En un contexto de polarización y desafíos urbanos, Zohran Mamdani se consolidó como un referente progresista en Nueva York. Su estrategia no giró en torno a consignas ni ataques políticos, sino a soluciones tangibles para los problemas cotidianos: alquileres, transporte y cuidado infantil, conquistando a jóvenes y votantes de la ciudad más grande de Estados Unidos.
Ernesto Resnik, biólogo molecular y biotecnólogo argentino radicado en Minnesota, combina su trabajo científico con la actividad pública: consultado por medios argentinos e internacionales sobre temas de ciencia, comparte además sus opiniones sobre actualidad en Twitter. Desde esa mirada crítica y atenta, Resnik repasó para la periodista Silvia Carafa las implicancias del triunfo de Zohran Mamdani en Nueva York.
Nueva York vivió una jornada singular cuando Zohran Mamdani emergió como figura política de gran relevancia. El análisis de su ascenso permite entender no solo la dinámica local, sino también los ecos de la política nacional. Mamdani, quien se considera demócrata socialista, diseñó una campaña centrada en problemas concretos que afectan a la vida diaria de los neoyorquinos, más allá del debate polarizado en torno a figuras como Donald Trump.
Según el relato de quienes observan la política de cerca, su estrategia fue disciplinada y constante. Mamdani enfocó su mensaje en tres grandes problemas de la vida urbana: los alquileres, el costo del cuidado infantil y el transporte. Nueva York es una ciudad donde la mayoría de las personas alquilan, y comprar una vivienda es casi imposible para muchos. En cuanto al cuidado infantil, el costo de las guarderías es prohibitivo, especialmente para familias jóvenes y trabajadoras: enviar a un niño pequeño a un preescolar puede costar alrededor de 2.000 dólares por mes, antes de que los niños ingresen a la escuela primaria y secundaria. Este desafío convierte en un verdadero obstáculo la vida laboral y cotidiana de muchas parejas jóvenes. Por último, el transporte, además de caro, es agotador y deficiente, lo que complejiza aún más la movilidad urbana.
La disciplina del nuevo alcalde quedó patente en su estrategia de campaña, centrada en mejorar la vida de la gente común de Nueva York. Aunque algunos intentaron asociarlo con antisemitismo por su religión, Mamdani aclaró con firmeza: "No soy antisemita y voy a proteger y combatir el antisemitismo en Nueva York". Resnik destacó que Mamdani no se detuvo a debatir sobre Trump ni sobre ataques personales, y que su mensaje simple y claro —solucionar los problemas cotidianos de la gente— resonó con la población. La respuesta electoral fue contundente: un 75% de los jóvenes votaron por él, incluidos casi un 70% de los jóvenes judíos. La campaña fue notable no solo por su claridad, sino por su firmeza frente a los ataques y la presión de la clase rica de la ciudad, que invirtió 45 millones de dólares intentando desacreditarlo.
Resnik subrayaba que esta elección tenía resonancia más allá de Nueva York. Era un ejemplo de cómo los movimientos populares podrían reconectarse con la vida cotidiana de la gente, algo que, según él, a menudo se pierde en la política argentina. La falta de propuestas concretas y el exceso de épica y consignas, decía, terminan desconectando a la ciudadanía de los problemas reales, como la dificultad para llegar a fin de mes. Mamdani, en cambio, presentó un plan concreto, centrado en resolver problemas económicos y sociales concretos, un mensaje que, para Resnik, era replicable en otros contextos.
La narrativa de Resnik se extendía también al contexto nacional estadounidense: Donald Trump había amenazado con retener fondos a la ciudad, pero Mamdani no se dejó amedrentar. Resnik describía cómo las elecciones recientes en varios estados, como Virginia y Nueva Jersey, mostraban un debilitamiento del trumpismo: los resultados, con diferencias de hasta 14 puntos, reflejaban el impacto de la paralización del gobierno federal en la percepción ciudadana y la insatisfacción con Trump. El cierre prolongado del Congreso, que impedía el uso de fondos federales para actividades esenciales y afectaba a empleados esenciales como los controladores de aeropuertos, generaba un enorme malestar entre la población, consolidando la sensación de que la administración Trump era incapaz de resolver problemas cotidianos.
Dentro de este marco, Resnik también señalaba cómo la justicia había obligado al gobierno de Trump a reponer parcialmente programas esenciales como SNAP, que provee subsidios alimentarios a millones de estadounidenses de bajos ingresos. La cantidad de personas afectadas, alrededor de 42 millones, mostraba la magnitud del impacto del shutdown y la importancia de un liderazgo que pudiera enfocarse en los problemas concretos de la ciudadanía.
En su análisis final, Resnik contextualizaba la elección de Mamdani dentro de un esquema más amplio de políticas económicas y sociales. Señalaba que los gobiernos liberales no han logrado derramar riqueza hacia las mayorías, y que los grandes empresarios, como Marcos Galperín en Argentina, optimizan sus ganancias y evitan impuestos, trasladando la carga sobre la población. La propuesta de Mamdani, sin embargo, era directa: controlar precios de alquileres, ofrecer guarderías gratuitas y transporte público sin costo mediante un aumento mínimo de impuestos —solo un 2%— a quienes ganan más de un millón de dólares. Los ricos tienen la riqueza; el mensaje de Mamdani era que debía ser redistribuida a través de impuestos, no dependiente del derrame económico.
Para Resnik, la elección del alcalde de Nueva York no solo era una victoria electoral, sino un ejemplo de cómo un liderazgo centrado en la gente común, disciplinado y claro, podía traducirse en políticas efectivas y resonar con el electorado joven. Era, en sus palabras, una lección sobre cómo los movimientos populares pueden reconectarse con lo concreto, ofrecer soluciones reales y transformar la política más allá de los rituales electorales tradicionales.
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