El Grupo Clarín tiene que lamentar, una vez más, un coro de exabruptos oficiales perfectamente guionados que intentan, con un nivel de alucinación y perversidad llamativos, basándose en mentiras insostenibles, vincularlo con el caso del fiscal Dr. Alberto Nisman. Estos disparates serían sólo una anécdota grotesca si no involucraran un hecho de enorme dramatismo y gravedad institucional para la Argentina.
Que se intente vincular a Clarín con un supuesto clima de presión que habría vivido el fiscal, ofende la inteligencia y parece una burla a la misma sociedad y a quien llevó adelante esta investigación que involucra al corazón del poder.
La paradoja es que justamente fue todo el aparato de comunicación del Gobierno (con sus voceros, sus medios oficiales y paraoficiales) el que estigmatizó al fiscal y lo acusó de las peores conductas. Que frente a eso se pretenda culpabilizar a los medios que justamente le dieron espacio al Dr. Nisman para difundir su trabajo, es de una aberración pocas veces vista.
Las teorías conspirativas llegan a su paroxismo con la alusión a tapas del diario de rigurosa actualidad y de contenido incuestionable, en las que ni la más febril imaginación podría encontrar otra cosa que lógica periodística.
Otra vez, el relato ha superado todos los límites en su intento por culpar al periodismo de todo lo que el Gobierno no sabe o no quiere explicar.
El Directorio Grupo Clarín S. A.