La medida que anunció la presidenta es una maniobra más para invertir la carga de la responsabilidad. Se la pasa a los legisladores pero no suspende las retenciones en el tiempo que dure “el tratamiento” del nuevo proyecto. Los santacruceños sabemos que cuando ingrese al recinto se va a aprobar como venga y después los agricultores no tendrán argumentos para sostener una medida que comenzará a ser antipática ante la vista de todo el país.
Finalizado el discurso de la presidenta, lo que fue abonado como “un gran anuncio” por el gobierno es una vuelta más de tuerca a una situación que solo busca confundir y llevar agua para el molino oficialista.
La misma metodología utilizó Kirchner en Santa Cruz con los contratos petroleros y el Dique los Monos. Ambos proyectos ampliamente resistidos por la sociedad y la oposición fueron avalados, firmados y aprobados por el Gobernador. Luego, girados a la Legislatura con el fin de “redondear” la legalización de un proceso que partió de una decisión política tomada previamente en la mesa chica. De esta manera se maquilló de consenso una decisión que solo partió de una mano ejecutora: Néstor Kirchner.
Hoy sucede lo mismo pero a nivel nacional. La presidenta busca sacarse parte de la responsabilidad de encima cargándosela a los legisladores de cada provincia, que cuando llegue el momento no van a dudar en levantar armoniosamente la mano para dar el si, aún cuando la oposición que es amplia minoría, se deshaga en discusiones estériles.
Uno de los elementos más notorios de que la decisión no va a volver atrás es que en ningún momento el gobierno se retrotrajo al día 11 de marzo y congeló las retenciones en el 35% sometiendo la discusión al Parlamento, donde entonces sí tendría un poco más de color este giro de “legalidad” que se le trata de imprimir a las retenciones móviles.
Por el contrario la presidenta se cuidó en asegurar que mientras tantos “las retenciones del 44% siguen vigentes”, es decir, nada cambió.
La estrategia de Kirchner y su entorno es ahora jugarla en reversa de lo que debiera haber sido la canalización normal de una ley que debiera haber salido con peso legislativo.
Una vez firmado, establecido y defendido a muerte el aumento de las retenciones al 44% por el gobierno de Cristina, la pregunta que los agricultores deben hacerse es ¿Quién de los diputados y senadores de las provincias que han demostrado una obsecuencia inconmensurable hasta este momento, van a tener a bien oponerse a una medida sobre las que el propio gobierno nacional jugó por 100 días su prestigio político?. Respuesta: ninguno.
Lo que propone el gobierno hoy es una chicana más para volcar a la prensa y en general a la gente en contra de los productores porque si ahora no aceptan levantar la medida quedan como los verdaderos malos de la película ante un gesto “democrático” como el que dijo practicar la presidenta, algo realmente curioso, porque vendría a reconocer que todo lo actuado anteriormente en la materia estaba viciado de autoritarismo.
Si los agricultores confían en esta nueva “salida” que propone el gobierno caerá en un nuevo desgaste porque se les propone pasar sobre la trampa del zorro.
Para hacer caer a este hábil animalito, los baqueanos del campo deben disimular previamente muy bien la senda por donde va a transitar el sigiloso cuadrúpedo. Si la trampa está bien hecha, el zorro cae indefectiblemente.
Si acaso el proyecto del ejecutivo es girado al Congreso, en pocos días se refrendará su aprobación con la firma de todos los diputados y senadores oficialistas y después ya nadie podrá discutir la legalidad del proceso, aunque éste haya estado viciado en su origen.
Los escraches, las reuniones con los legisladores en cada provincia y lo consejos que De Angeli parece guardar como esperanza para forzar la decisión de sus diputados y senadores, no tienen nada que ver con la realidad que se va a vivir en cada sesión donde van a dar cabida sin ningún tipo de cuestionamiento a lo que ordene el ex presidente. Por otra parte al matrimonio presidencial no le importa absolutamente nada que los serviles representantes del pueblo, sufran en carne propia sus decisiones, porque entienden que es un sacrificio por la causa.
Esto ya está probado en Santa Cruz, una vez más desde esta provincia de confín veremos si el zorro acude a sus sentidos más finos para eludir la trampa o si el cazador vuelve a repetir el disparo sin que se le escape la presa.
Fuente: Agencia OPI, Santa Cruz