Por: Pablo Lago*
Escribir La Leona ha sido de las experiencias más gratificantes de mi vida. Una de esas tareas por las que uno siente orgullo. Llevo veinte años escribiendo para TV y La Leona es de los programas que más quiero. Las razones son múltiples pero confluyen en una: hemos escrito lo que hemos querido. Fuimos auténticos. Fuimos Autores. Jamás Escribas. Uso el plural porque no escribí solo. Junto a mi invaluable compañera y socia, Susana Cardozo, planteamos el universo de La Leona en apasionados encuentros con Nancy Dupláa, Pablo Echarri, Martín Seefeld y el productor Gustavo Marra. Fueron meses de preguntarnos cómo y qué queríamos contar y de qué manera. Quede claro: La Leona no es una idea trasnochada ni el refrito de historias que quedaron en el tintero. Nancy y Pablo soñaron mucho con esta historia. Martín y Gustavo fueron sostén permanente durante la escritura y grabación de los 120 episodios. Y junto a las manos, el talento y sudor de Sol Levinton, Gabriel Patolsky y Javier Rozenwasser, fuimos con Susana –con ese conocimiento tan suyo y único que tiene del alma humana–, insuflando vida y caos a cada uno de los 27 personajes de nuestra historia.
Cosa inédita para la televisión argentina, La Leona se escribió íntegramente antes de su salida al aire. En lo concerniente a lo artístico, esto supuso un absoluto compromiso a la hora de seguir a nuestros personajes. Exigió pero también otorgó a La Leona una organicidad, coherencia y rigor pocas veces vistos en una tira diaria. El espectador no verá aquí una trabajadora textil devenida en corredora de Fórmula 1, bombero o policía de tránsito. Ni verá actores que entran y salen del programa por disputas de ego. El cuento es uno y claro. Puede gustar o no. Pero La Leona no traiciona. No estafa.
Escribimos 120 episodios con un tiempo que la tira diaria no suele otorgar. Eso permite y exige modelar mejor cada escena, cada diálogo, cada personaje. Y escribimos, reitero, con el apoyo y respeto del canal y la productora. Aun así, no fue fácil convencer a las partes de cierto lenguaje o escenas propuestas desde el libro. ¿Beso de los protagonistas en el capítulo 1? ¿Una protagonista –por lo general siempre virgen, angelada y sumisa– diciéndole al hombre objeto de su deseo: “Te cogería acá mismo”? Eso no se había visto en televisión. La mujer luchadora, deseante, con pensamiento propio, que no se calla ni deja amedrentar por el poder –siempre machista–, no había sido presentada en nuestra pantalla de tal manera. Y es que era Nancy, y sólo Nancy, por ese carisma e impronta barrial que sólo ella tiene, quien únicamente podía ponerle cuerpo a esta María Leone. Una María María tan Sofía Loren, tan Penélope Cruz, que Gustavo nos describió tan bien en un primer encuentro.
Por otra parte, estos 120 episodios fueron escritos entre agosto de 2014 y diciembre de 2015. El actual presidente asumía el día que entregábamos nuestro último libro. Habiendo sido concebida para estrenarse en marzo de 2015, La Leona ve la luz en febrero del 16. Es otro el contexto. El país es otro. Quizá por eso La Leona impacta hoy en la sociedad de un modo que nadie anticipó. Quizá por eso en las “redes” se otorga carácter profético a La Leona. Lamentablemente, ven a la noche lo que muchos padecen durante el día, a la par que encuentran cierto bálsamo en las palabras y valores que Pedro Leone, magníficamente interpretado por Hugo Arana, transmite a los suyos. Huelga aclarar que no existe poder profético alguno en quienes dimos vida a esta serie, como me gusta llamarla. Tan sólo hubo aquí observación del pasado y lectura del hoy. Y es que un narrador que se precie de tal, escriba comedia o drama, está obligado a esa tarea. Esa misma atención hemos puesto con Susana y nuestro equipo autoral para trabajar los matices de todos y cada uno de los personajes. Hemos buscado alejarnos de los colores puros para encontrar los grises de cada criatura, llámese Klaus Miller o Beatriz Pardo. Y esa misma atención y esmero hemos puesto en la elaboración de los diálogos y el modo de hablar de cada personaje.
Cada Ser en La Leona es único. Como lo es cada lector de esta nota. Cada quien tiene su porqué. Cada quien, su función dramática. Y cada personaje fue interpretado por el mejor actor posible para ese rol. Y cada actor o actriz aportó su impronta; su sello. Pero ésa ya es otra nota. Lo que no cambia es el amor y la pasión que puso cada actor y cada técnico en La Leona. Ellos también, a su modo, escribieron a nuestro lado.
*Autor de cine y TV (Tratame bien, Lalola, Locas de amor)
Fuente: Diario Perfil