Lejos del poder que supo tener, el empresario televisivo analiza con un tono crítico la situación actual, que ayudó a crear. Además, asegura que los clubes argentinos cobran cuatro veces menos que lo que podrían porque no se aprobó un proyecto suyo.
Por Gustavo Veiga
Las paredes y muebles de su despacho (amplio, sobrio, en un segundo piso) filtran por sus poros un poder que ya fue. Decenas de fotografías lo explican todo. En cada una de ellas, Carlos Vicente Avila sonríe con cortesía o posa con gesto adusto, depende de quién lo acompañe. Ahí están el papa Juan Pablo II, los ex presidentes Carlos Menem, Eduardo Duhalde y Néstor Kirchner; los amos del fútbol, Joseph Blatter (al que le pasa su brazo derecho sobre los hombros) y Julio Grondona; Maradona, Pelé, un jovencito Marcelo Tinelli y hasta Charly García. El empresario toma uno por uno los portarretratos, los muestra con agrado, evoca anécdotas congeladas en cada imagen y genera, casi sin proponérselo, un breve paréntesis entre los dos tramos en que se dividirá la entrevista. Antes y después de abrir ese álbum gigante por donde pasa su vida misma.
–¿Qué queda de aquel empresario que irradiaba tanto poder?
–Ahora no tengo, como dijo hace poco el ex presidente Kirchner, los fierros mediáticos. Lo único que conservo es mi currículum, una trayectoria. Digamos... siempre sostengo que nunca va a aparecer alguien con una carpeta para decirme: vos hiciste esto o lo otro. Puedo mirar de frente a cualquiera de las personas que me han acompañado en toda mi vida.
–Si vuelve hacia el pasado, ¿qué más ve?
–Una empresa sana, fuerte y poderosa como Torneos y Competencias, socia de Clarín y con llegada a todo el deporte. No solamente al fútbol, que a uno le daba un perfil mucho más alto y provocaba que demasiada gente viniera a tocarme el timbre. Pero cuando me fui de Torneos eso dejó de pasar. Y no se olvide de que yo fui dueño de dos canales de televisión; el último América. Pero el año pasado vendí toda mi participación porque era imposible manejar ese multimedio con tres grupos distintos: el que tiene De Narváez, el de Vila-Manzano y el mío.
–¿Le costó hacerse a un lado?
–Lo hablo con mi analista, no sé si usted se analiza... Le cuento las sensaciones que he vivido. Es muy difícil bajarse del escenario (confiesa con un tono grave, como si el periodista se hubiera transformado de repente en el terapeuta). Pero eso es una cosa y otra que el público no recuerde las actuaciones que tuve. Si salimos a la calle, la gente me va a saludar. Fueron muchos años de trabajo en medios de comunicación y en algo de tanta exposición y sensibilidad como el fútbol.
–Y habrá sido todavía más complicado bajarse del escenario cuando usted se lo dejó montado a otros: el Grupo Clarín y su ex socio Luis Nofal.
–Ni Nofal solamente, ni Clarín. También Julio Grondona. Porque mantuvo todo lo que tiene gracias a que, en los momentos críticos, recibió el suficiente apoyo para poder manejar la economía de la AFA y cada vez hacerla más fuerte.
–¿Se refiere a su respaldo?
–Al apoyo de los que gestionaban el fútbol. En este caso, Clarín o yo.
Cuando Avila se va –¿Sugiere que hubo ingratitud de parte de Grondona?
–No, no, no... Pero Grondona se quedó con la AFA; Clarín y Torneos se quedaron con los derechos hasta el 2014 y yo me fui a casa. Así de simple. Y no lo digo desde el rencor o la angustia, lo digo porque es una realidad. Hoy es imposible tener un gajo de la pelota porque está todo muy centralizado. El que maneja el fútbol argentino es el Grupo Clarín.
–¿Por qué?
–Porque los recursos del fútbol están en sus manos y de Torneos, de la que le pertenece el 50 por ciento e incluso tienen a favor una cláusula que yo ayudé a crear. Esa que dice que el producto podrá comercializarse por todos los medios audiovisuales creados o por crearse en el futuro. Yo contribuí a formar ese blindaje.
–¿Está arrepentido de haberlo hecho?
–No lo estoy, lo que sí creo es que hace un año y medio o dos, cuando se vencieron los contratos con los cables y había que renovarlos, en ese momento la AFA tuvo una oportunidad histórica para recuperar sus derechos y comercializarlos. Yo hablé con Grondona, preparé un proyecto y lo único que se logró fue que de 30 millones de dólares que percibía en ese momento el fútbol, se pasara a 50 millones. Julio vio el proyecto, me autorizó a avanzar con él, se hicieron todos los estudios legales, económicos y de financiación, y yo estimé que se podía tener una facturación de 200 millones de dólares por año.
–O sea, ¿hubiera cuadruplicado los ingresos de los clubes si le decían que sí?
–Totalmente. Y lo sigo sosteniendo. De hecho, cuando yo le presento el proyecto a Grondona, la AFA cedía seis partidos para la televisión y hoy se transmiten los diez de Primera División.
–Si el proyecto era tan beneficioso como usted lo describe, ¿por qué no prosperó?
–Yo trabajé mucho en todo esto. A Julio le gustó, hubo otros dirigentes de la AFA que lo vieron como Meiszner. Pero por razones que desconozco no se aprobó y sí se cedieron los diez partidos. En fin... La historia dirá por qué.
–¿Cuántos socios tuvo mientras hacía negocios con el fútbol y la televisión en su momento de esplendor?
–Fui socio de Clarín, de Moneta, del CEI, del fondo Hicks, de Liberty Media, que lo traje al país para comprar Cablevisión, fui socio de Telefónica, de Eduardo Eurnekian, de Daniel Hadad, yo qué sé... No había grupos o personas con las que no negociara. Hoy, evidentemente, está todo más concentrado y las posibilidades son mucho más difíciles.
–Pero usted tampoco dio un salto al vacío. Conserva varias empresas, aunque no tienen la influencia de Torneos y Competencias.
–Sí, un canal de golf que está creciendo; una línea aérea ciento por ciento mía, Aero VIP, que estamos tratando de hacerla volar, aunque por el alza del petróleo esperaremos el momento; una revista de golf que funciona muy bien y es única en su segmento; y mantengo una participación en la publicidad de vía pública desde el año 74. Pero sería inviable volver a comprar un canal de televisión, porque no hay en venta ninguno ni creo que los quieran vender.
–Se dice que su relación con Luis Nofal terminó mal y que usted se sintió traicionado por él. ¿Es cierto?
–De eso preferiría no hablar. Ya pasó, es como un divorcio, que no fue de común acuerdo, pero nos divorciamos, ya está.
Cuando Grondona se queda –¿Es cierto que después de haber firmado su primer contrato con la AFA en 1985, Grondona lo cruzó en el Mundial de México ’86 y le preguntó: ¿usted quién es?
–Julio era una persona en ese momento y hoy es otra. Ahora tiene una tarjeta que dice: vicepresidente 1º de la FIFA, presidente de la Comisión de Finanzas y Marketing y cuántas cosas más que en aquella época no existían. Es el referente de la FIFA para Latinoamérica y un puntero muy importante de ella.
–Usted que lo conoce mucho, que negoció con él, ¿podría decir lo mejor y lo peor de Grondona en estos casi 30 años de gobierno al frente de la AFA (los cumplirá en abril de 2009)?
–Lo que hizo mejor es haber sabido conducir el fútbol. De hecho, uno piensa que si él no estuviera, ¿quién manejaría todo eso? Ha tenido una habilidad política y una cintura excelentes. A tal punto que se transformó en un hombre tremendamente importante.
–¿Y qué le cuestionaría?
–La cara negativa es que, con todo ese poder, no ha modernizado el fútbol y tampoco logró lo que yo siempre pensé: no consiguió hacer un fútbol federal, que sigue totalmente concentrado en la Capital Federal y el Gran Buenos Aires, mientras que hay provincias como Córdoba que no tienen un equipo en Primera División.
–Pero ése es un problema de los malos dirigentes cordobeses que Grondona, en todo caso, no neutralizó.
–Pienso que ahí también tiene responsabilidad el gobierno nacional, que no ha creado una política para el deporte. En todos los países, el ministro o el secretario tienen una participación importante dentro de la actividad. En la Argentina sería vital porque el fútbol es el mayor generador de ingresos y de pasión. Sin embargo, el que maneja la organización del fútbol es Julio. Y que yo sepa, en todo este tiempo que estuve como empresario, excepto con Otero (por Osvaldo, el ex subsecretario de Deporte de Raúl Alfonsín) y un poquito Fernando Galmarini que lo intentó, nunca se ha discutido con la AFA una política para el fútbol.
–En un reportaje que le hizo la revista Hombre usted dijo que, “menos robar y drogarse”, había hecho de todo. En ese todo, ¿qué cosas incluiría?
–Y bueno, no robé nunca ni me drogué, es cierto. Lo primero es inviable, ni lo siento. Nunca hice negocios paralelos en las gestiones que llevé adelante, cuando los podía haber hecho con una productora por separado. Nunca hice algo desleal con nadie. Tengo un currículum, un respeto de la sociedad. Sí pude tener diferencias con muchas personas por negocios.
–¿Y con los periodistas que trabajaron para usted?
–Cuando yo me hice cargo del fútbol no tenía ningún medio. Era simplemente un productor que no poseía un canal, una radio, nada. Sólo había adquirido los derechos de un deporte como el fútbol, totalmente depreciado. Y desde ese momento nunca le bajé línea a un periodista.
Veintiséis ideas de Carlos Avila
Desde que la productora Torneos y Competencias se transformó en su buque insignia en el mundo de los negocios, el paraguayo Carlos Vicente Avila, que el 19 de julio próximo cumplirá 66 años, ha tenido o tiene injerencia como presidente, vicepresidente y director titular o suplente en unas veintiséis empresas vinculadas con los medios de comunicación, la publicidad, los espectáculos, la organización de eventos, la gastronomía y las actividades financieras.
Este diario verificó que, con aquellos cargos, se desempeñó en distintos períodos en Megavisión Producciones SA, Wall Street Vía Pública SA, Deporhold SA, Televisión Satelital Codificada SA, Deporgroup SA, Pro Entertainment SA (Antes TyC Entertainment), Torneos Network SA, Prime Argentina SA, Televisión ABC SA, Tele Red Imagen SA, Avila Enterteinments SRL, Supreme Ticket SA (disuelta sin liquidar), TyC Digital SA (en liquidación), Theme Bar Management SA, TyC Café SA, South American Sports SA, Futbolmanía SA (en liquidación), Avilacab SA, Junín TV SA, Carlos Avila Enterprises SA, New Hollywood Producciones SA, Avila Inversora SA, Torneos y Competencias SA, América Inversora SA, América TV SA (antes Radiodifusora El Carmen) y Nefir SA.
Avila nunca se fue. Al menos eso parece. Así quedó expresado cuando se alejó de Torneos y Competencias el 27 de septiembre de 2006. “Gracias y hasta mañana”, escribió en su carta de despedida. Y ahí está, como si esperara el momento en que el fútbol y la televisión le abran nuevamente sus puertas.
Prepara el desembarco en Aruba
Avila es hincha de River y ahora siente que tiene las manos libres para involucrarse en la política del club. En 2001, antes de que llegara a la presidencia, José María Aguilar le pidió una reunión que se hizo en el hotel Emperador, donde le formuló una propuesta. “No lo conocía y a través de un amigo me dijo que yo fuera como candidato a presidente, que él iría de vice. Le respondí que no podía hacerlo porque estaba en Torneos y Competencias, donde tenía la obligación de trabajar para River y Fénix, para todo el fútbol en general. No podía ser presidente del club porque primero tenía que renunciar a Torneos.”
Aquella idea del actual presidente de River podría plasmarse el año que viene (ya sin Aguilar de por medio), cuando se realicen las elecciones en el club. El empresario que creó TyC evalúa estrategias, eventuales aliados, y piensa que “los tiempos se van acortando, aunque todavía queda un margen para esperar y analizar este tema un poco más”. Cuando Páginai12 le pregunta si irá por la presidencia, aparece el Avila más elusivo de toda la larga entrevista: “Ya le voy a dar la respuesta. Lo vamos a seguir pensando”.
En efecto, lo está analizando, aunque confiesa que “se me acercó muchísima gente: de las bases, del establishment, todos quieren hablar conmigo del futuro de River y eso no significa que me hayan ofrecido la presidencia ni mucho menos”. Claro que ya responde como si estuviera en campaña, con la cintura del Burrito Ortega.
–Si usted fuera presidente de River, ¿renegociaría el contrato de televisión con las empresas dueñas de los derechos?
–Yo creo que decir lo que pienso no sería político en este momento.
“En el ’78 yo era muy naïf” –En el libro de Luis Majul, Los nuevos ricos de la Argentina, usted dijo que se había cansado de ganar dinero entre 1976 y 1980...
–Sí, es correcto. Yo me había convertido en un bolsero de la vía pública, tenía cuentas de publicidad como las de Nestlé, Peñaflor, Molinos Río de La Plata, Renault y mis propias pantallas municipales como también les alquilaba a terceros. Era una época muy próspera en la actividad y se facturaba muy bien. Se ganaba mucho dinero.
–En esa época de prosperidad publicitaria que usted describió en la ciudad de Buenos Aires, ¿cómo hacía para entenderse con el intendente, el brigadier Cacciatore?
–Yo me había presentado a licitación por las pantallas en 1974, ’75, y la gané porque ofrecí un disparate y después apareció la inflación. El Rodrigazo. Mi contrato a diez años no se indexó, pero sí la tarifa, hice una diferencia importante en esa época y fue producto de la casualidad.
–¿No tuvo un padrino político durante la dictadura que le permitiera hacer esos negocios?
–No, jamás. Al contrario. Tuve serios problemas con la municipalidad de Buenos Aires en la época de Cacciatore porque me querían sacar la concesión. Y trabajé mucho para que no ocurriera.
–A propósito del trigésimo aniversario del Mundial ’78 que se cumple durante este mes, ¿hizo campañas durante esa etapa vinculadas con el torneo?
–No, para el Mundial no. Yo iba a la cancha, compré abonos para ir a ver los partidos de Argentina y no pensaba en el fútbol, en el que me metí de manera accidental porque hacía el programa El deporte y el hombre, con Pancho Ibáñez. Muchos conocen esa historia donde prácticamente me obligaron a tomar los derechos de los partidos porque la AFA había tenido una serie de conflictos con Canal 7.
–¿Qué recuerdo le queda del título que ganó la selección nacional mientras los militares hacían desaparecer a 30 mil personas y elevaban la deuda externa con los gastos del torneo?
–Yo, si usted quiere, en ese sentido soy muy naïf. Estaba muy metido en cómo crecer, cómo desarrollarme, en cómo proteger a mi familia, que no veía lo que pasaba. Era muy naïf en el sentido de, por lo menos, no haberme involucrado sentimentalmente en todo lo que ocurría.
Fuente: PáginaI12