Por: Diego Schurman
Aunque el Gobierno lo enmarcará en la necesidad de un avance tecnológico, la decisión de comprar 2,5 millones de conversores de televisión tendrá como principal objetivo lastimar al Grupo Clarín.
El plan oficial es proveer a los hogares, gratuita y paulatinamente, de los conversores de TV analógica a TV digital, alentando así la deserción de clientes al servicio de cable ofrecido por el holding.
Para la jugada política, que requiere de una inversión millonaria –ya que cada decodificador, según la norma, oscila entre 30 y 200 dólares–, el kirchnerismo fijó plazos perentorios: busca revolucionar el mercado antes del Mundial de fútbol de Sudáfrica, previsto para mitad de año.
“Tenemos comprometidas a algunas industrias locales para los conversores. Otras partidas se importarán. De hecho, el gobierno chino había planteado la posibilidad de proveer 300 mil unidades”, señaló, a cuentagotas, una fuente oficial. El ministro de Planificación Federal, Julio De Vido, maneja la información con el mayor de los sigilos.
El servicio digital es gratuito mientras que el abono mensual de cable es de 116,80 pesos, de acuerdo a una boleta de Cablevisión que llega a un hogar de Caballito.
La conveniencia económica viene de la mano de una alta definición de imagen y mejor calidad de sonido. A todo esto, el Gobierno quiere añadir una buena oferta en materia de contenido. Por eso en la Casa Rosada barajan la posibilidad de comprar los derechos de canales ya existentes en Cablevisión y Multicanal con la excepción, claro, de TN, TyC Sports, Metro, Volver y Magazine, del grupo Clarín.
¿De qué otra manera el Ejecutivo buscará ahogar el negocio del cable? Potenciando las ventajas de la tecnología digital. ¿Cuáles son? Por ejemplo, la interactuación (cuando en un evento deportivo, los usuarios pueden seleccionar a gusto entre las cámaras que lo cubren), el acceso a información extra en pantalla y la posibilidad de realizar compras online.
Otras batallas. Por si no quedó claro: Kirchner trabaja denodadamente para lastimar a su enemigo. Y en todos los frentes. El año activó una embestida contra el 13 que luego abortó. Entonces sus voceros explicaron que el canal insigne del multimedio presentaba una deuda con el Estado por la utilización de las instalaciones.
Fuentes del Grupo negaron a Crítica de la Argentina la existencia de irregularidades en la emisora y asociaron la versión con aquel megaoperativo de la AFIP en Clarín.
A esta altura, nadie se sorprende de los escenarios adversos que periódicamente se construyen –muchas veces forzando una realidad, o negando otra– tanto desde el oficialismo como desde el multimedio.
La obsesión del ex presidente con Clarín le da omnipresencia a la guerra. Si se trata de la TV abierta, el 13 encuentra su contracara en el 7 y también en el 9, donde el oficialismo ya bendijo ciclos de Diego Gvirtz.
En gráfica, se aguarda la salida de un nuevo diario, a cargo del empresario Sergio Szpolsky, y en radio Kirchner le hizo un guiño al otrora banquero menemista Raúl Moneta, quien adquirió en la misma operación las FM Metro, Blue y Rock and Pop. Periodistas de distintos medios, entre ellos de Clarín y Mitre, fueron tentados a sumarse a todos estos proyectos.
No por tratarse de opciones legítimas de trabajo, dejan de ser parte de la estrategia K, como el proyecto de ahogo al negocio del cable, como la avanzada sobre Papel Prensa.
Ni los recientes fallos judiciales adversos a la Ley de Servicios de Comunicación Audiovisual son un freno. La cruzada oficial contra Clarín es un camino de ida. Hasta Cristina le dedica parrafadas enteras a Héctor Magnetto en sus discursos. El viernes lo hizo para recordar que el CEO del grupo visitó más de una decena de veces la quinta de Olivos. Un recurso para denostar una reciente tapa del diario que aludía a los empresarios amigos del poder.
Palabras al margen, nada cambió en el universo K. O se es amigo o se es enemigo. Néstor no entiende otro lenguaje que el binario. De lo contrario es imposible explicar la dilatación del lanzamiento de la 750, la radio del secretario general de los porteros, Víctor Santa María.
La emisora tenía toda la artística montada, gracias a un trabajo minucioso del periodista Eduardo Aliverti, pero algo se interpuso en el camino. Las maledicencias del ex presidente estarían relacionadas al alejamiento del sindicalista del kirchnerismo porteño, amén de una invitación que habría cursado al empresario Francisco de Narváez, el verdugo electoral, para que participe de una fiesta del gremio.
Kirchner no delega en materia de comunicación y eso quedó en evidencia con la salida de Enrique Albistur. Desde entonces la Secretaría de Medios está acéfala y no hay visos de cambio. El reciente paso de Maxi López por la dependencia duró lo que la luz de un fósforo. El publicista pretendía incorporar 60 nuevos profesionales de marketing. Toda una osadía cuando las directivas van exactamente en sentido contrario. Los ejemplos de achique están a la vista. Esta semana el área de creatividad de Medios se quedó sin oficinas. El Gobierno decidió cedérselas a la Unión Personal Civil de la Nación para sus menesteres gremiales.
Fuente: Crítica de la Argentina