discutir a los gritos con un gerente de la radio para que le aceleraran el cheque a un columnista que debía las expensas.

Diez días atrás festejamos su cumpleaños. Hablamos varias veces después pero aquella noche fue la despedida. Estaban sus amigos de siempre, del colegio y de la vida, sus amigos del periodismo y por supuesto su familia de mujeres, a las que quería más que a nada. Lo busqué antes de irme, después de haber llorado a mares, pero no le dije nada: una década hablando varias veces por semana y no se me ocurrió qué decirle, creo que a él tampoco. “¿Te divertiste?”, me preguntó. “No”, le respondí. Se río y me agarró, dos fríos medio borrachos abrazándonos en la madrugada.
Daniel Hadad, Martín Losteau y Pablo Javkin en el velatorio de Marcelo Zlotogwiazda, foto: Hernán Zenteno
Hacer dialogar las inteligencias
Por: Eduardo Blaustein
Un recuerdo de la prehistoria y una muestra al fin y al cabo inocente de lo vivillos y lo cínicos que podemos ser los periodistas, incluyendo progres y combativos. A Zloto lo conocí en el arranque de la experiencia de la cooperativa de periodistas (y fotógrafos y algún otro) que salvó a la revista mensual El Porteño de la muerte decretada por Gabriel Levinas. Entiendo que Marcelo venía ya de colaborar con Eduardo Aliverti en la radio Belgrano (Belgrado) de entonces. Una primera noticia en desarrollo que publicó Página ayer, cuando se supo de la muerte de Zloto, decía que fue al revés. Que pasó de El Porteño a Belgrano. Yo creo que no fue así. Como fuera, Zloto se había interesado en participar de nuestra alegre agitación de periodistas alternativos con rancho propio, sin patrones. Y trajo creo que como primera colaboración una nota sobre una cooperativa de… paralíticos. En aquel entonces no se decía capacidades diferentes o alguna de esas fórmulas.

La nota era medio ploma. Los que estábamos a cargo de la edición nos miramos y reimos y nos preguntamos si publicarla o no y cómo titularla, porque no era fácil. Salió el chiste fácil: “Una cooperativa que camina”. Todos teníamos veintipico. Ese es mi primer recuerdo de Zloto haciendo mucha fuerza -mi memoria no es buena- para pasar directamente a Zloto en Página/12 y luego en el suplemento Cash. Por alguna cuestión prodigiosa (o por razones nada paranormales), entre el paso de Julio Nudler, el de Marcelo y el de Alfredo Zaiat, la sección de Economía fue una escuela maravillosa y renovadora de periodismo económico. Eso es así hasta hoy y creo a la distancia que Zloto nunca abandonó el ideario de esa sección, y el suyo, a favor de una sociedad más igualitaria.

Los recuerdos viejos se me confunden y mezclan. Me enteré ayer por un posteo de Pablo Alabarces que en la facu Zloto había sido militante de no sé qué agrupación. Cuándo no, entre los miembros fundadores de Página (vos no, Lanata). Caramba, ex militante y ex El Porteño como lo había sido Rolando Graña, otro ex Página inicial, colega porteñazo inclasificable, hoy resistido por la progresía y el kirchnerismo, pero dueño de una verba y una velocidad mental envidiables. Esto último es innecesario pero pinta un poco lo que era el clima del diario: periodistas con muy malos antecedentes prontuariales y ganas de comprometerse. Las evoluciones posteriores son otra cosa.

Ayer, un posteo
No sé cómo continuar esta nota, nacida de un posteo en caliente y que intenta ser texto periodístico ahora a pedido del compañero socompero Daniel Cecchini. Voy a retomar por el posteo, enganchándolo directamente aquí. Va completo y luego vemos

Me acaban de decir que falleció Marcelo Zlotowiagzda, Zloto. Unos cuantos sabían que estaba enfermo. Me da mucha, mucha pena. Improviso. Le tenía mucho respeto a Zloto y bastante cariño. Tengo que decir que el cariño creció al saber de su enfermedad. Es más: creció porque en los últimos meses, y mientras se notaba su deterioro físico, un tipo como él, que era muy mesurado, contenido, enigmático para mí, se fue mostrando más y más emocional. Se emocionó en el espacio que le dedicó en su programa a las cronistas villeras, se mostró cariñoso, afectuoso con sus colaboradores, con gestos que yo al menos no le conocí, por supuesto que sin conocerlo mucho. Sí lo conocí en términos de años: hacia 1984 u 85, cuando desde radio Belgrano comenzó a laburar e integró la cooperativa que salvó la revista El Porteño. Luego varios años en Página y en la muy opinable revista 21. En Página, Zloto, siendo un periodista ya destacado, se mostraba solidario y activo en las asambleas, colaboraba con los números que debía hacer la comisión interna. Era un muchacho guapo, inteligente, muy buen deportista, con algo de chico 10. No lo conocí bien realmente, no voy a sanatear. Creo que era un buen tipo y -repito- un muy buen periodista. Por favor sean respetuosos con este posteo los que igualan a todos los periodistas que fueron críticos con el kirchnerismo. Tengan en cuenta como dato que no es casual que Claudio Martínez, otro buen tipo, haya sido el productor del programa en C5N.

Alcancé a mandarle hace unos días a Marcelo un mail cariñoso y engañoso sin aludir a su enfermedad porque no daba y nuestra relación era de afecto y encuentros más que esporádicos, no de intimidad. Busqué la excusa de felicitarlo y decirle alguna cosita como fuera. Marcelo contestó bonito, súper breve, supongo que bajoneado.

A ver muchaches si lo podemos recordar incluso con admiración: un tipo que siguió laburando hasta el final, poniendo la mejor sonrisa posible (que le salía torcida), pidiendo un impuesto a los más ricos, valorando lo que le quedaba de vida, supongo, o no sabiendo si iba a salir o no.
A mí ese esfuerzo final me parece súper recontra admirable.

Espero no haber sido cursi y -de nuevo- pido respeto por Marcelo y por este posteo.

Reprise
Ese fue mi posteo y mayor se hizo mi tristeza, con algún llantito, a medida que se sumaban comentarios de ex compañeros de laburo con Zloto. La tristeza en conjugación con el tiempo hace maniobras ilegales, raras. Porque sucede que desde el principio hubo en Página mucha muerte (Lía Levit, Soriano, Briante, Gelman y otros; luego Salvador Benesdra, Claudio Uriarte). Eran muertes que sucedían a las otras muertes de los 70, las de los recordatorios de los desaparecidos en el diario. En parte es por eso la tristeza (y porque creí que iba a zafar de la muerte, Marcelo). Pero por supuesto también por un tipo respetado y querido, al que uno hubiera querido ver y disfrutar con el nuevo gobierno, no muerto con la sórdida agonía de Macri.

Ahora quiero decir que, como tantos, aprendí bocha de economía con Zloto, tal como me pasó con Nudler o Zaiat. Marcelo no escribía lujoso. Era de una escritura rigurosa, clara, didáctica, consistente, nunca florida ni canchera. Como no le faltaba sentido del humor, aunque creo que era más de festejar chistes que de hacerlos, un día hizo algo excepcional para lo que eran sus notas. No sé si fue Guido Di Tella durante el inicio del menemismo el que habló de la necesidad de establecer “un dólar recontra alto”. Entonces Zloto escribió una contratapa muy pero muy ingeniosa y divertida sobre el asunto del dólar recontra alto.

Algunos por ahí dicen que Zloto era un progre liberal, o un liberal progre. Puede que lo fuera políticamente -lo dudo- o en el ejercicio de la profesión -ahí sí, quizá, por pluralista y respetuoso-. Pero liberal en lo económico, lo dudo mucho. Siempre planteó la necesidad de un Estado fuerte e interventor. Pedía un sistema impositivo progresivo y redistribuidor de la riqueza. Recuerdo viejas notas que tomaban el ejemplo de Francia, en donde se prohibe que las cadenas de supermercados compitan con lo que nosotros llamamos almacenes dentro de los tejidos urbanos, en los barrios de las ciudades. Le decía al establishment liberal que no existe un capitalismo virtuoso en abstracto al que apelar con gestos magníficos sino muchos capitalismos distintos en el mundo, muy distintos.

Escribo y no puedo quitarme de la cabeza los comentarios desdeñosos sobre Zloto hechos en Facebook, comentarios cuadrados, a lo largo de estos últimos años. Que pueden explicarse quizá por el paso de Zloto, junto con Ernesto Tenembaum, por TN. Sin embargo, ese programa fue casi un lujito que se dio el sistema Clarín hasta que rajaron a ambos. Recuerdo perfectamente que el comportamiento de Zloto en ese programa no era el del salvajismo promedio del sistema Clarín sino lo típico en Marcelo: racionalidad, argumentación, serenidad, incluyendo un trato muy respetuoso y cercano cuando en el programa caían integrantes de Carta Abierta.

Será porque me afectan demasiado esas mezquindades políticas (o más bien humanas) que me sorprendió y mucho el impacto que tuvo la noticia de la muerte de Zloto en la única red que uso, Facebook, y parece que lo mismo sucedió en Twitter, con colegas de muchos palos que lo querían bien. Muchos posteantes de los mundos kirchneristas -no pocos de los cuales lo criticaron por “equilibrado”, por su paso por TN, por tibio o por “funcional a la derecha- confesaron que ante la noticia de su muerte descubrieron perplejos no solo que lo respetaban como periodista sino que… al final lo querían.

Supe de la noticia no por el anuncio del Gato Sylvestre (justo lo había dejado de ver) sino desde una voz entristecida que me llamó por el celu. Inmediatamente sentí, aun más triste, la necesidad de homenajearlo en FB, que es para mí –digámoslo– un espacio de terapia o de contención con demasiada (¿?) frecuencia. Sorpresa apenas posteé: fueron cayendo los likes, los emoticones de tristeza, los corazoncitos y los compartidos a lo pavo. A medida que aparecieron en los comentarios ex compañeros de laburo con los que trabajamos con Zloto, más tristeza. Estoy escribiendo a las seis de la mañana porque la notebook, a la que suelo dejar encendida, no sé cómo se puso a bramar la señal de C5N y ya no pude dormir. Voy a Face ahora mismo y me encuentro con algo que nunca me pasó pese a ser adicto al Face: 874 vistos (o como se llame la suma de los putos emoticoncitos) a esta hora, 127 compartidos (7.55 AM, terminada la nota son 933 “reaccionaron”, 133 compartidos. Nunca me pasó, por algo será).

¿Pero cómo? ¿No era que Berco es un trosco, Tenembaum un pelotudo y Zloto un ex cómplice de Magnetto? Parece que no, y no porque otra vez “la muerte embellezca”. Esta vez la muerte, la noticia de una muerte, hizo alguna oscura justicia y puso las cosas en su lugar: Zloto era un tipo respetado y más que a menudo querido.

¿Por qué la tristeza en Facebook, el mismo puto día en que murió un nabo como Cacho Castaña, con sus correspondientes y espantosas coberturas mediáticas? Porque era joven, se dijo. Sí. Porque era buen periodista, sí. Porque “yo muchas veces discrepaba con él pero…,” sí.

Pero hay otra explicación nada reveladora, evidente, que habla de Zloto como una clave de nuestra biografía colectiva desde 1983. De radio Belgrano con el alfoninismo a C5N con eclipse macrista. Mucha historia personal nuestra -esperanzas, alegrías, primaveras democráticas, fracasos horribles de nuestra democracia- encarnada en el Zloto de la gráfica, el Zloto de la tele con Lanata, el Zloto de cantidad de programas de radio, el Zloto de C5N. Esa pelea periodística de Zloto por una democracia más igualitaria es la nuestra también, y lo mismo sucede con su búsqueda de elevar el debate periodístico invitando a académicos o tipos capos; abriendo el juego y democratizando a través de las cronistas de La Garganta; siendo siempre humilde (escuchante, sería una mejor palabra) ante el saber del otro, caso Álvarez Agis estos últimos meses.

A propósito de Lanata, dos anécdotas. Cuando de puro ingenuo yo creía todavía que Lanata no era tan turro, un día le dije a Zloto que me parecía que el tipo era generoso con su equipo en la tele, como que le daba espacio. “¡¡¿¿Generoso??!!”, me dijo Zloto, bien irónico. Entonces me contó del día en que él, Marcelo, llevó al estudio de la tele a un invitado importante, cómo fue que le hizo un par de preguntas y cómo inmediatamente después Lanata le saltó a la yugular: acá el que hace las preguntas, el protagonista, soy yo.

La segunda anécdota me deja en la incertidumbre. Un día Zloto me invitó a su programa de radio para que hablara del libro que escribí sobre Lanata. Siempre buenas preguntas. Pero el guacho, aunque cariñoso, permanecía como siempre, distante, sin opinar sobre Lanata siendo que él lo conoció mejor que yo. ¿Por qué calla?, me pregunté y me pregunto, sin saber las respuesta.

Despedidas
Alfredo Zaiat, otro referente para mí en periodismo económico, alguna vez, de muy tiernito, fue Alfredito, o Arbolito para la redacción, ya que se dedicaba al principio a los temas financieros,  nunca al estilo Ámbito.Al igual que Marcelo, Alredo era un gran jugador de tenis y de paddle (el saque venenoso de Zloto en el paddle me volvía loco). En su nota de despedida a Zloto en Página de hoy, Zaiat cuenta que Marcelo arrancaba la jornada de laburo con dos cafecitos simultáneos y un pucho, cosa que me sorprendió. Porque mi recuerdo del Zloto de los 80 es el de ese chico 10 sanote, guapo (el más lindo de la redacción según votación realizada por las compañeras del diario vaya a saber en qué año), deportista, casi un atleta merecedor de toda mi envidia masculina. Dice Alfredo que lo leía a Marcelo desde sus notas en El Periodista. Que la relación de amistad nacida en el diario duró hasta ayer, que algunas de sus propuestas impositivas para que los ricos pongan la tarasca llegó a oídos de Alberto Fernández (AF le dedicó un tuit muy emocionado a Zloto) y que acaso la idea se incorpore al plan del gobierno que viene de alguna forma.

Mirando de todo un poco tras saber de la muerte de Marcelo también leí por ahí que en su último y muy reciente cumpleaños pidió que no le reglaran nada, pero sí guita para algún emprendimiento de La Garganta Poderosa.

En la otra breve y preciosa despedida en Página que debe haber escrito a los pedos, José Natanson cuenta algo de ese cumpleaños, del rigor de Zloto, de su solidaridad con los laburantes de los medios, de su capacidad “para manejar el ego” tanto como de su racionalidad, de esa distancia tan suya que sin embargo festejaba el ingenio, los chistes, el sentido del humor. Hasta que en la nota asoman juntos el cáncer, el cumpleaños final y acaso el propio llanto impotente de José. La nota cierra así: “¿Te divertiste?”, me preguntó. “No”, le respondí. Se río y me agarró, dos fríos medio borrachos abrazándonos en la madrugada”.

La muerte genera tristeza pero bronca también. De modo que ahora vengan de a uno a repetir qué pelotudo que es este Natanson que dijo que el macrismo era una derecha moderna democrática. Sí, la pifió en esa definición, y supongo que no debe pensar hoy del mismo modo. Un modo de hablar bien de Zloto, o de nutrirse de él, es homenajear su capacidad de escucha y de diálogo. De hacer dialogar inteligencias. De eso necesitamos mucho desde siempre. Y más lo necesitaremos en los tiempos que vienen.

Chau, Marcelo. Como en tantísimos casos, con tanta gente, con tantos periodistas (pienso en Pasquini Durán) o con los propios viejos, llego tarde. Me hubiera gustado conocerte mejor, y enriquecerme del mismo modo.

Trabajadores de la revista La Garganta Poderosa acercan un afiche al sepelio, foto: Hernán Zenteno
Una despedida que duele
Ernesto Tenembaum abrió su programa radial dedicando unas sentidas palabras a su amigo y periodista Marcelo Zlotogwiazda: “Este va a ser un programa complicado y nos vamos a ir armando de a poquito. Si yo me quiebro en algún momento ustedes aplaudan o hagan ruido, alguna pavada para ver si yo me recompongo”.

“Para nosotros es como si no hubiera otra noticia, a veces es tan fuerte una noticia que opaca las demás. La muerte de Zloto, a todos nosotros y en especial a mí, hace que todos los demás esté en sepia”, siguió.

Al aire de Radio con vos, Tenembaum decidió contar sus últimos días: “Era una persona tenaz, comprometida, tan terco en lo que decidía, tan empacado que era impactante, tenía una convicción y no lo movías. Marcelo tenía un cáncer de colon que después se le expandió por el resto del cuerpo durante el último año. Él venía peleando, peleando bien y venía ganando. Había logrado un buen disfrute de la vida a punto tal que, le gustaba mucho correr, y tuvo una última carrera de 21 km el 1° de septiembre. Es decir que hace un mes Zloto corrió veintiún kilómetros, hay una foto hermosa en la que está llegando a la meta y dándole un beso a Estela. Esa convicción lo acompañó durante toda su vida y déjenme contarles cómo siguió.

Hace 20 días, el último lunes de septiembre, tuvo una clara desmejoría y lo internaron con muchísimo dolor. Desde ese momento le empezaron a dar parches de morfina. Fue difícil, cuatro o cinco días hasta que lo externaron. Fui a su casa, hablamos de fútbol y pavadas, y yo le pregunté cuándo se ilusionaba con que se iba a reincorporar  al laburo y me dijo que el lunes, mirándome como si le hubiese hecho una pregunta marciana. Ese día no vino acá porque tuvo una consulta médica, pero a la noche fue a C5N. Yo que no participo de ese proyecto fui a comer una pizza con él antes del programa, con Emmanuel Álvarez Agis, que era su amigo, y Claudio Martínez (su productor histórico). Yo no lo miraba en tele hace rato, ese día  puse para ver que no se cayera y se lo veía lúcido, aunque empecé a ver en las redes comentarios con preguntas sobre qué le pasaba a Zloto”.

“A partir de ahí, el martes, miércoles y jueves condujo acá. Las tres horas. Y se lo escuchaba bien, coherente y energético. El sábado hizo un cumpleaños que tuvo mucha intensidad porque en los que estuvimos ahí sobrevolaba que era una despedida, pero fue lleno de amor”, agregó.

"Gracias Marcelo, por vernos"
Por: Claudia Albornoz*
Zloto, el gran maestro. Un tipo con una enorme rigurosidad periodística, un economista zarpado, que podía estar en cualquier medio y no perder su lugar de tipo entero, nadie puede decir que se vendió al mejor postor.

La Poderosa lo conoció caminando los pasillos de la villa, en Zavaleta y lo siguió viendo por nuestros lugares desde hace mucho tiempo.

Nos propuso, junto a Claudio, su productor de toda la vida y gran amigo, estar en horario central de la televisión argentina, en su Desafío 2019. Porque cuando vieron que no había mujeres en ese horario pensaron, que sean mujeres no hegemónicas, que sean cronistas villeras. Y hoy La Mirada Poderosa es un enorme orgullo.

Por eso Zloto, como le decimos desde el más grande de los cariños, es nuestro gran maestro. Enorme periodista y un gran persona, sobre todas las cosas un gran sensible. Seguirá dando vueltas por la villa con los libros que nos regaló. Gracias Marcelo, por vernos.
*Periodista santafesina, integrante de La Garganta Poderosa




Fuentes: Señales, Infobae, Noticias Argentinas, PáginaI12, Socompa

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