Presidente de la COP30 Andre Correa do Lago llora durante el cierre de la 30ª Conferencia de las Partes (COP30)
La COP30 en Brasil terminó sin incluir una sola referencia a los combustibles fósiles, pese a que la transición energética dominó cada pasillo y debate en Belém. La discusión central quedó ausente del documento final, desatando la indignación de países como Colombia y revelando un quiebre sin precedentes en tres décadas de cumbres climáticas. Aun así, esta edición marcó el regreso de las movilizaciones populares a la escena global del clima y dejó al descubierto una realidad incómoda: el consenso internacional para enfrentar el calentamiento ya no es un punto de partida, sino un terreno profundamente disputado.
Un borrador que encendió las alarmas
En Belém do Pará, en plena Amazonia brasileña, se desarrolló la COP30, la Conferencia de las Partes de la Convención de la ONU sobre Cambio Climático, ese encuentro anual en el que casi 200 países negocian el rumbo del planeta frente a la crisis climática. La cumbre había sido anunciada por el presidente brasileño Lula da Silva como "la COP de la verdad" y "de la implementación": el momento decisivo para pasar de las palabras a la acción y comenzar a dejar atrás los combustibles fósiles. Pero el espíritu inicial chocó de frente con un borrador que incendió las alarmas: desaparecieron todas las menciones al petróleo, al gas y al carbón.
Las reacciones no tardaron en llegar. La Unión Europea cuestionó duramente el documento; más de 30 países —entre ellos Colombia, México y Chile— elevaron reclamos formales; y organizaciones ambientales denunciaron un retroceso respecto de lo logrado en Dubái. Con negociaciones trabadas y el riesgo latente de que no haya acuerdo, la tensión domina los pasillos de la cumbre.
La voz de la región y el 'Mutirao' brasileño
En ese clima está Laura Rocha, periodista ambiental, cofundadora y presidenta de Periodistas por el Planeta, una referente regional que ha cubierto durante años las cumbres más relevantes del clima. Hoy trabaja como periodista freelance en Infobae y conduce Cuestión Ambiental en FM Cultura. Desde el Media Center de Belém, sigue minuto a minuto cada movimiento de los delegados.
Rocha explica que el plenario —la instancia en la que los países votan la declaración final— estaba convocado para primera hora y luego fue postergado para las 11, y que el solo hecho de que se convoque indica que "todo está medio cocinado". Según pudo saber, la presidencia de la COP, a cargo de Brasil, buscaría responder a las quejas de los países que reclamaron la ausencia de combustibles fósiles proponiendo un mecanismo alternativo: trabajar durante todo el año en una iniciativa que mantenga vivo el tema dentro de la Convención Marco de Naciones Unidas.
Ese "Mutirao", una palabra portuguesa que alude a una acción conjunta en beneficio de todos, sería el paraguas de una decisión amplia, con varios elementos importantes: la inclusión de la lucha contra la desinformación, el refuerzo del papel de la ciencia —"muy importante ante los negacionismos con los que convivimos", subraya Rocha— y la obligación de que los países tripliquen el financiamiento destinado a la adaptación, es decir, a prepararse para los impactos ya inevitables del cambio climático. Así, la cumbre podría cerrarse en las próximas horas, pese a que debía haber terminado el día anterior.
Aunque los combustibles fósiles no figuren en el texto final, Rocha insiste en que estuvieron muy presentes en la conferencia. Por primera vez en muchos años, una multitud salió a las calles el sábado previo: entre 50.000 y 70.000 personas exigieron una transición energética real. También hubo señales diplomáticas: la llamada "Declaración de Belén", impulsada por Colombia y firmada por 29 países —entre ellos Chile, México y Panamá—, propuso una hoja de ruta concreta para abandonar el uso de petróleo, gas y carbón. No se trata de un abandono inmediato, aclara Rocha, sino de establecer un límite temporal claro para los combustibles fósiles, un objetivo sin el cual la transición pierde dirección.
El rol de Colombia y las tensiones del post-COP
Mientras tanto, Colombia anunció que en abril, en Santa Marta, convocará a esos mismos 29 países y otros más para avanzar en una ruta de Fossil Fuels Phase Out. Será los días 28 y 29, y se espera que esa reunión aporte nuevos impulsos políticos al proceso.
Un acuerdo posible, pero lavado
Respecto del acuerdo general de la COP30, Rocha sostiene que existe y que será aprobado, aunque "un poquito lavado" para que todos los países puedan adherir. Esto tiene que ver con la lógica del sistema: las decisiones deben aprobarse por consenso entre los 194 países más la Unión Europea. "Vale lo mismo el voto de la Isla Tuvalu que el de Francia", recuerda, y cualquier voto negativo funciona como un veto. Por eso, cada palabra se negocia y se pule, y en ese proceso, lamentablemente —dice— quedaron fuera los combustibles fósiles.
Rocha pone la situación en perspectiva histórica: recién en la COP28, celebrada en Dubái, se mencionaron por primera vez los combustibles fósiles en un texto oficial. "Se tardó 28 años en nombrarlos", enfatiza. Que en esta edición vuelva a desaparecer su referencia no debería sorprender en un ámbito donde los acuerdos son frágiles y donde incluso en un país petrolero como Emiratos Árabes Unidos se logró un avance que costó décadas.
América Latina emerge como bloque
Los nudos principales de esta COP giraron en torno al financiamiento, el comercio de emisiones, la transparencia y los planes climáticos. La presidencia brasileña decidió agruparlos todos bajo el Mutirao, redactando principios y compromisos con sumo cuidado, usando verbos específicamente elegidos para garantizar una aceptación generalizada. Las palabras pesan, y mucho, en diplomacia.
Consultada sobre qué nivel de ambición sería el mínimo aceptable para que esta COP no se considere un fracaso, Rocha rechaza la idea de fracaso. Sostiene que América Latina tuvo un papel inédito: por primera vez, países como Brasil, Colombia y México "lideraron la agenda" de transición energética. La región, que históricamente no actuaba en bloque, mostró una voz conjunta. Menciona que antes estaban más presentes las posiciones comunes de países africanos o de Estados insulares como Marshall o Fiji, amenazados directamente por el aumento del nivel del mar. En esta COP, en cambio, América Latina se plantó como actor regional articulado, y eso, para ella, es un logro importante.
A eso se suma, dice, la revalorización de la ciencia en el texto final. En tiempos de desinformación y discursos negacionistas que circulan con fuerza, rescatar la centralidad del conocimiento científico es crucial. No es casual que Lula hablara de "la COP de la verdad": garantizar la integridad de la información es una pieza fundamental de la lucha climática.
Respecto del rol argentino, Rocha es contundente: "fue bastante pobre". La delegación estuvo representada por una sola enviada de Cancillería. El subsecretario de Ambiente, Fernando Brom, estaba previsto que viajara para presentar el compromiso climático actualizado del país —esa obligación que todos los Estados deben cumplir cada cinco años, informando sus metas de reducción de emisiones—, pero finalmente no lo hizo. Aunque el compromiso se presentó dentro del país, no fue elevado oficialmente ante Naciones Unidas. Según trascendió, la ausencia de Brom se debió al recambio y reordenamiento ministerial dispuesto por el gobierno. La representación argentina se concentró en temas de género, pidiendo modificaciones en el lenguaje —por ejemplo, reemplazar "géneros" por "femenino y masculino"—, un foco que, para Rocha, tuvo poco peso geopolítico en este contexto.
Aun así, subraya que Argentina no puede, por pragmatismo, alejarse del Acuerdo de París: el país busca ingresar a la OCDE, así como exportar GNL, petróleo y gas de Vaca Muerta, y nada de eso sería viable fuera del marco del acuerdo climático global.
Desde Belém do Pará, donde las negociaciones parecen avanzar hacia un consenso posible aunque acotado, Laura Rocha observa la cumbre con la experiencia de quien cubrió este proceso desde sus inicios. Más allá de las omisiones, matices y retrocesos, identifica señales políticas, científicas y regionales que, a su entender, configuran un balance más complejo que el de un simple éxito o fracaso. Mientras la COP30 se encamina a su cierre —probablemente "en las próximas horas", dice—, las discusiones sobre el futuro energético del planeta, su financiamiento y su justicia climática continúan desplegándose en ese gigantesco salón donde, como siempre, cada coma puede definir la historia.Argentina habla en el plenario para desmarcarse en todas las menciones a ODS y la llamada "Agenda 2030". Cuestiona las menciones a objetivos comunes!!!
— Cali Villalonga 🇺🇦 (@Calivillalonga) November 22, 2025
Defiende el derecho soberano a no obedecer ninguna declaración. Y sigue... todo un rechazo a la COP.
Una vergüenza absoluta pic.twitter.com/ljJSYcciiM
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Fotos: Ueslei Marcelino y Prensa COP


